miércoles, 18 de julio de 2012

Un amado hermano mayor, hijo de Sión, actuando con sensibilidad interreligiosa


A veces, entre la hojarasca confundente, asoma el leño puro y duro de la realidad. Como en este caso: Congresista israelí rompe y tira a la basura un ejemplar del Nuevo Testamento ;

aquí otra versión de la misma noticia

Confieso que eso mismo es lo que hago yo cuando me encuentro propaganda indeseable de sectas nocivas. Pero yo no soy diputado, ni alardeo en público de mi repugnancia, ni lo grabo en vídeo, ni me hago fotos interim. Tampoco soy un ocupante político-militar de un estado privado de sus derechos fundamentales por la opresión directa e indirecta de otro estado que profesa el insostenible credo político del exclusivismo mono-nacionalista, ocurriendo todo esto en el enclave geo-estratégico más sensiblemente peligroso del área Mediterráneo-Próximo Oriente.

Mientras rompía furibundo el Nuevo Testamento, el feroz indignado de kipá y gesto duro se ha acordado - un brote de memoria histórica made in Sion - de nuestra Santa Inquisición, curioso recuerdo, si de violencia y represión se trata, viviendo, como vive, entre el Líbano martirizado y la Gaza híper-atormentada. Cualquiera de los dos sangrantes escenarios le hubieran podido servir de ejemplo ilustrado si hubiera querido denunciar la actualidad de la sangre-dolor-lágrimas motivados por el odio y el fanatismo de hoy mismo, sin tener que recurrir a una historia de hace cinco siglos.

Pero lo más chocante es que el odio del energúmeno se ensañe contra el Nuevo Testamento, que son 4 Santos Evangelios más 23 Libros Santos que revelan el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. En estos Santos Textos, los más sagrados de la Biblia, los más venerables del mundo, la Víctima es el Hijo de Dios, y luego los perseguidos por su causa. Recurriendo a una paradójica acusación/confusión, el que se reconoce implícitamente como sucesor de los victimarios, abomina contra el Libro Sagrado por ser lo que es, el documento fundamental del Credo cristiano.

Si a los incautos propagandistas bíblicos (no-católicos) que han mandado a los diputados israelíes los ejemplares del NT habría que recordarles la cita de Mt 7,6 , a los entusiastas que sueñan con la Nostra Aetate debajo de la almohada habría que aggiornarles la prospección de los signos de los tiempos con estos sólidos incidentes que son pedradas de dura actualidad.

Mi respeto y admiración por la Santa Inquisición histórica no me lleva al delirio desatinado de pretender recuperarla para el siglo XXI. Por eso me extraña verla recordada por un vengador radicalizado que trasluce maneras de potro y hoguera.


Me dan miedo estas páginas de actualidad protagonizadas por imanes y rabinos de colmillo retorcido y lengua de metralleta, unos y otros, a cual más encanallados en la intención y la (temible) acción. Me dan horror.

Y me causa tristeza que el NT se vea como enemigo y sea odiado. Seguro que el rabioso Ben Ari no lo ha leído nunca (y si hubiera leído algo me preguntaría qué leyó y qué habría mal-entendido).

Por su parte, cada vez que sale a relucir uno de estos episodios de amarga realidad sin costra de azúcar, me admiro del entusiasmo iluminado de los Padres Conciliares que se decían atentos y abiertos al mundo.

No sé qué mundo verían, pero el mundo al que dirigían sus declaraciones y proclamas dudo que fuera el mundo real-real, el que habitan Ben Ari y todos los de su especie que en el mundo son (desde La Meca a Estambul, desde Nepal a Saigón, desde el Ártico al Antártico, el hemisterio boreal y el austral, quiero decir).

+T.