viernes, 13 de noviembre de 2009

Cerda lavada, en el fango se revuelca


Aunque algunos no lo sepan, es Palabra de Dios; una de esas sentencias “incómodas” que salen passim en la Escritura. Pero no es una cita del duro Viejo Testamento, sino que es una cita que viene en el Nuevo, en la Epístola IIª de San Pedro, una de las pequeñas joyas de Nuevo Testamento. La cita completa es:

“…melius enim erat illis non cognoscere viam iustitiae quam post agnitionem retrorsum converti ab eo quod illis traditum est sancto mandato; contigit enim eis illud veri proverbii canis reversus ad suum vomitum et sus lota in volutabro luti…/…más les hubiera valido no haber conocido el camino de la justicia que, una vez conocido, volverse atrás del santo precepto que le fue transmitido. Les ha sucedido lo de aquel proverbio tan cierto: «el perro vuelve a su vómito» y «la puerca lavada, a revolcarse en el cieno» IIª Pe 2, 21-22.


¿Y a qué viene esto? ¿Por qué lo digo? ¿Por quién? Pues miren ustedes: La santa y desvergonzada cita de la IIª de San Pedro se me vino a la cabeza cuando me enteré del “escándalo” de nuestros políticos-as (todos-as) cuando se enteraron de las declaraciones de Mons. Martínez Camino.

Se le tenga o no se le tenga simpatía a Mons. Martínez Camino, ha dicho lo que tenía que decir. Otra cosa será que lo ponga en acto y no lo deje sólo en potencia. Quiero decir que a ver quién es el primer Obispo español que le niega los Sacramentos a un político abortista cuando llegue el caso y oportunidad. Que no sé si llegará, porque nuestros políticos no son muy aficionados a los Sacramentos, lamentablemente.

Pero hay alguno que sí, que sí aparece por Misa y hasta alardea de “catolicidad” militante. Por ejemplo el presidente de las Cortes, Don José Bono, el ex-presi manchego (y castellano). Pues es sabido que Pepe Bono se ha endosado el sayo de “católico oficial pesoero” como en sus dias lo fué Peces, cuando Felipe G. El presi de las Cortes de Zp es un católico que pregona su catolicidad “excéntrica", “inconformista", “extraoficial". Todo eso a la vez que le gusta el boato ceremonial y casa a la prole con ringo-rango y postín y hasta con telegrama de Bendición de Su Santidad y todo, me atrevería a decir.

Por eso me pregunto: ¿Le negarán la Comunión a Don Pepe Bono? Y si se fuera a confesar ¿le exigirían la retractación pública de su voto pro-abortista antes de darle la absolución???

Pero demos un paso más, movamos un peón más en el hipotético tablero: ¿Y si se tratara de un ppero abortista? Porque como las meigas, haberlos háylos. Y muy señalados y señaladas, ellos y ellas. No han “votado” pero votaría con ganas. Y aunque no hayan votado positivamente una ley pro-aborto, sí han mantenido una legislación abortista plenamente vigente y sin hacerle ni un retoque, ni una enmienda. Al contrario.

Es decir, explicándome y preguntando: Si es Aznar el que pide Sacramentos, ¿se le darán? ¿Y si se tratara de alguno-a de sus ex-ministros-as de sus Gabinetes? ¿Y si es un diputado-diputada ppero o ppera de aquellos 8 años de gobierno?

Como soy monárquico (con matiz) no sigo preguntando por posibilidades de más grado, Uds. me comprenden. Pero ahí pudieran estar, todas las posibles custiones, preguntas y dudas al respecto en torno a “trono y altar".

¿Qué pasará? O ¿qué no pasará ni ahora ni luego ni jamás?

Con la cita de la cerda lavada y re-enfangada, también se me ha venido a la cabeza el episodio histórico de cuando San Ambrosio le negó la entrada a la Catedral de Milán al Emperador Teodosio. Más positivamente cristiano que Constantino, Teodosio fue el que declaró al Cristianismo religión oficial del Imperio, y se encargó de ir liquidando, en cuanto pudo, los resíduos del paganismo que todavía quedaban. Pero Teodosio, como todo “poderoso” sujeto a sus pasiones, se infatuó ensoberbecido y cometió un horrendo crímen, un “crímen de estado", podría decirse: Hubo una revuelta social en Tesalónica que levantó a los tesalonicenses contra el poder imperial, por una leyes y unas carestías etc. Lo de casi siempre; y Teodosio sofocó severamente la rebelión con una extrema crueldad, llegando a masacrar a más de 5.000 personas, todas pasadas por las armas de las legiones que mandó el emperador para aplastar la protesta. El sangriento hecho se supo pronto, impresionando a todos los ciudadanos del Imperio.

