miércoles, 27 de abril de 2016

No es buena nueva...


Dieron ayer la noticia con notabilidad, quasi solemne, como si de algo alegre, bueno o fausto se tratara:

Mons. Asenjo firma la primera sentencia de nulidad matrimonial en España según el proceso abreviado establecido por el Papa

A mí no me gustó, ni la noticia ni su publicidad con recuadro y balcón. Al fin es una sentencia de una derrota, de un vacío, una nada tan vana como el estrambote del soneto cervantino al túmulo filipino. Todo muy hispalense, con la vaciedad sin lógica del Eclesiastés.

Es triste, en estos tiempos, ser testigo de derrotas que se cantan como si fueran victorias, siendo penumbrosos vencimientos de amores que no pueden, o no saben, o no han querido amar más allá del no querer; todo al fin con el colofón de una sentencia que declara un no-ser, un no haber sido.

O peor: Algo santo malogrado, con una resignación final - lacre y sello - que declara que, ab initio, fue una santidad imposible.


Y esa ha sido la noticia, anunciada como si fuera buena.


+T.