domingo, 26 de junio de 2011

Una Jerarquía dudosa

Esta mañana leí con un inquieto desagrado la noticia en el blog de Andrea Tornielli: Las palabras del Cardenal sobre las 'mujeres sacerdotes'. Después leí la entrevista tal cual ha sido publicada en la prensa portuguesa, hace unos días: El Cardenal-Patriarca dice que las ordenaciones de mujeres llegarán cuando Dios quiera. A las pocas horas, una de las páginas oficiosas del des-catolicismo español publicaba la noticia, con subrayados: El Patriarca de Lisboa dice que no hay razones teológicas para excluir a las mujeres del sacerdocio.

Esa misma web de noticias sacaba también hoy unas declaraciones del mismo estilo de la escandalosa Teresa Forcades, la benedictina proabortista, que ha publicado un libro sobre 'teología feminista' en el que sostiene tesis como esta, que aparece como titular del artículo: No es Dios quien prohíbe a las mujeres el acceso al sacerdocio.

Que la Forcades diga eso, se supone. Como se suponen mayores y peores aberraciones que probablemente pajarearán por la mente perversa de esta pseudo-monja, un baldón para su comunidad (me temo que tan degenerada como la propia Forcades) y una prueba más de la nula voluntad de la Jerarquía para penar canónicamente el disenso inmoral y la afirmación y difusión de doctrinas heterodoxas. La Forcades hace ya años que debería haber sido amonestada, juzgada y exclaustrada. No se ha hecho, no se hace, y la corruptora, con su hábito y su soberbio predicamento, campa a sus anchas, violando conciencias e infectando su entorno.

Lo que no se espera uno es que un Cardenal de la Santa Romana Iglesia diga, matenga y difunda especies tan nocivas, falsedades tan perniciosas y doctrinas tan profundamente anti-católicas. Si la Forcades debería estar despachada con pena canónica, el Patriarca de Lisboa debería haber sido depuesto de su sede ipso facto, y haberle obligado a renunciar a la púrpura y el capelo. Que ni una cosa ni la otra ocurran, es prueba de la enorme y enfermiza debilidad de nuestra Iglesia y de su Jerarquía.

Lo que dice el Cardenal Policarpo atenta contra una doctrina fundamental de la Iglesia, pues al afectar al sacerdocio sagrado y su esencia, toca a todo lo que del sacerdocio depende: el magisterio y la custodia del Depositum Fidei, la garantía de la sucesión apostólica y las funciones sagradas de regir y santificar. Pensar en una alteración fuera de todo orden recibido y transmitido, supone una descomposición real del Orden Sagrado tal y como Cristo quiso constituirlo y su Iglesia lo ha mantenido por reconocida e inmutable voluntad de su Fundador.

En las palabras del insensato Patriarca lisboeta, tal y como se recogen en la desafortunada y escandalosa entrevista, se entiende que el prelado banaliza la misma voluntad de Cristo al dejar entender que la tradición del sacerdocio neotestamentario es algo dependiente de circunstancias propias de la mentalidad y los usos del aquella época (la de Cristo), pero no fundamentado en la explícita y definitiva voluntad de Dios. Dicho con las mismas palabras del Emmo. Policarpo, 'el sacerdocio de la mujer llegará cuando Dios quiera'.

Al mismo tiempo, con un desdén otra vez escandaloso (escándalo es la inducción y/o incitación al mal y al pecado), desprecia uno de los actos magisteriales más claros y de más peso (quizá el que más) del pontificado de Juan Pablo IIº, cuando definió que la iglesia no había recibido de Cristo ni tiene (ni tuvo, ni tendrá) la potestad de conferir el Orden Sacerdotal a las mujeres. Repito que la perversión y el daño de las declaraciones del Cardenal Policarpo son inauditas.

Al paso del escándalo y teniendo en cuenta el bajo relieve relativo del prelado en cuestión (un arzobispo sin especiales méritos, con los 75 cumplidos, un cardenal de cuota nacional, sin más reconocimiento que el debido a su cargo), nos preguntamos cuántos miembros del Colegio Cardenalicio compartirán las erradas opiniones expresadas por el Cardenal Policarpo.


¿Aventuramos una lista? ¿En quiénes piensan Uds.? ¿A quién incluirían? ¿De quién sospecharían? A ver...Martini ya no, porque a efectos de cónclave ya no cuenta; ¿Schonborn? ¿Lehner? ¿Ravasi? ¿Maradiaga? ¿Kasper? ¿Vingtrois? ¿Algún español? Ya he dicho alguna vez que no soy adicto a los listines de los prelados, que no llevo cuenta salvo de unos pocos, los más vistos y oidos. Por eso no puedo jugar con muchos nombres. Pero me consta que cada uno de estos que he nombrado tiene sus compadres (dicho sea con la mejor intención conceptual).

¿Se imagina estas fuerzas, estas influencias, estos purpurados de opinión como la de Policarpo reunidos en Cónclave? ¿Y si saliera un elegido con la misma o parecida doctrina de Policarpo? Todo es posible, todos los que estén serán elegibles. Todos.

Nunca imaginé en boca de un cardenal palabras tan necias y malignas como las dichas por Policarpo. Si las ha dicho, se supone que no son fruto de la improvisación, sino que han estado rumiándose, tomando cuerpo de idea, de opinión.

Junto con la abolición del celibato, la reivindicación del sacerdocio femenino es una de las notas más características del des-catolicismo. Yo pensaba que la amenaza más próxima sería el ataque contra el celibato clerical. Pero las indecentes declaraciones del Patriarca lisboeta han encendido todas mis alarmas, en el sentido de que el mal que acecha es más profundo y está más cerca.

Oremus!

+T.