lunes, 9 de febrero de 2009

Ejecución por omisión

Decir "Eluana ha muerto" es un eufemismo descomprometido. Una persona incapaz a la que se le priva de los mínimos vitales necesarios, no "ha muerto". Dígase crudamente que ha sido sentenciada a muerte, y ejecutada por omisión.

Una modalidad de ejecución que ya tiene más de una víctima, y tendrá más. La Europa que hace causa política contra la vida y a favor de la muerte arbitrará en sus parlamentos leyes que permitan esas ejecuciones por omisión. Una macabra novedad que los partidos de la izquierda sin moral y los partidos de la derecha exentos de todo compromiso moral presentarán como una "medida de progreso" o un logro para mejorar la calidad de vida (y de muerte).

El fracaso de nuestra occidentalísima sociedad-cultura (liberal-democrática o social-demócrata, es lo mismo) es patente. Y trágico. A la base, la derrota (buscada, planeada, deliberada) de la familia como institución primera, fundamental e insustituíble. Me parece evidente: Casos como el de Eluana y los otros que han sido y los que luego vendrán son un testimonio patético del fracaso de la familia, incapaz (incapacitada) para "gestionar" su sustancia, que es la vida. Las familias de Occidente se han hecho (se están haciendo) y se han configurado incapaces para la vida (y para la muerte).

Una sociedad hedonista y consumista nunca será una sociedad responsable de la vida, para la vida. El decurso histórico de un falso y degenerado concepto de la libertad y el individualismo conjugado con los restos ideológicos del marxismo anti-humanista, concluyen en una praxis monstruosa que reconoce y concede derechos al mal mientras veta y limita las posibilidades y recursos al bien.

La Italia que se ha motivado en pro o en contra de la vida de Eluana es un capítulo de una serie trágica que continuará. Si no somos capaces de reaccionar y sustituir/renovar, el patético fin de Eluana será el nuestro y el de los nuestros.

También ha fallado el amor al prójimo, y ha ganado el amor propio del egoísta disfrazado de filantropía compasionista. Más que evitar el sufrimiento del enfermo, lo que se busca es no complicar con sufrimientos ajenos la vida de los sanos. Nunca lo reconocerán, pero es eso.

Los bienpensantes, ahora, pedirán silencio, "respeto" del dolor. Un dolor que se ha resuelto deliberadamente en muerte no puede ser llorado, es verdad. Sería una hipócrita pena, un luto falso.
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A los que clamamos por la vida, sin embargo, nos gritarán como de costumbre, con el gesto estentóreo del que acusa con rabia porque no se atreve a mirarse en conciencia. La conciencia de los inmorales se vuelve un pozo muy hondo donde la luz no llega para poder reflejar nada. Pero de su pozo oscuro sacan tiniebla apara arrojarla sobre el mundo.


Qué duda cabe que el mundo se vuelve más oscuro cada vez que le quitan derechos a la vida y se los conceden a la muerte. ¿O es que caben dudas sobre esto?


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