martes, 4 de diciembre de 2012

Confundiendo, no confirmando

 
Es una pena - es de temer - que la crónica del pontificado de Benedicto XVI tenga que incluir un capítulo dedicado a los equívocos, algo que parece haberse convertido en un rasgo (quizá anecdótico) característico (?) del Papa Ratzinger. Desde el discurso de Ratisbona que levantó ampollas en la susceptible y muy irritable sensibilidad de los mahometanos, pasando por las declaraciones sobre el sida y sus circunstancias yendo en avión cuando su primer viaje a África, y ahora las ocurrencias extraídas del libro 'La infancia de Jesús', la tercera entrega de la anómala publicación bajo la autoría oficial de Joseph Ratzinger y la oficiosa de Benedicto XVI.

Después de lo de la mula y el buey, ahora toca el turno a los Reyes Magos, 'desmitologizados' y 'desubicados'. Es el efecto que causa en el vulgo este tipo de publicaciones, que no son para el vulgo, pero que terminan siendo vulgarizadas con las consecuencias que estamos viendo: El descrédito de las tradiciones y la sensación, cada vez más generalizada de que los Santos Evangelios son narraciones poco fiables, poco fidedignas.

En el 'Año de la Fe' resulta verdaderamente chocante esta ambientación revisionista de los Misterios de la Navidad del Señor, todo ello propiciado por la aparición de ese equívoco libro, absolutamente innecesario, tan poco adecuado si se considera su procedencia y autoría.

El 'apacienta a mis corderos' parece haberse transmutado en un 'desconcierta a mis ovejas'.



Lamentable, muy lamentable. Tanto más si se considera que, al fin, todo parece ser prurito personal de un insigne teólogo que no parece haber asumido en todos sus detalles las consecuencias de ser quien ejerce el Magisterio Universal de la Iglesia, con el privilegio (aunque no lo use) de la Infalibilidad.

Un don único y singular expuesto a ser devaluado por la opinión de una masa necia y confusa.


+T.