domingo, 31 de marzo de 2013

Resurrexit a mortuis


Hace años que la emoción de la Pascua me viene con notas de verismo, de ópera verista. Como debe de ser, porque la Resurrección primera ocurrió en medio del dolor, del amor, de la pasión y la muerte, como el Regina Coeli y el Inneggiamo de la Cavalleria Rusticana se abren marcando un eje de Vida y Gloria entre los personajes que viven apasionadamente y mueren cruelmente enamorados, con su tragedia y su pena.

Pero en mitad de la escena se ha proclamado la Resurrección, un himno de victoria sobre la muerte, el llanto y la sangre, un himno de ascensión, de subida, un clamor del Cristo que vive y llama a la vida. Ese es el centro, esa es la clave, el Misterio que ha sucedido entre nosotros y que nos convoca con la fuerza de su verismo apasionado, con el Corazón traspasado y latiente de Cristo derramando misericordia e irradiando vida, esperanza y gloria.






En esta producción de Zeffirelli, con Plácido Domingo y Elena Obraztsova, el Regina Coeli seguido del Inneggiamo comienzan en el minuto 7'40 del youtube. Se representa una preciosa procesión de Domingo de Resurrección, al estilo de las de Sicilia o Calabria, con pasos, imágenes del Señor y la Virgen, disciplinantes, música, clero y mucho pueblo, gente sencilla y devota que creen y aclaman el Misterio que les envuelve.

Cuando creemos, alabamos y adoramos al Resucitado, la gracia de Cristo nos envuelve con su luz. Y su Misterio entra en nuestras vidas con todo su verismo. Parece que no cambia nada, pero todo ha cambiado. Un germen de Resurrección y Vida, de eternidad y gloria, ha sido plantado en nuestra tierra. Y germinará. Y crecerá. Florecerá y fructificará.

Que el Señor Resucitado nos santifique con su amor y su gracia.

Feliz Pascua Florida

Cum Bene+dictione


+T.

viernes, 29 de marzo de 2013

Popule meus, quid fecit tibi?




Popule meus, quid feci tibi?
Aut in quo contristavi te?
Responde mihi.

Quia eduxi te de terra Aegypti:
parasti Crucem Salvatori tuo.

Agios, o Theos.
Sanctus Deus.
Agios ischyros.
Sanctus fortis.
Agios athanatos, eleison imas.
Sanctus et immortalis, miserere nobis.

Quia eduxi te per desertum
quadraginta annis,
et manna cibavi te,
et introduxi in terram satis optimam:
parasti Crucem Salvatori tuo.

Agios o Theos....

Ego proper te flagellavi Aegyptum
cum primogeniti suis:
et tu me flagellatum tradidisti.

Popule meus....

Ego te eduxi de Aegypto,
demerso Pharaone in mare rubrum:
et tu me tradidisti principibus sacerdotum.

Popule meus....

Ego ante te aperui mare:
te tu aperuisti lancea latus meum.

Popule meus....

Ego ante te praeivi in columna nubis:
et tu me duxisti ad praetorium Pilati.

Popule meus....








+T.

jueves, 28 de marzo de 2013

Esplendor

Fue una consecuencia, llamativamente apreciable: Los ornamentos sacerdotales (su esplendor, su cuidado, su belleza) decaen cuando se desvaloriza el sacerdocio. Fue un fenómeno muy notable durante el periodo de debacle y decadencia litúrgica del post-concilio: La crisis del sacerdocio, que tuvo como efecto la defección de muchos sacerdotes católicos, se exteriorizaba en el desprecio por los ornamentos espléndidos, que traslucían un concepto sumamente sagrado del ministerio, como efectivamente le convenía.

Hay una distancia entre el sacerdocio de Juan María Vianney, cura de Ars, pobre como ninguno, entregado a los pobres como pocos, preocupado por el esplendor de su templo, de su altar, de sus ornamentos, y ese otro tipo de sacerdote comprometido con el mundo, asimilando pastoralmente la lucha de clases, practicando un pobrerismo de militancia liberacionista, minimizando el sacerdocio hasta reducirlo a un servicio social, despreciando los signos sagrados del orden sagrado, humillando el esplendor de la gloria del culto y el altar, del sacerdote y su ministerio litúrgico. Es la distancia que va entre la fe fervorosa y la crisis de fe y sus descréditos.

"...eran aquellos tiempos felices en que hasta las princesas de la Casa de Austria gustaban dedicar su tiempo a bordar con sus propias manos ornamentos sacerdotales..." (cfr. Dom Antolín P. Villanueva. Los Ornamentos Sagrados en España. Barcelona 1935. edit. Labor)

Era el tiempo en que el poderoso regente de las Españas, Arzobispo Primado de Toledo y Cardenal de la Santa Romana Iglesia, era el humilde franciscano fray Francisco Jimenez de Cisneros, que vestía debajo de la púrpura el áspero sayal franciscano, que calzaba sus pies con sandalias remendadas y se revestía con espléndidos ornamentos cuando subía al Altar.

El sentido de los ornamentos de los sacerdotes de la Vieja Alianza inspira remotamente el esplendor que busca expresar la plenitud del Nuevo Sacerdocio en Cristo, del cual el antiguo era una sombra, un mero reflejo, y aun así revestía a sus sacerdotes de lino, púrpura y oro para significar su alta dignidad y sumo oficio.

El esplendor es el reflejo de la fe. Un esplendor que incluso aparece como elemento de la revelación: La liturgia celeste del Apocalipsis joánico es modelo del esplendor de la liturgia de la Iglesia que un día será glorificada y que debe celebrar con solemne esplendor en la tierra la Gloria del Cielo a la que aspira: La liturgia es la ritualización de la aspiración a los carismas mejores, en cierto sentido.

Un arqueologismo malentendido confundió simplicidad y sobriedad con feísmo minimalista. Se pretendía entender el misterio reduciéndolo al pesebre de Belén, recalcando que era pobre establo y callando, ocultando, que los ejercitos celestiales entonaban el Gloria in excelsis Deo, y que una Estrella irradiaba esplendente en el cielo

La falta de sentido estético no es pecado. Pero el pecado atenta contra la estética de lo Sagrado como efecto de una fe minimalista, deformada o reductivamente parcializada.



Echo de menos, hoy, Jueves Santo, las cartas a los sacerdotes de Juan Pablo II.

Echaré de menos el esplendor de la Misa in Coena Dómini en la Basílica de San Pedro.

