martes, 9 de junio de 2009

Chesterton, quoque ???

A todo el que tenga el buen gusto de visitar este blog no le cabrán dudas sobre mis simpatías chestertonianas, i presume. Aunque me consta la injusta fobo-chestertonía de alguno, Chesterton será siempre un contraste de buen gusto (como el blog) y de sana catolicidad (item). No diré que Mr. Gilbert Keith sea un "sine qua non", pero insisto en que es una firme coartada. Sin duda.

Mi arrimo a Chesterton no fue teledirigido, sino descubrimiento propio y natural. Tan natural que llegué al gordo y amable inglés por la via literaria y de ficción, como Dios manda. Porque lo primero fue aficionarme y hacerme adicto al Fr. Brown, of course. Después me leí - tenía quince años illo tempore, y sigue sin gustarme - El Hombre que fue Jueves, un enredo "metafísico", decía la contraportada. Prescindible, digo yo, digan lo que digan quienes lo digan. En mi biblioteca, el crítico soy yo y me pitorreo del criticuelo que discrepe, sea el que sea y de la "altura" que fuere. Si coinciden con mis gustos, buenos son; y si no, me merecen menos crédito que un sociata de academia y premio principés de la asturiana, pongo por ejemplo.

Después de los novelorios del Father Brown y la mortificación ascética del "Hombre J" vinieron las demás chestertonerías. Las fui comprando y leyendo de feria en feria, en los puestos de ferias de libros o en rebajas del cortinglés, tomos sueltos de la edición de las obras completas, en una edición muy buena de Plaza&Janés, en buen papel y bien encuadernada. Me parece que me falta algún tomo, o dos (agradecidísimo si alguien me los procura). Los tengo repartidos por ahí, en el piso-caverna que habito, y en casa de mi madre y algún otro cubículo, y los leo passim.

Porque la lectura de Chesterton, descubrí un día, debe ser como Chesterton, que se olvidaba de dónde iba y a qué hora, y tenía que llamar a casa, a su amable, enamorada y estupenda esposa, para preguntar en qué sitio debía estar y a qué hora le esperaban. Pues lo mismo: Se lee a Chesterton a-sistemáticamente, entre lectura y lectura, entre rato y rato, en verano, en invierno, en otoño o en Mayo, vale cualquier estación. Me refiero a sus ensayos y a sus escritos "apologéticos", por llamarlos de algún modo, y sus críticas literarias etc. Abras el libro por donde sea, la lectura se sigue perfectamente, sin sufrir síndrome de "desconexión" con lo anterior no leído ni síndrome de "ansiedad" por lo que sigue y que sabes que no vas a leer, porque no tienes tiempo y lo dejarás para la próxima vez. La próxima vez con Chesterton es siempre un encuentro feliz, como de manzanilla con aceitunas, o un té con pastitas, o un par de cervezas en la barra del pub. Una cosa así, siempre reconfortante, agradable que da gusto.


Bueno, pues resulta que también quieren beatificar al retotolludo Chesterton. ¿Por qué? ¿Why? ¿Et porquoí? ¿No es bastante bueno Chesterton siendo Chesterton? ¿Qué le falta, una vez muerto y sepultado, creyendo y esperando la carnis resurrectionem et vitam aeternam, como cualquier buen católico decente?

Se diría que estoy, ultimamente, maníaco con los santorales. Hipersensible y quasi hiper-escéptico-hagiológico. Yes. Porque me temo que es un pio pitorreo, o una anomalía de beateríos histéricos que no tienen un cura que los eche de la sacristía con un escobazo en los lomos.

A mí, por antojárseme Santos, por ejemplo, escogería a Don Felix Lope de Vega y Carpio antes que a mucho santito de altarcito y velas. La mitad y tres cuartas partes de los "escritos" de muchos místicones edulcorados y beatucas de miel y arrope no valen lo que un soneto, sólo un soneto, de las Rimas Sacras de Don Lope, que puteó con medio Madrid de los Austrias pero que se arrepentía como ninguno, amando a Cristo como un loco que sabe lo que es pasión de carne y sangre, y amar como ama un hombre-hombre, y no un beato de meato estrecho. Con dos (que son un par, quiero decir). Eso es un santo, y no un maniquí de sacristía para distracción de la camarilla de pazguatos, que no saben lo que vale un mea culpa de verdad, de los que cascan pecho.

Por nada me imagino a Lope de Vega con altarcito y velas, como Uds, supondrán. Ni me gustaría, tampoco. Me gusta así, macho y galán y arrepentido hasta el estrambote de un soneto. Un cura español del Siglo de Oro 100%, sin canonizar y sin coronita de latón.

Lo de "imponer santos a Dios" me parece cada vez más serio. Sobre todo cuando los "canonizables" vivieron y murieron sin una fama de santidad; repito: sin fama de santidad ninguna, salvo la común. Insisto. Qué poca piedad y qué poca teología tienen los nuevos devotos. Con una fe mejor formada sabrían distinguir qué es un santo, y que los santos no se "fuerzan" sino que ellos mismos se hacen notar. Sin postulacions ni postuladores, porque su causa, si es causa, la lleva Dios.


En casos así, siempre me acuerdo, para templarme, de la sentencia prudente del sabio Gamaliel: "...si lo que ellos intentan hacer viene de los hombres, se destruirá por sí mismo, pero si verdaderamente viene de Dios, ustedes no podrán destruirlos y correrán el riesgo de embarcarse en una lucha contra Dios". Hch 5, 35-39. Bueno. Vale. Eso siempre, y con más ponderación que Gamaliel, que al fin era sanedrita y más que profecía dijo sentencia circunspecta.
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Pero a pesar de Gamaliel y todo, me arrogo la libertad de hacer - otra vez - de Promotor Fidei sui generis. Conque permítanme Uds. que me tome a pitorreo lo de Chesterton, que me lo imagino inmensamente gordo, rebosando panza y carrillos, con greñas y bigotes, en una hornacina de altar con dos velitas y violetero. Y me hace tanta gracia y un poco más.

Pienso que a él también.

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