sábado, 11 de febrero de 2012

Una Novena en Septuagésima


He visto tu Rostro exangüe, lívido de dolor, los ojos cercados de pena, la frente ceñida de espinas, los labios fatigados, las sienes sangrantes. Aparecías sobre la cumbre de un monte de cirios, de flores, de rezos. Velaba tu Imagen con golpes de incienso, y entre nubes ligeras de aroma tu faz, tu mirada, tu boca, tu cuerpo caído, tu Sacra Figura temblaba entre nimbos de luz reflejada, divino y doliente, tan cerca de mí y tan alto en tu monte, la peña del Horeb, la cima del Sinaí, la cumbre del Tabor, la roca del Calvario: Siempre el monte y Tú, Señor de las Alturas, siempre encumbrado y caído, la mano en la piedra, la cruz en el hombro. Y el corazón escondido latiendo amores por nosotros, los caídos, los que caemos, los que caerán.

¡Señor de las Tres Caídas, Redentor de nuestras caídas, Salvador de los que han caído!

He buscado cada noche tu mirada, con un rezo en la boca, un Kyrie eleison que te dirigía triple, ductus e ictus de incensario, sonando el turíbulo con la cadenilla, como un compás sacro, litúrgico, sacerdotal, intercedente y deprecatorio.

Y luego has venido a mis manos, y te he elevado, Hostia Divina, musitando como una salmodia la rima sacra "...cuando en mis manos Rey Eterno os miro / y la Cándida Víctima levanto / de mi atrevida indignidad me espanto / y la piedad de vuestro pecho admiro..."

Tú sabes que lo rezo sincero, consciente y penitente, en compunción y arrepentido, implorando y fijando mi vista, mi alma, mi ser entero en tu Cuerpo, Salus Mundi, Verbum Patris, Hostia Vera, dolido porque no alcanzo a más piedad para inflamarme en tu gracia.

Es fácil rezar en el Tabor, contemplandote espléndente, subido el corazón hasta tu altura de luz que alumbra todo. Y conmueve contemplar que estás caido, tres veces, por nosotros, en esa Imagen que detiene tu humildad sufriente como un icono estático de la Salvación.



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p.s. Esto es una breve expansión, al concluir la predicación de la Novena de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, un novenario en Septuagésima, con ecos anticipados de Cuaresma y Viernes Santo. Una Hermandad especial, de las de silencio, donde todo se escucha más y es más sentido, más hondo y más íntimo.

Cada vez estoy más persuadido, más firmemente convencido de la misión sacerdotal esencial: Celebrar y predicar. Y doy gracias a Dios que me lo concede y a los hombres de buena voluntad que me lo piden.

Cum Bene+dictione


Parroquia de San Isidoro

Hermandad de San Isidoro

Estación de Penitencia Viernes Santo 2009





+T.