Miraré con tristeza la reducción de la solemne liturgia pontificia a un acto con cierto tinte de desafío provocativo, en una cárcel.

No se debe encarcelar el esplendor.

El sacerdocio de Aquel que, manso y humilde, lavó los pies a sus Apóstoles, amándoles hasta el extremo, es un sacerdocio espléndido que exige esplendor.

El esplendor de la caridad y el esplendor de lo espléndido, también.


Sacerdotes tui Domine induant justitiam


A.M.D.G.  
~ 0 ~   
Ad Maiorem Dei Gloriam
(Ignatius a Loyola dixit)

+T.

martes, 26 de marzo de 2013

Un decepcionante documento del pre-cónclave


Ha salido publicado hoy mismo, en diversos medios, un documento (al parecer ológrafo) dado a conocer - yo pienso que indiscretamente (o interesadamente?) - por el Cardenal Arzobispo de La Habana, Jaime Ortega. A parte del obvio protagonismo hispanoamericano del episodio (y del Cónclave, por ende), el documento es sintomático, muy descriptivo. Esta es su transcripción:

Se hizo referencia a la evangelización. Es la razón de ser de la Iglesia. - "La dulce y confortadora alegría de evangelizar" (Pablo VI). - Es el mismo Jesucristo quien, desde dentro, nos impulsa.

1.- Evangelizar supone celo apostólico. Evangelizar supone en la Iglesia la parresía de salir de sí misma. La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y prescindencia religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria.
2.- Cuando la Iglesia no sale de sí misma para evangelizar deviene autorreferencial y entonces se enferma (cfr. La mujer encorvada sobre sí misma del Evangelio). Los males que, a lo largo del tiempo, se dan en las instituciones eclesiales tienen raíz de autorreferencialidad, una suerte de narcisismo teológico. En el Apocalipsis Jesús dice que está a la puerta y llama. Evidentemente el texto se refiere a que golpea desde fuera la puerta para entrar... Pero pienso en las veces en que Jesús golpea desde dentro para que le dejemos salir. La Iglesia autorreferencial pretende a Jesucristo dentro de sí y no lo deja salir.
3.- La Iglesia, cuando es autorreferencial, sin darse cuenta, cree que tiene luz propia; deja de ser el mysterium lunae y da lugar a ese mal tan grave que es la mundanidad espiritual (Según De Lubac, el peor mal que puede sobrevenir a la Iglesia). Ese vivir para darse gloria los unos a otros. Simplificando; hay dos imágenes de Iglesia: la Iglesia evangelizadora que sale de sí; la Dei Verbum religiose audiens et fidenter proclamans, o la Iglesia mundana que vive en sí, de sí, para sí. Esto debe dar luz a los posibles cambios y reformas que haya que hacer para la salvación de las almas
4.- Pensando en el próximo Papa: un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales, que la ayude a ser la madre fecunda que vive de "la dulce y confortadora alegría de la evangelizar". .


El modo de expresarse, las expresiones ( 'salir de sí misma' - 'raíz de autorreferencialidad' - 'narcisismo teológico' ) son las de un setentón re-formado post-conciliar, las que diría cualquier sacerdote/cura/prelado hispanoamericano (español y/o iberoamericano) que se haya instruído (la muy tópica, insistente y exigida 'formación permanente') en los diversos foros clericales de instrucción/formación/actualización doctrinal, moral, pastoral, espiritual convocados por congregaciones religiosas para sus miembros y/o diócesis para sus sacerdotes y/o conferencias episcopales para sus obispos. En este documento en cuestión noto especialmente presente el modo, el tipo, la forma de los institutos religiosos, del jesuíta (por ejemplo) que se dirige a un grupo de obispos reunidos en asamblea, tanda de ejercicios o jornadas de formación. La nota-guión contiene una serie de inteligentes (astutas) 'coartadas': La referencia al Apocalipsis, la cita del conspícuo gurú Lubac, y la serie de expresiones en latín; tres anzuelos con tres cebos estupendos para que piquen cardenales conclavistas post-conciliares juanpablistas.

A mí no me impresionan. No tengo 70 años, tengo 50. Y desde los 21 años, cuando entré en el seminario, y después de salir ordenado, y ahora, con veintisiete años de ministerio sacerdotal, sigo oyendo (pacientemente) ese discurso vacio, esos mismos conceptos del documento bergogliano del pre-cónclave. Si con eso sedujo, captó, convenció a los cardenales electores, se confirma el perfil light de la jerarquía cardenalicia que entró en el Cónclave. Si esas fueron las palabras que movieron su entusiasmo es porque ese es el estilo de discurso que desde hace 50 años les entusiasma escuchar, una especie de sermón acusatorio encajado con cierto ánimo de inquieta insatisfacción y morboso exámen (con perdón) masoquista-pastoralista. Ese ha sido el tono y el contenido de las cosas que han escuchado y con las que se han de-formado nuestros prelados. Un estilo que yo encuentro demasiado parecido al lenguaje de empresa-marketing, impropio para referirse a la Iglesia, su Misterio y su misión.

Aunque si de misión se trata, tomo la palabra y - según la tesis del pre-conclavista Bergoglio - le desafío a la primera misión exterior, la más contundentemente impactante, radical y originalmente apostólica, 100% apostólica: Que predique y evangelice a la Sinagoga, que predique el Evangelio al Israel contumaz, que evangelice a los judios renuentes que, aun todavía, son destinatarios primeros-primarios de la evangelización. Que empiece por ahí, por ese cabo, la nueva evangelización, la evangelización de la periferia y los periféricos existenciales.

Este espacio de la blogosfera titulado Ex Orbe mantiene desde su apertura una tesis muy seria: Que la misión de la Iglesia, después de la descomposición sufrida en los desastrosos 50 años post-conciliares, su misión urgente y necesaria, es ad intra, no ad extra; Necesitamos restauración, consolidación, curación, medicación y convalecencia. Sana nutrición y reposo. Y moderado silencio, también.

Decepciona mucho ver envuelto en papel sensacionalista de pobrerismo, simplicidad y nuevangelización el pescado caducado del pre y post concilio que fue.

Tener setenta y pico años y mantener el leit-motiv del aggiornamento es señal de declive senil. Se vea o no se vea. Se entienda o no.

