lunes, 9 de junio de 2014

Asís en comprimido/cápsula


Que el Papa de Roma pase la tarde del Domingo de Pentecostés plantando un olivo con el Patriarca constantinopolitano, el presidente israelí y el presidente (virtual) de Palestina (virtual) es algo inquietante, patético, aburrido, por muchas razones, entre otras por el pobre y manido simbolismo del acto, tan multiplicado y protagonizado, passim, por cualquiera. Hasta el más peleón guerrero ha debido plantar alguna vez un olivo en simbólica acción no-creíble pero deglutible por las tragaderas del mundo, anchas y profundas.

Pero esta plantada de olivo ha sido especialmente insufrible por sí misma, en sí misma, por haber tenido que presenciar al Papa, al metropolitano bizantino y a los otros dos echando paletadas de tierra a la estaca de olivo, una escena nunca vista, entre la solemnidad de un ceremonial ad casum y el ridículo de su ejecución.





De los besos francisquistas, los tres sillones co-iguales y la 4ª sede separada/cismática, no diré nada. De que Bartholomeos parecía la sombra inoportuna que se cuela en el proscenio, tampoco diré rien, que los bizantinos, ya se sabe, son muy quisquillosos y arman un cisma por un -que.

Lo que sí diré es que al Santo JP2º le hubiera encantado la ocurrencia, tan proclive como era a la dramaturgia.

Al fin todo ha sido como una pildorita, un comprimido, una cápsula de Asís, con menos religiones, pero con similar lectura. Y PP Franciscus como triunfante anfitrión, próximo (congruentemente) candidato al Nobel de la Paz, incluso pudiera ser que postularan al trío completo (perdón, al cuarteto, que ya se sabe lo susceptibles que son los bizantinos).

El que esto escribe, sin estacazo de olivo ni nada, reza por la paz en los Santos Lugares, simplemente.

Total, una tarde de Pentecostés muy bien aprovechada. Menos mal que el nuevo estilo francisquista nos aporta estas escenas tan motivadoras, que el mundo agradecerá en lo que valen.

Ea, pues.Vamos a otra, a ver qué viene ahora.


+T.