viernes, 17 de abril de 2009

Por San Aniceto

Me he encontrado hoy, a propósito de San Aniceto, con una semblanza del viejo Pontificio Colegio Español de Roma. Cualquiera que lea el artículo (del recordado Don Casimiro Sánchez Aliseda) pensará que el Colegio sigue allí y arde ante el altar de San Aniceto la lamparilla de Mosén Sol. Pero el Colegio Español dejó vacante su primera sede y se trasladó a otra más cómoda y moderna (es decir, menos artística y menos histórica), allá por la Piazza Carpegna.

El Palazzo Altemps era una de esas herencias-donaciones que llegó a manos de la Santa Sede por voluntad y decadencia de sus posesores, los nobles Altemps, protagonistas de la Roma del XVI post-tridentino, emparentados con el Papa Pio IV y con San Carlos Borromeo. De San Carlos Borromeo se conservan en el Colegio Español actual una casulla y otros ornamentos, procedentes de la sacristia de la Capilla del Altemps. Y poco más.
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La historia exacta no la sé, pero - según le escuché alguna vez al rector D. José Mª Piñero - se hicieron bastantes presiones en los años sesenta y pico para que se desalojara el palazzo. Se insistía, incluso dejando creer que era deseo del Papa (Pablo VI). Hasta que en 1971 se devolvió a la Santa Sede, como se quería. Pero nadie del Colegio quedó contento con la "cesión". Tanto más cuanto que al poco tiempo se vendió al Estado Italiano.

Menos mal que el Altemps, después de todo, se ha conservado magnífico, y es hoy una de las sedes de las colecciones de escultura y arte romano, atesorando parte de las piezas de la antigua colección de los Altemps, y también la Ludovisi, así como otras maravillas de la Roma pagana. Pero el Colegio Español es hoy una sombra nostálgica en ese precioso rincón entre Sant'Apollinare y Piazza Navona.

Yo lo conocí todavía en restauración, cuando lo rehabilitaban para sede museística, todo lleno de andamios por dentro. Quedaban todavía cosas, muebles y objetos, del Colegio Español. Había una cierta "obligación", una especie de reconocimiento institucional que quedó reducido al patronazgo eclesiástico de la Capilla de San Aniceto. Abandonada y cerrada todo el año, un día, el 17 de Abril, fiesta de San Aniceto, se debía celebrar Misa en la Capilla. Recuerdo haber estado un par de veces, una de ellas cantando la Letanía de los Santos, no sé por qué era.

José María Piñero, el rector, tuvo alguna vez intención de abrir el Altar-urna de pórfido y reconocer las reliquias del San Aniceto, pero cuando le dijeron que había que traer una grua para levantar la pesada losa (si se podía y no se rompía en la operación), prefirió dejar tranquilo al Santo.


En el retablo de jaspes y yeserías hay (había) una pintura que representa a la Madonna della Clemenza de Stª María in Trastévere, que era devoción de los Altemps, que tienen capilla-enterramiento en aquella Basílica. También estaba pintada la madonna en uno de los casetones del artesonado (la foto de arriba), pero la del altar, un cuadro de tamaño regular con el medio cuerpo de la Madonna sedente y el Niño en el regazo, se atribuyó antiguamente al Rafael. De Rafael no es, por lo menos lo que se ve. No sé si debajo de repintes y barnices pudiera haber algo más interesante, pero la Madonna de la extraña corona y los ojos grandes, y el Niño con su cedulilla, y la Cruz alzada, fue la devoción de todos los colegiales españoles de Roma.Y todavía la Mater Clementísima es la Reina y Señora del Collegio, aunque la mayoría de los alumnos nunca la hayan visto en su capilla del Palazzo Altemps.


La Capilla es una belleza, con unos frescos preciosos del Pomarancio. Está en la planta noble, tiene el tamaño de un salón mediano, la bóveda casi se toca con las manos. Está toda pintada al fresco, todos del manierista Antonio Circignani, conocido como Il Pomarancio. Uno especialmente atractivo porque representa a Cristo con la Cruz vestido de grana, en el muro del lado del Evangelio. Si te sientas junto, estás todo el tiempo mirando al Señor que te mira, con la Cruz a cuestas. Y en la pared de enfrente el martirio de San Aniceto (que dicen algunos impíos que no fue mártir); y en la bóveda ese corrillo de angelotes bailando la rueda al Santo, extático y mirando arrobado al cielo, con otras dos filas de angelillos por los lados, llevando en procesión los instrumentos del martirio.


Yo no sé si hoy habrán ido del Colegio Español a celebrar la Misa de San Aniceto, o si sólo habrán entrado turistas en la Capilla de la Mater Clementísima. Pero yo sí he hecho una estación en alma, rezando a la Madonna y al Santo. Y mi lamparilla, aunque no se vea, allí está.


+T.

1 comentario:

Ángel Ruiz dijo...

Acabo de llegar de Roma: ¡madre mía, qué emoción!
Ayer estuve en el palazzo Altemps. Me llamó la atención que la capilla la dedicasen a san Aniceto (uno de mi pueblo se llamaba así) y estuvimos viendo la capilla despacio. Muy bonitos los frescos, sí.
Y todo eso después de ver la colección, muy buena.
Por cierto que en la escalera le agradecen en una lápida a Franco sus desvelos (en la lápida de al lado se los agradecen a Alfonso XIII).