Resumiendo: Esa nota del pre-cónclave avisa de que todo va a seguir igual, un languideciente declive con ribetes de fuegos artificiales juanpablista con tuning francisquista. Y nada más (y nada menos).

n.b. Espero que nadie me sustraiga el invento del neologismo 'francisquismo' / 'francisquista' que aventuro tendrá tanta actualidad conceptual como el de 'juanpablismo / juanpablista' que también se estrenó en este blog exorbitante, todo un honor para este humilde espacio: Somos pobres, pero con criterio.

+T.

lunes, 25 de marzo de 2013

Ecce Virgo




Estando la Virgen María
sola en su aposento
haciendo oración.


Por la puerta se le ha entrado un Ángel,
vestido de blanco como un claro sol.
Y la saludó,y la saludó.
Porque Reina del Cielo y laTierra,
y Madre de Cristo nos la ha hecho Dios.

Dios te Salve, le dice Gabriel,
llena de la Gracia, contigo el Señor,
porque el Hijo que en tu seno tengas.
habrá de llamarse Jesús Salvador.

Y ella le escuchó,y ella le escuchó.
Y le dijo, yo soy vuestra esclava.
y hágase conmigo lo que quiera Dios.

Y hágase conmigo lo que quiera Dios !!!

Letra de campanilleros, popular andaluz s. XVIII






Ex Voto


+T.

domingo, 24 de marzo de 2013

Ramos benditos

Es un tópico decir que la Navidad es fiesta de niños, y es verdad que el Domingo de Ramos nos vuelve a todos niños. Por lo menos a todos los que creemos en el Señor del Domingo de Ramos y hemos sido niños portantes ramos.

El Domingo de Ramos tiene una tipología característica, que se repite cada Domingo de Ramos: El cura con la palma, los monaguillos de la procesión, el señor mayor con aire de tiesa solemnidad, la vieja que cojea con su ramo de olivo en la mano, las dos viejas agarradas del brazo, con bolso y ramita bendecida, el chaval de quince años con pocas ganas de procesión y muchas ganas de primavera, el bebé en el carrito estrenando alegría inocente, el tonto del pueblo más feliz que un ángel, la tonta del barrio más contenta que un serafín, la devota que se queja del barullo de la Misa, el pobre que pide en la puerta haciendo recolecta extra, el que llega tarde y se incorpora a la Misa justo antes de terminar de leerse la Pasión, el que se escapa a la puerta a fumarse un cigarro mientras leen la Pasión, el que deja caer estrepitosamente la palma durante la lectura de la Pasión, el que entra y
coge un ramo y se va, el que entra a coger un ramo y se queda, el que va en la procesión y le da vergüenza de que le vean en la procesión, el que ve pasar pasar la procesión y le da vergüenza de no ir en la procesión, el que pasa por la calle y ni se da cuenta de que pasa una procesión.

Los tipos humanos del Domingo de Ramos se repiten cada Domingo de Ramos desde el primer Domingo de Ramos.

La chacha Gabriela nos contaba que en el Cielo hay un un santo que lleva la cuenta y apunta en una lista a los que van a la procesión, y el que no esté apuntado, no entra en Cielo y se queda penando con las Ánimas del Purgatorio: - Y si son masones, se van derechitos a los infiernos, donde no hay ni silla para sentarse ni esquina para apoyarse, remachaba la chacha Gabriela.

Cuando volvíamos de la Misa de Ramos con medio olivar en las manos, mi madre cortaba unas ramitas y nos las ponía en la cabecera de la cama. El resto de los ramos los dejaba secarse en el patio y luego los quemaba.


El Lunes Santo por la mañana, Nicolás el alguacil, de parte del alcalde, traía a casa la palma grande bendecida, amarilla y arqueada como el cuello de un potro con sus crines. La cogíamos y formábamos una procesión por el patio, mis hermanas y yo, con mi hermano chico tocando un tambor detrás. Después mi tía la colgaba en el balcón, sujeta con alambre, con dos moños granas: -Para que no caigan rayos ni vengan calamidades, porque es una señal bendita, nos explicaba.

En casi todas las casas del pueblo se veían colgados los ramos, en las ventanas, en las rejas, en las fachadas. Era como la señal de la Pascua, no con sangre, sino con ramos benditos de palmas y olivos.


+T.

sábado, 23 de marzo de 2013

A propósito de Caifás

 
Ayer, Viernes de Pasión, según el Misal tradicional y hoy, Sábado de la Vª Semana de Cuaresma, según el novus ordo, se ha leído como Evangelio de la Misa el impresionante texto de Jn 11, 45-57, con la profecía de Caifás:

" 45..Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
46. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
47. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales.
48. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.»
49. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada,
50. ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.»
51. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación
52. - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
53. Desde este día, decidieron darle muerte.
54. Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudada llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.
55. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.
56. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?»
57. Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle."
 
La profecía pronunciada por Caifás vv. 49 y 50 es en sí un enunciado cristológico, explicado y explayado en la addenda del Evangelista, los vv. 51 y 52.
 
Destaco que: 
 
1- es una profecía 'inconsciente' proferida en sentido condenatorio con un implícito sentido cristológico que se le oculta en su valor y significado a quien la pronuncia, pero reconocida a posteriori por el Evangelista como un verdadero oráculo sagrado que definía de forma muy perfecta el sentido y el valor de la condena, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo
 
2- su autor, Caifás, profetiza por una gracia aneja/vinculada al ministerio sagrado de Sumo Sacerdote, independientemente de su santidad personal, ni tampoco dependiente de su legitimidad sacerdotal en cuanto no pertenecía a la línea sacerdotal legítima de Sadoq, extinguida con Onías II el 175 a. C.
 
3- el oficio de Sumo Sacerdote y su gracia sacerdotal y profética no sufren merma por la coyuntura circunstancial de verse sometido a la designación de la autoridad pagana de Roma, siendo el representante de la autoridad imperial quien, de hecho, elegía y nombraba en aquel momento al Sumo Sacerdote
 
4- la eventualidad de la desiganción, no a perpetuidad sino sujeta al plazo temporal marcado arbitrariamente por la autoridad romana, tampoco es óbice para el mantenimiento y la manifestación del carisma profetíco del Sumo Sacerdote
 
5- el ejercicio profético confirmado por el pronunciamiente de ese oráculo cristológico, prueba y corrobora la legitimidad del Sumo Sacerdocio de Caifás, el último Sumo Sacerdote de la Antigua Alianza***, que consuma su alto y singular ministerio sagrado pronunciando esta profecía, todo ello atestiguado, grave y solemnemente, por el mismísimo Evangelista, que resalta en el texto evangélico el extraordinario valor de las palabras proféticas del Sumo Sacerdote Caifás
 
Esto que expongo, que serviría de esbozo de una interesantísima tesis (no sé si alguien lo habrá discurrido,´puesto que lo presento aquí como ocurrencia personal mía, de quien esto escribe) tiene - entiendo yo - un corolario, por extrapolación, aplicado al ministerio papal, si me explico y me entienden Uds. Tampoco quiero extenderme más, el blog no es el medio adecuado para elaborar tesis, ni para defenderlas más allá de un intuitivo enunciado, sin detalles, sin citas ni notas.
 
