Mostrando entradas con la etiqueta Biblia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Biblia. Mostrar todas las entradas

domingo, 6 de agosto de 2017

La femi-perversión que la Iglesia no condena


No sé si alguno recordará al doctísimo y venerable padre Antonio Orbe S.I. cuando en alguna de sus clases magistrales en la Gregoriana comentaba, al paso de algunas cuestiones, que en el futuro más próximo el peor peligro para la Iglesia, en doctrina y en moral, llegaría desde el mundo de la mujer. Se refería - sin saberlo concretamente entonces - a cosas como esta (atención los timoratos, que el artículo es aberrante y contiene fotos impías):

Poner fin a las mentalidades machistas que distorsionan la fe:
"Si Jesús se encarnó en un varón, ¿la salvación que nos trae es igual de efectiva para las mujeres?"


La página de Renegación Digital infecta a diario con textos (entrevistas, documentos, citas, recensiones, noticias, comentarios, bulos y otras escorias) como ese, cuya autora es una hembra reivindicante, sedicente 'teóloga' y tan degenerada en ello que malpare monstruosidades tales en el supuesto de que está liberando a las mujeres de una fantástica opresión que ella misma delira con tergiversaciones y manipulaciones atentando impúdicamente contra lo más sagrado. Es obvio que ella y la gente como ella ya no tienen fe, la han perdido y sólo mantienen un esqueleto verbal con el que van construyendo la monstruo-teología de su aberrante degeneración, con más o menos consciencia de su depravación, pero absolutamente sabedoras de su ofensivo y agresivo desafío. No tienen fe pero si mantienen y difunden un intenso e implacable odio a la fe.

A esta teologuesa del artículo le falta decir que odia al Cristo-Varón de los Santos Evangelios. Por supuesto, el odio profesado y no confesado incluye todas sus concomitancias: Odia también a la Virgen y la Virginidad, odia a la Madre y la Maternidad, odia con diabólico odio a la Esclava del Señor y odia satánicamente que el Evangelio diga -'Aquí está la Esclava del Señor'. Odia el Magníficat que canta -'Dios ha mirado la humillación de su Esclava'. Odia a Isabel porque es madre gestante y orante. Odia a la suegra de San Pedro porque se levantó del catre a servir a Jesús y sus Apóstoles. Odia a la hemorroísa que tocó con temor y temblor el manto de Cristo. Odia a la pecadora que lloró y embalsamó, besó y cubrió con su cabellera las plantas del Señor. Odia que María de Betania se echara a los pies de Jesús y se los perfumara con nardo. Odia a las Miróforas que fueron al alba al Sepulcro. Odia que la Magdalena hubiera tenido siete demonios. Odia el -'Noli me tángere'. Odia que no haya más escenas con Magdalena. Odia a San Pablo. Odia el Apocalipsis. Odia que la Babilonia meretriz sea hembra y odia que la tentada fuera Eva y no Adán. Odia-odia-odia que Eva fuera hecha con la costilla de Adán. Y odia hasta reventar en bilis de odio el -'parirás con dolor, estarás bajo tu marido y él te dominará'.

En reacción, clamará y voceará ¡machismo! y ¡machista! cada vez que se vea obligada a afrontar uno de esos textos. Hará un expurgo de textos machistas suprimiendo passim personajes y escenas, profecías y profetas, libros enteros de la Biblia. Propondrá una Biblia revolucionaria y transexual con una María de Nazareth militante de la liberación de la mujer, una Marta de Betania líder sindicalista del sector servicios y una Magdalena híper-sexualizada y marimacho todo a la vez, castigadora del los Apóstoles y fundadora de una iglesia alternativa ltgb (¿se escribe así?) vanguardista avant la lettre.

¿Y la Iglesia qué dice; qué respuesta tiene la Iglesia para adefesios pseudo-teologicos de esta clase? Pues, según la táctica - ya se sabe - asumida premeditadamente por el Vaticano2º, concilio pastoral-no-dogmático, la Iglesia, no condena nada ni a nadie. '¡¡Quién es la Iglesia para condenar!!', argumentan según el célebre dixit francisquista.

+T.

sábado, 24 de octubre de 2015

Los derechos de la carne. Finaliza el Sínodo



Con el Sínodo de la Familia como trasfondo, hemos visto despabilarse una consciencia de fe que ha brillado en las intervenciones de algunos de los obispos sinodales, iluminando el oscuro ambiente que otros habían ido extendiendo por el aula. De esa inteligencia rectamente alumbrada y motivada por la Escritura-Tradición-Doctrina hemos participado todos los que hemos seguido con atención y oración las sesiones de la preocupante asamblea sinodal. En este sentido, esta mañana, en la Misa, las palabras de la Epístola de San Pablo a los Romanos resonaban con especial virtud, tonantes como un relámpago:

Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Rm 8, 5-9

La claridad del texto inspirado deja en evidencia a quienes con sus propuestas llevaron al Sínodo la voz de la carne y exigían sus derechos, los derechos de la carne. ¿O no son hechos de la carne las situaciones de pecado, el divorcio y el adulterio, la práctica de la homosexualidad y las relaciones contra natura, las uniones aberrantes legitimadas por las políticas contra-cristianas, la inmoralidad del materialismo neo-pagano que envilece a todo el Occidente moderno?

La innovación se presentaba en el Sínodo con el empuje de la novedad y el cambio como única razón, más la fuerza de una masa social de conciencia turbia incapaz de distinguir ya el pecado de la virtud. Hasta se han atrevido a predicar la necesidad del cambio como si la verdad y el bien moral estuvieran sujetos a la inestabilidad variable de las ideologías, la moda de una época o la razón extraviada de las mayorías.

Decepcionantemente, el Sínodo, aun salvando la doctrina, ha dejado demasiados cabos sueltos. Compromisos y equilibrios de tendencias han impedido que prevalezca una doctrina nítida y fuerte que posibilite después una vigorosa pastoral universal capaz de resanar y plantar semillas de buena y verdadera re-evangelización familiar.

Al fin, hemos vuelto a oir con desencanto la bronca reprimenda preñada de descalificaciones de quien debiera ser el primer garante del bien y el porvenir de la Familia Cristiana:

"Ei Sínodo significa que el Evangelio sigue siendo para la Iglesia una fuente viva de eterna novedad, contra quien quiere «adoctrinarlo» en piedras muertas para lanzarlas contra los demás. Significa haber puesto al descubierto a los corazones cerrados, que a menudo se esconden incluso dentro de las enseñanzas de la Iglesia o detrás de las buenas intenciones para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas. Significa haber afirmado que la Iglesia es Iglesia de los pobres de espíritu y de los pecadores en busca de perdón, y no sólo de los justos y de los santos, o mejor dicho, de los justos y de los santos cuando se sienten pobres y pecadores. Significa haber intentado abrir los horizontes para superar toda hermenéutica conspiradora o un cierre de perspectivas para defender y difundir la libertad de los hijos de Dios, para transmitir la belleza de la novedad cristiana, a veces cubierta por la herrumbre de un lenguaje arcaico o simplemente incomprensible. (...)

Y –más allá de las cuestiones dogmáticas claramente definidas por el Magisterio de la Iglesia– hemos visto también que lo que parece normal para un obispo de un continente, puede resultar extraño, casi como un escándalo, para el obispo de otro continente; lo que se considera violación de un derecho en una sociedad, puede ser un precepto obvio e intangible en otra; lo que para algunos es libertad de conciencia, para otros puede parecer simplemente confusión. En realidad, las culturas son muy diferentes entre sí y todo principio general necesita ser inculturado si quiere ser observado y aplicado. ***
(...) La experiencia del Sínodo también nos ha hecho comprender mejor que los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre; no las fórmulas sino la gratuidad del amor de Dios y de su perdón. (...) Significa superar las tentaciones constantes del hermano mayor (cf. Lc 15,25-32) y de los obreros celosos (cf. Mt 20,1-16). Más aún, significa valorar más las leyes y los mandamientos, creados para el hombre y no al contrario (cf. Mc 2,27).
(Discurso de clausura de PP Franciscus; leer texto completo aquí)

También dice poco después que "...El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas...", con ese rancio tono que olvida desde cuando no se condena y anatematiza (¡ay!) a nadie ni nada, como si la memoria se le hubiera quedado bloqueada en un pasado remoto que se vuelve a imaginar en extemporánea desconexión con el presente.

Habiendo dicho poco antes que los participantes en el Sínodo se han expresado con "métodos no del todo benévolos", no nos podemos creer la benevolencia con misericordina que se predica en este texto.

Cuando termina diciendo que "...concluir el Sínodo significa volver verdaderamente a caminar juntos", nos quedamos suspensos en la perplejidad de una intención que difícilmente compagina con lo dicho antes.

De todas formas, Deo gratias por el Sínodo que termina..

Et oremus pro fructibus...et futuras sinodales consecuentias.

*** (Llamo la atención sobre este párrafo con ese discurso inculturizador, que rezuma relativismo del más neto sabor modernistizante. Nótese.)


+T.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Nuestro Adviento


Nuestro tiempo es el Adviento, el segundo Adviento, el que va desde la Ascensión del Señor hasta su Parusía. Vivimos insertos en mitad de este misterio, creyendo, orando, amando, resistiendo, luchando, esperando, con el aliento del Espíritu, en la Iglesia, cuanto más fieles más anhelantes, más fervientes y vigilantes, deseando con temor santo y amante la venida del Señor.

Pero nuestro Adviento, el segundo Adviento, tiene cosas, elementos, particulares que se parecen, se identifican o se aproximan a escenas, personajes, tipos y hechos del primer Adviento, el Adviento antiguo, ya pasado, de los Patriarcas y los Profetas del viejo Israel, cuyo recuerdo mantenemos en las Sagradas Escrituras que leemos y meditamos, ayudándonos a entender cosas que pasan, escenas que ocurren en nuestro Adviento presente.

