lunes, 24 de diciembre de 2012

El Burro que lleva a Dios



 
'El burro que lleva a Dios' es una obra de William Kurelek, un artista canadiense que aparece algunas veces en catálogos de pintores particularmente sensibles a algunos temas, de inspiración muy original, con una muy personal vis artística. Kurelek fue esquizofrénico, paso parte de su vida ingresado en hospitales psiquiátricos; en uno de esos perìodos empezó pintar y expresar su desconcertado pero maravilloso mundo interior.

Se convirtió al catolicismo y en un gran artista católico, mitad naif, mitad expresionista

Hace un año, en 2011, montaron una exposición monográfica que me hubiera gustado ver. En esta página hay una buena selección de obras y una nota biográfica.

Una de sus obras más conocidas fue la serie de ilustraciones de Navidad, publicada bajo el título de A Northern Nativity , con estampas imaginadas en paisajes y escenarios ambientados en el Canadá de los años 60-70

La ilustración con la figura del borrico portando un tabernáculo con el Sacramento se publicó a fines de los años '60 como una tarjeta de felicitación navideña para el apostolado de la Madonna House; en el interior del díptico, aparecía impresa esta cita de Catherine Doherty:



"En mi pensamiento, el burro que lleva a la Virgen de Belén tomó otra forma: Era un animal mudo que portaba a la Palabra y al llevar a la Virgen que lleva a Dios, por lo tanto él era también el portador de Dios. Sus campanillas fueron las primeras campanas de la iglesia , y María fue la primera iglesia, el primer tabernáculo de Cristo."



La fe, que es luz, nos hace penetrar y captar todo luminosamente. Todos los seres, todas las criaturas que sirven al Señor y participan en/de su Misterio, todas le alaban, todas cooperan con la obra de salvación del Redentor.

En la ilustración de Kurelek aparecen las estrellas del firmamento sobre el cielo oscuro, la tierra pedregosa y árida, la sombra del asno proyectada sobre un retazo de suelo nevado. El animal camina al paso, despacio, humilde y manso, con una especie de grave consciencia de ser el portador del Misterio, a cuya contemplación y adoración son convocados todos los seres, terrenales y celestiales.

Pero en la estampa no aparecen seres inteligentes, ni hombres ni ángeles, que no se ven, o que no están. Tampoco el Misterio es evidente: Es Sacramento, el Sacramento del Enmanuel/Dios-con-nosotros, llevado a lomos de un borriquillo, pasando por enmedio del mundo, al encuentro del caminante que lo encuentre.

In principium erat Verbum ...

Al principio de todo, antes que todo, existía la Palabra; y la Palabra se hizo carne y sangre, se hizo alma, se hizo hombre, y vivió entre nosotros, con nosotros: Pero vino a los suyos y los suyos no Le recibieron...


La Sabiduría Increada apareció entre nosotros con la forma inocente de un Niño, fue adorado y creído por unos pastores, ignorantes y simples; junto al pesebre donde reclinaron su cuerpo de recién nacido, una mula y un buey le reconocían, misteriosamente sapientes, casi místicos, dos irracionales formando escena con un coro de Àngeles que proclamaban gloria a Dios y paz a los hombres.

El Belén, el Misterio, se compone con muchos seres, unos de lo alto, otros de muy abajo, todos necesarios para que todo fuera real, verdadero, verdadera historia de salvación, tabernáculo para el encuentro y la comunión con Dios hecho Niño, Emmanuel, Dios y Hombre verdadero para los hombres de buena voluntad.

O Emmanuel !


+T.