Pero, en todo caso, tomen nota y discurran los sedicentes 'sedevacantistas'. Y, si son razonablemente lógicos, entenderán que sus supuestos estarían contradichos por este grave y emocionante Evangelio.
 
Por lo menos a mí, cada año, cuando lo rezo en la Stª Misa, me emociona.
 
Laudetur Iesus Christus!
 
(alabanza que - ¡quién me lo iba a decir¡ - echo mucho de menos, por cierto)

*** El sacerdocio y el culto de la Antigua Alianza terminan absolutamente en el mismo instante en que Cristo ejerce y consuma su Sacerdocio, Eterno y Universal, en el Calvario. Al expirar en la Cruz, se rompe el velo del Templo. Aunque hubo otros sumos sacerdotes después de Caifás mismo, hasta la destrucción del Templo por los romanos, en el año 70, ni eran ya sacerdotes de la alianza ni el culto sacrificial ofrecido post-Pascha Christi tenía valor alguno.
 
+T.

Impresiones, aprensiones


Lo bueno es que un jesuíta de fines de los '50 tenía todavía una muy sólida y católica formación. Lo malo es que sobrevino el Concilo del 62, con sus turbulencias. Un cura ordenado en 1969, el año del Misal de Pablo VI, se de-formaría en el experimetalismo litúrgico de aquellos años, cuando proliferaban las 'misas de arte y ensayo', con misales provisionales, leccionarios en fase de elaboración, rituales en preparación y la sensación generalizada de que todo era ad libitum, de que nada era fijo, de que todo era opcional, que cesó el tiempo de las rúbricas y se abría la nueva época de la creatividad litúrgica y pastoral.

La Compañía de Jesús es uno de los mayores problemas de la Iglesia postconciliar. La crisis y descomposición de la Compañía fue la vanguardia que adelantó la crisis y descomposición de las órdenes y congregaciones religiosas, unas por imitación y otras por contagio de contacto: Los padres de la Compañían ponían en crisis todo lo que tocaban, gestionaban, atendían o visitaban. Y bajo la seducción de los triunfos y valores de la prestigiosa Compañía, las demás congregaciones seguían por la vía que abrían los pioneros jesuítas, y se despeñaban todos juntos por el precipicio del secularismo galopante y el des-catolicismo virulento.

Un jesuíta con cargos de dirección, contactos con el prepósito Arrupe (de polémica memoria), siendo provincial en la Argentina de mediados de los '70 y otros detalles de su currículum, es un hombre de aquel tiempo, marcado por aquellas influencias, influído por aquellas tendencias. Si no del todo, sí lo suficiente para resultar inquietante considerando sus presentes responsabilidades y su singular ministerio.

Pero subrayo la primera formación, la de sus años vocacionales, de seminario, de noviciado. En este youtube que apareció ayer como aportación de un comentarista, se desvela un estupendo Bergoglio. Véanlo:




Supongo que se trata de alguna meditación o plática, en alguna jornada de retiro, o unos ejercicios espirituales. El que habla es un sacerdote de honda y sincera piedad eucarística, se le nota. Incluso el detalle de ilustrar con una anécdota personal, denota una espiritualidad sacramental arraigada, firme, bien discernida, atesorada y enriquecida desde aquellos años vocacionales que recuerda.

Otro particular destacable de la meditación: Cuando advierte del peligro, tan común hoy dia, de la Comunión indiferente, sin preparación, desmotivada, acelerada. Habla de lo que vive, de lo que ha vivido y conoce. Predica con su ejemplo, modestamente, con sencillez.

El sermón del día de San José también fue una plática piadosa, sencilla, al alcance de la gente que vive una espiritualidad católica familiar, profesional, parroquial, eclesial.

Ciertamente se espera del Papa una homilía de más nivel doctrinal, teológico, temático. Pero las palabras del Papa Francisco fueron muy católicas, hablando de San José y de su parte en el Misterio de la Redención. No sé cómo sonarían en los oídos no-católicos, no sé si los no-cristianos entenderían siquiera. Estoy seguro de que gustaron a todos los católicos.

Resumiendo, más allá de la mala impresión formal, la impresión sustancial podemos seguir esperando que, al final, se vuelva buena (?).

Pero la aprensión, sin embargo, sigue siendo temible.

Oremus, ergo, pro Papa nostro Francisco.

p.s. Que, por cierto, parece haberse avejentado diez años en estos diez días. El peso de la tiara, debe ser. O el traqueteo de la sedia y el ritmo marchoso de los sediarii, quizá.


+T.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Aflicción en la decepción

 
No me inspiran confianza, no me comunican seguridad, quienes no se encuentran cómodos y felices con los signos históricos de su identidad, los propios de una institución, de un ministerio, de una misión. Si se renuncia a ellos, si se opta por un minimalismo condescendiente, entiendo que se desentienden displicentemente de lo que se debería ostentar responsablemente conscientes de su dignidad. Tanto más si se trata de la dignidad más alta.

El pobrerismo eclesiástico empobrece a la Iglesia y deja igual de pobres a los pobres, porque les priva de la riqueza de la Iglesia, que es suya, en ese sentido, verdaderamente. Cada vez que me he topado con un 'pobrerista' militante (de palabra, generalmente) siempre me pregunto por qué si alaban tanto la pobreza no se han quedado pobres como San Antonio Abad y se han ido al desierto a vivir radicalmente la pobreza en el yermo, con una saya de pleita de palma y la dieta del Bautista. Intuyo que la respuesta al enigma es que la pobreza, en estos casos, suele ser sólo un predicado, una construcción verbal, un recurso retórico, una pantalla, un reclamo propagandístico, un tópico ideologizado. El ideal de pobreza es una buena presentación, todavía atrae, aunque se practica poco por quienes tremolan ese pendón en la tribuna, ante las masas.