¿Recuerdan Uds. aquellos sumarios, breves versículos, que relatan en los libros de los Reyes y las Crónicas los yerros y malandanzas de los Reyes de Judá, los ungidos del Señor, herederos de la Casa de David y sus promesas? Cuando permitían o promovían en Jerusalén cultos paganos, idolatrías e irreverentes altares por congeniar con los extranjeros y favorecer a los gentiles, o por simple fascinación-tentación religiosa. Una parte esencial de la historia del Antiguo Testamento transcurre bajo esta constante, con su correlato en los oráculos proféticos que clamaban contra el gran pecado de los reyes y del pueblo.

No desvariamos cuando vemos hoy escenas, actos, tendencias que sitúan a la Iglesia, al catolicismo, a nuestra Jerarquía y a los fieles en situaciones comparables a las del Antiguo Testamento. Travestidos con nuevos conceptos, surgen equívocos, confusas promiscuidades que relegan lo esencial católico y asumen lo ajeno que la Iglesia siempre rechazó, justamente.

Estos días, cuando he pedido por el viaje del Papa al Oriente he dicho Constantinopla, que es nombre cristiano, no he dicho Estambul, que es nombre infiel y afrentoso para los cristianos.

Ayer sentí el malestar de ver al Papa homenajeando a Ataturk. Hoy lo mismo, viéndole rezar dentro de la mezquita y visitar Santa Sofía, profanada. Cuando luego ha pedido la bendición al metropolitano constantinopolitano, he revivido como en un flash la absurda escena del balcón, cuando recién proclamado se inclinó y pidió la bendición antes de darla, Urbi et Orbi.

En Hb 7,7 se deja claro y sentenciado que el mayor bendice al menor, pero PP Franciscus no parece asumir su gracia, su nivel, su oficio.

Por eso, por estas cosas, me adviene la conciencia del Adviento, de este segundo Adviento, el eclesial, también con sus defectos como el primer Adviento los tuvo, en los hechos y en las personas, siendo, a pesar de los pesares, tiempo sagrado, de gracia y salvación. Aunque no de perfección.

La perfección vendrá, llegará, se nos dará al fin como una gracia.

Tempora bona veniant !!


+T.

viernes, 21 de febrero de 2014

La idolatría del diálogo


La semana pasada, en la lectio continua del leccionario ferial del Misal (n.o.) se completaba la selección de textos del ciclo de David con la narración de los últimos años de Salomón, la caída idolátrica del rey sabio y la profecía de la división del reino. La historia de Salomón es de las más decepcionantes de toda la Sagrada Escritura, un caso de gracia in diminuendo (o de des-gracia in crescendo), con el lamentable decurso inverso desde la prudente juventud, la sabia madurez y el remate de la necia ancianidad:

"...Así, en la vejez de Salomón, sus mujeres les desviaron el corazón hacia otros dioses, y su corazón ya no perteneció íntegramente al Señor, su Dios, como el de su padre David. Salomón fue detrás de Astarté, la diosa de los sidonios, y detrás de Milcóm, el abominable ídolo de los amonitas. Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no siguió plenamente al Señor, como lo había hecho su padre David. Fue entonces cuando Salomón erigió, sobre la montaña que está al este de Jerusalén, un lugar alto dedicado a Quemós, el abominable ídolo de Moab, y a Milcóm, el ídolo de los amonitas. Y lo mismo hizo para todas sus mujeres extranjeras, que quemaban incienso y ofrecían sacrificios a sus dioses."
cfr. IºRe 11, 1-10

Hay exegetas que enseñan que se puede rastrear un remoto eco crítico de la degeneración de Salomón en Gn 3. Explican que el relato de la caída acentúa el papel de la mujer en el proceso de la tentación y la inducción a la desobediencia y el pecado. Yo prefiero la lectura más ortodoxa que no discute la secuencia histórica de la composición de los textos, con la reflexión de que Gn 3 enseña/profetiza el prototipo del acto de pecado. Al respecto, puede destacarse que todo se desencadena con un diálogo, el de la mujer con la serpiente.

La degeneración de Salomón y sus mujeres se puede decir que fue también un diálogo al que le siguió una cesión tolerante y que concluyó con la aceptación de los cultos horrendos y su instalación en Jerusalén, cabe al Templo del Señor, en su Ciudad Santa. Desde metros y paradigmas actuales, sin embargo, se ponderaría la apertura de Salomón a la experiencia religiosa de sus mujeres, su apuesta por el diálogo inter-religioso, su tolerancia de las prácticas religiosas extranjeras, el respeto, promoción y vivencia de la libertad religiosa en su reino, definible como un ejemplo admirable de sociedad/estado multi-cultural.

Obviamente, todo esto último supone (supuso) el conflicto con la alianza mosáica y su exclusividad religiosa de credo y culto. El Dios único y verdadero no tolera deidades falsas ni cultos idolátricos.

El 'diálogo', tiene una muy difícil justificación en la Sagrada Escritura. También con lección en contra, la escena de San Pablo en el Areópago de Atenas (Act 17) ilustra un caso de intento de diálogo frustrado y frustrante, decisivo para la consecuente resolución del Apóstol de limitarse a la predicación rigurosa de Cristo.

Cuando el Vat.2º (y el pre-concilio y el post-concilio) insiste en el diálogo como una necesidad, una urgencia, un medio imprescindible, contradice profundas convicciones del Antiguo y el Nuevo Testamento, incluso nos sume en perplejidades alarmantes:

"...Capacítense con insistente afán para participar en el diálogo que hay que entablar con el mundo y con los hombres de cualquier opinión." cfr. LG 43

"...¿Qué debe hacerse para que la intensificación de las relaciones entre las culturas, que debería llevar a un verdadero y fructuoso diálogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduría de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos?" cfr. LG 56

"...La eficacia en la acción y la necesidad del diálogo piden en nuestra época iniciativas de equipo. Estas asociaciones contribuyen además no poco al desarrollo del sentido universal, sin duda muy apropiado para el católico, y a la formación de una conciencia de la genuina solidaridad y responsabilidad universales." cfr. LG 90

"...La Iglesia, en virtud de la misión que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espíritu a todos los hombres de cualquier nación, raza o cultura, se convierte en señal de la fraternidad que permite y consolida el diálogo sincero." cfr. LG 92

"...exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen." cfr. NA 2

"...Como es, por consiguiente, tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno." cfr. NA 4

"...Siendo propio de la Iglesia el establecer diálogo con la sociedad humana dentro de la que vive, los Obispos tienen, ante todo, el deber de llegar a los hombres, buscar y promover el diálogo con ellos." CD 13

"...En este diálogo expone cada uno, por su parte, con toda profundidad la doctrina de su comunión, presentado claramente los caracteres de la misma. Por medio de este diálogo, todos adquieren un conocimiento más auténtico y un aprecio más justo de la doctrina y de la vida de cada comunión." cfr. UR 4

"...De tal diálogo puede incluso esclarecerse más cuál sea la verdadera naturaleza de la Iglesia católica. De esta forma conoceremos mejor el pensamiento de los hermanos separados y nuestra fe aparecerá entre ellos más claramente expresada." cfr. UR 9


Al cabo de 50 largos años de diálogo múltiple y ubícuo, intenso y extenso; aun después de resultados muy desconcertantes y en absoluto favorables para la misión y la evangelización, se continúa insistiendo. Hace unos días, sin ir más lejos, PP Franciscus subrayaba :

"...el valor del diálogo en la educación (...) educar es una gran obra de construcción en constante transformación (...) pues las escuelas católicas también están abiertas a estudiantes no cristianos e incluso no creyentes: A todos, las instituciones educativas católicas ofrecen una propuesta educativa que tiene como objetivo el desarrollo integral de la persona y que responde al derecho de toda persona a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero todos están igualmente llamados a ofrecer, con pleno respeto de la libertad de cada individuo y de los métodos del entorno escolar, la propuesta cristiana, es decir, Jesucristo, como sentido de la vida, del cosmos y de la historia." (ver aquí)


Resumiendo la intervención de PP Franciscus en la susodicha ocasión, otra web de noticias extractaba así:

"...el Pontífice destacaba que la educación católica es uno de los retos más importantes que afronta la Iglesia, que trata de poner en práctica la nueva evangelización en un contexto histórico y cultural en constante transformación (...) el Papa ha puesto el ejemplo de Jesús, que "comenzó a predicar las buenas nuevas en Galilea, una ciudad llena de "diferentes razas, culturas y religiones". Por ello, insta a las personas que trabajan en educación a implicarse "en rutas de intercambio educativo y diálogo". Asimismo, ha reconocido "la contribución" que hacen las instituciones religiosas y otras instituciones católicas en el contexto "del pluralismo cultural y religioso

Francisco ha propuesto al examen de los participantes tres aspectos: el valor del diálogo en la educación, la preparación calificada de los formadores y la responsabilidad de las instituciones educativas

"Efectivamente -ha dicho refiriéndose al primer punto-, las escuelas y universidades católicas son frecuentadas por muchos estudiantes no cristianos e incluso no creyentes. Las instituciones católicas ofrecen a todos una propuesta educativa que tiene como objetivo el desarrollo integral de la persona, que responde al derecho de todo ser humano a tener acceso al saber y al conocimiento. Pero, están igualmente llamadas a ofrecer a todos, con pleno respeto a la libertad de cada individuo y de los métodos propios del entorno escolar , la propuesta cristiana, es decir Jesucristo como sentido de la vida , del universo y de la historia. Jesús comenzó a predicar la buena nueva en la "Galilea de los gentiles ", una encrucijada de personas de diferente raza, cultura y religión. Ese contexto es similar en algunos aspectos al mundo de hoy. Los profundos cambios que han llevado a la difusión, cada vez más amplia, de sociedades multiculturales, exigen a cuantos trabajan en la escuela y en la universidad que se involucren en itinerarios educativos de intercambio y diálogo, con una fidelidad valiente e innovadora que sepa favorecer el encuentro de la identidad católica con las diferentes "almas" de la sociedad multicultural". (ver noticia aquí)

En el sentido de la sanatio ad intra que postulamos en Ex Orbe, pienso que lo mejor sería una suspensión radical del diálogo, de todo diálogo exterior, para concentrarse en un examen y reconstitución interior. Si me explico. Más silencio y menos diálogo. Con un portavoz-vocero delegado, nos debería bastar para mantener la suficiente y precisa comunicación. Y poco más. Dirán que deliro, pero el delirio es parte del ser dialogante, más bien.

