La liturgia del post-Vaticano II que se presta a tantas acomodaciones y flexibilizaciones, muy pocas veces se ha avenido a condescender con el fervor popular cuando se trata de reconocer devociones tradicionales. Se ha intentado (forzado, muchas veces y en muchos casos) adaptar a los nuevos patrones pastorales y litúrgicos las antiguas devociones, pero rarísima vez se ha procurado adaptar las innovaciones a lo que ya existía antes.
En Sevilla es casi un "abuso" imponer la liturgia del Viernes de la 5ª semana de Cuaresma por encima de la devoción a los Dolores de Ntrª Srª, tan arraigada y universal. Como es una desatención pastoral no retocar los horarios de los Oficios de Jueves y Viernes Santo para que puedan celebrarse por la mañana, como se celebraban antes, para mejor y mayor participación de la gente. No digo en todos sitios, pero sí donde se pueda y se pida, que son muchos.
A estas horas están ya todas las Imágenes de la Virgen que saldrán en las procesiones de las Cofradías en sus pasos, bellísimas, revestidas con la suntuosa piedad del pueblo, que figura de Reina a la Dolorosa, como una profecía de Gloria, realidad en Ella y en nosotros esperanza.
En Sevilla, ahora mismo, están bajando a la Virgen del Valle desde el altar del Septenario para llevarla a su paso de palio, el más antiguo de los que salen actualmente en Sevila. Esta mañana ha sido la función principal de instituto de la Hermandad, con jura general de hermanos. Para la Misa se han tocado y cantado las partituras de Gómez Zarzuela, el inolvidable maestro de capilla, una de esas joyas de la música regionalista del XIX-XX sevillano, que no todo es Turina y Falla.
En el pueblo de mi familia de mi alma también ha sido la función de la Soledad, nuestra patrona, la que sabe nuestras penas todas. Hace siglos que le pusimos detrás de su ermita, pegando a la trasera del altar y el camarín, nuestro cementerio, juntando a los que enterramos bajo su manto, negro como nuestras desolaciones, salpicado de estrellas como nuestras esperanzas. Después de la Misa solemne, ya de madrugada, los priostes la bajarán del altar y la colocarán también en el paso, preparándola para el Viernes Santo.
En mi pueblo "sentimental", entre Sevilla y Jerez, está toda la tarde-noche en besapiés Jesús. Se le llama así, simple y directamente, como si el pueblo fuera Nazaret, Cafarnaúm , Betania o Jerusalén: Jesús. -"¡Que está en besapiés Jesús!" Y las familias enteras pasan a besar el talón del Señor. Mujeres con chiquillos y hombretones de campo que entienden de Dios lo que saben de vivir y sentir y sufrir. La fe no les lleva a más, porque son muchos los Misterios de la fe y no todos llegan, pero como saben de dolor y de penas, de trabajos y apuros, se entienden bien con el Nazareno, el de la Cruz a cuestas, la corona de espinas y los pies sangrantes. Y le besan el talón con una fe que no saben explicar, ni articular, pero sí saben sentir con Jesús, "el Jesús". Son los mismos que en la madrugada del Jueves al Viernes se pasarán la noche entera acompañando al Señor, entre los cantos del gallo y la estrella del alba, cantando saetas a Jesús el Nazareno y su Madre, la Virgen.
Son cosas de aquí, las más profundas de aquí, que no se explican porque nos vienen explicadas por sangre. Y si están adormecidas, aletargadas por la vida y las cosas, nos brotan en primavera, cuando se llena la Luna de la Pascua.
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