Lo importante, lo que hay que servir y atender, es, ante todo, la obligación asumida, el triple munus sacerdotal, que, aun siendo sustancialmente el mismo para todos los sacerdotes, tratándose de la Suma Jerarquía, adquiere suma trascendencia: Munus regendi, munus docendi, munus sanctificandi. Regir, enseñar, santificar. Gobierno. Doctrina. Sacramentos. Lo demás son extensiones de lo mismo, o añadiduras (unas convenientes, otras más o menos impropias).

Lo que se ha asumido no puede ser aligerado de su peso histórico. A no ser que se pretenda interrumpir la Historia, la propia, la que debe encajarse cuando se acepta la elección, sin obviar el pasado, sin retocarlo desde el presente.

Me emociona el Papa cercano, piadoso, el que reza con la gente, y se acerca a los humildes, y bendice a los enfermos, y abraza a los niños. Simpatizo con todos los signos de misericordia, de compasión, de proximidad. Me gusta, me edifica, me anima ver al Papa sentirse el Papa con los más pequeños, con los que el mundo ignora, con los simples y los inocentes heridos por el mundo y la vida. Así debe ser, así debe mostrarse.

Pero no renuncio al Papa coronado con tiara, portado sobre la sedia y flanqueado por los flabelli. Es uno y el mismo, sin contradicción, sin merma de su humildad, sin lesión de su título de Servus Servorum Dei. Siento que algo se ha perdido, que una parte de lo que debería ser se ha roto, que falta la consciencia de la dignidad, la más alta, que no puede sustituirse por un sucedáneo de simplicidad aparente que no define lo que debe ser reconocido y apreciado como se nos ha trasmitido, enriquecido por los siglos.

Me inquieta ver titubear a quienes tienen que ser los primeros en aportar solidez personal a la Iglesia, convencidos de lo que son, serenamente investidos de todas las prerrogativas de lo que representan válida y verdaderamente, persuadidos de su fuerza espiritual. Hace unos días lo comenté refiriéndome a los Cardenales del Cónclave. Ahora lo digo pensando en alguien más alto, el más alto.

Y si esto sucede en la cúspide ¿qué pasará en la base?

Se avizoran mares procelosos.

Por eso, durante la Misa, en el momento de la Elevación, espontáneamente, recé: "Misericordia, Señor, misericordia...". Como así reza un versículo de un salmo, también espontáneamente, continué rezando el resto del verso "...que mi alma se refugia en Tí; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad..." (Sal 56)

Después también recordé otro versículo, de otro salmo, que también pide misericordia: "...miserere nostri, Domine, miserere nostri, quia multum repleti sumus despectione, quia multum repleta est anima nostra obprobrium abundantibus et despectio superbis" (Sal 122)

Con la impresión de diferir sobre quiénes son los pobres, quiénes los orgullosos, quiénes los soberbios, quienes los que se burlan, quienes los que desprecian.

Conste que yo me considero de los burlados y despreciados. Sinceramente.


+T.

martes, 19 de marzo de 2013

Oh Patriarca!

 
Lo imagino con los ojos fijos, arrobado, mirando a su esposa, la Virgen, recogiendo como un espejo reflejos de pureza enamorada. Lo veo con la vista recogida en el seno de su esposa Virgen, que tiene al Niño dormido en su regazo, con la gloria del Hijo nimbando de estrellas invisibles la frente de la Madre, con la gracia del Padre Celeste derramándose con luz divina sobre su cabeza de Patriarca, el que cierra el Antiguo y abre el Nuevo Testamento.

Sus manos, tan recias, su pulso, tan firme, que trabajan con la madera y la sierra, con el mazo y la hachuela, cuando cogen y mecen al Niño, se volvían tímidas, temblorosas un momento, para volverse al punto el centro de todo, el fundamento de todo lo creado, aquella Vida que estrechaba contra su pecho, que se acompasaba con el Corazón del Niño.

Si el Niño lo miraba, se le abría el alma en veneros de ciencia inefable, de amor entrañable que hilaba lo humilde y lo excelso. Si el Niño le sonreía, un firmamento de estrellas brillaba en sus ojos de hombre cabal y sereno, embriagándole con un delirio de sabiduría de cosas que nadie alcanzó nunca.

Su barba rozaba la cara del Niño. Nunca olvidó el primer tirón del Niño a su barba. Cuando lo mecía, el Niño se dormía tocándole la barba, que rebosaba más gracia y santidad que la barba ungida del santo Aarón. Su faja, la que le tejió su esposa, la Virgen, trasminaba mejor olor que el perfume de la ofrenda. Sus pies descalzos pisaban todo el día junto a la zarza ardiente. Y en sus oídos sonaba un melodioso trisagio incesante.

En aquellos días, el Carpintero enseñaba a rezar a Dios. Y hablaba con Dios cara a cara. Y miraba con sus ojos los ojos de Dios. Y con Dios reía. Y Dios se dormía en sus brazos. Y Dios despertaba con su beso. Y Dios comía de su mano. Y oraba a Dios y le cantaba teniéndole en sus rodillas. Con sus manos tocaba a Dios y llevaba a Dios de la mano. Jugaba con Dios y Dios era feliz con él.

Y ni en la Gloria había más gloria que en la casa de José.

Ora pro nobis, Joseph Sanctíssime. Et pro Ecclesia Sancta ora.


Ex Voto

+T.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Propter scelera nostra

 
Ha salido sin la muceta, sin el palio-estolón siquiera. Con aire de desconcierto perplejo, como perdido, sin norte, confuso. En el colmo de lo inaudito, el Papa recién electo que salía a la loggia de la Basílica de San Pedro para dar su primera bendición urbi et orbi, ha pedido a la gente que lo bendigan a él, él sabrá por qué. ¿Porque no se veía digno? ¡Si justamente ha sido elegido, escogido para ser el más digno y llevar la máxima dignidad! ¿Porque no se sentía capaz? Si precisamente ha sido elegido para ser el más capaz, la cabeza del cuerpo visible de la Iglesia.

Balbuciendo un italiano mal pronunciado - mucho peor que el italiano del polaco Wojtyla o el del alemán Ratzinger - ha rezado por el Papa que renunció. Y no sé qué más, ya no recuerdo, sólo mantengo la impresión de inseguridad, un aire, un tono deslucido en el gesto, un rictus triste y desanimado en el rostro, tan distinto de la encantadora timidez de Juan Pablo I, o de la fuerza gestual del entusiasmante Juan Pablo II, o de la amable humildad de Benedicto XVI.