Acabo ilustrando con dos muestras de los resultados dialogatorios, dos casos locales extrapolables a la globalidad (antes se decía catolicidad) eclesial:

1º.- En una comunicación diocesana, la 'Delegación diocesana de Ecumenismo, Relaciones Interconfesionales y Relación con las Iglesias Católicas Orientales' (sic) nos comentaba a todos (clero y fieles), con entusismo exultante y clímax de admiración, la foto de PP Franciscus almorzando en Stª Marta con los rabinos argentinos: Papa Francisco: Una foto con rabinos que conmueve al mundo

(Y es verdad. Por lo menos a mí me conmocíonó mucho.)

2º.- Al mail de la Parroquia nos llegó hace unos días la invitación-propaganda para un curso de 'danza sagrada'. El invento huele a jesuita, a uno de esos centros de espiritualidad gestionados (directa o indirectamente) por la Compañía (o sus agentes). El anuncio tiene su quid porque carga el anzuelo con el cebo de ofrecer 'espiritualidad':

"...La mayoría de las danzas que se utilizan son en círculo, expresión de la alianza de Dios con su pueblo. El pueblo hebreo tenía la costumbre de danzar y en el Antiguo Testamento hay episodios en los que se alude a la danza al son de diferentes instrumentos. Las primeras comunidades cristianas también mantuvieron durante bastantes décadas esta expresión tan rica del pueblo de Israel." (aquí más detalle in situ)

Frutos, como decía, del dialoguismo. En suma, todo equívoco y confundente.

Se echa de menos una única luz. Con tanto diálogo, por tanto dialogar, sufrimos una multi-iluminación; como en aquellas salas de fiestas de música pop, hay muchos focos, de muchos colores, intermitentes, todos en movimiento, con el complemento de una bolas con mosaico de espejitos y prismas de cristal que reflejan y refraccionan las luces multicolores.

¿Quizá para ver mejor? No, es obvio que no.

...Si me explico.

+T.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Jesús de Ratzinger, 3ª entrega

 
En su momento (aquí), ya dije lo inoportuna que me parecía esa aventura extra-magisterial que ponía entre paréntesis a Benedicto XVI para reaparecer como el profesor-teólogo Ratzinger, publicando libros, siendo Papa, que no son del Papa. Una abstracción de difícil justificación.

La palabra del Señor sobre la irrevocabilidad de una vocación asumida (la vista de aquel que empuña el arado no puede permitirse mirar atrás cfr. Lc 9, 62) tiene en este caso - esa es mi opinión - una particularísima casuística, que no debiera haberse dado. El Papa no puede aparecer detrás o bajo la sombra nostálgica del profesor.

Confirmar la fe es enseñar la Revelación, el Misterio de Cristo, tal y como ha sido recibido por los Apóstoles, y mantener firmemente la regla de fe del Magisterio, una doctrina, una solamente; confirmar la fe no es exponer una galería de opiniones, de autores, de obras, de exégesis, de hipótesis abiertas a otras opiniones que puedan ir llegando de mano de otros autores, de otras obras, con otras hipótesis, dejando en suspenso, en el aire, una vaga indefinición, tanto más cuanto ello, como en este caso, puede suponer la desacreditación/credibilidad de un texto sagrado que es fuente de Revelación

El autor, Joseph Ratzinger (o Benedicto XVI???) se comporta como un docto erudito pero no enseña y confirma como un Papa. La gente leerá su libro como el libro 'del Papa' porque así se vende, esa es la propaganda que va aneja a su lanzamiento editorial para ser el best seller de Diciembre, el libro más vendido y regalado en Navidad, el más atractivo para un gran público católico que comprará, sin más distingos, 'el libro del Papa'.

Si el docto teólogo se impone al Papa, malo, muy malo. Y esa es la impresión que dan este libro y los otros dos. Una tríada absolutamente prescindible, que no dice nada que no hayan dicho ya otro autores; tres libros sin especial relevancia, moderadamente católicos, típicos de una moderna exegética católica sugestionada por el método histórico-crítico. Un tríptico ratzingeriano que sumirá a muchos en la confusión de no saber si enseña el profesor que fue o el Papa que es.

 La cátedra de Ratzinger no puede aparecer, coexistir y/o ser presentada confusamente junto a la Cátedra de Pedro.


+T.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Congresos, exegéticas, biblias y Martini (q.e.p.d.)


Para este próximo lunes 3 de Septiembre, se anuncia en Sevilla el 3er. Congreso Bíblico Internacional. No me he molestado en buscar datos sobre el 1º y el 2º, porque deben haber sido parecidos a este 3º, que se presenta con este programa de temas, intervenciones y protagonistas:

III congreso Bíblico Internacional: “Los rostros de Dios en la Biblia”

Desde la presentación - ese título, ese lenguaje, ese discurso - se prevé el estilo, el contenido y el desarrollo. Los españoles que están son conocidos, unos más que otros. De los extranjeros me suena alguno. Sin más profundidades, el programa anunciado ya suscita alguna alarma. Por ejemplo:

3ª) ponencia.- Lo femenino y el Dios de la Biblia: Dra. Dña. Elsa Támez,
Profesora emérita de la Universidad Bíblica Latinoamericana

La doña Elsa Támez parece ser una buena pieza: Feminista militante, del ámbito de la teología de la liberación, muy instruida y reconocida (lean este perfil de la susodicha). No sé qué pueda decir que resulte aprovechable, rectamente formativo para un católico.

Otro participante, artista invitado, James Dunn, protestante, metodista escocés:

5ª) ponencia.- Dios y la cristología del Nuevo Testamento: Dr. D. James Dunn, Profesor del Departamento de Teología y Religión, en la Universidad de Durham

Y para que se hagan una idea de lo que pueda decir el de la 1ª) ponencia, echen una ojeada a esta pequeña controversia en una web suscitada por las tesis del tal Ronal S. Hendel.

Con estas tres catas, entenderán Uds. cuán poco bueno puede ser el fruto de ese congreso bíblico. No se recogen higos de los zarzas. Etc.

¿De dónde esta situación, cómo hemos llegado a estos límites? Aunque parezca mentira, remotamente, las raíces viciadas se encuentran en una institución creada por San Pio X, el Papa antimodernista fundador del Pontificio Instituto Bíblico, punto neurálgico de los estudios bíblicos católicos. Si el Bíblico está bien y forma bien, los biblistas católicos saldrán bien formados y formarán a su vez bien a los estudiantes de Sagrada Escritura, que a su vez podrán tener buenos conocimientos bíblicos a la hora de predicar y formar a los fieles. Esta es la cadena, una cadena viciada en su principio porque el Pontificio Instituto Bíblico padece una alarmante des-catolización.

El pontificado de Pio XII marca una frontera. Después del venerable Papa Pacelli, muchas cosas que estaban contenidas se desbordaron y siguieron un proceso de crisis/descomposición que el Vaticano IIº alentó y el post-concilio extremó. El Bíblico del P. Fonck, primer rector, bajo Pio X, no es ya la misma institución en tiempos del rector Agostino Bea, y mucho menos bajo Carlo María Martini. Siendo, desde el principio, un encargo encomendado por S. Pio X a los jesuitas, el centro de estudios bíblicos parece haber degenerado a la par que la Compañía. Pio X jamás pudo imaginar que antes que transcurriera un siglo desde su fundación, en el Bíblico sentaran cátedra las peores tesis y autores del modernismo que el Papa pretendía extinguir.


El difunto cardenal Martini podría sintetizar el perfil de los biblistas del Bíblico: Erudición y escepticismo, pasión por la Escritura y desapego dogmático. Una ambigua exégesis, dubitante, más afín a la arqueología bíblica y la metodología histórico-crítica que a la tradición exegética católica. El Bíblico de Martini y sus sucesores depuso a San Jerónimo y San Agustín y encumbró a los escrituristas protestantes y des-católicos. Ese congreso que empieza mañana en Sevilla sirve para hacerse una idea de la situación: Neta degeneración de una exégesis en manos de sacerdotes que dudan y de eruditos que no creen.

Sin identificarme en absoluto con los postulados del fundamentalismo de raíz protestante, tengo continuamente que confesar como sacerdote católico la fe en la Escritura, en la que creo, por encima de autores, metodólogos histórico-críticos y pseudo-comentaristas. Yo creo toda la Biblia, desde Adán a Juan Evangelista, tal y como la Palabra de Dios escrita ha sido transmitida y recibida por y en la Iglesia Católica, sin quitar una coma ni añadir un punto.

Por esto me repugnan sentencias como la acuñada por Martini: "Cada uno guarda en sí a un creyente y a un no creyente que se interrogan recíprocamente". No entiendo la fe como perpetua y sistemática oposición interior de fuerzas antagónicas. Tampoco comprendo que un exegeta que debe estudiar y exponer el Texto Sagrado para ilustrar y confirmar la fe de los fieles promueva la crítica como método y proponga la duda como virtud.

