sábado, 23 de marzo de 2013

A propósito de Caifás

 
Ayer, Viernes de Pasión, según el Misal tradicional y hoy, Sábado de la Vª Semana de Cuaresma, según el novus ordo, se ha leído como Evangelio de la Misa el impresionante texto de Jn 11, 45-57, con la profecía de Caifás:

" 45..Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él.
46. Pero algunos de ellos fueron donde los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
47. Entonces los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron consejo y decían: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza muchas señales.
48. Si le dejamos que siga así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra nación.»
49. Pero uno de ellos, Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: «Vosotros no sabéis nada,
50. ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación.»
51. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación
52. - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
53. Desde este día, decidieron darle muerte.
54. Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región cercana al desierto, a una ciudada llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.
55. Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la Pascua para purificarse.
56. Buscaban a Jesús y se decían unos a otros estando en el Templo: «¿Qué os parece? ¿Que no vendrá a la fiesta?»
57. Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle."
 
La profecía pronunciada por Caifás vv. 49 y 50 es en sí un enunciado cristológico, explicado y explayado en la addenda del Evangelista, los vv. 51 y 52.
 
Destaco que: 
 
1- es una profecía 'inconsciente' proferida en sentido condenatorio con un implícito sentido cristológico que se le oculta en su valor y significado a quien la pronuncia, pero reconocida a posteriori por el Evangelista como un verdadero oráculo sagrado que definía de forma muy perfecta el sentido y el valor de la condena, pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo
 
2- su autor, Caifás, profetiza por una gracia aneja/vinculada al ministerio sagrado de Sumo Sacerdote, independientemente de su santidad personal, ni tampoco dependiente de su legitimidad sacerdotal en cuanto no pertenecía a la línea sacerdotal legítima de Sadoq, extinguida con Onías II el 175 a. C.
 
3- el oficio de Sumo Sacerdote y su gracia sacerdotal y profética no sufren merma por la coyuntura circunstancial de verse sometido a la designación de la autoridad pagana de Roma, siendo el representante de la autoridad imperial quien, de hecho, elegía y nombraba en aquel momento al Sumo Sacerdote
 
4- la eventualidad de la desiganción, no a perpetuidad sino sujeta al plazo temporal marcado arbitrariamente por la autoridad romana, tampoco es óbice para el mantenimiento y la manifestación del carisma profetíco del Sumo Sacerdote
 
5- el ejercicio profético confirmado por el pronunciamiente de ese oráculo cristológico, prueba y corrobora la legitimidad del Sumo Sacerdocio de Caifás, el último Sumo Sacerdote de la Antigua Alianza***, que consuma su alto y singular ministerio sagrado pronunciando esta profecía, todo ello atestiguado, grave y solemnemente, por el mismísimo Evangelista, que resalta en el texto evangélico el extraordinario valor de las palabras proféticas del Sumo Sacerdote Caifás
 
Esto que expongo, que serviría de esbozo de una interesantísima tesis (no sé si alguien lo habrá discurrido,´puesto que lo presento aquí como ocurrencia personal mía, de quien esto escribe) tiene - entiendo yo - un corolario, por extrapolación, aplicado al ministerio papal, si me explico y me entienden Uds. Tampoco quiero extenderme más, el blog no es el medio adecuado para elaborar tesis, ni para defenderlas más allá de un intuitivo enunciado, sin detalles, sin citas ni notas.
 
Pero, en todo caso, tomen nota y discurran los sedicentes 'sedevacantistas'. Y, si son razonablemente lógicos, entenderán que sus supuestos estarían contradichos por este grave y emocionante Evangelio.
 
Por lo menos a mí, cada año, cuando lo rezo en la Stª Misa, me emociona.
 
Laudetur Iesus Christus!
 
