lunes, 10 de septiembre de 2007

Gimnasia


Me ha fastidiando el desajuste de mi horario particular para seguir las retransmisiones de los Mundiales de Gimnasia. Un reloj en Stuttgart y otro en Sevilla, no deberían estar tan desacompasados.

Lo contrario que los formidables gimnastas, todo armonía de física y movimiento. A la potencia corporal del atleta, el gimnasta añade agilidad sincronizada y una más estética expresión corporal, con notas de un estatismo más logrado que en las pruebas atléticas de fuerza y velocidad.

Son cuerpos desenvolviéndose en la superación tridimensional del espacio, modelándose en el aire, liberando formas de potencia y volumen de armónica capacidad expresiva, expresión de dominio orgánico.

Yo nunca hice bien la gimnasia, uno de mis infantiles tráumas que sabe Dios qué lesiones me habrá dejado en la complicada e impresionable psiquis. Quiero decir que fuí enclenque, timorato y patoso para todo lo que fuera deporte, desde la elemental gimnasia del parvulario hasta la temida gimnasia del bachillerato, asignatura que me aprobaban por gratia gratis data, casi milagrosamente. Por eso, quizá, admiro y disfruto más viendo saltos y ejercicios de potro, caballo, plinto, barra, anillas, paralelas, suelo...

También me atrae la individualidad casi heróica de este tipo de deportes, tan diferente de los de equipo. Los retos y la superación de marcas personales se desenvuelven en un plano de concentrada interiorización, a veces dramáticamente evidenciada en la misma ejecución de las pruebas, con el gimnasta expuesto al público en la soledad de su propia capacidad y fuerza. Cada vez que salga a la palestra será no uno entre otros, sino el sólo vencedor o el único vencido.

Y con una inclusión del espíritu más clásico que enseñaba el ideal de la armonía entre mente y cuerpo, dominio interior y fuerza externa, imperar desde dentro y vencer fuera, sin que aflore al rostro la tensión penosa del esfuerzo en la prueba.

Αταραξία , llamaban los griegos a algo parecido a eso que logran y transmiten los gimnastas desde Stuttgart. Los medios, entre los "deportes de masas" y su publicidad, apenas lo cuentan.


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