domingo, 27 de febrero de 2011

Cañizares evidenciando su talla


El Cardenal Don Antonio Cañizares ha gozado - es mi opinión - de una exagerada fama que le ha concedido, reconocido y mantenido una excelencia que no se ajusta con la realidad de su talla. Si es verdad que alguna vez le motejaron como "il píccolo Ratzinger", es porque lo es: Píccolo, pequeño, chico, peón de tamaño integral. Y hacerse al respecto más ilusiones o fantasmas es yerrar. Ese es su tamaño, el que demuestra. No esconde talla mayor, porque no la tiene.

Prueba contundente, esta entrevista:

Antonio Cañizares: “Solo la vida litúrgica podrá volvernos verdaderamente a Dios”

Ese título, esa respuesta del Cardenal Cañizares, es una vaguedad de esas que se dicen y después se entresacan para poner un titular. Pero está vacía, es una vana afirmación que no se corrobora con los hechos. Los hechos de Cañizares, a la sazón Cardenal Prefecto de la Congregación de Culto y Sacramentos. Y toda la entrevista es asi: Generalidades, enunciados capitales, preguntas retóricas, cabos sueltos y pañolones al viento. No hay más.

Entiendo que la fama de hombre de altura eclesiástica le viene, más que por otra cosa, por su pesquis avispada de prelado de escuela valenciana, que ya se sabe es un imprescindible requisito, indispensable, para hacer 'carrera eclesiástica': Ser valenciano. Había hasta un chiste sobre eso:

¿Qué se necesita para ser obispo? Ser mayor de 45 años, ser licenciado en teología o derecho canónico, y ser valenciano. Las dos primeras condiciones se pueden dispensar; la tercera no.

Pues Cañizares es de ese típico currículum valenciano, tan prolífico que más de medio episcopologio hispánico es un rico muestrario del Reino de Valencia. Unas veces para bien y otras para mal. Cañizares, me parece, ni para lo uno ni para lo otro.

Después de su rápido cursus honorum episcopal (en diez años pasó de neo-obispo de Ávila a Primado en Toledo con el intermedio de Arzobispo de Granada), no le cuento ni un logro pleno, ni un hito memorable, ni uno: En Ávila empendoló el asunto de la Universidad Católica y la dejó en mantillas, apenas parida; a Granada - se decía - iba con objeto expreso de meter en vereda la facultad de Cartuja, y se fue de Granada dejando Cartuja como estaba. Y de Toledo ha salido sin pena ni gloria. Eso sí: En todos estos sitios ha sido un hombre de talante, de diálogo, de mediaciones, de ponderaciones y muy buenas opiniones entre propios y extraños.

Cuando le contraponen a Rouco, me hace mucha gracia: Es como comparar un panzer con un seat 600. O por el estilo.

Por lo que opina en la entrevista, se comprenderá la poca confianza que depositamos en su gestión dicasterial quienes esperamos con ansia un ordo liturgicus más ortodoxo, cioé, más católico según la tradición. Con desencanto, comprobamos que Cañizares es, a la postre, uno más de los de su generación conciliarista que, a pesar de la contundencia de los hechos, todavía circunloquia según ese espectral "espíritu" del Concilio, tan evanescente y alucinógeno que envuelve en humo un paisaje patéticamente desolado: El cuadro de la estragada y degenerada liturgia post-conciliar.

Algunas frases de la entrevista son estremecedoras, como esta:


Nadie puede poner en duda que el Vaticano II ha puesto la sagrada liturgia, con la Palabra de Dios, en el centro de la vida y misión de la Iglesia; es muy significativo, en el lenguaje de los acontecimientos por los que Dios habla, el hecho de que la Constitución Sacrosanctum Concilium fuese el primer texto aprobado; es innegable, además, que desde allí se ha producido una gran renovación litúrgica

Precisamente es lo que se pone en duda - esa y otras cuestiones - después de los demodelores cuarenta y cinco años del post-concilio. A no ser que por "renovación" se entienda derrumbe o sinónimos.

Hacerse cargo de que quien discursea es, nada más y nada menos, que el Cardenal Prefecto de la Sgdª. Congregación para el Culto Divino y los Sacramentos, es sufrir un amago de desolación desconsoladora.

Cuando habla de:

- "...devolver a la liturgia, singularmente a la Eucaristía, el lugar que le corresponde en la vida de la Iglesia, de los sacerdotes y fieles..."

se refiere, implíctamente, al gran desvarío post-conciliar, pero no lo dice, ni pone el dedo en la llaga, ni diagnostica la dolencia. Sólo palabrea. Y continua con lo mismo:

-"...Es preciso, según veo, reconocer que la liturgia hoy no está siendo el “alma”, la fuente y la meta de la vida de muchos cristianos, fieles o sacerdotes: ¡cuánta rutina y mediocridad, cuánta trivialización y superficialidad se nos ha metido!; ¡cuántas misas celebradas de cualquier manera o participadas en cualquier disposición!; de ahí nuestra gran debilidad. Es muy necesario llevar a la conciencia de los fieles que la liturgia es, ante todo, obra de Dios, y que nada se puede anteponer a ella. Solo Dios, la “revolución de Dios”, Dios en el centro de todo, podrá renovar y cambiar el mundo."

Por eso no es creíble cuando decía, un poco más arriba, esto otro:

-"...las claves por las que usted me pregunta para la así llamada “reforma de la reforma” no son otras que las ya dadas por el Concilio Vaticano II en Sacrosanctum Concilium y el posterior magisterio de los papas, que indican e interpretan auténticamente sus enseñanzas conforme a una “hermenéutica de la continuidad”.

Parece el consabido recurso que se ha aprendido un par de fórmulas programáticas políticamente correctas (catolicamente correctas, en este caso) y las mete como relleno aquí y allá, mechando la conversación con cierto gusto que no se corresponde, realmente, con lo que hay.


¿Y qué piensa, entonces, Cañizares? Yo pienso que piensa lo que uno de su tiempo, uno de aquellos curas de los seminarios de los '60 que se entusiasmaban con el Concilio, se despedían alegremente de las sotanas, jugaban a los experimentos litúrgicos, y se lanzaban a ser la vanguardia conciliar.

¿Y lo de la capa magna en Gricigliano y las Misas tradicionales en Roma? Pues yo diría que son gages del oficio, cosas obligadas que se aceptan en razón del cargo, pero nada más.

Parece que se pica cuando le comentan que sale mucho, que se escapa con frecuencia de Roma. Cuando algunos rumorean que es posible que retorne a España, yo me quedo tan fresco e indiferente como si me dijeran que se va a pasar el fin de semana de San José viendo las Fallas.

Desde luego, aquí, en España, su patria indígena, tendrá (tendría) más materia, oportunidades y recursos para su versatilidad 'política'. Que en eso sí ha demostrado ser un gran dilettante. El otro día mismo, sin ir más lejos, salía en la prensa su foto, abrazado amigablemente con el Rey, para hablar, seguramente, de algo que yo no sé y que tendrá que ver con cosas que tampoco sé. Pero seguro que son, aproximadamente, de lo mismo que, facilmente, puedo imaginar.

Un desencanto más, en fin.

Menos mal que, en este caso, es pequeño, como su dueño.

p.s. El periodista que hace la entrevista, es sacerdote (palabra de honor); el director de la revista que publica la entrevista, también (súper-palabra de honor). Lo digo por las fotos de ambos, que despistan mucho. Mucho.


+T.