En un instante, casi tuve la impresión de un dejá vú, de alguna secuencia de alguna peli italiana de serie de tv, por el ambiente, por la iluminación, por los planos que ofrecían en la tele, por la gente que se veía tras el cortinaje abierto, la indumentaria del Papa, como de atrezzo, sólo con la sotana blanca y la faja de moiré mal sujeta.

Tampoco ha pronunciado bién el latín, se le nota que no está acostumbrado. Pidió al fin el palio-estolón, que tenía en las manos uno de los ceremonieros.Tampoco ha cantado la fórmula solemne de bendición urbi et orbi.

La gente que estaba en la piazza, el pueblo romano, no ha exultado.

Supongo que porque, estupefactos, recibieron ese inesperado shock: Fueron a que el nuevo Papa les bendijera y el Papa nuevo les pidió a ellos la bendición. Hasta se inclinó, en un extraño y des-ritualizado gesto, desde el balcón de la loggia, el Papa hizo una extraña venia pidiendo, urbi et orbi, la bendición.

Francisco es su nombre, el que ha elegido. Otra novedad. En un flash de memoria, la blanca figura del balcón me recordó, remotamente, como una sombra, a Pio XII, y también a Pablo VI, por la silueta, quizá, por la vestimenta blanca, probablemente. Pero no, era ilusión; venciéndome, re-asumí la realidad de la imagen que retransmitían en directo, corrigiéndome la impresión engañosa, fantasiosa, imponiéndoseme la realidad, lo consumado. No era Pacelli, ni Roncalli, ni Montini, ni Luciani, ni Wojtyla, ni Ratzinger...Se llamó Bergoglio, antes de ser Franciscus y salir al balcón.



Será que nos lo merecemos.

Oremus, ergo, pro Pontífice nostro Francisco.

...Et pro Ecclesia, oremus magis etiam.


+T.

viernes, 8 de marzo de 2013

Cuestiones de pre-cónclave

La historiografía de la Iglesia debe ser cabal, recia. Que sea más o menos empática, importa relativamente, aunque prefiero que el historiador no pierda el horizonte sobrenatural, que entiendo imprescindible si se trata de escribir verdaderas crónicas circa Ecclesiam, por ser una parte fundamental del Misterio de Dios con nosotros.

A tenor de lo dicho, conste que leo con gusto (porque me gusta) a Leopold von Ranke, cuya estupenda 'Historia de los Papas' provocó la respuesta insuperada e insuperable de Ludwig von Pastor, cuya tesis de fondo profeso: En el transcurso de su historia, el Papado fue afectado por las circunstancias, defectos y vicios de cada época, permaneciendo en todo momento su transcendencia sagrada, su esencia sobrenatural, incólume a pesar de las vicisitudes que afectaran a sus personajes y protagonistas (protagonistas, digamos, secundarios, todos supeditados al Cristo, Caput Ecclesiae).

Entre otras muchas posibles, dos cuestiones de actualidad se pueden derivar de esta tesis:

1- si se cree tal aserto histórico-sagrado y se es consciente de él

2- cuáles son los defectos, vicios, circunstancias de nuestro tiempo que pesan más notablemente sobre la Iglesia y sus representantes actuales

El contenido top secret del dossier vatileak respondería, propiamente, a esta segunda cuestión; aunque no se piense que el susodicho informe agote, siquiera, la exposición sumaria de todo lo que hay y/o pueda haber, siendo tantas las circunstancias, tantos los afectados, estando todos sujetos - cosas y personas - a tantas posibles variables. Pero, en sustancia, el informe de los Cardenales Herranz, Tomko y De Giorgi será un documento precioso para la historiografía eclesiástica de estos años.

Pero a mí, personalmente, no me preocupa este particular, que juzgo accidental. A mí me interesa (y preocupa) la primera cuestión que he señalado más arriba: ¿Los Cardenales, los Conclavistas (entre quienes está, presumiblemente, el próximo sucesor de San Pedro) son conscientes, asumen, se creen, en definitiva, lo que son y lo que van a hacer? ¿Creen en el Papa para cuya elección han sido nombrados y son convocados? ¿Qué concepto tienen los Cardenales electores del Papa y del Papado?

Uno de los síntomas más alarmantes del post-concilio fue el de la pérdida generalizada de la conciencia sacerdotal, primeramente entre los mismos sacerdotes, en segundo lugar entre los fieles católicos: Ni el sacerdote ordenado era formado en la grave consciencia de su alto ministerio sagrado, ni se recibía el Sacramento del Orden insistiendo en la consciencia de su esencia sobrenatural, ni se vivía después personalmente ese don sacerdotal, ni el sacerdote ordenado se consideraba distinto ante Dios y entre los hombres, ni realizaba, ni expresaba, ni comunicaba a la hora de ejercer el ministerio aquella consciencia sacerdotal interior (y exterior) que era propia, exclusiva (y excluyente) del sacerdocio cristiano.

Fueron los años en que los seminarios católicos de-formaban según otro modelo sacerdotal, muy desacralizado: El hombre de todos, el servidor de la comunidad, el asistente de los marginados, el promotor de iniciativas, el animador de grupos y asociaciones, ese era el presbítero ideal. El sacerdote - se insistía - no es alguien superior a los demás, ni diferente; el sacerdote era un hombre como los demás, uno más entre los otros.

Esta 'desacralización' del sacerdote fue general, afectó a toda la Iglesia, excepto a los pocos y muy determinados grupos católicos que asumieron la preservación y defensa del sacerdocio católico, sin desvirtuaciones, mermas o desfiguraciones.

Mi pregunta es: De los Cardenales electores y elegibles ¿quiénes, cuántos son los que entran en el Cónclave con una neta y consciente conciencia sacerdotal católica, eclesial, sabiendo lo que son, lo que tienen que hacer y a quién deben elegir?


Puede ser que sean eficientes gestores, eficaces comunicadores, valientes promotores, estupendos directores...¿pero cual es, cómo es el grado de su sagrada conciencia sacerdotal, de su alta vocación y alto ministerio eclesial, espiritual?

Un obispo actual, formado en los seminarios y el ambiente de-formativo de los centros académicos de la Iglesia entre 1965-1990 (un arco temporal bien definido) ¿con qué grado/nivel de consciencia sacerdotal católica entra en un Cónclave para ser elector y elegible?

