sábado, 28 de marzo de 2009

Menos manifestaciones, ya no más, por fa...


Desde que la despenalización del aborto se planteó en España, se confundió lo moral con lo político (supongo que lo mismo que en otros sitios, con las salvedades propias de cada sitio). Unos y otros confundieron moral con ideología política o programa de partido. Y seguimos igual, confundidos y confundiendo.

Las manifestaciones (la que viene y las pasadas) contra el aborto, son más políticas que morales. Reconozco que puedan ambientar cierta "campaña moral" y que se entienda la necesidad de hacer propaganda del bien en un mundo/una sociedad en la que el mal tiene tantos medios, altavoces y publicidad. Pero la movilización y sus gestores son políticos, lo reconozcan o no.

Son políticos usando el "tirón" cristiano como "base" política. Una motivación cristiana como fuerza política. No son el PP ni el peperío, cada vez más reticentes a identificarse con principios cristianos. Son los que votan al PP como "mal menor" los que movilizan. Gente y plataformas tan equívocas y mal identificadas como HO, que nadie sabe bien (aunque todos sospechan quien).
Pienso que es inútil, otro alarde para contentar (distraer?) a unos y poner de mal humor a otros. Sin efecto. Porque se trata de algo que se dirimirá en el Parlamento, donde hay tan pocos cristianos en activo, muchos menos de los que se pueda imaginar, y casi todos con un "cristianismo hipotecado" al partido (el que sea).

A esa clase política, a sus partidos, habría que darles una lección. Muy merecida. Incluso como medida "higiénica", ya que la única censura posible que un "ciudadano" puede hacer al sistema es el que el sistema le concede (1 vez cada 4 años) para luego inmovilizarlo practicamente hasta las siguientes urnas.

Lo efectivo sería que hubiera una voz que articulara una respuesta cristiana moral efectiva y contundente. Lesiva. Que doliera y dejara tráuma. ¿Un comando bomba-católico? No, en absoluto (no somos islamo-terroristas, gracias). Algo más temible: Una restricción del voto católico, una movilización de la abstención. Una re-versión actualizada y versátil del famoso "non expedit". Por lo menos probarlo, a ver qué tal.

Pero quizá se tema evidenciar el poco calado social de una decisión así. De todas formas, insisto, yo probaría. Por lo menos para saber cuánta fuerza se tiene y cuántos escaños se pueden poner en juego. Un experimento muy interesante. Y muy comprometido. Y arriesgado.

¿A que no? ¿A que no hay "mitras" para eso? Pues que se dejen de pancartas y bullas por Madrid y se recojan, que es Cuaresma y no es tiempo de mojigangas por la calle. Que ya llevamos demasiadas.

En Sevilla, las Cofradías (tan pragmáticas y contemporizadoras) se han salido por la tagente, muy discretamente. Hay que vivir, convivir y sobrevivir (y llevarse bien con los caciques).

Una Iglesia con cañonería (sin balas) y el castillo interior descuidado, jugando a guerras urbanas, es un despropósito en los tiempos que estamos. O nos hacemos fuertes ad intra, en el centro, o somos un tiovivo girando según el mundo y sus volteretas. Para nada, y encima sufriendo desgaste.

Hay que reconocer con claridad y predicar más claro todavía que tenemos enemigos: Enemigos implacables, suicidas sociales con ideas, planes y leyes en mente. Y un absoluto desamparo político, sin ninguna formación política efectiva capaz de representar y defender el punto de vista cristiano en el escenario clave de la política, donde se hacen las leyes y se legaliza el crímen.

Si no lo ven, malo. Y cuanto más tarden, peor.

Son obispos, "supervisores", y se les debiera exigir que hagan honor a su nombre: Que vean más, mejor, más profundo y más largo.
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