El Cardenal Martini, desde su currículum, se fue perfilando como una ambigua figura de nuestra Iglesia: Arrogante en la pose e inestable en sus guiños, sólido en su formación e inquietante en sus declaraciones, supuesto bastión de la cultura católica y acomodado contertulio de la post-modernidad, muy aplaudido.

La misma vanguardia des-católica que le alaba traza una sombra en torno suyo, porque hay luces que remarcan más lo oscuro que la claridad.

No tenía intención de hablar del difunto Cardenal Martini, que gloria haya, pero he aquí mi reflexión en vísperas de ese congreso bíblico que haría las delicias de Don Carlo María y que nos infunde profunda inquietud a los católicos conscientes, que no creemos en las biblias de los congresos sino en la Sagrada Escritura, que veneramos.


+T.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Todos juntos, todos conectados: ¿Todos lo mismo?


En Roma, en plena Piazza de San Pietro, en la sala de exposiciones del brazo izqdº del Colonnato llamado de Carlomagno, está abierta al público esta interesante muestra-exposición:

Verbum Domini Exhibit

La muestra se presenta con este subtítulo explicativo: Catholics, Protestants, Jews & Orthodox Christians Collaborate in Rome This Lenten Season (Católicos, protestantes, judíos y ortodoxos cristianos coloboran esta Cuaresma en Roma).

La confusión exquisitamente servida en bandeja cultural. Ecumenismo y comunión inter-religiosa, dirán algunos. Promiscuidad indiferentista judeo-cristiana, resumo yo.

Que la muestra sea atractiva e interesante por la calidad de la colección de códices, textos, volúmenes, fragmentos y otros objetos, no excusa que sea criticable esa presentación donde Catolicismo, Protestantismo y Judaísmo aparecen como elementos de un mismo conjunto, sin diferenciar, sin distinguir, sin separar.

La separación es un hecho histórico que una exposición no debe obviar. Item más: La distinción es una diferencia esencial (en el caso del judaísmo-cristianismo) y accidentalmente sustancial (en el caso del catolicismo-protestantismo): El Cristianismo no es el judaísmo (ni viceversa) y la separación consumada por el protestantismo respecto a la Iglesia Católica merma de tal manera la entidad de las confesiones reformadas que sólo se comparte con el Catolicismo un mínimo básico del Credo original.

Se puede presentar una común identidad bíblica siempre que se enseñe también que es precisamente el desencuentro respecto a las Sagradas Escrituras lo que (entre otras cosas) separa al Cristianismo del judaísmo y a los protestantes de la Iglesia Católica.

Pero no parece ser ese el sentido de la exposición, o, por lo menos, la intención que se intuye en estas y otras iniciativas y/o eventos semejantes, gustosamente recibidos y hasta promovidos por la Santa Sede. De un tiempo a esta parte, una cordialidad proclive a la inter-comunión, el diálogo y el encuentro domina todo un mundo de relaciones, antes vetadas y ahora deseadas y propicidas.

La lectura, la conclusión que de todo ello se saca es una especie de suma de factores cuyos sumandos parecen indiferenciados y el producto final equiparado.

Pero la suma es errónea, los sumandos no son tales, y el resultado es falso.

Me repito. Con otras palabras, en otras ocasiones, he escrito esto mismo a propósito de otras circunstancias, de otros encuentros.

Pienso y sostengo que hay que repetirlo. Con esta máxima, que nunca debe faltar:

Veritatem facientes in charitate - Practicando la verdad con caridad  Ef 4, 15

Pero hay que insistir, aclarar, distinguir, separar.

+T.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Doctrina católica actual: La herejía nuestra de cada día


Hará un par de meses estrenaron con trompetería el Vatican Insider, una (otra) web de noticias y actualidad eclesial. Se la presentaba como afín al Vaticano, con un elenco periodístico de lo más selecto: Vaticanistas y eclesiólogos, curia-expertos, dicasterio-peritos, etc. A mí se me encendió la alarma cuando supe quien era el 'corresponsal' español del Vatican Insider, el siempre equívoco Antonio Pelayo, un clérigo aseglarado que se pasea por Roma con cuidado look de tweed y corbata. Mala tarjeta de presentación, pensé para mí.

Claro que anunciaban también a otros, como Andrea Tornielli, que escribe sensatamente, con un tono católico. Pero voy descubriendo cada día una flora periodística inquietante, preocupante, descomponente. Por ejemplo un tal Fabrizio Mastrofini que publica hoy este artículo:

Parábolas, antídoto contra los dogmas

El articulito replantea las Parábolas del Señor según una cada vez más extendida y aceptada explicación de nuestros modernistas exegetas y teólogos des-católicos. Como dice el tal Fabrizio Mastrofini "...dejando al margen la pregunta si el Jesús histórico coincide con el Jesús de la fe", nuestros pseudo-exegetas des-católicos pasan, prescinden, abandonan, cuestiones y problemáticas modernistas de la hermenéutica y exegéticas del siglo pasado y se acercan a las Parábolas con un mero interés de género, sumergiéndose en ellas sin referencias sacras que puedan marcar una determinada intencionalidad (la intención de Cristo que las predicó, justamente), sin atender propiamente al marco escriturístico o a aquel célebre 'sitz im leben' que decían los alemanes. No. Eso pasó, esa exegética protestante ya pasó.

Ahora las Parábolas se gustan y paladean como un cuento chino, como (y esto es lo que dice el autor sin decirlo) una de esas historietas que popularizó el heterodoxo Anthony de Melo s.j. en La Oración de la Rana, El Canto del Pájaro y demás lecturas recreativas. Cuchufletas, fábulas del Oriente fascinante y sabio. Eso son las Parábolas. Ciento y pico dice que cuenta entre lo Santos Evangelios, las Epístolas y demás libros del Nuevo Testamento, y también los Apócrifos, todo junto, sin distinguir ni separar, como si valiera lo mismo un Evangelio Canónico que un escrito apócrifo.

Total, si de lo que se trata es de extraer de ellos historietas, fabulillas, apólogos ¡que más da todo lo demás! Ni importa Cristo (ni el que llaman 'histórico' ni el que llaman 'de la fe') ni nada que tenga que ver con Él, salvo esas historietas, esas Parábolas, tan atractivas por su sabor oriental, no por ser de Cristo y contener Revelación, eso no importa.

No quiero dejar de subrayar el título de todo ello, tal como aparece en el Vatican Insider: Las Parábolas como antídoto del dogma. Que si son antídotos quiere decirse que el Dogma es veneno, que los Dogmas Católicos son letales tósigos como el acqua toffana.

Tocando otro particular pero en la misma corriente, tambien he encontrado esta mañana otro artículo, esta vez en un medio definidamente anti-católico, muy agresivo:

¿Dieron culto a Jesús los primeros cristianos?

¿Cual piensan ustedes que es la respuesta del autor, ese James Dunn? Pues que no; como subraya el impío articulillo "...no, los primeros cristianos no dieron culto a Jesús, sino a Dios mediante Jesús en el Espíritu Santo."

Respuesta, por su parte, sutilísima porque es susceptible de una interpretación recta echándole una capa de buena voluntad y dos tomos de explicación ortodoxa. Aunque, en realidad, lo que esconde es una tesis neo-arriana que niega la Divinidad de Cristo, visto sólo como un 'mediador' pero no de naturaleza divina, co-sustancial al Padre, Segunda Persona de la Trinidad. Es decir, que se profesa una confesión de estilo pre-niceno desde un pre-juicio a-cristológico y con una supuesta base escriturística.

Yo - y ustedes, supongo - me quedo en la perplejidad de verme de pronto ridiculizado por creerme con toda sinceridad aquel versículo de San Mateo, el del Evangelio de los Magos "...procidentes adoraverunt eum / postrándose le adoraron" Mt 2, 11. Y lo mismo cuando recuerdo otras escenas, las del Apocalipsis, por ejemplo, con toda su rutilante descripción de las liturgias celestiales que rinden culto y adoran al Cordero.

Lo grave, amigos míos, es que las tesis no-católicas y heterodoxas de estos dos artículos que comento las profesan comunmente, como lo más normal, nuestros escrituristas, nuestros teólogos, nuestros profesores de seminario.

Y nuestros seminaristas.
Y nuestros curas.
Y nuestros obispos.

¿Y qué creen Uds. que piensa al respecto un Cardenal? Por citar a uno, digamos Ravasi, por ejemplo.

¿Lo adivinan ustedes?


+T.

viernes, 4 de marzo de 2011

Apostillas al adelanto del libro de Ratzinger 'Jesús de Nazareth' (2ª parte)



El próximo dia 15 de Marzo, Deo volente, saldrá a la venta en todo el mundo la segunda parte de la obra 'Jesús de Nazareth', bajo el nombre de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI como autor, una autoría, cuanto menos, bastante equívoca. Ayer se anticiparon en algunos medios oficiosos algunas partes del libro, imagino que como publicidad, para ir estimulando el interés del público. Lo que no entiendo es que se excite desde estos prolegómenos de la edición la polémica, dado el contenido de los extractos que se han adelantado.

A propósito del libro 'Jesús de Nazareth' ya he opinado, en este blog y en otros sitios, que ha sido una monumental indiscreción (o incluso imprudencia), en tanto en cuanto propicia la confusión entre el magisterio pontificio (que no es) y las opiniones y/o exposiciones exegético-cristológicas de un afamado teólogo (que es lo que solamente es). Al final hay que reconocer que el profesor Ratzinger ha caído en la comprensible (y perdonable) actitud típica del autor que piensa que el mundo no estaría completo si le faltase su obra. Entiendo el empeño y estima del profesor Ratzinger por su docto trabajo, pero no comprendo el empeño de Su Santidad Benedicto XVI en ver publicados esos trabajos suyos ahora, cuando sus circunstancias personales han cambiado y son otras, de otro nivel.