Si se compara este próximo Cónclave con otros Cónclaves de hace, digamos, medio siglo, cuando la conciencia de la Iglesia y sus ministros no estaba empañada por la posterior crisis de identidad, el resultado de la comparación es estremecedor. Por ejemplificar con personas, se trataría de medir la distancia que puede haber entre un Merry del Val y un Sodano, o entre un Gasparri y un Bertone, si me explico.

O - también pretendiendo explicarme - las diferencias que existirían entre el actual Camarlengo y el Cardenal Raffaele Riario, que fue Camarlengo en el cónclave de 1492, en el que se eligió a Alejandro VI Borgia. ¿Qué concepto del Papa y del Papado llevaría in mente et in péctore el cardenal Riario? Era el nepote de su tío, el intrigante Sixto IV, primo del también célebre Cardenal Pietro Riario, y también primo del que sería Papa Julio II, en cuyo cónclave también participó, y en el siguiente, el que eligió al Papa León X. Rafael Riario participó en todos los cónclaves entre 1478 (con 17 años)  y 1512. Fue Cardenal Camarlengo desde 1483 a 1521, año de su muerte.

Y me hago la misma pregunta sobre la mente y la intención de otros cardenales en otros momentos de la historia: ¿Cual sería el concepto y la intención de un egregio cardenal conciliarista del siglo XV? ¿Y el pensamiento de un cardenal del partido español-imperial-habsburgo del XVII? ¿Y la intención de un cardenal francés, agente del Rey Sol?

Recalco estas cuestiones, tan pertinentes a la hora de reflexionar sobre el Cónclave y sus protagonistas. Quedando siempre a salvo la acción de la Providencia, que saca virtud de miserias humanas, y hace que elijan Papa - valga el ejemplo entre otros muchos posibles - a un afamado (y no por virtud) Cardenal Farnese, Paulo III, que sería el convocante del Concilio de Trento, otro magnífico don providencial.

Reflexiono así para no desfallecer al repasar la nómina de los Eminentísmos SS. Cardenales que entrarán al Cónclave, a cual más decepcionante y/o preocupante y/o temible. Sin exagerar. Esa es la materia humana que estará disponible para que el Espíritu Santa inspire y la Providencia Santa obre. Por eso oramos. Pero conscientes, no ignorantes, que somos pecadores - lo sabemos - pero no cretinos, gracias a Dios. Y la piedad no nos suspende el juicio.

Desde otro plano, más vulgarmente, el grado de devaluación de los momentos que vivimos se puede apreciar en todo su alarmante desnivel simplemente revisando escenas de películas, como El Cardenal y/o Las Sandalias del Pescador, dos clásicos del género, dos documentos explícitos de una gran decadencia formal, sintomática de otra decandencia - nos tememos - sustancial.

El golpe de la renuncia del Papa Ratzinger ha sido el último capítulo de la crónica post-conciliar. Los Cardenales que entrarán en el Cónclave también llevarán sobre ellos esa reciente influencia, tan desconfiguradora del Papado tal y como ha sido conceptuado hasta ahora.

Creer y amar a la Iglesia implica asumir las deficiencias de la historia y la actualidad de la Iglesia. Pero, primera y fundamentalmente, quien cree y ama a la Iglesia debe ser consciente de su esencia, carácter y misión sobrenatural y sagrada.

No somos un holding internacional, ni siquiera un estado soberano. No van a elegir a un presidente de empresa, ni a sustituir a un monarca jefe de estado.

Aunque, sin ir más lejos, la nota-telegrama de agradecimiento que la Congregación de Cardenales ha mandado al novedosísimo Papa emérito parezca, en forma y fondo, una vulgar y expeditiva carta de despedida a un director jubilado.

Cuando von Pastor cuenta la historia de los Cónclaves, del siglo XIV al XVIII-XIX hace la crónica de los hombres de iglesia de aquellos siglos, con sus admirables méritos y terribles deméritos. Considerar los méritos (bastantes) y deméritos (inquietantes) de los conclavistas del 2013 es ser testigos de la historia que un día se escribirá, con las perspectivas que ahora no poseemos y sin la preocupación que ahora padecemos los católicos conscientes de la gravedad de la coyuntura y su futuro próximo.


Tu autem, Dómine, miserere nobis


+T.

sábado, 2 de marzo de 2013

Ritos de rezo y silencio

 
En el coro ha empezado a sonar el órgano, tocando la saeta primera, al punto de salir el sacerdote de la sacristìa, con pluvial morado; le acompañan los acólitos con el incensario y la naveta. Caminan despacio, recogidos, al ritmo lento de la antigua música de la Hermandad, la misma que hace siglos suena ante sus pasos en la Madrugá. Al llegar al presbiterio bajo se detienen y hacen reverencia a la Imagen del Señor, expuesto en besapiés. El sacerdote comienza las preces, cinco salutaciones de alabanza a Jesús Nazareno:

- Te adoramos, Jesús Nazareno, Hijo de Dios Altísimo, Redentor nuestro; por la fuerza de tu Santa Cruz defiéndenos de nuestros enemigos y fortalece con tu brazo potente a tu Iglesia Santa: Te alabamos, Cristo, Señor y Rey nuestro: Padrenuestro...

- Te adoramos, Jesús Nazareno, Hijo de Dios Omnipotente, Salvador nuestro; por la virtud de tu Cruz Sacrosanta extiende la paz por el mundo y ampara propicio a nuestra patria. Te alabamos Cristo, Rey y Pastor nuestro: Padrenuestro...

- Te adoramos, Jesús Nazareno, Hijo de Dios Eterno, Señor nuestro; por el misterio de tu Cruz Salvadora líbranos del pecado y haznos fuertes para vencer la tentación. Te alabamos, Cristo, Rey de eterna gloria: Padrenuestro...

- Te adoramos, Jesús Nazareno, Hijo de Dios Misericordioso, Mediador nuestro; por los méritos de tu Cruz Amorosa santifica nuestras almas y condúcenos a tu Reíno. Te alabamos, Cristo, Rey y Sacerdote Eterno: Padrenuestro...

- Te adoramos, Jesús Nazareno, Hijo del Dios Verdadero, Señor nuestro y Dios nuestro; por la gloria de tu Cruz Redentora bendícenos con tu poder y danos tu amor y tu gracia. Te alabamos, Cristo, Rey del Universo, Señor de Cielo y Tierra: Padrenuestro...

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo...

