jueves, 30 de junio de 2011

Destruir el sacerdocio católico




El LXº aniversario de la ordenación sacerdotal del Papa Benedicto XVI se está celebrando a la vez que se está sufriendo, en estos mismos días, un duro y despiadado ataque contra el Sacerdocio Católico. Si fuera una arremetida de extraños, externa, no nos importaría. Lo que nos alarma y debilita es que los atacantes proceden de nuestras mismas filas, obispos y sacerdotes católicos decididos a arruinar el Orden Sacerdotal tradicional.

Quizá por eso las 60 horas de adoración ante el Santísimo que el Cardenal Prefecto de la Congregación del Clero, Mauro Piacenza, sugirío como regalo especial a Benedicto XVI: Que cada diócesis dedicara al Papa sesenta horas de oración y adoración ante el Santísimo Sacramento expuesto, para entregarlas luego al Papa como un precioso obsequio sacerdotal. En mi parroquia se están ofreciendo tres jornadas de adoración, entre SS. Pedro y Pablo y el Corazón de Jesús, que es el Viernes. Los fieles que asisten saben que están rezando por el Papa, pero la mayoría de los orantes ignoran que están ofreciendo una súplica muy especial por el Sacerdocio Católico.

El embate se gesta en Europa. Procede de aquellas mismas fuerzas/tendencias que, según algunos comentadores e historiadores del Vaticano 2º, cambiaron la orientación y controlaron el desarrollo del Concilio gracias a una estudiada estrategia de intervención y ocupación de determinados puestos y mecanismos dentro y fuera del aula conciliar, con tan grande exito que uno fue el Vaticano IIº preparado por Juan XXIII y otro el Vaticano 2º que presidió y clausuró Pablo VI. Si entonces se dijo que el Rhin habia desembocado en el Tíber, ahora se corre el mismo riesgo.

Hará dos o tres semanas, el vaticanista Andrea Tornielli, en su blog Sacri Palazzi, avisaba de la conjura que se tramaba en Alemania: Una serie de movilizaciones a favor de la supresión del celibato sacerdotal, con apoyos y declaraciones explícitas que provenían no sólo de grupos de activistas des-católicos, sino que incluían también a representantes de algunas formaciones políticas:

Ocho señalados miembros, políticos en activo, de la CDU-Christlich Demokratische Union(Unión Demócrata Cristiana) dirigieron el 21 de Enero pasado una carta a los Obispos alemanes en la que exponían su convicción de que el celibato sacerdotal no era ya conforme con la cultura y la sociedad modernas, al menos en Alemania, donde sería uno de los motivos que hacen alejarse a los fieles de la Iglesia. Por eso los políticos democrata-cristianos firmantes de la circular opinaban que la Iglesia Católica Alemana debía emanciparse de las prácticas y dictados de Roma y proceder a la ordenación sacerdotal de hombres casados.

Una semana después de esta carta, el diario Süddeutsche Zeitung sacaba a relucir unas declaracioens del año 1970, en las que el entonces profesor Dr. Joseph Ratzinger se mostraba favorable a discutir una eventual reforma de la disciplina del celibato de los sacerdotes.

Cerrando la campaña, a la semana siguiente salió también a la luz un tercer documento rubricado por 144 teólogos alemanes, austriacos y suizos, pidiendo al Papa que procediera a las reformas progresistas que necesitaba urgentemente la Iglesia, puesto que (estas eran sus palabras) "...la Iglesia necesita ya sacerdotes casados y mujeres que desempeñen el ministerio eclesial".

El vaticanista Tornielli especulaba con que todo esto se prepraba como prólogo ambiental de la visita de Benedicto XVI este verano, en Septiembre, a Alemania. Se supone que la reclamación de la supresión del celibato será uno de los asuntos que se pongan sobre la mesa del Papa, para que decida. Por lo menos, como dicen los peticionarios, para Alemania.

¿Una exención/dispensa del celibato sacerdotal otorgada a petición de una conferencia episcopal, para un determinado territorio, unas determinadas diócesis? Parece absurdo, contra toda razón pastoral. Sin embargo, gran parte de las reformas e innovaciones post-conciliares se han hecho por ese procedimiento 'particular', desde la práctica de la comunión en la mano a la aprobación de diversas plegarias eucarísticas: Lo que fue una petición-demanda de alguna conferencia episcopal suiza o alemana u holandesa, que Roma aprobó y concedió a esas iglesias particulares, fue luego adoptado por otras diócesis de otros países, y al cabo de poco se extendieron por toda la Iglesia, con suma rapidez.