Unos trabajos nada extraordinarios, por otra parte. Poco (o nada) acostumbrado a la lectura de este tipo de libros, el público católico que gracias a las editoriales que han lanzado el libro como un best-seller han leído la primera parte del 'Jesús de Nazareth', se sienten admirados por la calidad, altura, profundidad e interés de sus capítulos. Pero no advierten que la obra del profesor Ratzinger es una más de entre las muchas que se han publicado sobre esa misma temática en estas últimas décadas. Item más: El profesor Ratzinger, con toda su innegable maestría, se revela como un teólogo de su tiempo, de su momento, perfectamente rastreable en sus fuentes, inspiraciones, influencias, preferencias, dependencias etc. Nada excepcional. Bastante previsible. Absolutamente reconocible dentro de las tendencias y estilos de la teología, la cristologia y la exegética del período pre y post conciliar.

Por eso mismo me atrevo a discutirlo y hasta contradecirlo, si cabe, quizá pecando de cierta temeridad; yo no soy exegeta titulado, yo no soy catedrático de teología, sólo soy un católico que sé lo que creo y que me he formado y mantenido dentro de la fe de mis mayores, fiel a la verdad de una tradición doctrinal que me han transmitido. Solamente.

Dicho esto, voy a mi breve y pobre disertación sobre lo adelantado del libro, con todo respeto para con su autor, of course:

Parece que en la segunda parte de su libro 'Jesús de Nazareth' el profesor Ratzinger interpreta algunos pasajes de la Pasión; la prensa ha resaltado uno, especialmente: La participación y/o responsabilidad del pueblo judío en la condena de Jesucristo, en particular la tremenda cita de Mt 27, 25
"... Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»..."

En su libro el prof. Ratzinger tiende a aligerar el sentido tradicional con el que la Iglesia, desde tiempo inmemorial, ha entendido ese versiculo del Evangelio de San Mateo. Un versículo que - muy a pesar de los esfuerzos en sentido contrario del prof. Ratzinger - sintoniza con la narración de la misma escena en los otros Evangelios, no sólo San Marcos y San Lucas, sino también el de San Juan.


Dejando de lado otras afirmaciones discutibles y asimismo desconcertantes, viniendo de quien vienen, a propósito de ese versículo concreto, yo diría que:

- que es indiscutible la participación protagonista del Sanedrín y la Jerarquía Sacerdotal judía en la condena del Señor, con Caifás y Anás, Sumos Sacerdotes, al frente

- que según la tradición judía ellos representan al pueblo, de manera muy especial en cuanto tal nación santa, con una identidad social, política, estamental y religiosa especialmente definida y reconocida

- que en la Sagrada Escritura, desde el Antiguo al Nuevo Testamento, aparece con un significado de primerísimo valor la figura de la personalidad corporativa o capitalidad representativa, según la cual algunos indivíduos, grupos familiares o instituciones religiosas y/o políticas tienen un valor representativo-corporativo, redundando sus acciones en beneficio o perjuicio de todo el pueblo, a quien representan de forma real y efectiva, no solamente simbólica; así, en el principio, el pecado de Adán y Eva afectará a toda su descendencia; y el pacto del Patriarca Abrahám bendecirá y comprometerá a toda su descendencia; y, más adelante, el pecado de los reyes gravitará sobre su pueblo; y, muy especialmente, el oficio sacerdotal de Aarón y sus hijos y descendientes en el sagrado ministerio cúltico representa al pueblo entero, por quien ofrecen holocaustos y sacrificios; y de manera aún más particularmente circunscrita a la persona concreta del Sumo Sacerdote, su oficio es definido como una función sacra y representativa de y para todo el pueblo, de manera muy especial en el momento de su ministerio litúrgico-sacerdotal el dia de la Fiesta de la Expiación, cuando penetra solemnemente y de forma exepcional (sólo ese día del año) en el Sancta Sanctorum del Templo, para ofrecer el sacrificio de expiación por los pecados y culpas de todo el pueblo (cfr. Lev 4, 3ss y Lev 16, 2ss.***

- que las facultades y dones recibidos en razón de tal dignidad-oficio sacerdotal permancen aun en medio de las circunstancias de aquellos momentos cúlmenes del Misterio de la Redención, como recalca explícitamente San Juan en su Evangelio (cfr. Jn 11, 47-52, un texto que fija una de las claves más importantes para la compresión del sentido y el valor de la Pasión del Señor)

- que resultaría escandalosa una exposición que diera preferencia a unos textos sobre otros, como si unos pasajes de los Santos Evangelios merecieran más crédito que otros, o como si hubiera que descartar el valor de algunos pasajes por el interés de otros, siendo como son textos revelados íntegramente con un valor propio e inmutable en su sentido

- que resultaría desconcertante una actitud exegética que se definiera en contra de la tradición de la Iglesia, que ha comentado esos textos con un sentido bien determinado y constante, ya en los mismos Libros del Nuevo Testamento y después en las obras de los Santos Padres y los comentarios de los Doctores de la Iglesia, antiguos y modernos

- que ha sido constante en la tradición exegética de la Iglesia Católica el esfuerzo por concordar los textos evangélicos si aparentemente parecen discordar en algunos detalles y/o expresiones, siendo extraña a esta tradición de la Iglesia el exponer dichos textos como si estuvieran en flagrante contradicción entre ellos, algo imposible dado el carácter revelado y sagrado de los mismos

Si todo esto estuviera motivado por una apología en favor de la inculpabilidad del pueblo judío en la muerte del Señor, la excusa sobra en tanto parece redundante tratar sobre algo que en los mismos Evangelios queda expuesto; e igualmente en otros Textos Sagrados. Podría valer como excursus del autor, como nota sobre el texto en cuestión, pero siempre cuando no descargue a esas citas de su valor, aunque estremezca lo que el texto dice, su signficado, y su alcance.

Tocante al pueblo judío y su valoración pre y post cristiana, los textos del Nuevo Testamento son suficientes y válidos, y no se deben ni minimizar ni magnificar en ningún sentido, ni con un plus de inculpación ni obviando o exculpando las imputaciones. En este sentido, los textos paulinos sobre este tema particular deben entenderse como definitivos.

Un odio alimentado por un "deicidio" siempre recordado iría en contra de las mismas palabras sacrosantas de Cristo en la Cruz -"...Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Lc 23,34; pero un descargo de las culpas en el sentido que proclaman tan terriblemente las palabras de Mt 27, 25 resumiendo en ellas uno de los particulares constatables de la Pasión, supondría una ocultación del texto del Evangelio por un prejuicio positivo tan errado como los que cargan las tintas vindicantes movidos por un prejucio negativo. Lo escrito escrito está, podría decirse, usando palabras de los Santos Evangelios.

En otro articulete que comentaba alguna cuestión sobre la actitud y las enseñanzas sobre el pueblo judío que han caracterizado a estos dos últimos pontificados, el de Juan Pablo IIº y el actual de Benedicto XVI, recuerdo haberme preguntado hasta qué punto la propia historia personal y los acontecimentos vividos y conocidos por Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger en Polonia y Alemania durante su juventud, en los ominosos años del régimen criminal de Adolf Hitler, han influído después en las consideraciones que sobre Isarel y los judíos aparecen passim en los documentos de ambos pontificados. Entiendo que no es una cuestión casual, y que un día quizá merezca la atención de algun estudio monográfico sobre ello.


En contraposición hemos experimentado la profunda contradicción que se levanta como un muro real, más allá de las buenas intenciones, entre Iglesia y Sinagoga; por ejemplo en la polémica suscitada a propósito de la oración pro iudaeis de los Santos Oficios del Viernes Santo, un venerable texto litúrgico que nunca debería haberse alterado ni sustituído, ni antes ni ahora, opino.

En estas cuestiones tan cargadas de historia, la historia de los hechos y su desenvolvimiento da razón a la misma historia con esos propios hechos; es cuestión de tiempo, de más tiempo, de más historia. Justo lo que parece olvidarse en este tiempo nuestro, tan amigo de las aceleraciones, los movimientos y las mudanzas apresuradas, tan nocivas para poder llegar a una serena y sabia comprensión de las cosas. O diríase mejor: Una santa comprensión y asunción del Misterio, más allá de las imperfecciones de nustros juicios e impresiones. Para estos casos, la tradición no es un recurso posible sino una necesidad fundamental e insustituíble.

*** Incluso esta figura de la personalidad corporativa está latente en el mismísimo dogma de la Redención, en cuanto Cristo se entrega Él mismo y merece por nosotros; una verdad que luego se explaya como consecuencia en la doctrina paulina del Cuerpo Místico en la Iª Cor: Cristo es la cabeza y los cristianos somos miembros suyos formando parte de la Iglesia, que es su Cuerpo.


+T.

-

domingo, 26 de diciembre de 2010

Cardenal Ravasi, otro peligroso con capelo?


No soy nada filo-curialesco. Me parecen ridículas las aficiones a purpurados y mitrados que alimentan algunos, adictos a la clerecía (la alta clerecía) como otros son fans de la pseudo-aristocracia de prensa rosa. Pero mantengo una discreta y proporcionada atención a la Curia y sus personajes (digo Curia refiriéndome a la romana, las demás, por regla general, no merecen atención sino paciencia).

