miércoles, 9 de febrero de 2011

La fotito de Lerma y una historieta del Padre Coloma



"A la Excmª. Srª Dª N**** N****


Señora mía:

Ayer me entregó Juan Cortegana las dos fotografías que tiene vuestra excelencia la bondad de enviarme, y la carta en que con sencillez tan espontánea me descubre el gozo de su alma, la paz de su conciencia y el tranquilo bienestar de que disfruta en esa linda aldea asesorada por los doctos consejos de ese señor provisor que ahí veranea, dirigida por ese reverendo capellán que llevó de la Corte, y fortalecida por el trato y amistad de esas benditas Madres Bernardas que la confortan y ayudan con sus ejemplos y oraciones, bizcochitos y alpisteras.

Loado sea Dios, excelentísima señora, que tal placidez da a su espíritu y tan altos alientos la infunde, que rebosan por la punta de la pluma, y saltan y se atropellan en el papel en frases tan fervorosas como estas textuales de su carta, que ante los ojos tengo presentes:

' Todos me elogian y me aseguran que el Señor me guarda para grandes obras, y como yo siento en mí alientos nada vulgares, ruego a vuestra reverencia me indique la manera cómo se preparaban algunos de esos santos grandes, grandes fundadores, por ejemplo, que ha pasado a la posteridad. '

Pues ya lo creo, señora mía, que le diré cuanto sepa, y en muy claro y sencillo romance: que harto me zumban en las orejas aquellas terribles palabras: Vae mihi, quia tacui! - ¡Ay de mí, porque callé!.

Y como no me dice vuestra excelencia si eso de las grandes obras para que el Señor la guarda se lo dijo algún ángel del cielo, doilo yo por supuesto, porque vaya la puntería a lo más alto; y le contaré por toda respuesta la fiel y puntual historia de lo que acaeció ha más de tres siglos  a dos pobres Juanes, que si no pensaron mucho en la posteridad, de que vuestra excelencia habla, no apartaron nunca de su mente la eternidad, que no menciona en su carta."


Esto que he escrito más arriba no es mío, es un fragmento, el comienzo, de una obrita del padre Luis de Coloma s. j. tan célebre en sus dias, tan olvidado hoy. Pero yo, que le tengo muy particular afición, me acordé de él y de esta narración que tituló Cartas Claras; se compone de dos partes, esta Carta Primera: Dos Juanes, y la otra Carta Segunda: A un Gran Señor Titulado.

Pues decía que en cuanto leí el otro día la carta de la superiora y neo-fundadora de Lerma me acordé de este texto del padre Coloma. Y hoy, con lo de la foto de las neo-monjas con su hábito blue-jeans, otra vez se me ha venido a la cabeza el opúsculo del p. Luís Coloma.

Después de ese comienzo, el que he transcrito, sigue la narración de una de las historias de santidad y de santos más extraordinarias y extrañas que han sucedido y que les resumo (lástima de pereza la mía, que no me deja copiar todo el texto tal cual, sorry, ustedes me dispensen). En resumen, la admirable historia es como sigue:

Predicaba en Granada, en Enero de 1538, en la parroquia de San Pedro, que es la del Sagrario de la Catedral, el gran misionero popular rev. p. Juan de Ávila, que subido al púlpito de la preciosa iglesia granadina inflamaba con su verbo arrebatado a todos los concurrentes ensalzando las virtudes, méritos y santos arrojos del valiente y gallardo mártir San Sebastián, soldado de Cristo y su testigo con sangre y quebranto de su cuerpo, expuesto a la pasión de los tormentos y las cruentas saetas que dispararon contra sus miembros.
Tanta era la elocuencia pía del Maestro Ávila y la emoción que suscitaba en sus oyentes, que un pobre librero ambulante, vendedor de estampas y hojillas de imprenta, salió del templo dando gritos, confesando en alto sus pecados, clamando misericordia y dándose golpes de pecho, con tanto efecto que los chiquillos que había en la plazoleta de delante de la iglesia se fueron detrás suya correteándole y coreándole: "¡¡¡ Al loco, al loco !!!". Total, fue que al dia siguiente, después de la noche que se pasó vagando por las frías calles de Granada, dos buenos señores se apiadaron del pobre librero y lo recogieron en la esquina de una plazuela, donde yacía tendido, y lo llevaron a la casa en que se hospedaba el p. Juan de Ávila, que le hizo un hueco entre los muchos penitentes que tenía que confesar y atender, y tuvo con el pobre arrebatado librero una larga plática, y luego lo despidió.
Pero apenas que pisó el umbral de la calle, el librero volvió a los clamores y voces, tanto que parecía más loco que el dia antes, y salió corriendo por las calles, y hasta se quitó la ropa y se quedó medio en cueros, sin dejar de pedir misericordia y perdón por sus pecados. Y así anduvo hasta que unos alguaciles de la ciudad lo prendieron y se lo llevaron preso al Hospital Real, donde le metieron en una jaula, en el patio de los locos dementes. Estuvo varios meses así, y se cuenta que le dieron cinco mil azotes en sus magras carnes, una zurra cada día, tratado como un loco de remate al que se le pretendía quitar la demencia a palos, según la usanza médica de entonces. Y así hasta que un día le llegó una carta del Maestro Juan de Ávila con este escueto aviso: - "Basta ya la opinión de fingida locura para conservar la humildad. Conviene ahora deis a entender que estais bueno, así por no desacreditar lar virtudes que Dios ponga en su alma, como también para que podais seguirme a Montilla, para donde estoy de camino."




