jueves, 26 de septiembre de 2013

Inquietudes con F


Al poco de salir al balcón, aquella noche de Marzo, inolvidable, todos nos figuramos cosas, muchas, ninguna en correspondencia con el entusiasmo de la plebs sancta que aplaudía y sigue aplaudiendo. En cierto sentido, el aplauso es su fuerza. Es obvio que ha ido tomando conciencia, aunque manifieste de muchas maneras esa anómala reluctancia a ser lo que es con todas sus consecuencias y referencias. Y qué duda cabe de que le influye el aplauso, la aceptación benevolente popular, manteniendo, durante medio año ya, un entusiasmo que no decae. Esto no es extraño. Tampoco preocupante.

Lo que preocupa son otras cosas, otros epifenómenos francisquistas. Uno de los más inquietantes es la impresión de estar puenteando, sorteando, esquivando formas, modos propios, adecuados, correspondientes, eligiendo medios sesgados, indirectos, transversales, para comunicarse. O, por lo menos, para dejar caer o dejar flotando en el aire.

Vuelvo a referirme con esto a los sermoncillos de Santa Marta, las cartas privadas publicadas y las entrevistas. Y vuelvo a preguntar-me: ¿Qué son, qué valen, qué valdrán? De entrada, formalmente, valen poco, pero valen, por comparación, mucho, por ser quien es el que sermonea, escribe o contesta al periodista. Es el Papa, aunque ejerciendo en privado, en modo, digamos, particular (no diré familiar, ni doméstico).

El efecto es la confusión que no cesa y el rumor que no decrece. Hablar a medias en los medios para dar pábulo a la opinión y los opinantes, es lamentable viniendo de quien viene. Hay una enorme diferencia entre ser maestro y ser animador de opiniones.

¿Puede tratarse de una forma nueva, un nuevo formato? Podría ser, pero que se diga, entonces, que lo es. ¿Una neo-forma de la apología fidei? La carta al director de La Reppublica podría entenderse así, y lo misma esa otra carta de Benedicto al profesor ateo, una nueva modalidad del género apologético. Aun así me cuestiono la prudencia y la oportunidad de que el Papa (y el otro Papa) descienda a ese nivel, se preste a la entrevista o conteste a uno que publica sus dudas de fe o su militancia contra la fe en la prensa o en un libro. ¿Eso compete al Papa? ¿Es parte a considerar de su ministerio? ¿Es novedad que devendrá formalmente un 'magisterio'?

Mi impresión es que estamos ante otro síntoma de la decadencia degenerativa, otro epifenómeno de la crisis languideciente. Una crisis nuevamente oculta bajo la hojarasca del pueblo exaltado y el Papa exaltante, con el agravante de que el francisquismo parece acelerar peligrosamente los ya arriesgados derroteros del juanpablismo.

Hace un par de días me llegó un mail con carga detonante. Se trataba de una comunicación que circula entre grupos de vanguardia des-católica, comunidades de base y grupúsculos por el estilo. El mail traía el nombre de 'Pepe Castillo', que no es otro que el funesto José Mª Castillo, uno de los grandes ideólogos pseudo-teólogos del des-catolicismo revolucionario. Ya no es (parece ser) jesuita; tampoco me parece que es cristiano, porque no cree el mínimo para serlo. El texto del mail era un articulete del susodicho, del que entresaco algunos fragmentos:


El actual obispo de Roma, el papa Francisco, nos acaba de anunciar a todos que la Iglesia vuelve a retomar el gobierno sinodal. ¿Será como el del primer milenio? No puede ser idéntico. Pero, por lo que el papa ha dicho, irá ciertamente por ese camino. Dice Francisco en su reciente entrevista: “Los dicasterios romanos están al servicio del papa y de los obispos: tienen que ayudar a las iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda. Pero, en
algunos casos, cuando no son bien entendidos, corren peligro de convertirse en organismos de censura. Impresiona ver las denuncias de falta de ortodoxia que llegan a Roma. Pienso que quien debe estudiar los casos son las conferencias episcopales locales, a las que Roma puede servir de valiosa ayuda. La verdad es que los casos se tratan mejor sobre el terreno. Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores”. Esta es la idea que Francico tiene sobre el papel que les corresponde a las Congregaciones de la Curia Vaticana. El papa las pone al servicio de las Conferencias Episcopales. Y no al revés.

Pero la cosa no se queda en esto. El redactor de la entrevista recuerda que el pasado día de San Pedro, el 29 de junio, el papa definió “la vía de la sinodalidad” como el camino que lleva a la Iglesia unida “a crecer en armonía con el servicio del primado”. En consecuencia, mi pregunta es ésta: “¿Cómo conciliar en armonía primado petrino y solidaridad? ¿Qué caminos son practicables, incluso con perspectiva ecuménica?” Esta pregunta es fuerte y, en cuanto empiece a ponerse en práctica el proyecto al que apunta, todo cambiará. Porque, en el fondo, lo que viene a decir es que nos sentaremos juntos todos los cristianos - sea cada cual de la confesión que sea - para intercambiar en serio nuestras propuestas, hasta que lleguemos al día dichoso de recuperar la unidad perdida.

Por eso, sin duda, el mismo Francisco siguió diciendo: “Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el papa. Hay que vivir la sinodalidad a varios niveles. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del sínodo, porque la actual me parece estática. Eso podrá llegar a tener valor ecuménico, especialmente con nuestros hermanos ortodoxos. De ellos podemos aprender mucho sobre el sentido de la colegialidad episcopal y sobre la tradición de sinodalidad. El esfuerzo de reflexión común, observando cómo se gobernaba la Iglesia en los primeros siglos, antes de la ruptura entre Oriente y Occidente, acabará dando frutos”. Y el redactor añade estas palabras de Francisco, palabras que tienen que remover las bases de la teología: “Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése”.

Con una añadidura final, que les calla la boca a los que viven de la protesta contra todo cuanto viene de Roma: “Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del “machismo con faldas”.... Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.... En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino. Afrontamos hoy este desafío: reflexionar sobre el puesto específico de la mujer incluso allí donde se ejercita la autoridad en los varios ámbitos de la Iglesia”.

Este papa es noticia mundial porque ha tomado en serio el Evangelio. Y más en serio aún, la centralidad de Jesús en la vida. Lo central no es la religión y sus ritos, ni los dogmas y sus ortodoxias. De nada de eso habla Francisco. Aquí no se escucha el sonsonete de la prédica clerical, moralizante, amenazante y con frecuencia excluyente. El futuro de la Iglesia está en recuperar su pasado. El pasado que nos lleva derechos al galileo Jesús de Nazaret. Si no echamos por ese camino, la Iglesia no va a ninguna parte. Si el Evangelio es el centro, lo decisivo no será la religión. El centro será la humanidad, todo cuanto nos humaniza. Por eso el papa es noticia mundial.

Esta es la interpretación que un cabecilla radical des-católico, un cabecilla muy inteligente, jesuita también como el Bergoglio que fue, capaz de captar la onda e interpretarla. Una perspicaz lectura/comprensión de las declaraciones de PP Franciscus, digna de tenerse en cuenta.

Nada que ver con las prolíficas y prolijas explicaciones de los neo-católicos, empeñados en la comunión con lo que cada vez más parecen ser ruedas de molino.

El entusiasmo neo-papista tiene amplias tragaderas, degluten bien. Por el momento.

Otros (nosotros), como pájaro en la alcándara, vemos, oímos, entendemos, comentamos, nos preocupamos, nos inquietamos.

Y oramos.


+T.