martes, 5 de abril de 2011

Filo-lefebvristas en el disparadero (5º asalto iraburita)


Iraburu amenaza con 7 artículos (ya lleva 5). Me han dicho que se justifica diciendo que la septena en la Biblia significa la perfección. Me extraña que a la vejez se haya vuelto biblicista con fuego en la pluma, como si se hubiera auto-endosado la potencia aniquiladora de un ángel castigador (bíblico). Y todavía me extraña más que parezca aspirar a la perfección no por la calidad de lo que expone, sino por acumulación de articuletes, siendo, entiendo yo, todo lo contrario, por lo menos en la serie articulera, de la que podría decirse que hoy peor que ayer pero menos que mañana.

Y del autor en tanto que autor, quasi lo mismo: El ex-cabeza visible de la ortodoxia hispana (a partir del 1er. articulete de la serie cayó irremisiblemente del pedestal) se empeña en atacar y herir al miembro sano, el miembro más sano, la pars sanior de la Iglesia Católica (bis: léase esta última parte de la frase otra vez: "...se empeña en atacar y herir al miembro sano, el miembro más sano, la pars sanior de la Iglesia Católica"). Así.

El discurso iraburita, ya agotado desde la 1ª entrega, se repite e insiste machaconamente en lo cismático. Una insistencia cargada de prejuicios negativos contra la FSSPX que obvia otros cismas de hecho (suponiendo que el caso de la FSSPX sea cismático, que no lo es). En la Iglesia actual, se podría decir (y yo lo digo), se sufren cismas por comisión y por omisión. Me explico:

- un cisma por comisión entiendo que sería cuando se nombran o se mantienen obispos manifiestamente desafectos al dogma católico; de entre ellos muchos (casi todos?) de los pertenecientes a determinadas congregaciones religiosas, generalemente en diócesis de misión. Citaría, por ejemplo, a nuestro Nicolás Castellanos, o el mitificado Casaldáliga, o ese que ha salido a relucir hace poco con escándalo declarándose pro-abortista filantrópico, el tal Juan Godayol, y los demás como ellos. Cada vez que se ha nombrado, se ha mantenido y/o no se ha sustituído y/o penado canónicamente a uno de estos 'prelados', se ha cometido, de hecho, un cisma interno que afecta a la integridad de la Iglesia Católica.

- un cisma por omisión sería (y cito el caso por parecerme un ejemplo claro del concepto) el ocurrido hace un par de años en Austria, cuando la jerarquía del país con el presidente de la C.E. el Cardenal Schönborn a la cabeza, se niegan a aceptar el nombramiento del nuevo auxiliar de Linz, Gerhard Wagner, obligando a la Stª Sede a ceder a sus presiones y revocar el nombramiento del obispo electo. Situaciones como la de Austria se repiten en diverso grado, con parecidas tensiones, en otras partes, con más o menos reconocimiento y/o publicidad. De hecho, significan un cisma interno que afecta gravemente a la autoridad de la Iglesia, en cuanto se la niega, o se la impide, o se la frena.

Un tema este, el del disenso y la descomposición interna de la Iglesia, que Iraburu ha tratado ampliamente, ya sea en ensayos particulares, ya passim en otras obras publicadas. Por ejemplo, en su ensayo Infidelidades en la Iglesia, habla de los graves casos de disidencia post-conciliar y también de las reprobaciones oficiales que califica como "tardías, débiles o inexistentes". Sic.

En esa misma obra Iraburu habla de un triple modo de servir a la verdad:
1º-predicar la verdad 2º-defenderla de los errores contrarios, y 3º-reprobar eficazmente a los maestros del error.

En conciencia, en su conciencia sacerdotal, como hombre de Iglesia y teólogo, sinceramente, de verdad y con la mano en el pecho: ¿Se atreve a sostener Iraburu que la FSSPX no predica la verdad católica, no defiende esa verdad de los errores, no se opone eficazmente a los que egendran y difunden esos errores?