Algún tiempo después de los hechos de Tesalónica, Teodosio se estacionó con su corte en Milán, una de las capitales secundarias del Imperio. Era a la sazón Obispo de la metrópolis el dulce y carismático Ambrosio, una de las lumbreras de la Jerarquía católica del momento. El Domingo, cuando Teodosio se dirigió con su cortejo a la Misa, San Ambrosio le salió al paso en las gradas de la catedral y le impidió el paso, echándole en cara la sangrienta matanza de Tesalónica:

- “¿Con qué ojos miras el templo del Señor, que es Señor de todos y también Señor tuyo? ¿Cómo te atreves a pretender hollar con tus pies este santo pavimento? ¿Cómo osarías tocar nada con esas manos que chorrean sangre y proclaman tu injusticia? ¿Cómo puedes llevar tu audacia hasta el extremo de intentar tocar con esa boca tuya que mandó criminalmente derramar tanta sangre, el cáliz de la sangre santísima del Señor? ¡Anda! ¡Vete! ¡Aléjate de aquí! No se te ocurra aumentar la perversidad de tu pecado anterior con un segundo pecado de sacrilegio. Acepta esta humillación a la que hoy el Señor te somete, y utilízala como medicina que pueda devolver la salud a tu alma”


Así hablaban antes los Obispos a los Emperadores. Todavía duraba en la médula de los Jerarcas de la Iglesia la “parresía” de los Apóstoles, y se atrevían a erguirse con la solemnidad grave de un profeta, de un sacerdote, de un pontífice, frente a los poderes del mundo y sus violencias, fueran quienes fueran quienes los ostentaran o perpetrasen.

La crónica antigua del episodio relata también que Teodosio encajó la severísima amonestación episcopal. Pero Teodosio replicó recordando y citando en su descargo al Rey David, que fue adúltero y criminal. Entonces le respondió Ambrosio:

- “Si has imitado a David pecador, imítale también en el arrepentimiento y santidad posteriores".
Y mandó a Teodosio a hacer la penitencia canónica que se imponñia entonces a los pecadores públicos. Y el Emperador cumplió la penitencia hasta que fué reconciliado y readmitido a la Iglesia.

Así eran entonces las cosas. Y no cuento una historia extraña, sino que refiero un capítulo de nuestra Historia, la Historia de la Iglesia, la historia de nuestros Santos, la historia de nuestros emperadores, aquellos que tuvimos en aquellos tiempos.

¿Qué ha cambiado? ¿Cuánto hemos cambiado para tratar con “paños calientes” a quienes idean y promulgan y mantienen leyes que asesinan a millones de inocentes y no haya un Obispo que les corte el paso, que les eche en cara, en directo, sus leyes criminales, que les impida el acceso a lo Sagrado?

Y no es que los obispos se tengan que inventar penas, sino sólo actuar según lo que hay legislado canónicamente, sin “acomodaciones” ni subterfugios de “canonistas” que excusan la ley cuando la ley no se “acomoda” a las “circunstancias” o a las “personas” (dependiendo de cuales circuntancias y personas, claro está). He aquí el dilema. O el viejo problema de la fábula: ¿Quién le pone el cascabel al gato? Que traducido al caso que nos ocupa sería: ¿Quién es el primero que excomulga? Más o menos.
Mientras, vuelvo a mi cita capitular: “Cerda lavada, en el fango se revuelca” Y se enfanga y se revuelca y vuelve a enlodarse, y se embarra, y se enfanga, y se recochinea y se empuerca otra vez. Como los peces en el rio que beben y beben y vuelven a beber, pero en “porcino” y con fango.

No tendré que explicar que me refiero a ellos-as, los “legisladores". Como dice la cita, más le valieran no haber conocido la santidad antes que abandonarla y apartarse de ella.

Pero estas cosas se dicen en los blogs, muy pocas veces se predican en los púlpitos, y nunca las dice un señor con mitra y báculo (y hasta, tampoco las “ejecuta").

Conclusión: Nos faltan Ambrosios (y siempre habrá Teodosios (y Bonos & Cía.)).


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