lunes, 21 de febrero de 2011

Un cuento, una fábula, un apólogo



Me lo acaba de mandar mi amigo Paco Val. (todo un señor, del Reino de Granada, felizmente casado, esposo y padre, residente en Madrid). Me ha gustado y lo transcribo aquí. Lean:

En el vientre de una mujer embarazada, dos gemelos sostienen una breve e interesante conversación porque uno de ellos es creyente y el otro ateo.

- El ateo: ¿Hermano, tú crees en la vida después del nacimiento?

- El Creyente: Por supuesto. Todos saben que hay vida después del nacimiento. Estamos aquí para crecer, estar fuertes, y prepararnos para lo que nos espera cuando salgamos.

- El ateo: ¡Tonterías! No puede haber vida después del nacimiento.
¿Puedes imaginarte como sería esta vida?

- El Creyente: No conozco los detalles y de momento no tengo mucha imaginación, pero supongo que fuera hay más luz. Tal vez allí caminemos y nos alimentemos solos.

- El ateo: ¡Qué disparate! ¡Es imposible caminar y alimentarnos solos! Tenemos el cordón umbilical que nos alimenta. Solamente quiero recordarte esto: la vida después del nacimiento es imposible, porque nuestra vida depende del cordón, y el cordón, es demasiado corto.

- El creyente: Estoy seguro que es posible. Sólo que será un poco
diferente. Quizá muy diferente.

- El ateo: Pero no hay nadie que haya regresado de allí, no te hagas ilusiones. La vida sencillamente se termina con el nacimiento. Y, sinceramente, la vida está llena de incomodidades en la oscuridad. Esto es demasiado estrecho para los dos.

- El creyente: No sé exactamente cómo será la vida después del
nacimiento pero en cualquier caso, vamos a conocer a nuestra mamá, ¡Y ella cuidará de nosotros!

- El ateo: ¿Mamá, has dicho? ¿Tú crees que tenemos una mamá? ¿Y entonces dónde está?

- El creyente: Ella está por todos lados, a nuestro alrededor, y
nosotros nos encontramos dentro de ella. Nos movemos por ella y
gracias a ella estamos vivos. Sin ella no existiríamos.

- El ateo: ¡Qué tontería! Yo no he visto una mamá así; por lo tanto no existe.

- El creyente: Yo tampoco la he visto. Pero cuando no me das patadas, y pasamos momentos buenos de tranquilidad, la oigo cantar; es una música dulce. Estoy deseando encontrarme con ella. Entonces, además de oírla, la veremos.

¿Qué tal? Se refiere, en el fondo y por comparación, a nuestras apreciaciones, juicios e imaginaciones sobre Dios, la vida sobrenatural y la eternidad, todo eso que vulgarmente se dice 'el más allá'. Que existe y es real...aunque no se vea y algunos no intrepreten bien los indicios, que otros sí perciben como signos de certeza.

En relativo sentido, el otro día escribía otro amigo (también señor, también casado, esposo y padre, de Madrid también) algo que conecta con esto mismo: Las turbadoras e inquietantes dudas de los 'teólogos profesionales' frente a la sólida certeza de los pobres de espíritu, los creyentes simples, los carboneros con fe.

Las dos reflexiones valen para darles un hervor (o dos) en el puchero espiritual, y sacar y aprovechar sustancia y sabor. Justamente hoy, que acaba de empezar la cuenta atrás -¡estamos en la Semana de Septuagésima!- y hay que motivarse para la Cuaresma que se acerca etc.


+T.