La narración de Coloma sigue contando los primeros días en Granada, ya de vuelta, de aquel extraño penitente que no era otro que el que un día sería conocido y venerado como San Juan de Dios, el fraile hospitalario que encendió la caridad más admirable en el corazón de Granada; y el clérigo que le aconsejó y dirigió espiritualmente sería también canonizado y venerado como San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, un consejero de santos, auténtico doctor de aquel radiante Siglo de Oro en que España vencía con la sólida virtud de sus santos la vana grandeza de sus armas y sus triunfos. Aquella España de aquellos tiempos.

Pues continuo con el final del cuento del p. Coloma; escribo copiando como al principio:

 
"Y aquí pondría punto final, excelentísima señora, dando ya por satisfecha su consulta y cumplido mi encargo, si no me creyese obligado a darle gracias muy reverente por las hermosas fotografías que me ha hecho el honor de enviarme, con tanta bondad de su parte como de la mía extrañeza.


La idea de retratarse vuestra excelencia vestida de religiosa es, en verdad, peregrina, y por tan famosa y devota la tengo que me extraña y maravilla no se la aconsejase al propio San Juan de Dios su sabio maestro Juan de Ávila como medio de propaganda mística.


Porque la verdad es que el cuadro...la figura de vuestra excelencia, todavía esbelta, arrodillada a los pies del devoto Cristo, y hasta los ondulantes pliegues de la cola del hábito, que con exquisito sentido estético no escogió vuestra excelencia entre los de monjas rabicortas, sino entre los de monjas de cola larga, claman y gritan y vocean el espíritu de humildad y desprecio del mundo que ha inspirado la composición artística y la hacen medio el más a propósito para indicar los grados de preparación que tiene ya su excelencia para recibir encargos del cielo.


... ... ... ...


Madrid, a 23 de Enero de 1897. Suyo affmº servidor y humilde capellán .

Luis Coloma S.J.



Quiten ustedes la crono-patía tardo romántica e irónica que el p. Coloma le pone a la carta, suplanten a la excelentísima de marras por las neo-monjas de Lerma, y entenderán la impresión-evocación que me hizo la carta de Sor Verónica en su día y ahora la fotito de todas reunidas retratadas en hábito de tela vaquera; comparadas en semblanza con el el texto del p. Coloma que he transcrito, quiero decir.

Conste que es sólo eso, sin más. Yo sólo pongo imaginación y comentario a los hechos, que los dan ya hechos, escritos y fotografiados.

Porque tiene gracia chocante que la cosa empiece así, con carta declamatoria estilo 'qué buenas y únicas y auténticas somos' y con fotito de aquí estamos, así vamos, estas somos, allá vamos.

Curiosa y llamativa manera de empezar.

Nada más, sólo eso.


+T.

Los Maritain (y el santoral juanpablista in crescendo)



Una de las características más constantes y apreciables del juanpablismo es un entusiasmo inmoderado y un pan-optimismo semper-festivo irrefrenable. El estado de jubileo perpetuo que parecieron aquellos años del largo pontificado de JPII: Cada año era jubileo por algo, todos los años se conmemoraba a alguien, era el año de alguna cosa y había cuatro beatificaciones/canonizaciones por mes, cada Domingo.

Ese ritmo necesita un suministro constante de material (consumible, he estado a punto de escribir). Tocante a los candidatos a la gloria (ya no de Bernini), la lista de posibles va agotando a los mártires de guerras, fundadores y (sobre todo) fundadoras de congregaciones del XIX-XX (decrépitas la mayoría de estas, casi sin fuerzas ni efectivos para desempeñarse en el XXI). Ya están todos-as, pian piano, y hay que buscar nuevos canonizables porque la producción no puede parar. Lástima de esta impresión, tan juanpablista, de que no se puede parar, hay que seguir, más y más y más.

Y por eso, de no sé qué mente, ha salido la ocurrencia de beatificar (empezar el proceso) a Maritain y su señora esposa, muy señores mios. Confieso, reconozco, que no le tengo especial simpatía a Maritain, apreciable católico, converso muy apreciable, de ese "estilo francés" tan impactante en el medio cultural, tan bien publicitado por el mundo francés, que no sólo sabe promocionar su moda sino que son expertos en hacerse con la exclusiva y subirse al podio.

Decía que no le profeso especial querencia a Maritain. Me trae un eco, un regusto, a intelectual pre-Vaticano 2º doctoralmente instalado durante el Vaticano 2º y oracularmente consultado durante y después del Vaticano 2º. Demasiado identificado con el antes, el durante y el después conciliar para mi gusto. No sé si me explico, no sé si me entienden.

