lunes, 29 de enero de 2007

In Tintoretto




La exposición de Tintoretto en el Prado va ser uno de los acontecimientos artísticos-culturales del año; conjugar Prado y Tintoretto es elevar el acontecimiento a un plano de máxima notoriedad, dificilmente igualable y probablemente insuperable.Por eso la temporada se enriquecerá con artículos sobre el Maestro Iacopo Robusti, uno de los grandes venecianos del Arte.

Venezia despunta pronto con sus anónimos bizantinistas y abre escuela propia con sus primitivos, tan próximos y tan distintos al Trecento de Firenze o Siena; en el Quattrocento, deslumbra con sus Bellini (Jacopo y sus hijos Gentile y Giovanni) y Carpaccio, para entrar en el Cinquecento glorioso del Giorgione y el Tiziano, y cerrar el siglo con Veronese y Tintoretto. Con la suma de los otros maestros "menores" (¿es "menor" Lotto, o Palma sr, o Bastiano del Piombo, los Bassano, Palma jr...?), la Escuela Veneziana entra en esa lenta y dulce decadencia de la República del Adriático, de emporio de mercaderes, señorías y Dogos esposos de mar y de orientes. Rara vez un arte ha acompañado tanto a un mundo en su cenit y su crepúsculo.

Tintoretto es a la decadencia de Venezia lo que el último Michelángelo al Renacimiento Romano (y antes al Florentino). En la gama de azules y grises, escarlatas y dorados del Maestro Robusti, en sus escorzos dramáticos y sus transparencias movidas, se está empezando a enfermar la Venezia que todavía languidece y perdura como una inmerecida gracia concedida por la Providencia ("Serenísima" y magnánima, como la regia República Véneta) a nuestro tiempo.

En el ABC de hoy, el "recuadrista" Prada escribe de Tintoretto...y no sabe. Lo intenta, hasta dice no sé qué de un "despertar los cementerios de mi fe dormida" a costa de Tintoretto...y no resulta creíble. Está jugando al Chautebriand de Le Génie du Chistianisme...y no le sale; incluso teoriza a costa de una cita de un crítico sobre "entender" versus "comprender" una obra de arte...y tampoco.

Me chirría que uno que va de inteligente-creyente confunda sentimiento-estética-emoción con fe, cuánto más si se trata de Cristianismo y Catolicismo; no me extraña, pero me desencaja.

La yema del artículo, Tintoretto, se resuelve con una sarta de generalidades, incluso tópicos, sobre el maestro veneziano.

Si alguno de los pocos que me leen ha visto en el Prado el inmenso Lavatorio; si alguien ha disfrutado la gracia de contemplar la obra del maestro en San Rocco o en el Palazzo, entenderá que casi nada se puede decir en un articulín de recuadro contratado sobre pinturas así de pintores como este.
El arte de la paleta no se concibió para ser literaturizado/articulizado, (ni el color ni las formas se perciben con letras cuando se idean no para la lectura, sino para la vista); esta discreta entrada tampoco es más que una ligera efusión al paso de Tintoretto por el Prado.


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