(alabanza que - ¡quién me lo iba a decir¡ - echo mucho de menos, por cierto)

*** El sacerdocio y el culto de la Antigua Alianza terminan absolutamente en el mismo instante en que Cristo ejerce y consuma su Sacerdocio, Eterno y Universal, en el Calvario. Al expirar en la Cruz, se rompe el velo del Templo. Aunque hubo otros sumos sacerdotes después de Caifás mismo, hasta la destrucción del Templo por los romanos, en el año 70, ni eran ya sacerdotes de la alianza ni el culto sacrificial ofrecido post-Pascha Christi tenía valor alguno.
 
+T.

Impresiones, aprensiones


Lo bueno es que un jesuíta de fines de los '50 tenía todavía una muy sólida y católica formación. Lo malo es que sobrevino el Concilo del 62, con sus turbulencias. Un cura ordenado en 1969, el año del Misal de Pablo VI, se de-formaría en el experimetalismo litúrgico de aquellos años, cuando proliferaban las 'misas de arte y ensayo', con misales provisionales, leccionarios en fase de elaboración, rituales en preparación y la sensación generalizada de que todo era ad libitum, de que nada era fijo, de que todo era opcional, que cesó el tiempo de las rúbricas y se abría la nueva época de la creatividad litúrgica y pastoral.

La Compañía de Jesús es uno de los mayores problemas de la Iglesia postconciliar. La crisis y descomposición de la Compañía fue la vanguardia que adelantó la crisis y descomposición de las órdenes y congregaciones religiosas, unas por imitación y otras por contagio de contacto: Los padres de la Compañían ponían en crisis todo lo que tocaban, gestionaban, atendían o visitaban. Y bajo la seducción de los triunfos y valores de la prestigiosa Compañía, las demás congregaciones seguían por la vía que abrían los pioneros jesuítas, y se despeñaban todos juntos por el precipicio del secularismo galopante y el des-catolicismo virulento.

Un jesuíta con cargos de dirección, contactos con el prepósito Arrupe (de polémica memoria), siendo provincial en la Argentina de mediados de los '70 y otros detalles de su currículum, es un hombre de aquel tiempo, marcado por aquellas influencias, influído por aquellas tendencias. Si no del todo, sí lo suficiente para resultar inquietante considerando sus presentes responsabilidades y su singular ministerio.

Pero subrayo la primera formación, la de sus años vocacionales, de seminario, de noviciado. En este youtube que apareció ayer como aportación de un comentarista, se desvela un estupendo Bergoglio. Véanlo:




Supongo que se trata de alguna meditación o plática, en alguna jornada de retiro, o unos ejercicios espirituales. El que habla es un sacerdote de honda y sincera piedad eucarística, se le nota. Incluso el detalle de ilustrar con una anécdota personal, denota una espiritualidad sacramental arraigada, firme, bien discernida, atesorada y enriquecida desde aquellos años vocacionales que recuerda.

Otro particular destacable de la meditación: Cuando advierte del peligro, tan común hoy dia, de la Comunión indiferente, sin preparación, desmotivada, acelerada. Habla de lo que vive, de lo que ha vivido y conoce. Predica con su ejemplo, modestamente, con sencillez.

El sermón del día de San José también fue una plática piadosa, sencilla, al alcance de la gente que vive una espiritualidad católica familiar, profesional, parroquial, eclesial.

Ciertamente se espera del Papa una homilía de más nivel doctrinal, teológico, temático. Pero las palabras del Papa Francisco fueron muy católicas, hablando de San José y de su parte en el Misterio de la Redención. No sé cómo sonarían en los oídos no-católicos, no sé si los no-cristianos entenderían siquiera. Estoy seguro de que gustaron a todos los católicos.

Resumiendo, más allá de la mala impresión formal, la impresión sustancial podemos seguir esperando que, al final, se vuelva buena (?).

Pero la aprensión, sin embargo, sigue siendo temible.

Oremus, ergo, pro Papa nostro Francisco.

p.s. Que, por cierto, parece haberse avejentado diez años en estos diez días. El peso de la tiara, debe ser. O el traqueteo de la sedia y el ritmo marchoso de los sediarii, quizá.


+T.