De un santo-santo se aprecia (se apreciaba) eso que antes se decía "olor de santidad", esa característica sutilísima y popularísima a la vez que apreciaban, en distinto grado,los más finos y todo el mundo que se arrimaba al santo en cuestión. Y se moría el susodicho y olían a santo, con más o menos propiedad, pero con reconocimiento implícito y explícito, en la conciencia de los testigos y la impresion de los circunstantes, de que había muerto un santo y dejaba su rastro de olor, trasminando santidad.

¿Así murieron y dejaron su olor Msr. Jacques y Mme. Raissa? ¿Así fueron conocidos y reconocidos? Me refiero, quiero decir, en su época, en su momento, por los íntimos, los frecuentes y los ocasionales prójimos que les trataron.

El canonizacionismo juanpablista ha conseguido, poco más o menos, que la postulación a la beatificación-canonización se haya convertido en una especie de reconocimiento agradecido y admirativo disponible para todos-as con un mínimo cumplido sin escándalos y un par de florecillas, amables anécdotas de virtudes domésticas, recogidas y aportadas passim por los gestores de la causa de los encausados. Y poco más.

De hecho, la figura, la personalidad, extraordinaria y excepcional del Santo se ha diluído en el agua insípida y corriente del común; un producto light, digamos, si se me permite la vulgar expresión (dadas las circunstancias).

Dice el Señor: "Vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo". La cuestión - digo yo - es cuánto grado de salinidad sabrosa y calidosa hay que tener, cuánta luminosidad prístina y ardiente hay que lucir para poder ser modelos de sal y luz e intercesores que nos alcancen que podamos ser nosotros mismos más luminosos y más salados. ¿O es que valemos todos, con un mínimo grado de sal y luz, para que nos examinen en Roma y nos monten en un altar y nos enciendan velas? ¿Somos todos sabroso maní tostado y salado, todos en el mismo cucurucho? ¿Somos todos cirios encendidos de la misma calidad notable, mismo pabilo, misma llama, misma luz? ¿Todos podemos, todos valemos, con un mínimo de sal, con un mínimo de lux?

Amadísimos hermanos mios, el juanpablismo dice que sí. Sinceramente, amables míos, yo pienso y sostengo que no. No se me enfaden ni se me desencanten. Que no me refiero a los Santos que habrá - ¡que habremos! (Deo volente) - en la Gloria Santa, sino que hablo de estos santos que se proclaman en la tierra, los que se promocionan para ser beatificados y canonizados, como el muy respetable y digno matrimonio de los Maritain.

No hace mucho escribí algo parecido sobre un caso parecido, cuando me enteré de que habían postulado la beatificación de Chesterton (y Chesterton sí me cae estupendamente bien, y creo firmemente que está, pletórico y beatíficamente exuberante, en la Gloria, of course). Pero un Santo-Santo es una cosa y un beatificable juanpablista, como se puede comprobar, otra.

En este común denominador caben muchos, el matrimonio Maritain, sí, ¿et pourquoi pas?, probablemente, y Chesterton y - ¡por qué no! - Unamuno, y Bernanos, y Paul Claudel, y Don José Mª Pemán, y el Padre Coloma, y Fernán Caballero...Y me paro y no me meto en el Siglo de Oro porque dejaríamos vacío el Parnaso a fuerza de meter poetas en la Gloria.

Pero ¿se trata de eso?

p.s.Una duda, que se me olvidaba: ¿Quién habrá sido, concretamente, el ocurrente devoto original de los Maritain??? ¿O habrá una peña, un círculo, un club, un ateneo o un café-tertulia detrás de la iniciativa???

p.p.s. Otra cosa: Habrán visto Uds. al pazguato modosito neo-con con pinta de ppero sin desvirgar que habla en el youtube. Ni escogido en concurso de ridiculeces hubieran podido encontrar un tipo más característico. Después, si nos sacan chistes, nos quejamos, pero es que a veces fabricamos gratis la sátira para disfrute de nuestros enemigos, lista para que nos bombardeen con ella, envuelta en papel de celofán y con lazo de raso.

p.p.p.s. Justo cuando empezaba a escribir esto, han escrito un comentario anónimo en el articulete anterior sobre esto que escribo aquí, tan chocante.


+T.

miércoles, 2 de febrero de 2011

La moderna a-cristología. Comentarios a propósito del caso de Pagola



Cuando hace unas semanas escribí el articulete sobre el preocupante cardenal Ravasi, no sabía que iba a volver tan pronto sobre lo mismo, está vez sobre Pagola, pero con Ravasi también en el escenario, de fondo.