Así, de esta forma, entiendo yo que pudiera darse el golpe de gracia al asunto del celibato sacerdotal, una de las señas de identidad de la Iglesia Católica más contradichas y atacadas por los enemigos (externos e internos) del catolicismo.

Aprovechando como cierta coartada la asunción del clero casado procedente del anglicanismo que profesan su comunión con la Iglesia Católica dentro de los Ordinariatos que se están erigiendo para su recibimiento e integración; exponiendo los numerosos casos de hecho, reconocidos y aceptados, de abandono del celibato que viene siendo común en algunas diócesis europeas, sobre todo en Alemania y Austria; argumentando que es una urgente necesidad social, pastoral y familiar, regular la situación de todos estos casos, en atención al bien espiritual, moral y personal de estos clérigos y sus esposas. Etc. etc. etc.

Así, con consideraciones por el estilo, mutatis mutandis, se han perpetrado (en otros casos, para otras cosas) pequeños, medianos, grandes y desafortunados abusos. Que después se han aceptado eclesial y socialmente sin más oposición que la de los católicos conscientes que ven y examinan y concluyen estupefactos.

Ciertamente, si se procediera a la reforma de la disciplina celibataria el impacto sería mayúsculo. Y el daño para la Iglesia, mayor todavía. ¿Podría, así y todo suceder? ¿Estaríamos a las puertas de una decisión de semejante magnitud y calado?


Si me inquietan las cosas que pasan y las noticias que nos llegan de las muy des-catolizadas diócesis europeas (Holanda, Alemania y Austria sobre todo), lo que pasa en España me inquieta lo mismo. Como muestra, valga la serie quasi copiada de la secuencia alemana que publica esta semana uno de los órganos más activos y reconocidos del des-catolicismo español:

El 80% de los curas austríacos, a favor de abolir el celibato. Más del 50% se piden la ordenación sacerdotal de las mujeres

En esa web, entre la semana pasada y lo que llevamos de esta, se ha publicado en portada el escándalo del patriarca de Lisboa, la tesis feminista de la escandalosa abortista Sor(?)Forcades, y ahora esto (sin contar otros artículos concomitantes, passim). Siempre decantándose, más o menos implícita o explícitamente, a favor de los escandalizadores.

En España no estamos - creo yo - como en Austria. Pero en España, los sacerdotes que renegaron de su ministerio y se casaron son un grupo de presión intra-eclesial con mucha fuerza. Paradójicamente, cuentan con la simpatía y el reconcimiento de una parte muy notable de nuestra Jerarquía.

Un dato: En esa misma página que publica la escandalosa estadística de los curas austriacos, cuento entre sus colaboradores y bloggers habituales, por encima, sin entrar en detalles: 2 cardenales españoles, 2 cardenales hispanoamericanos, 1 cardenal italiano, 1 arzobispo y varios obispos y eméritos españoles y americanos. Junto a estos prelados, en esa web escriben varios ex-clérigos, entre ellos algunos famosos activistas del movimiento contra el celibato, como Antonio Aradillas (un auténtico 'pionero'), así como un selecto bloggerío con elementos de la kale-borroka kontra-katólica, desde Pagola a Castillo pasando por Gonzales Faus, Arregui, la Caram y otros especímenes por el estilo. Seguro que todos ellos-ellas super conformes con la erradicación del celibato, la ordenación de las hembras y la extinción de todas y cada una de las notas tradicionales de la Iglesia Católica.

Teniendo en cuenta y considerando que en la Iglesia 'Tradición' equivale a 'esencia', todos estos reivindicantes quieren y persiguen la extinción de la Iglesia Católica y su sustitución por ellos sabrán qué.

Su movilización para la supresión del celibato es un paso más, uno de especial gravedad, una batalla que está planteada y que, a estas alturas, ignoro cómo pueda acabar.

Por eso -además de dar gracias por los 60 años de sacerdocio de Benedicto XVI - rezamos estos días ante el Sacramento.

Y habrá que rezar más, mucho más.

+T.