Por eso me hice de Gianfranco Ravasi un cierto perfil, dado que era de los que se veían venir e iban haciendo, pian piano, su currículum, sin prisa pero sin pausa. De cara y de tipo resulta simpático, un prelado rubicundo y mofletudo que valdría de modelo para un cuadro de costumbres de esos que pintaban orondos clérigos tomando chocolate. De entre los nuevos cardenales recién nombrados en el Consistorio del pasado Noviembre, es uno de los más jóvenes. Debe de tener méritos y facultades, desde luego tiene un currículum interesantísimo, destacando como biblista y arqueólogo, incluso llegó a trabajar en Tierra Santa con uno de los "grandes" de la arqueología bíblica, el famoso p. Roland de Vaux, y también con la no menos célebre Kathleen Kenyon; supongo que la colaboración sería breve y que le pudo más el tirón clerical que el arqueológico, algo digno de tener en cuenta. A la gente le impresionan estas cosas.

Se dijo que se le frustró el nombramiento-ordenación episcopal por unas equívocas palabras sobre la Resurrección del Señor. Pero no mucho después fue ordenado obispo, con altos encargos en la Curia Romana. Del 2007 al presente, su carrera ha sido fulgurante. Insisten que sus palabras equívocas no fueron fortuitas o malentendidas, sino que sabía lo que quería decir. Cuando he leído este artículo suyo, me he sentido verdaderamente inquieto y preocupado, porque el que escribe es un cardenal con el capelo recién estrenado:

Cercare Gesú nella storia (buscar a Jesús en la historia)

Apenas se le echa un vistazo al artículo, por encima, lo primero que se concluye es que Ravasi es hombre de su tiempo, un sacerdote formado en aquellos seminarios y facultades eclesiásticas de los 60-70 donde se enseñaban a los autores capitales del protestantismo moderno y se arrinconaban a los Padres y Doctores de la Iglesia. Piú meno. Es llamativo el florilegio de autores que se citan en el artículo: Reimarus, Renan, Weiss, Schweitzer, Bultman; se explica porque se habla de lo que se habla y es necesario (?) que salga a relucir esta galería de monumentales des-cristianos.

Según Ravasi, estaríamos en una "tercera fase" de aquel fenómeno que comenzó con el racionalismo del XVIII proyectando sobre los Santos Evangelios un prejuicio que arrancaba de la filosofía racional-naturalista que negaba absolutamente la realidad de lo trascendental-sobrenatural, y, por ende, todo lo que significaba la Revelación y el Misterio de Cristo. Por eso la insistencia de todos estos autores en desautorizar y desacreditar a los Evangelios, o de explicarlos desde perspectivas historicistas o existencialistas, reduciendo los Textos Apostólicos a mera expresión subjetiva de la fe, más o menos elaborada, de la primitiva comunidad cristiana, sin valor ni carácter histórico, apreciables en sí mismos según cierta fenomenología, como sería el caso del concepto bultmaniano de "desmitologización" aplicado a los Textos Sagrados.

De estos autores proviene la equívoca distinción entre el "Jesús histórico" y el "Cristo de la fe"; el primero sería el individuo real, conocible como un simple hombre de su tiempo y circunstancias; el segundo sería el personaje creído y proclamado por sus discípulos/creyentes. La mera aceptación de este teórico postulado, supone ya la negación de la Fe y el Dogma cristianos, si no explícitamente, sí de forma implícita. Aunque lo que late en ese historicismo pseudo-cristológico es (otra vez) el prejuicio de corte kantiano que se abstiene del conocimiento (imposible) del Cristo Revelado para atender sólo al Jesús "fenomenológico" que se puede rastrear en los datos históricos contrastados según ciertos parámetros cientificistas, no teológicos, y ajenos a la exegética patrística y escolástica de la tradición católica .

Desgraciadamente, esa teoría no-cristiana (de hecho anti-cristiana, en cuanto esconde una negación de la divinidad del Señor y su misterio) se ha asumido y divulgado tan ampliamente que hoy es raro encontrar una cátedra cristológica o un autor que no se haga más o menos eco de la especie. Se ha vuelto común la consideración de que se ha pasado de la Cristología (que es Teología) a una nueva "ciencia" que sería la "Jesusología", que no es ya teología (puesto que se niega o se obvia la divinidad de Jesucristo), sino mera indagación "histórica" sobre quien ellos prefieren llamar (solamente) "Jesús de Nazareth". Como paradigma de adonde conduce esta "tercera via" de exégesis/exposición crítico-histórica estaría la obra (bastante ponderada por Ravasi) del jesuita americano John P. Meier, que presentó su ya famoso ensayo con el escandaloso título de "Un Judío Marginal"; dice judío marginal refiriéndose y definiendo (descalificando/desmitologizando) a Cristo. Toda una declaración de intenciones y de conclusiones expresada desde la portada de su obra (4 tomos, como subraya Ravasi).

En su obra, Meier concluye, entre otras cosas, que lo más probable es que los llamados "hermanos de Jesús" sean realmente sus propios y auténticos hermanos naturales. Siguiendo un sutil formulario muy bien articulado por otros autores de su género, Meier deja ahí la afirmación, le da vueltas, la retoma, la razona, la contrasta, etc. Nunca dirá claramente lo que sabe que no debe decir, pero deja el silogismo preparado para que el lector concluya; una forma esta de exponer archi-tipificada, como acabo de decir, en múltiples autores de tendencias modernistas. Sobre lo demás que dice Meier, juzguen Uds. según la muestra. Y saquen conclusiones.

Para la "reconstrucción" del "Jesús histórico" falseado, desfigurado, transformado, mitologizado, exaltado y divinizado (según ellos) por los 4 Evangelios y demás Escritos del Nuevo Testamento, Meier (y los de su "escuela") utiliza métodos de crítica filológica e histórica, recurriendo a fuentes relativamente paralelas, co-tangentes, coetáneas, etc. Según la consabida técnica analítica de espectro contrastadamente científico, disecciona los Textos Sagrados con el escalpelo de su prejuicio, descarnando las narraciones de los Evangelistas y los Apóstoles hasta dejarlas en una re-versión apta para ser asumida por una mente a-cristológica.

Si llegado a este punto digo "arriano", es porque son evidentes los planteamientos pre-nicenos que laten en las tesis (no formuladas) que se pueden extractar de la obra de Meier y las de otros autores de su misma cuerda. 

Una historiografía cristológica resulta fascinante si se ocupa de perfilar y profundizar el marco temporal (histórico) en el que se realizó y consumó el Misterio de Cristo; como ejemplo magnífico véase la clásica obra Jerusalén en Tiempos de Jesús, de Joachim Jeremías (un autor luterano más cercano al catolicismo que algunos de nuestros teólogos y biblistas "oficialmente" católicos). Si la investigación histórica sobre el marco temporal neotestamentario pretende ir más allá, corre el riesgo de convertirse en una especulación hipotética mediatizada por el criterio que quiera darle el autor en cuestión; en todo caso siempre será una interpretación de muy relativo valor que nunca podrá sustituir a la cristología dogmática ni a la exégesis tradicional, ni mucho menos afectar al Dogma Cristológico.

El peso de estos nuevos autores y sus estudios/conclusiones se siente de manera muy acusada en la exégesis y la cristología bíblica actuales. Ravasi, para perplejidad nuestra (mia y de otros muchos católicos conscientes), cita a dos, los dos españoles (con perdón), el catalán Armand Puig i Tàrrech y el vasco José Antonio Pagola. Este último especialmente polémico por el tufo contra-cristológico de su bien publicitado libro "Jesús. Aproximación histórica", una obra expresamente desautorizada y puesta en entredicho por nuestra Jerarquía, que obligó a la Conferencia Episcopal Española a sacar una nota de censura: Nota de clarificación sobre el libro de José Antonio Pagola, Jesús. Aproximación histórica.




También recurre Ravasi, finalmente, a esa ambigüedad indefinida, tan característica, que critica agudamente el gran Romano Amerio en su (cada vez más imprescindible) Iota Unum. El Emmº y Revmº Sr. Cardenal Gianfranco Ravasi concluye su articulete con esta cita:

"...Certo è che rimane sempre viva quella domanda che Cristo aveva lasciato serpeggiare nel suo uditorio e che Mario Pomilio aveva posto al centro del suo Quinto Evangelio (1975): «Cristo ci ha collocati di fronte al mistero, ci ha posti definitivamente nella situazione dei suoi discepoli di fronte alla domanda: Ma voi, chi dite che io sia?»."


No se pilla los dedos, no lo dice él, lo dice otro. Pero Don Gianfranco dice lo que el otro dice y, de alguna manera, lo dice él. ¿Pretende dejar así la cuestión, en el aire, suspendida in perpetuum, una pregunta sin respuesta, como la inquietante partitura de Ch. Ives The Unanswered Question?

Porque, díganme (díganse) ustedes: Cuando Cristo hizo esa pregunta a sus Apóstoles (cfr. Mt 16, 13 ss.), ¿qué pretendía? ¿Dejar la cuestión flotando en el éter, como una perpetua interrogación sobre Él y su Misterio? ¿O quería una respuesta creyente de sus Apóstoles? Del texto se desprende que el Señor quiso que sus discípulos le respondieran según el nivel de su vocación; así, la respuesta vulgar de los discípulos no satisface al Señor, sino que sólo la confesión de fe del apóstol Pedro "...Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" merece la aprobación, la confirmación y la bendición de Jesucristo ("...bienaventurado tú, Simón..." etc.).

Ravasi, al escoger esa cita postrera, deja el interrogante sin responder. ¿Esa es la no-respuesta de un Cardenal? ¿Así confirma en la fe a sus hermanos? ¿Esa es toda la fe (en suspenso) que puede testimoniar un recién nombrado cardenal? Según algunos autores de cierta pseudo-teologia mal fundamentada en una confusa filosofía, ese sería el ideal: No encontrar, sino buscar; no contestar, sino preguntar; no definir, sino proponer; no concluir, sino plantear; no llegar, sino caminar; no el fin, sino los medios; no la madurez sabia sino la juventud inquieta. Esas cosas.