La novedad ha sido la publicidad de la causa que le instruyen en Roma, en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Hace un par de días, el Domingo pasado, se publicaba un artículo sobre el caso en el diario vasco El Correo:

El Vaticano procesa a Pagola

Hasta hace tres o cuatro años, Pagola era famoso, sobre todo, por filo-etarritarri y por haber sido el obsequioso vicario del nefasto monseñor Setién, no entro en detalles. Sólo recuerdo una anécdota bastante descriptiva: Fue en Sevilla, hace doce años, justo por estas fechas, una semana después del atentado en el que asesinaron a Alberto Jimenez Becerril y su esposa Ascensión García Ortiz; el entonces vicario episcopal de Sevilla-periferia (este mismo personaje, precisamente) tenía organizadas unas jornadas pastorales cuyo invitado y ponente principal iba a ser el ya famoso vicario donostiarra, J.A. Pagola. Dos o tres días después del atentado, inesperadamente, se nos comunicó que las jornadas se suspendían. El motivo no se explicó, oficialmente; oficiosamente se supo que no pareció 'prudente' que, con el atentado tan reciente, apareciera por Sevilla el vicario de San Sebastián, con lo que se daba por supuesto no sé qué que tenía que ver con no me imagino qué. Ignoro si el que se acobardó fue el vicario sevillano, que era el anfitrión, o si fué el vicario donostiarra, que era el invitado, o si sería cosa del prelado. Pero así pasó (mejor dicho, no pasó). Lo cuento (y recuerdo que lo conté ya otra vez) como anécdota sobre la fama que acompañaba a Pagola, entonces.

Hoy, más que nada, es la cabeza visible de la pseudo-teología des-católica española. Es de temer que pronto sea también (si no lo es ya) mascarón de proa de las vanguardias des-catolizantes iberoamericanas, merced a ese fluído trasiego de recíprocas influencias entre la Península y las Américas.

Tocante al tema de la divulgación teológica, estamos en un momento interesante y peligroso: Por vez primera, un amplio público católico se acerca a la teología y lee y se forma con bastante interés. Lo grave y preocupante es que:

- se acercan sin un mínimo de estructura doctrinal capaz de asumir, distinguir y entender

- su aproximación, frecuentemente, se hace desde un medio deformado, anti-dogmático, pseudo-teológico y des-creyente; (el libro de Pagola es un ejemplo)

- muchos (¿la mayoría?) de los centros de formación donde se imparte esa instrucción a los seglares interesados suelen estar en manos de y dirigidos por elementos des-católicos, poco afectos a la ortodoxia e infectados (consciente o inconscientemente) de todos los virus del modernismo pre y post conciliar

Pagola, precisamente, escribe para este tipo de laico-medio, adultos con cierto nivel cultural pero adolescentes de conocimientos teológicos que no sabrían ni exponer ni explicar un credo cristiano mínimo. Este público recibe la obra de Pagola y la de otros autores con toda confianza, sin advertir

Pagola no es un gran autor. Pero tiene ciertas facultades, bastante apreciables, para exponer claro y conectar rápido; es un buen 'captador', versátil y ameno, no es pesado. Trata de temas sobre los que su auditorio (sus lectores) ya tiene hecho el oído, o bien escribe sobre cosas accesibles a una formación media, con estilo ligero y asimilable. Estas cualidades son muy agradecidas por un público no erudito que se siente docto en cuanto se lee un libro de un "teólogo famoso", bajo el equívoco de que un autor de tales materias debe ser forzosamente elucubrado y farragoso. El lector se sorprende gratamente cuando experimenta que lee, entiende, sigue el discurso y saca conclusiones conducido por la experta guía del autor del libro, que se gana con esto admiradores fieles, conversos entusiastas que aplauden, asumen y defienden después como mastines las tres o cuatro tesis que han sacado de su lectura.

¿Qué tesis? Alguna vez - me repito mucho - he dicho que Pagola & cía. representan actualmente una especie de neo-arrianismo post-conciliar-post-modernista. Exponen desde una supuesta "superación" del dogma según esa falsa tesis post-conciliar según la cual la Iglesia del post-Vaticano 2º innova la antigua cristología (y toda la teología) gracias a una compresión mejor en sintonía con las necesidades del hombre contemporáneo. Se obvia toda la teología-cristología tradicional y se enseña desde perspectivas dependientes de las últimas teorías y/o hipótesis sobre 'Jesús de Nazareth'; recalco este particular por su valor definitivo en cuanto que con la preferencia reductiva del nombre se reconoce implícitamente solamente al hombre Jesús, a la vez que se resiste a explicitar la confesión del Cristo profetizado-realizado y a la proclamación-reconocimiento del Verbo encarnado/hecho hombre. Es decir, se obvia la misma esencia del Cristianismo, que recibe propiamente la revelación definitiva desde el Misterio del Hijo Encarnado que nos revela al Padre y el Espíritu, Dios Uno y Trino, esencia del Credo del Nuevo Testamento y la Iglesia.

 En las obras de los autores de la nueva pseudo-cristología desaparecen las definiciones de los Cinco primeros Concilios Ecuménicos, que son los normativos tocante a la configuración del Credo Cristiano, sin cuyo reconocimiento no existe el mínimo necesario para la existencia de una fe, una confesión, una doctrina o una identidad cristiana. Quiero decir que en estos autores de la nueva pseudo-teología se esconde una ruptura gravísima que la jerarquía de la Iglesia se resiste a reconocer: Que ya no son cristianos, que han pasado a profesar un credo a-cristológico y a-trinitario y exponen un discurso meramente deísta cuyas referencias cristianas se reducen a un mínimo insuficiente, a veces sólo el reflejo de algunos postulados morales entresacados de una lectura-comprensión reduccionista de los Evangelios (los demás escritos del Nuevo Testamento se excluyen, generalmente, en cuanto suponen una absoluta negación de las tesis minimalistas de la "jesusología" a-cristológica de estos autores).

