viernes, 8 de febrero de 2008

Et pro (pérfidis?) Iudaeis


La buena voluntad tiene sus peligros. Sobre todo si es "unilateral" y no correspondida. Y mucho más si es moción/cuestión religiosa la sustentante/activante de la benevolencia.

Del Judaísmo y los judíos nos separa lo que va del Viejo al Nuevo Testamento. Con la enorme distancia de que el Israel Veterotestamentario tiene su continuidad sobrenatural en la Iglesia, pero sobrevive en el judaísmo, que sólo participa relativamente de la continuidad de la Historia de Salvación de los antiguos Patriarcas, Profetas y Reyes de Israel. El Pentateuco y toda la Biblia es nuestra, pero el Talmud y demás tradición judía post-neotestamentaria no. Tampoco el judaísmo actual conforma una absoluta continuidad del Antiguo Testamento y sus instituciones religiosas, sino que, de facto, el Judaísmo es una religión ex-sese con supuestos y precedentes veterotestamentarios, que le confieren entidad-identidad, pero no "identicidad" en el sentido de que equivalga a ser una y la misma realidad, pues no lo son.

Después de la barbarie nazi, la sensibilidad pro-hebrea se desbordó incontenible en el mundo cristiano/occidental, a veces con una especie de auto-inculpación traumatizada y acomplejada que sentía y veía culpa donde había, más que nada, historia. Por su parte el mundo judío agudizó una sospecha inveterada que derivó pronto en una acusación manifiesta y una agresividad que, después de tantos siglos, se atrevió a proyectar con resentida violencia contra...¿contra quién? Aquí la sabiduría, que decía el Apóstol del Apocalipsis, y el sepa interpretar que interprete: No contra el Cristianismo en general, sino contra La Iglesia Católica, muy en particular.

La Iglesia Católica mantiene - se puede decir que desde sus orígenes - una cuestión religiosa con el Judaísmo. La existencia de la Iglesia supone la no-existencia de otro Israel bíblico que no sea el que subsiste en la Iglesia, que es su continuación en la Historia Salutis. Por eso el conflicto es religioso, no cultural, ni político, ni de otra índole.

Cuando en el Vaticano II se aborda el tema del judaísmo, la Declaración Nostra Aetate (cfr nº 4) explicita la doctrina de la Iglesia en unos términos inequívocos y definitivos que quieren cerrar los siglos de desencuentro y hostilidad. Desde entonces - y muy particularmente durante el pontificado de Juan Pablo IIº - los gestos de recíproca acogida han ido significativamente en aumento, sin obviar el hecho de la fundamental diferencia de credos e identidad religiosa, a pesar del reconocimiento de una misma fuente original e importantes y sustanciales elementos comunes.

La actualidad ha removido este ambiente de afectuosa proclividad, y, dando la razón a lo que expongo, por un motivo estrictamente religioso: Una oración.

Ha sido que, con motivo de la restauración por Benedicto XVI del Misal de 1962 para la celebración del Rito Romano Extraordinario, se ha reformulado una de las intenciones de la Oratio Fidelium de la liturgia de los Oficios del Viernes Santo.

La oración que se ha cambiado, la del Missale Romanum en esa edición del '62 , era esta:

Pro conversione Iudaeorum.

Oremus et pro Iudaeis: Ut Deus el Dóminus nóster, áuferat velamen de córdibus eórum, ut et ipsi agnoscant Iesum Christum Dóminum nostrum.

(Oremus - Flectamus génua - Levate)

Omnípotens sempiterne Deus, qui Iudaeos etiam a tua misericordia non repellis: exáudi preces nostras quas pro illius pópuli obcaecatione deférimus; ut ágnita veritatis tuae lucis, quae Christus est, a suis ténebris eruantur. Per eúmdem Dóminum nostrun Ies. Chr. etc. Amen.

Esta intención de la Oratio Fidelium de los Oficios del Viernes Santo, apareció así en esa edición del Misal, la de 1962, hecha bajo Juan XXIII, que reformó la oración-intención que, hasta entonces, era esta otra:

Oremus et pro pérfidis Iudaeis: Ut Deus el Dóminus nóster, áuferat velamen de córdibus eórum, ut et ipsi agnoscant Iesum Christum Dóminum nostrum.

( Oremus - Flectamus génua - Levate )

Omnípotens sempiterne Deus, qui etiam iudáicam perfídiam a tua misericordia non repellis: exáudi preces nostras quas pro illius pópuli obcaecatione deférimus; ut ágnita veritatis tuae lucis, quae Christus est, a suis ténebris eruantur. Per eúmdem Dóminum nostrun Ies. Chr. etc. Amen
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La oración (que aunque apareciera en el Misal de Trento, publicado por San Pio V, es mucho más antigua) se cambió por esas palabras, "pérfidis" y "iudáicam perfídiam", que resultaban "malsonantes" y que provocaron la queja de algunos judíos y algunos católicos. En ese sentido, ya Pio XII aclaró que "perfídia" significaba "infiel", "sin fe", sin incluir otros conceptos peyorativos que tiene esa palabra (como traidor-desleal etc.). Al final, por voluntad de Juan XXIII, se "retocó" y quedó como he referido más arriba.