Lo más chocante es que el articulete del Cardenal Ravasi con esa cita ponderada de la obra de Pagola ha coincidido casi con la noticia de que al libro en cuestión se le ha retirado el nihil obstat que le concedió Mons. Uriarte, el entonces obispo de San Sebastián, su protector. La anécdota de la coincidencia se vuelve - repito - estupor si se considera quién es Ravasi y se reflexiona sobre lo que supone que un cardenal emita tales opiniones sobre una obra y un autor censurados y en entredicho.

Conque tomen nota y no le pierdan de vista. Se llama Ravasi, Eminentísimo y Reverendísimo Señor Don Gianfranco, Cardenal Ravasi, del título diaconal de San Nicolás in Cárcere.

¿Otro más para la lista de los Martini, Schönborn, Kasper...etc.???


p.s. Sobre el enigma del cómo y porqué gente así llega a ser miembro del Sacro Colegio, no me pregunten porque cada vez tengo menos respuestas decentes.

+T.

domingo, 12 de septiembre de 2010

"No se hagan ilusiones:...ni afeminados, ni sodomitas...heredarán el Reino de Dios".


Un texto, diríamos, circunstancialmente "incómodo". En sí mismo, en su contexto de la ICor, ya lo es, tratándose de un asunto escandaloso sobre el que incide la palabra y la doctrina del Apóstol:


¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,
ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios.
Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios.
«Todo me es lícito»; mas no todo me conviene. «Todo me es lícito»; mas ¡no me dejaré dominar por nada!
La comida para el vientre y el vientre para la comida. Mas lo uno y lo otro destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo!
¿O no sabéis que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne.
Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él.
¡Huid de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis?
¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo. I Cor 6, 9-20


Merece leerse y echarle una serena meditación. Y apreciar cómo un tema tan escabroso termina ilustrado de forma admirablemente santa. Es un texto que prueba muy bien la novedad de Cristo y su obra, la acción del Espíritu Santo por medio del apóstol San Pablo que perfecciona y eleva a aquella comunidad de Corinto, hombres y mujeres de su tiempo, con las costumbres, las formas y las modas del momento, amonestados por la predicación porque ya no pueden seguir manteniendo esos comportamientos, puesto que son cristianos, son parte de un orden nuevo que exige una vida nueva, en gracia de Dios. Todo el pasaje es reconstituyente, impregnado de la gracia de la revelación cristiana.

Pues esa fue la 1ª lectura de la Misa del Martes pasado. En mi parroquia hubo en Misa matutina unas veinte selectas y pías personas, que no sé con qué grado de consciencia escucharían la epístola. Personas devotas que cuando el lector concluyó diciendo -'Palabra de Dios' contestaron -'Te alabamos, Señor', sin problema. Aunque existe el problema, hoy más que nunca.

¿Qué diría, qué opina, digamos, la Bibiana Aído, la ministresa promotora de todo lo contrario que aparece en ese texto, la ministresa que institucionaliza desde su ministerio esos pecados de los corintios (y las corintias), y los promueve, y los publicita, y los subvenciona??? La ministresa Bibiana, seguramente, denunciaría a San Pablo, y como San Pablo no está a su alcance estará dispuesta para llevar ante los tribunales a quien diga/predique/enseñe lo de San Pablo. Estamos a punto de eso. El día menos pensado viene la pareja de la guardia civil y detiene en el púlpito al cura por predicar IªCor 6, 11ss. Estamos a un paso de. En otros sitios ya ha pasado, en Inglaterra, por ejemplo, sucedió un caso así hará cosa de un año, con la paradoja de que fue un feligrés presente, policía en activo y miembro de un colectivo gay, que se levantó del banco y detuvo allí mismo al predicador. Y se lo llevó preso, por homófobo (como San Pablo).

La escena se complica considerando la particularidad que apunté más arriba, esa aclamación de -'Palabra de Dios' que define al texto y le confiere su valor: Lo dicho es Palabra de Dios. Ni más ni menos.

Entonces, luego, es decir, por tanto...Dios es homófobo. Ita!

Ejem, ejem, ejem!...Amadísmos hermanos (y hermanas): Llegados que hemos a esta consideración, me veo obligado a suplicar amparo al Altísimo, para mí y para todos los conscientes y coherentes, que nos exponemos a la furibunda iracundia de la impía Bibi y sus poderes, poderes injustos de este mundo fornicario y su gobierno que legisla a favor del pecado y en contra de Dios y su ley. ¡Oh, hermanos! ¡Ay, hermanas! Preparémonos para derramar sangre en defensa de nuestras católicas creencias, expuestas a la abyecta guerra que los enemigos de Dios tienen tramada contra la santidad y la verdad de nuestra fe, la única Fe salvadora...etc. etc. etc.

Esto de más arriba (que he escrito en forma histriónico-irónica - ¿lo han pillado Uds.??? -)es lo que se debería decirse en serio, en tono más grave, a propósito de. Pero no se dice eso. Y no lo dicen quienes tienen que decirlo, que son, primeramente, los Obispos, sucesores de los Apóstoles para predicar y enseñar lo que predicaron y enseñaron los Apóstoles. Tal es su misión y su ministerio.

Siendo más preciso, reconozco que de vez en cuando, algún obispo se pone la mitra y agarra el báculo y dice lo que debe y está obligado a decir. Pero son excepciones, raros entre el común. Lo prueba que salen en la prensa, como un notición escandaloso: "...Monseñor Onesíforo Felipe Rudatero, obispo de Traumatoquia del Tempú, publica una pastoral homófoba..." etc. etc. etc. Y así.

Como acabo de decir, es raro. Por circunstancias varias. Una de ellas, por ejemplo, es que el texto paulino que comento, IªCor 6, 11ss, se lee el Martes de la XXIIIª Semana, los años pares. No un Domingo del año todos los años, sino un Martes, entre semana, cada dos años. Y eso si no se sustituye por otra lectura, según la ocasión, por celebrarse una memoria o una fiesta con lecturas propias, que entonces no se lee. Y como no se lee, no se predica. Y como no se predica, no nos enteramos. Y como no nos enteramos...¿Me siguen ustedes?



Cuando compusieron el Novus Ordo de Pablo VI, los liturgistas encargados de confeccionar el nuevo leccionario litúrgico tuvieron cuidado a la hora de escoger determinados textos, por su valor, por su significado, por su contenido. Se dio cierta preferencia a algunos pasajes y otros quedaron en segunda línea. Con el ciclo terciado del Leccionario Dominical hubo posibilidad de alternar lecturas bíblicas muy variadas para los Domingos del Año Litúrgico (72 domingos cada año x 3 ciclos de leccionario x 3 lecturas cada domingo hacen posible una selección bastante variada (saquen, si quieren, la cuenta; yo soy de letras)).

Pues sabrán ustedes que entre todo ese elenco, este texto tan esclarecedor de ICor 6,11ss no sale, no se lee como epístola en ningún Domingo del año; sólo sale y se lee cada dos años, entre semana, un Martes (si las circunstancias, como he explicado, no lo impiden). Y no será porque el tema no esté de candente actualidad. Todo lo contrario.

¿Qué pasa pues? ¿No se quiere? ¿No se quiere querer? Yo pienso que no, que nadie quiere y los pocos que pudieran querer no se atreven porque les pueden dar tal patada en sus reverendas asentaderas que les manden a las antípodas de donde corresponda. Por imprudentes. Incluso por intolerantes. Hasta por homófobos, me atrevo a decir. Y conste que ahora no hablo de la ministresa inmoralizadora, sino que me refiero a nuestros Ordinarios (¿saben ustedes qué es un "ordinario"? Supongo que sí, que saben lo que son, ¿no?). No están por la labor, no se sienten cómodos enseñando esa predicación de San Pablo a los corintios.

Total, lo que quería decir es que con tales mínimos de interés no sale luego el máximum que se necesita. Y así andamos. Desde luego ni todo el mal es sexual ni el pecado mayor es el contra sextum (el 6º tiene cinco/5 mandamientos por delante, cada uno con su espectro de gravedad). Pero en un mundo/una sociedad donde el frenesí erótico-sexual termina descomponiéndolo todo y atentando contra todo, urge la denuncia, la alarma, y llamar al pecado por su nombre. Y a los pecadores, llamarles gravemente la atención.

El texto no es homófobo, simplemente es moral y es cristiano. Y está revelado, y no ha perdido nada de su valor moral, también revelado. Y lo que enseña lo dice muy claro: Los que cometen tales pecados, no caben, no tienen sitio en el Reino de Dios. Entiéndase que lo que se censura no son identidades, sino prácticas. Tan claro como que inmediatamente después de la severa afirmación el Apóstol reconoce que en la comunidad hay miembros que un día fueron culpables de aquello, pero se regeneraron por la gracia de Dios, se convirtieron y abandonaron el pecado, quedando purificados, aptos para la vida espiritual cristiana.

Pero en nuestro caso, para los afectados de nuestra época, aparece un problema de principio: Cuando se obvia, se niega y se anula el alma y todo lo que cuenta es cuerpo, el cuerpo y sus sensaciones, ¿de qué pecado vamos a hablar, si no saben ni qué es pecado? Y no lo saben no por que sean inocentes, sino por todo lo contrario: La ofuscación de la carne, tan fuerte, ha dejado al espíritu en un estado de consunción, irreconocible, exangüe, incapaz de reaccionar para reconocerse y pujar por sí. Y la razón inteligente se suma a la torpe cadena, sucumbiendo, prestándose a razonar contra sí misma.