¿Cómo se ha llegado a esto? El proceso deriva, más o menos inmediatamente, desde la aparición del modernismo de hace un siglo, fines del XIX y comienzos del XX. Primero se dejó de comulgar con los dogmas, se abandonó la dogmática y se prefirió la exegética; siguió después el cientifismo aplicado a la Escritura; ahora, en un estadio ulterior consecuencia de los dos anteriores, prescindiendo del valor sagrado de los Textos, no se reconoce ni siquiera su valor histórico y, abandonada la crítica literaria de los Textos, se instalan con su cátedra en el método histórico-crítico.





Lo que nos deja estupefactos es comprobar cómo las mismas referencias de alguna altas instituciones cercanas al Magisterio han propiciado y alentado este estado de cosas. Así, por ejemplo, del documento Cuestiones selectas de Cristología (1979) publicado por la Comisión Teológica Internacional en 1979, bajo Juan Pablo II, entresaco los enunciados siguientes:

- ...El Nuevo Testamento no tiene por finalidad la de presentar una información puramente histórica sobre Jesús. Pretende, ante todo, transmitir el testimonio de la fe eclesial sobre Jesús

- ...Dentro de los límites de la investigación exegética es ciertamente legítimo reconstruir una imagen puramente histórica de Jesús o bien -para decirlo en forma más realista- poner en evidencia y verificar los hechos que se refieren a la existencia histórica de Jesús.

- ...Las investigaciones científicas sobre el Jesús de la historia tienen, ciertamente, un gran valor. Esto es particularmente verdadero para la teología fundamental, así como para los contactos con los no-creyentes...Un conocimiento pleno de Jesucristo no puede obtenerse a menos de tenerse en cuenta la fe viva de la comunidad cristiana que sostiene esta visión de los hechos. Esto vale tanto para el conocimiento histórico de Jesús y para la génesis del Nuevo Testamento, como para la reflexión cristológica de hoy

- ...Hoy en día es fructífero y necesario, en el campo de la teología dogmática, un retorno hacia el Jesús terrenal, dentro del marco más amplio que queda indicado. Es sumamente importante poner en evidencia las innumerables riquezas de la humanidad de Jesucristo, y más de lo que lo hicieron los cristologías del pasado

- ...La cristología debe asumir e integrar, en cierto sentido, la visión que el hombre de hoy adquiere sobre sí mismo y sobre la historia, en la relectura que la Iglesia procura al creyente

En el mismo documento, se entreveran otras afirmaciones que matizan, corrigen o subordinan algunas de estas afirmaciones:

- ...La identidad sustancial y radical de Jesús en su realidad terrenal con el Cristo glorioso, pertenece a la esencia misma del mensaje evangélico. Una investigación cristológica que pretendiera limitarse al solo «Jesús de la historia», sería incompatible con la esencia y la estructura del Nuevo Testamento, incluso antes de ser objeto de rechazo por parte de una autoridad religiosa magisterial

También se incluye un buen resumen de las definiciones de los Cinco Primeros Concilios, así como otras referencias fundamentales. Se advierte, empero, en todo el texto la participación en su redacción de diversas opiniones, tendencias, estilos, autores y fuentes dispares, con el resultado final de un documento del que se pueden deducir conclusiones contradictorias o equívocas. Algo demasiado habitual para ser mera casualidad.

En cierto sentido, paradójicamente, la obra por la que se ha abierto la investigación a Pagola es consecuencia de lo que la misma Iglesia Católica ha permitido y animado, o, incluso, ha expuesto ella misma, consecuencia de un magisterio que prefiere dejar abiertas las cuestiones antes que enseñar con solidez, garantías y autoridad, con la tradición doctrinal como referencia incuestionable y no, como da la impresión, con la novedad y la eventualidad de la hipótesis como tendencia escogida/preferida. Los frutos de la indefinición (consciente? deliberada?) son autores y obras como Pagola y su libro.


Sobre lo que ya se distinguía en su momento y lo que se vislumbraba como porvenir más o menos inmediato, el Magisterio condenó en el Decreto Lamentabili (Julio de 1907, dos meses antes de la publicación de la encíclica Pascendi de S. Pio X) una serie de tesis modernistas que atentaban contra la ortodoxia cristológica, estas:

27. La divinidad de Jesucristo no se prueba por los Evangelios; sino que es un dogma que la conciencia cristiana derivó de la noción del Mesías.

28. Jesús, cuando ejercía su ministerio, no hablaba con el fin de enseñar que El era el Mesías, ni sus milagros tendían a demostrarlo.

29. Puede concederse que el Cristo, que presenta la historia, es muy inferior al Cristo que es objeto de la fe.

30. En todos los textos evangélicos el nombre de Hijo de Dios equivale solamente al nombre de Mesías; pero de ningún modo significa que Cristo sea verdadero y natural Hijo de Dios.

31. La doctrina sobre Cristo, que nos enseñan Pablo, Juan y los Concilios de Nicea, de Efeso y Calcedonia, no es la que Jesús enseñó, sino la que sobre Jesús concibió la conciencia cristiana.

