Este de la fotito es un pipiolo, con cara y tipo de idem. Se llama Tony O´Neill. El O'Neill, pase, pero el Tony le hace más pipiolo. Y me parece que le gusta. A mi no, pas du tout. Del sombrerito, opino que es un detalle de buen gusto que es de mal gusto, por todo lo demás que no va con el sombrerete y la corbata look '60, la cara de niño bueno y esa solapada agresividad emboscada tras la mirada de cachorrito. No.
Pero el mocito ya tiene hasta "generación". La "generación" es un invento de literatureros, surgida en conatos de antologías, una catalogación relativamente petulante, de tesina. Tuvo éxito la ocurrencia, y ya en el 27 hubo "conciencia de generación" (los del 98 fueron pioneros, y salvaron cierta dignidad, todavía), y desde entonces hay que adscribirse (o tener quien te adscriba) a una para ser alguien en el quien es quien literaturero. Una vulgaridad, pues, si se considera que el precedente, antes, se computaba en "siglo". Y hay que ser cretino-cultural para entenderse "generacionista" de tales y considerarse a la altura del Siglo de Oro o del Grand Siècle o del Trecento florentino, un poner.
Pues el pipiolo de la foto a lo Charlot es, videtur quod, de la "generación offbeat". Ignoro quien pueda ser el inventor de esa generada offbeat, pero me parece más que probable que el que sea que tuvo la gracia de apadrinar y ponerles mote ya estará cobrando derechos de autor y copyright por cada vez que se diga, se cite, se escriba "generación offbeat". Si hay una constante referente a las nuevas "generaciones" literatureras es lo pronto que se les despierta la vis del copyright. Los pollos salen del huevo despabiladísimos para este negocio.
En este como en otros casos de la post-modernidad y el pseudo-arte, lo admirable es que se debatan en el fondo cuestiones de dinero, sumas considerables de esas que "motivan" suficientemente al escritorzuelo que fuere a escribir. Pero no es la historia de Dickens quemándose las pestañas a la luz de un quinqué, ganándose el pan por entregas, o de Dumas y su enigmático "negro". No, esa época pasó y ahora la post-modernidad hace antes al millonario y al literaturo sin solución de continuidad y en una entrega. También con publicidad de agencia, web, y editorial rampante, para que el mundo descubra el nuevo lanzamiento y su lanzado.
Si hay un mundo snob es el de las élites culturales; el snobismo nació en los salones y creció en las tertulias. Nadie que se tenga por algo y mire por encima del hombro a los demás que nada son se atreverá a reconocer que el perengano de marras es un petardete infumable o que jamás ha leído del sujetillo una línea, ni piensa hacerlo. Con lo que hay que leer y lo que se puede leer, ponerse a leer "a la page" es signo de la misma mentecatez que el que visita pasarelas de moda y se pone lo que dicen que se lleva esta temporada. Quedan pocos señores que van al sastre y se visten a su gusto, tan pocos como los que leen lo que les gusta y se asquean displicentes cuando ven que les pueda rozar la dictadura de la moda editorial. Y no es cuestión de dineros, sino de gusto, buen gusto. Y en música y demás lo mismo: Buen gusto para el gusto propio.
Encontraré una excusa razonable para el que tome el florete y combata por el derecho de la literatura del siglo XXI: El derecho mismo a que el siglo XXI tenga "su" literatura, que no se lo niego. Lo que niego es que sea "esta" literatura. El Lazarillo de Tormes, que es espejo y alma del XVI más crudo y descarnado, es anónimo y no apareció con crítica, publicidad contratada y mesa redonda. Au contraire, estamos en el momento este en que primero es el nombre y el perfil, y después la obra. Una obra tan discutible, que nadie lo dude. Lo reciente por lo reciente y lo novedoso por lo novedoso y lo contestario por lo contestatario no es el arte por el arte.
La gacetillera (que puede que sea admiradora ren-di-da del Tony y su sombrerito y su miradita pestañosa de caramelín) pregona enfática que el lema de la offbeat people es "sea lo que sea, me opongo a lo que sea"...o algo así. Muy radical. Pero me temo que sin raíces, improvisando en perpetuum mobile contra mundum, sin apoyo en nada para oponerse a todo. Y cabreado. Con carita de niño bueno peligroso, o con trazas de bruja post-moderna o de mugriento fan heavy-metal (veáse la foto del trio).
Con toda la contundencia de ese manifiesto offbeat, me opongo y mando al muladar noveluchas, papeluchos y literaturillos de esa ínfima pero bien promocionada especie. Ni que decir tiene que si fuera o fuese una "ella" la escritorcilla, desmejora en proporción mi disgusto. Yes.
Sólidos principios, firmes convencimientos, irreductible opinión.
p.s. Se me olvidaba, que quería decirlo: Fernán Caballero for ever!!!
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