lunes, 7 de abril de 2008

Impía militante (y re-putada de nombre)

Soraya - con perdón - no es nombre decente. Vale para gata de angora y para pícara de alterne en club (sin más explicaciones). Soraya es nombre para letrero de neón. En un pueblo de los nuestros, una Soraya quedaría tan señalada que no necesitaría ni apodo: Llamarse Soraya ya es mote bastante, mote que heredaría su descendencia, lo más probablemente.

Si la Soraya va y dice que ella ni va a Misa y añade que está casada por lo civil, se confirma la impresión: La Soraya, además del nombre indecente, es una re-putada constitucional (nunca mejor dicho).

Hay que ser babieca entre los babiecas para escoger una Soraya. Si la Soraya electa participa de la óntica cretinidad de su padrino, tenemos una Soraya re-putada y váina mental en grado creciente. Será cosa de dejarla aumentar, como las calabazas de huerta, y a ver en qué degenera la melona.

El partido perdedor da la impresión que se ha instalado en una especie de perpetua perdición - cómodamente instalados, of course, sus diputados y sus di-puta-das (que hay diferencias de género en política como en casi todo) - . Por eso este clímax de peor que ayer pero menos que mañana del que hace gala su oligofrénica dirección política, o sea, su cúpula (es un decir) liderística (es por hablar).

Conque tenemos frente a la momia masona arrugada de la Vice-minis a la mona impía de la Soraya: Ella contra ella, a ver qué ella es más ella.

Como esta novedad resulte en el estrado tan perra de dichos como de nombre, la legislatura va ser tragi-cómico-bailable con rigodón y charlestón de estrambote.

Cada vez me parece mejor el hundimiento del sistema: Una especie de Titanic, con cuantos menos supervivientes mejor. Pero luego pienso en la demencial e injusta cortesía de "...¡¡primero las mujeres!!..." y me imagino a las Clintonas, las Sorayas, las Delavegas y demás monerías sobreviviendo y rehaciéndose, y corrijo: Mejor una adaptación de la benéfica Ley Sálica a la política, y que no puedan nunca jamás existir aberrantes aberraciones como la impía Soraya, verbigracia.

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