Por contra, el llamado 'cisma' de los lefebvristas resulta ser una sólida concentración de identidad e integridad católicas dentro de un agitado espacio de desintegración y división intra-católico. A veces tan alarmante (constatemente alarmante) como la última noticia que acabo de recoger, unos artículos del hoy Cardenal Ravasi en los que soltaba herejías como esta:

"...Sono da evitare due estremi:
1) credere che Gesù risuscitò Lazzaro da morte, nel modo e nei particolari descritti da Giovanni; 2) che lʼintera storia è una pura invenzione dell'evangelista"

(Es un comentario a propósito del milagro de la Resurrección de Lázaro; Ravasi escribe que habría que evitar dos extremos: 1º) creer que el Señor resucitó a Lázaro de la muerte de la forma y con los detalles descritos en la narración de San Juan y 2º) suponer que toda la historia es una pura invención del evangelista. Como se ve, Ravasi opta por una 'via media' que no dice ni sí ni no sino todo lo contrario, exponiendo un discurso ambiguo que disuelve el Evangelio. Lo gravísimo es que respecto a la Resurrección del Señor opina y enseña algo por el estilo. Y con esas ideas, con esos méritos, llegó a ser nombrado primero obispo y luego cardenal)

Con la Iglesia sumida en este estado de confusión y con una Jerarquía en la que caben personajes como Ravasi, resulta paradójico que se combata y rechace desde una pretendida responsabilidad católica aquello que representa y mantiene actualmente lo más genuina y contrastablemente católico. La FSSPX no ha perdido ni un punto del catolicismo que se ha ido demoliendo de forma constante desde la clausura del Concilio Vaticano IIº hasta el presente. Todo lo que se ha perdido, desde la teología a la pastoral, la espiritualidad y la moral, la eclesiología y la misión, la conciencia y la identidad, todo se mantiene y atesora celosamente, como un precioso don, dentro de la FSSPX: Un espejo donde la Iglesia se mira y descubre (traumatizada? avergonzada? estupefacta?) su propia imagen-identidad-conciencia perdida y/o deformada.

Me pregunto cual será el tipo de reacción que experimentará Iraburu cuando se mida con los sacerdotes y los miembros de la FSSPX, si estupefacción, si vergüenza o si shock traumático. Si no sintiera, sería porque ha perdido aquello de lo que presumía, la sensibilidad católica que hasta hace poco parecía ser su santo y seña. Quizá por eso ataca ahora, disparando a la diana más católica, como una especie de él sabrá qué tipo de extraña catarsis.


No sé si será consciente de que al atacar (y ya van cinco arremetidas y amenaza siete) adopta las trazas del enemigo, de uno de esos a los que he llamado cismáticos por comisión u omisión, que no están penalizados canónicamente, pero que de hecho son una pena interna para la Iglesia, a la que desintegran y desarticulan infectándola con sus desviaciones contra-católicas. Triste decadencia la de Iraburu, pasar de ser campeón católico a cripto-aliado vergonzante de los peores enemigos intra-católicos, esos que él mismo denuncia (o denunciaba).

Somos (me considero) una generación posterior a los hechos, y juzgamos los episodios pasados con otros referentes actuales. Por ejemplo, nos resulta patente la devaluación flagrante y acelerada del pontificado de Juan Pablo IIº post mortem. El caso de su próxima (y precipitada) beatificación ocurre en medio de la descomposición de una memoria que será más relativizada en cuanto vaya quedando más patente la insustancialidad de un pontificado y la gravedad de los hechos acaecidos en su transcurso, ya fueran consentidos, ocultados o ignorados. El entusiasmo de los adeptos se verá cada vez más contrastado por las evidencias. Desgraciadamente.

Al mismo tiempo, desde entonces al presente, ha ido confirmándose y resaltando la solidez de la FSSPX, cada vez más valorada por quienes profesamos (¡queremos profesar!) el Credo católico de todos los siglos con una conciencia católica sin merma, sin confusiones, sin desviaciones doctrinales, sin nocivas promiscuidades, sin contradictorias mixtificaciones, sin incompatibles añadidos.

Ignoro la etiología exacta de ese mal que afecta a los que ven enemigos donde deberían ver garantes. Espero que sea una fiebre pasajera, y que no les deje secuelas irreparables en la recta inteligencia y la buena voluntad.

A pesar de que ya van cinco arrechuchos (y se anuncian dos más).

+T.