El caso actual ha sido que desde Julio pasado, cuando la publicación del Motu Proprio Summorum Pontíficum, algunos rabinos empezaron a movilizarse quejándose de que con la vuelta del Misal del 62 volviera a rezarse esa oración que, aun en la forma en que quedó después de la remodelación de Juan XXIII (sin el pérfidis y la perfídiam), les parece indignante.

Lamentablemente, se ha tomado en cuenta la queja, y la oración ha vuelto a ser reformada, quedando ahora así:

Oremus et pro Iudaeis. Ut Deus et Dominus noster illuminet corda eorum, ut agnoscant Iesum Christum salvatorem omnium hominum.

(Oremus.Flectamus genua.Levate)

Omnipotens sempiterne Deus, qui vis ut omnes homines salvi fiant et ad agnitionem veritatis veniant, concede propitius, ut plenitudine gentium in Ecclesiam Tuam intrante omnis Israel salvus fiat. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

¿Qué se ha quitado esta vez? Algo muy significativo: La alusión al velo que cubre sus mentes/corazones, que es un cita implícita de San Pablo: "Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto ... un velo que cubre su mente y corazón, ..." (IIªCor 3, 14-15)

No sé cual podrá ser la reacción de los tradicionalistas católicos, tan dispuestos a "motivarse" por cualquier cosa. Pero esta sustitución de la oración/intención me parece improcedente, excesiva y desproporcionada, porque la oración tal y como estaba sólo puede ser "ofensiva" para el judío que esté dispuesto a ofenderse: La misma existencia de la Iglesia es para ellos una perenne ofensa, bien considerado.

Haber prestado atención a esa queja de unos cuantos rabinos, me parece improcedente. Si ha sido en aras de un irenismo de carácter inter-religioso, doblemente.

En correspondencia, habría ahora que ponerse a examinar los oracionales judíos y exigir que cambien cuantas expresiones nos resulten ofensivas y malsonantes a los cristianos (que son muchas). Pero esto, claro está, no se hará.

Esta es mi opinión sobre el caso, que lamento se haya resuelto con esta acomplejada condescendencia, tan poco concorde con la solidez que debe tener/mantener la Liturgia.

Algo, sin embargo, entiendo que hay de positivo en el episodio: La evidente intención de que el Misal del 62 y el Rito extraordinario se asuma y se celebre con normalidad. El haber descendido a este detalle de esa oración del Viernes Santo así parece demostrarlo.

Pero hay más: Il Corriere della Sera publicaba ayer la chocante noticia de que el gran Rabino de Roma y otros señalados rabinos italianos declaraban en suspenso el diálogo con la Iglesia Católica por mor de la oración esa, que siquiera en la nueva versión les parece tolerable.

Quizá lo tengamos merecido, como escarmiento. Pero esa es la noticia: Los rabinos italianos con el Gran Rabino de Roma a la cabeza, no sólo no están satisfechos con la reforma de la oración pro iudaeis del Misal del 62, sino que, oportunamente y a propósito, declaran que se han roto la bases del diálogo con la Iglesia Católica, y que se impone un tiempo de reflexión.
El rabino romano llega a decir que se han atrasado 43 años las relaciones de la Iglesia Católica con los judios, y que lo de la oración ha sido un relámpago en el cielo sereno.

Entiendo que la hipocresía farisáica se lleva en los genes y rebrota de manera incontenible al poco que se descuide. Pero esto no suena a anécdota, sino a algo muy premeditado y deliberado, que estaría esperando un motivo para salir a la luz pública. Yo me temo que todo ha sido estudiado y planeado, desde las primeras alarmas por la vuelta del Misal del 62, hasta esta última y sorprendente salida del rabinato romano-italiano.

¿Reaciones católicas? Habrá que esperar a ver quién recoge el guante de la afrenta y en qué términos.

Ayer, cuando comentaba algo a propósito lo de la reforma de esta oración pro iudaeis de los Oficios del Viernes Santo, dije que nunca debería haberse cambiado la antigua, aquel "Oremus et pro pérfidis iudaeis..." etc. Lo dije por la mañana sin saber que Il Corriere de la Sera traería tan buenos argumentos para mantener lo que dije.
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Conque oremos. "Oremus et pro pérfidis iudaeis", que no se les llamaba así por capricho, como parecen ellos mismos demostrar.

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