No crean ustedes que me refiero a gente extraña, seres perversos de vida estragada y decadente. Estoy pensando en gente de nuestro entorno social más inmediato: familiares, amigos, vecinos y conocidos que piensan y sienten así, lamentablemente. No son monstruos, ni gente abyecta. Son hombres y mujeres, adultos, jóvenes, adolescentes de nuestro tiempo, gente corriente, gente normal. Como eran normales y gente de su tiempo y momento aquellos corintios a los que se dirigía con toda seriedad San Pablo.



¿Qué hacer, pues? ¿Cómo actuamos?

Primeramente hay que insistir, después hay que formar. Y es dificil, muy dificil, la batalla. Principalmente porque son pocos los convencidos, los que suscribirían de pe a pa ese texto paulino, que es Palabra de Dios, tan viva entonces como ahora, tan válida para los corintios del siglo I como para nosotros, los cristianos del XXI.

Me da pena reconocer que entre los convencidos las mitras y los báculos son una excepción, como ustedes sospecharán, tristemente.

Y así transcurre el siglo. Y así barren los vientos. Y así nos barrerán, como peleles "...sacudidos por las olas y arrastrados por el viento de cualquier doctrina, a merced de la malicia de los hombres y de su astucia para enseñar el error" Ef 4, 14.

¡Que el Señor nos haga conscientes y fuertes para resistir y luchar el combate de la fe!

Es justo. Es necesario. Y es urgente.


+T.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Cerda lavada, en el fango se revuelca


Aunque algunos no lo sepan, es Palabra de Dios; una de esas sentencias “incómodas” que salen passim en la Escritura. Pero no es una cita del duro Viejo Testamento, sino que es una cita que viene en el Nuevo, en la Epístola IIª de San Pedro, una de las pequeñas joyas de Nuevo Testamento. La cita completa es:

“…melius enim erat illis non cognoscere viam iustitiae quam post agnitionem retrorsum converti ab eo quod illis traditum est sancto mandato; contigit enim eis illud veri proverbii canis reversus ad suum vomitum et sus lota in volutabro luti…/…más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo precepto que le fue transmitido. Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: «el perro vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno» IIª Pe 2, 21-22.


¿Y a qué viene esto? ¿Por qué lo digo? ¿Por quién? Pues miren ustedes: La santa y desvergonzada cita de la IIª de San Pedro se me vino a la cabeza cuando me enteré del “escándalo” de nuestros políticos-as (todos-as) cuando se enteraron de las declaraciones de Mons. Martínez Camino.

Se le tenga o no se le tenga simpatía a Mons. Martínez Camino, ha dicho lo que tenía que decir. Otra cosa será que lo ponga en acto y no lo deje sólo en potencia. Quiero decir que a ver quién es el primer Obispo español que le niega los Sacramentos a un político abortista cuando llegue el caso y oportunidad. Que no sé si llegará, porque nuestros políticos no son muy aficionados a los Sacramentos, lamentablemente.

Pero hay alguno que sí, que sí aparece por Misa y hasta alardea de “catolicidad” militante. Por ejemplo el presidente de las Cortes, Don José Bono, el ex-presi manchego (y castellano). Pues es sabido que Pepe Bono se ha endosado el sayo de “católico oficial pesoero” como en sus dias lo fué Peces, cuando Felipe G. El presi de las Cortes de Zp es un católico que pregona su catolicidad “excéntrica", “inconformista", “extraoficial". Todo eso a la vez que le gusta el boato ceremonial y casa a la prole con ringo-rango y postín y hasta con telegrama de Bendición de Su Santidad y todo, me atrevería a decir.

Por eso me pregunto: ¿Le negarán la Comunión a Don Pepe Bono? Y si se fuera a confesar ¿le exigirían la retractación pública de su voto pro-abortista antes de darle la absolución???

Pero demos un paso más, movamos un peón más en el hipotético tablero: ¿Y si se tratara de un ppero abortista? Porque como las meigas, haberlos háylos. Y muy señalados y señaladas, ellos y ellas. No han “votado” pero votaría con ganas. Y aunque no hayan votado positivamente una ley pro-aborto, sí han mantenido una legislación abortista plenamente vigente y sin hacerle ni un retoque, ni una enmienda. Al contrario.

Es decir, explicándome y preguntando: Si es Aznar el que pide Sacramentos, ¿se le darán? ¿Y si se tratara de alguno-a de sus ex-ministros-as de sus Gabinetes? ¿Y si es un diputado-diputada ppero o ppera de aquellos 8 años de gobierno?

Como soy monárquico (con matiz) no sigo preguntando por posibilidades de más grado, Uds. me comprenden. Pero ahí pudieran estar, todas las posibles custiones, preguntas y dudas al respecto en torno a “trono y altar".

¿Qué pasará? O ¿qué no pasará ni ahora ni luego ni jamás?

Con la cita de la cerda lavada y re-enfangada, también se me ha venido a la cabeza el episodio histórico de cuando San Ambrosio le negó la entrada a la Catedral de Milán al Emperador Teodosio. Más positivamente cristiano que Constantino, Teodosio fue el que declaró al Cristianismo religión oficial del Imperio, y se encargó de ir liquidando, en cuanto pudo, los resíduos del paganismo que todavía quedaban. Pero Teodosio, como todo “poderoso” sujeto a sus pasiones, se infatuó ensoberbecido y cometió un horrendo crímen, un “crímen de estado", podría decirse: Hubo una revuelta social en Tesalónica que levantó a los tesalonicenses contra el poder imperial, por una leyes y unas carestías etc. Lo de casi siempre; y Teodosio sofocó severamente la rebelión con una extrema crueldad, llegando a masacrar a más de 5.000 personas, todas pasadas por las armas de las legiones que mandó el emperador para aplastar la protesta. El sangriento hecho se supo pronto, impresionando a todos los ciudadanos del Imperio.

Algún tiempo después de los hechos de Tesalónica, Teodosio se estacionó con su corte en Milán, una de las capitales secundarias del Imperio. Era a la sazón Obispo de la metrópolis el dulce y carismático Ambrosio, una de las lumbreras de la Jerarquía católica del momento. El Domingo, cuando Teodosio se dirigió con su cortejo a la Misa, San Ambrosio le salió al paso en las gradas de la catedral y le impidió el paso, echándole en cara la sangrienta matanza de Tesalónica:

- “¿Con qué ojos miras el templo del Señor, que es Señor de todos y también Señor tuyo? ¿Cómo te atreves a pretender hollar con tus pies este santo pavimento? ¿Cómo osarías tocar nada con esas manos que chorrean sangre y proclaman tu injusticia? ¿Cómo puedes llevar tu audacia hasta el extremo de intentar tocar con esa boca tuya que mandó criminalmente derramar tanta sangre, el cáliz de la sangre santísima del Señor? ¡Anda! ¡Vete! ¡Aléjate de aquí! No se te ocurra aumentar la perversidad de tu pecado anterior con un segundo pecado de sacrilegio. Acepta esta humillación a la que hoy el Señor te somete, y utilízala como medicina que pueda devolver la salud a tu alma”


Así hablaban antes los Obispos a los Emperadores. Todavía duraba en la médula de los Jerarcas de la Iglesia la “parresía” de los Apóstoles, y se atrevían a erguirse con la solemnidad grave de un profeta, de un sacerdote, de un pontífice, frente a los poderes del mundo y sus violencias, fueran quienes fueran quienes los ostentaran o perpetrasen.

La crónica antigua del episodio relata también que Teodosio encajó la severísima amonestación episcopal. Pero Teodosio replicó recordando y citando en su descargo al Rey David, que fue adúltero y criminal. Entonces le respondió Ambrosio:

- “Si has imitado a David pecador, imítale también en el arrepentimiento y santidad posteriores".
Y mandó a Teodosio a hacer la penitencia canónica que se imponñia entonces a los pecadores públicos. Y el Emperador cumplió la penitencia hasta que fué reconciliado y readmitido a la Iglesia.

Así eran entonces las cosas. Y no cuento una historia extraña, sino que refiero un capítulo de nuestra Historia, la Historia de la Iglesia, la historia de nuestros Santos, la historia de nuestros emperadores, aquellos que tuvimos en aquellos tiempos.

¿Qué ha cambiado? ¿Cuánto hemos cambiado para tratar con “paños calientes” a quienes idean y promulgan y mantienen leyes que asesinan a millones de inocentes y no haya un Obispo que les corte el paso, que les eche en cara, en directo, sus leyes criminales, que les impida el acceso a lo Sagrado?

Y no es que los obispos se tengan que inventar penas, sino sólo actuar según lo que hay legislado canónicamente, sin “acomodaciones” ni subterfugios de “canonistas” que excusan la ley cuando la ley no se “acomoda” a las “circunstancias” o a las “personas” (dependiendo de cuales circuntancias y personas, claro está). He aquí el dilema. O el viejo problema de la fábula: ¿Quién le pone el cascabel al gato? Que traducido al caso que nos ocupa sería: ¿Quién es el primero que excomulga? Más o menos.
Mientras, vuelvo a mi cita capitular: “Cerda lavada, en el fango se revuelca” Y se enfanga y se revuelca y vuelve a enlodarse, y se embarra, y se enfanga, y se recochinea y se empuerca otra vez. Como los peces en el rio que beben y beben y vuelven a beber, pero en “porcino” y con fango.

No tendré que explicar que me refiero a ellos-as, los “legisladores". Como dice la cita, más le valieran no haber conocido la santidad antes que abandonarla y apartarse de ella.

Pero estas cosas se dicen en los blogs, muy pocas veces se predican en los púlpitos, y nunca las dice un señor con mitra y báculo (y hasta, tampoco las “ejecuta").

Conclusión: Nos faltan Ambrosios (y siempre habrá Teodosios (y Bonos & Cía.)).


&.