32. El sentido natural de los textos evangélicos es inconciliable con lo que nuestros teólogos enseñan sobre la conciencia y ciencia infalible de Jesucristo.

33. Para todo el que no se guía por opiniones preconcebidas es evidente que o Jesús enseña un error al hablar sobre el próximo advenimiento del Mesías, o que la mayor parte de su doctrina, contenida en los Evangelios sinópticos, carece de autenticidad.

34. El crítico no puede atribuir a Cristo ciencia ilimitada, sino en una hipótesis inconcebible históricamente y que repugna con el sentido moral, a saber: que Cristo, como hombre, tenía la ciencia de Dios y que, sin embargo, no quiso comunicar ni a sus discípulos ni a la posteridad el conocimiento de tantas cosas.

35. Cristo no siempre tuvo conciencia de su dignidad mesiánica.

36. La resurrección del Salvador no es propiamente un hecho de orden histórico, sino un hecho de orden puramente sobrenatural, ni demostrado ni demostrable, que la conciencia cristiana derivó poco a poco de otros hechos.

37. La fe en la resurrección de Cristo, en su origen, se refería no tanto al hecho mismo de la resurrección cuanto a la vida inmortal de Cristo junto a Dios.

38. La doctrina de la muerte expiatoria de Cristo no es evangélica, sino solamente paulina.


(Cfr Dz 2037-2038 ó Dz 2437-2438)

Resulta conmocionante comprobar cómo son estas tesis, precisamente, las que salen una y otra vez en las obras de los autores des-católicos, con la grave circunstancia de ser personajes bien considerados e incluso promocionados dentro de la Iglesia, ocupando relevantes puestos y encargos pastorales y académicos. El caso Pagola es uno entre tantos, sólamente una muestra que aflora gracias a la publicidad de su libro y del mismo autor en cuanto personaje muy conocido por otros conceptos. Pero repito que es sólo una muestra.

Si a casos concretos como este, obra y autor, se les atribuyen simpatias y coberturas de primerísimas instancias (el artículo de El Correo cita al Cardenal Gian Franco Ravasi y al Secretario de la mismísima Congregación para la Doctrina de la fe, el jesuíta español Mons. Luis Fcº Ladaria), la panorámica resulta no ya intranquilizante sino sombriamente inquietante, con las más negros barruntos planeando sobre nuestro juicio al respecto.

Así corre el tiempo, así está las cosas.




Las soluciones, con estos protagonistas como actores del drama, no se preven ni próximas, ni consistentes. Menos aun si se expone el asunto (véase el artículo de El Correo) como una contienda intra-eclesial con intrigas, influencias e intereses.

Hace poco, no recuerdo en qué articulete, escribí que es de temer que las componendas que buscan soluciones por aproximación de extremos y consecución de un 'medio' que contente a los implicados suelen tener como resultado temible que por evitar una herejía se pacte la proclama de una medio-herejía, con un resultado igualmente malo: La verdad no admite parcialidad, ni merma, ni medias tintas.

Ignoro en qué quedará lo de Pagola, un caso entre muchos, ya digo. Me preocupa más la Iglesia y los 'hombres de iglesia' que intervienen en estos asuntos en los que se debate la Fe. Y, por supuesto, el estado de afectación que sufra la Fe: De su integridad depende algo tan serio como la Iglesia misma y la salvación de muchos.



+T.

Aproximación a Sir Thomas More

No recuerdo bien cuando fue la primera vez que ví el famoso retrato de More pintado por el maestro Holbein jr. , el que se conserva y expone en la Frick Collection de New York. Es una obra documental de valor singular, por el retratado y por el retratista. Yo soy un adicto holbeiniano, desde los 15 o 16 años, compulsivo coleccionador virtual de su obra.

Esta mañana me han alegrado el día enviándome muy gentilmente (¡gracias!) el link a una estupenda página de la Frick con uan exposición virtual de la obra que permite aumentar con una resolución de primerísima calidad el cuadro de Holbein, apreciándose la maestría del pintor al captar la figura de St. Thomas.

Entren y vean y disfruten Uds:

Santo Tomás Moro retratado por Hans Holbein el joven, en la Frick Collection de N. Y.


+T.

Alrededor de una candela, velando en la noche fría, hasta que despunte el alba y las estrellas dejen el cielo al Sol...


Aunque no necesitaba
de pureza dar ejemplo,
dos palomas le llevaba
al sacerdote en el templo.

Dicen que son las palomas
la estampa de la pureza,
imagen del limpio amor
Y del querer con firmeza.

Si hasta el cielo volaran
las dos palomas
con su murmullo,
cuántas cosas dirí­an
de tu persona,
como un arrullo.

Eres la rosa bendita,
eres la blanca azucena,
eres nuestra Madrecita,
la que a todos cura
la maldita pena.


                                   (Del repertorio popular andaluz: Cantos Flamencos de Navidad)



Custos, quid de nocte?

Custos, quid de nocte?

...

Ex Voto




+T.

sábado, 29 de enero de 2011

Juana de Arco, secundum Benedictum

Su Santidad Benedicto XVI (¡que el Señor nos guarde muchos años!) nunca se sabe bien por dónde puede salir. El pasado miércoles, en la audiencia, ha hecho una loa con somera reflexión sobre Juana de Arco.




