viernes, 30 de noviembre de 2007

Primus Vocatus


San Andrés es la fiesta que rige el calendario de Adviento, que empieza el Domingo que cae más cerca del día de San Andrés. Es un Santo popular, y es un Santo singular. Su hermano Simón Pedro le saca ventaja, pero los orientales, los griegos, que consideran a San Andrés "su" apóstol, recuerdan a los romanos que San Andrés es "o protoclétos" (¿alguien sabe cómo se escribe en el blog con caracteres griegos?; que me lo diga, please). Esto es: El primus vocatus, el primer llamado.

Y así es. San Juan Evangelista que es testigo de las primeras vocaciones apostólicas, lo cuenta en Jn 1, 35-42, uno de los pasajes más emotivos de todo el Nuevo Testamento.

Pero además de ser el primero, es también el que conduce a su hermano Simón Pedro hasta Jesús. Y en este original ministerio, San Andrés es un auténtico profesional: No sólo presenta a su hermano, sino que en los otros pasajes del Evangelio en los que sale, siempre aparece presentando a alguien:

En Jn 6,8, es el que lleva al muchacho de los cinco panes y dos peces con los que el Señor hará el milagro de la 1ª multiplicación; y en Jn 12, 20 aparece junto con Felipe introduciendo a un grupo de griegos, deseosos de conocer a Cristo, en los días previos a la Pasión.

Después no se le vuelve a citar en ninguna otra escena, y los hechos de su ministerio después de la Ascensión del Señor y el Pentecostés proceden de la tradición. Aunque la Iglesia antigua tuvo conocimiento de una Epístola de San Andrés, lo que se sabe del Apóstol se conserva en fuentes relativamente legendarias. Los griegos conservan la memoria de su martirio en Patrás, Acaya, en el Peloponeso, y de ahí su patronazgo de la Iglesia helena. Dos dias cuentan que estuvo vivo y predicando sobre la cruz decussata - en aspas- en la que fué colgado, hasta que al fin expiró.

Cuando la caída de Constantinopla, los bizantinos lograron salvar la reliquia insigne de la Cabeza del Apóstol, que fue entregada en Roma al papa Pio II Piccolomíni. Para conmemorar este fasto, se erigió la Iglesia de Sant'Andrea della Valle, donde están los sepulcros de los dos Papas Piccolomini, Pio II y Pio III. La reliquia, sin embargo, pasó luego al Vaticano, y al edificarse la nueva Basílica, una de las capillas instalada en uno de los grandes machones que sostienen la cúpula, fué la de San Andrés, con la cabeza del Apóstol conservada en el sacellum superior, y una impresionante escultura de Duquesnoy en la hornacina inferior. Allí estuvo la cabeza hasta que con motivo de la clausura del Vaticano II, como gesto de comunión ecuménica, el Papa Pablo VI la entregó solemnemente a representantes de la Jerarquía Ortodoxa, para que volviera a ser venerada en Grecia (por cierto que otras reliquias del Santo fueron expoliadas en Patrás por los amalfitanos, durante la IIIª Cruzada, y desde entonces se veneran en la catedral de Amalfi, dedicada a San Andrés).

En España tiene una devoción popular arraigadísima en Galicia, en torno al Santuario de Teixido, en La Coruña. Aparte la leyenda del naufragio de la nave del Apóstol en ese lugar, la tradición de la presencia apostólica en esta parte de España se encabalga con la de Santiago y la evangelización del "confín del mundo".

La simpática tradición galega cuenta que un día andaba San Andrés quejoso porque su hermano San Pedro tenía siempre romeros en Roma, y Santiago, su colega en el apostolado, atraía a los peregrinos de toda la Crisitiandad, pero al santuario de Teixido (San Andrés de "Lonxe" o San Andrés "Do cabo do mundo") no iba casi nadie. Y en esto, el Señor le dijo: "Tranquilo, Andrés, que el que no venga a tu Santuario vivo, tendrá que hacerlo después de muerto si quiere entrar en el Cielo". Y cuentan los paisanos que por los pinares y caminos que rodean al santuario se ven filas de animalillos que son las almas de los difuntos que van a cumplir con la debida visita a San Andrés de Teixido.



Ahora no recuerdo si lo contaba Cunqueiro o es algo que me contó mi amigo Xosé, uno de los curas más sabios de Mondoñedo, pero era el caso que iban unos peregrinos camino de San Andrés de Teixido y en la cuneta del camino se encontraron una calavera que, cuando le dieron una patada, les dijo: - "Muchas gracias", y ante su asombro les contó que iba a Teixido, y que, patadita a patadita, se iba acercando al Santuario. Conque los dos peregrinos se compadecieron y la llevaron hasta la ermita del Apóstol, dejándola luego en lugar sagrado, una vez cumplida la romería post mortem.

Mi amigo el cura de Mondoñedo, me tiene invitado hace años, y yo, que soy muy devoto de San Andrés, estoy deseando ir (de vivo, no de muerto).

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