Los del coro cantan ahora la copla antigua del Quinario:

"Sufriendo, Jesús mío,
y a fuerza de dolor,
diste la Gloria Eterna
al pobre pecador...

(...) Oh Jesús! Oh Jesús
¡cuánto sufres por mi amor (...)

¡Ten compasión, ten compasión!"


El sacerdote, frente al Nazareno, con la mirada fija, reza y canta, siguiendo la letra de la copla, o dice alguna oración que no se oye, sólo se le ve mover los labios. A un lado y otro, el Hermano Mayor y otros señores hermanos de la Junta de Gobierno, algunos ancianos venerables y otros jóvenes estrenando vida, parecen igual de estáticos que el sacerdote, como si la Imagen del Señor les fascinara y envolviera en un halo de piedad, de emoción, de recogimiento, mitad embelesados, mitad temerosos, como si vieran más allá y más alto de la misma visión que captan sus ojos al contemplar la faz del Nazareno.

Cuando el coro entona el 'Christus factus est', el acólito acerca el turíbulo y el sacerdote incensa, cadencioso y pausado, la Imagen del Señor; se inclina y gira hacia la capilla de la Virgen e incensa desde allí mismo a la Imagen de María Santísima: Inclinación y tres glopes dobles de incensario al Señor, reverencia;  inclinación y dos golpes dobles de incienso a la Virgen, reverencia...

Sigue el responsorio 'Adoramus Te, Christe, et benedícimus Tibi / Quia per Sanctam crucem Tuam redimisti mundum'

El oremus del sacerdote suena grave y solemne, con la oración cantada

"Deus protector noster aspice, et respice in faciem Christi tui; custodi virtute Crucis Eius quibus in Suo Sánguine redimisti. Per eundem Christum Dominum Nostrum...Amen."

Concluídas las preces, el preste y los acólitos retornan a la sacristía, mientras el órgano toca otra vez la saeta primera.

El capiller comienza a apagar las luces de la capilla, después las del presbiterio. La Imagen del Señor queda sólo iluminada por unos reflectores que resaltan la figura sagrada rodeada de la penumbra del altar mayor, sólo con la luz de las velas de los candeleros y los faroles.

Se acercan quedamente algunas mujeres para besar los pies del Señor, el talón de la Imagen, el extremo de la Cruz de plata y carey. El prioste espera a que los últimos hermanos besen otra vez; algunos fotógrafos aprovechan para hacer las últimas instantáneas, captando algún perfil, algún detalle.

Se oyen chirriar las aldabas del cáncel de la iglesia, y, poco después, los cerrojos del portón de la calle, con esos ecos tan sonoros, tan identificativos de un ambiente, de un momento, de un lugar y un tiempo conocido, repetido, sabido.

Al salir al compás del atrio, el aire frío de la noche huele al incienso de la capilla, un aroma de resinas y rosas que nos llevamos prendido en la ropa y en la mente, que luego nos volverá en sutiles volutas de evocación, como un tracto de oración, con las notas de las coplas, con la neblina transparente, suave y vagamente radiante, de una visión de lo que hemos contemplado, olido, besado, sentido, rezado...

Deo gratias!


Ex Voto

+T.






viernes, 1 de marzo de 2013

La alienación de los corderos





De los borregos, más bien: La alienación de los borregos y las borregas, de los pavos y los pavas, de los pijos y las pijas de las jmjs y los youcaths, los papaboys y las papagirls. Estos chupi-guays de youtubes y lipdubs y todo eso. Los cachorros neocons de papilla y yogurt descremado que no dejan la teta de la nodriza, aunque ya tienen edad de escoger estado productivo.

Una de las características internas de los movimientos de 'laicos consagrados' suele ser el mantener a sus adeptos en un estado de bobería adolescente. No sólo frustran vocaciones al sacerdocio y la vida conventual, sino que también congelan a los captados-as en una especie de pubertad espiritual incoada y nunca maduramente desarrollada. Terminan siendo alienados, carne de cañón y tropa para todo. Cuando alguno estalla (que estallan muchos) las trizas son irrecomponibles, un millón de fragmentos, de astillas de alma imposibles de pegar.

Ahora, los mismos que lanzaron aquellos youtubes para lo de la jmj de Madrid, sacan estos youtubes con galería de sonrisas y parabienes por la renuncia de Benedicto, tan estupendo porque se va y nos deja encantados y muy contentos.

Estos pijo-católicos están contentos siempre, en la vida y en la muerte, en la salud y en la enfermedad. Y me temo que es pose, ensayada o inconsciente impostura, porque las cosas son de verdad y no causan risas si son penas, y no hacen cosquillas si son dolores.

La negación del sufrimiento (o de la derrota, o del problema, o de la tragedia, o de la herida) me ha parecido siempre un disimulo que contradice a la Providencia porque niega la realidad, que si es dolorosa no admite una careta con sonrisa.

No sé si me entenderán Uds. si les digo que estas cosas me suenan a una especie de neo-docetismo, que niega el sufrimiento de la Iglesia o las debilidades de sus miembros (también de la Jerarquía (también del Papa)) porque no conciben la herida sangrante en el cuerpo eclesial, como los herejes docetas de los primeros siglos del Cristianismo no soportaban el misterio real del Hijo de Dios sufriente, y explicaban y enseñaban que la Pasión fue apariencia, que el cuerpo del Hijo era aparente, y diluían la Encarnación del Verbo en una apariencia, solamente, porque la segunda Persona Divina nunca pudo asumir una carne pasible, un cuerpo sensible, una naturaleza humana verdadera, sufriente y doliente.

Pues estos chupy-católicos pijo-jmjoteros, lo mismo. Y ¡viva el Papa manque caiga!

Tampoco temen falsificar al Papa. Miren Uds. este otro youtube, que sacaron ayer en la quasi semper equívoca agencia RomeReports:





Han reducido el pontificado de Benedicto XVI a formato juanpablista, con toda desvergüenza, como si lo único de estos 8 años de Benedicto hubieran sido viajes, jmjs y espectáculos juanpablistas.

En el fondo, piden más. Están pidiendo otro como el BeatoMagno, un Papa de feria perpetua que amplíe la diversión del parque temático católico.

Grave ha sido la renuncia de Benedicto, como él mismo ha reconocido, con palabras y con gestos. Pero más grave es este apetito del insaciable juanpablismo, con hambre de otro Papa de papaboys y papagirls.

Tu autem, Dómine, miserere nobis!


+T.