Que Jeanne d'Arc es Santa Juana, y patrona de Francia ya lo sé (y que se celebra el mismo día que San Fernando, el 30 de Mayo, curiosa coincidencia). También recuerdo que la beatificó Benedicto XV, un predecesor bastante apreciado por el Papa Benedicto XVI. Hasta aquí comprendo. Pero nunca he quedado del todo satisfecho con:

- las circunstancias de la canonización, tan tardía

- la valoración y las reflexiones que me hago sobre la Pucelle y su caso

Considero que hoy día sería inviable un proceso canónico de un personaje así. Aunque los hechos me contradicen absolutamente porque hace poco se consumó una canonización relativamente concomitante, que comenté en el blog:

Un santo antipático

El antipático Don Nuno tiene en su haber el arrepentimiento de su yerros y convertirse a una vida penitente, post eventum, purgando (supongo) lo de la batalla de Aljubarrota y sus violencias. Pero a Juana de Arco la prenden en plena Guerra de los Cien Años, uno de los mayores estragos que afligieron a la Cristiandad de los siglos XIV-XV (los otros dos fueron el Cisma de Occidente y la Peste Negra).

Una cosa es defenderse de una injusta agresión y otra intervenir y alentar una contienda entre cristianos. En este particular, no es apropiado distinguir/usar conceptos de "nación" o "pueblo" porque en aquella época, la baja Edad Media, son conceptos bastante indefinidos. En el fondo, la Guerra de los Cien años es un conflicto de reyes, de herencias, de dinastías, de derechos todavía feudales, poco relacionables con ideales de liberación o patriotismo.

Item más: Juzgando la historia y sus hechos, no se deberían considerar mejores los derechos del Valois Felipe VI que los del Plantagenet Eduardo III, los primeros protagonistas directos del conflicto. Tampoco eran mejores ni Carlos (futuro Charles VII), el delfín por el que lucha la Doncella, ni su antagonista, Enrique VI, un niño de ocho o nueve años. Ni los nobles señores de Francia eran mejores que los regentes que gobernaban Inglaterra. Incluso podría decirse que, política y militarmente, la balanza se inclina por la mejor gestión del conflicto por parte de los ingleses.

¿Por qué entonces la movilización (o la vocación) de Juana de Arco? ¿Cómo se justifica cristianamente hasta el punto des ser puesta como ejemplo por el Papa? ¿Ejemplo de qué y para quién? Me refiero a su decisión belicista. Insisto en que no es mejor el delfín Charles (Valois) que el pequeño rey Henry (Lancaster), ni valía - cristianamente considerado - más un partido que el otro.



Sólo me satisface la consideración de que la desastrosa guerra ocurría en territorio francés, con toda la secuela de penurias y violencias que una contienda lleva consigo. Sería una justa motivación querer librar a la gente de los estragos de la guerra y procurar la paz. Otra perspectiva me parece injustificable (tratándose de santidad).

Desde una óptica más compleja, mi providencialismo me lleva hacia otras reflexiones, posibles justificaciones de una hipotética historia ulterior. Me refiero a que la Inglaterra de ese siglo está ya muy infectada por la ponzoña de Wycliff, y que un siglo después de los hechos protagonizados por Juana de Arco estará reinando en Inglaterra (y quizá en Francia, de no ser por lo hechos desencadenados por Juana...???) Henry VIII Tudor, el consumador del cisma y la herejía anglicana. ¿Puede entenderse a Juana como remoto impedimento de que el desastre anglicano se hubiera extendido más allá??? (me explico, espero).

Del discurso del Papa entresaco estas citas:

- "Uno de los aspectos más originales de la santidad de esta joven es precisamente este vínculo entre experiencia mística y misión política."

- "Este proceso es una página desconcertante de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia que, según las palabras del concilio Vaticano II, es 'a la vez santa y siempre necesitada de purificación' "

- "La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana lleva a cabo en la caridad, por amor a Jesús. El suyo es un hermoso ejemplo de santidad para los laicos comprometidos en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles"

Sin necesidad de extrapolar estas palabras, su "uso" podría derivar hacia extremos peligrosos. ¿Se imaginan ustedes un caso "juana-de-arco" en el contexto, por ejemplo, de nuestras Provincias Vascongadas? ¿O en el Sudán que vive la tensión de la secesión y la emergencia de un nuevo estado cristiano en el Sur? ¿O en las repúblicas centroafricanas, en los conflictos inter-tribales de Ruanda-Burundi-Congo, con tantas implicaciones y referencias cristianas? O en cualquier punto de Asia, o de nuestra mucho más cercana Iberoamérica, todavía candentes los rescoldos de la muy peligrosa 'teología de la liberación'. ¿Se imaginan a un líder (o una lideresa) carismáticamente entusiasta, arrebatadoramente movilizador, con el fuego de la fe y el espíritu de la virtud alentando "guerras santas" de liberación y encendido patriotismo?

Por esta y otras razones implícitas me han extrañado tanto las palabras del Papa y su semblanza de Juana de Arco.

La santidad de Jeanne d'Arc, entiendo yo, no se manifiesta en sus momentos bélicos, ni en su caudillaje, ni en su patriotismo, sería una contradicción cristiana afirmarlo. La santidad de Juana se acrisola en el proceso inícuo que la vuelve de capitana en víctima sobre la que caen desquites y crueles venganzas, que se ceban en ella de la manera más culpable porque sus jueces no buscaban la justicia sino sólo la condena. Ante la dureza inexorable del implacable tribunal, Juana aparece sumamente vulnerable, expuesta fatalmente, sin más defensa que la que brota de su misma candidez inocente, tan patética como conmovedora. Es, precisamente, la parte que ha inspirado más sinceramente a los artistas (literatura y cine) que han versionado la historia de Juana la Doncella. La otra historia, la de la "doncella de Orleans", es otra historia.




A esta distancia, pienso que la beatificación y canonización de 1920 sólo se entiende en el marco de la tensión-distensión entre la Santa Sede y la Republica Francesa. A la misma distancia, sigo preguntándome por el efecto que dicha canonización causaría en el ánimo de los católicos ingleses (y en el de los no-católicos, también).

Volviendo al texto de la Audiencia, me parece desproporcionada y desajustada la comparación de Juana de Arco, tan circunscrita a su propia historia, con la gran Catalina de Siena (una figura de inmenso valor, con pocos - yo diría ninguno - personajes que puedan parangonársele; Catherina da Siena es una santa excepcional). Tampoco comprendo la citación de St. Thomas More, no veo ningún paralelo entre su caso y el de Juana de Arco, tampoco en su proceso, tan distinto en génesis, desarrollo y consecuencias.

Por otra parte, creo que se me nota bastante lo que me atrae esa época. Tengo delante de mis ojos las imágenes con las escenas del Bal des Ardents, la batalla de Crècy y la de Azincourt, la entrada de la Doncella en Orleans y la escena de Juana en la hoguera, las rebeliones de Etiènne Marcel y Jacques van Artevelde, las contiendas de Armañacs y Borgoñas, todas esas estampas vistas mil veces en las láminas de los libros de historia que me bebía cuando niño. Y también la terrible historia de Gilles de Rais, el mariscal francés, compañero muy querido de Jeanne d'Arc, el que después sería protagonista de una de las trayectorias personales más siniestras de toda la historia del crímen y la depravación. Y más cosas de todo ese fascinante tiempo que fascinaría al insuperable Johan Huizinga del Otoño de la Edad Media (otra de mis recurrentes lecturas).

Desde estas aficiones, soy consciente de cuántas impresiones mías, muy subjetivas, puedan intervenir a la hora de concluir en juicios, como algunos de los que hago en este articulete. No pretendo que convengan conmigo al 100%, pero si al menos que sintonicen con lo que llevo dicho. Lamentaría si esto lo leyera uno de mis amigos franceses y sacara una mala o equívoca impresión sobre la desvaloración que hago de la Juana de Arco guerrera y patriota.

Por eso he dejado para el final estas palabras de Bnedicto XVI que también cierran su exposición sobre Stª Juana, y que hago - estas sí - plenamente mías:

"Queridos hermanos y hermanas, con su luminoso testimonio, santa Juana de Arco nos invita a una medida alta de la vida cristiana: hacer de la oración el hilo conductor de nuestras jornadas; tener plena confianza al cumplir la voluntad de Dios, cualquiera que sea; vivir la caridad sin favoritismos, sin límites y sacando, como ella, del amor a Jesús un profundo amor a la Iglesia."

p.s. No se me va el detalle: ¿Adivinan ustedes quienes habrán exultado con la semblaza benedictina de Sainte Jeanne? Por supuesto, los tradicionalistas franceses, clérigos y fieles, que habrán sonreido, otra vez, a este "guiño" de Benoit. Y yo que me alegro por ellos (muchísimo).

Addenda:

- 1ª Digno de leer (no digo de rezar) y de ver la oración a Stª Juana y el youtube: Oración y procesión de Stª Juana.

- 2ª Esto sólo para esprits forts (abstenerse timoratos y bobo-católicos):
Las reliquias de Juana de Arco. Y un youtube sobre lo mismo.


+T.

miércoles, 26 de enero de 2011

Que le metan goles por todos sus orificios


Pues eso: Que le metan goles por todos los orificios y oquedades y hasta por los poros de su body y sus circunstancias. Totalmente. Hablo de esto que ha dicho este:

No estoy bautizado ni he hecho la Comunión

Y yo que soy cada día más radicalmente parcial tocante a las cosas serias y las importantes (y, de verdad, de verdad, hay una sóla cosa que importa --> Lc 11, 38-42), declaro que excluyo de toda simpatía a ese pagano de elección, ese mamarracho con botas.

¿Rezar por el petardo? Recen ustedes, si quieren, que yo tengo casos y cosas y gente más importantes para rezar. Todo lo más, admito que se le meta en el común de la rogativa por la conversión de los infieles. A ver si le arrean un balonazo hiper-traumático y se convierte.

Coda: Me suele decir mi madrina litúrgica que se atraen más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre, y yo suelo responderle que para qué querrá nadie una saturación de moscas.

Pues eso.

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