martes, 23 de enero de 2007

Mi cocina


Esta mañana tenía pensado hacerme unos guisantes con papitas y huevos escalfados, para almorzar. Eran las tres y media p.m. cuando me comía la realidad de la intención: Un plato de guisantes requemados, con restos chamuscados de cebolla, papas pegadas y algo que fué un huevo. Pero me lo comí. Todo.

Dicen mis amigos que en mi casa todos los dias sucede un milagro: El milagro de mi supervivencia. Según ellos, que no haya resultado envenenado o intoxicado, frito o achicharrado, gaseado o electrocutado, es un demostrable milagro cotidiano, obra de los Custodios o del Santo de guardia.

Un día que me atreví y les invité a cenar, sólo uno aceptó. Acabada la cena, hizo solemne y formal protestación de que j-a-m-á-s volvería a probar nada guisado por mí. Y corrió la voz.


Me reconozco un único mérito culinario: Hago un té riquísimo. Sólo, o con leche o limón, o la exquisitez orientalizante de un toque de canela. Fuera del té y sus posibilidades, soy una pena en la cocina.

En la mesa, no: Me lo como todo, hasta mis guisos; sin queja ni protesta.

Y me consuelo de mis platos malogrados recordando que San Dionisio Cartujano comía lo que le servían sólo cuando empezaba a pudrirse; y que el Santo Cura de Ars cocía patatas y se las iba comiendo hasta que le duraban, mohosas y todo. Y me animo y me digo: Tío, como los Santos!

Claro que luego, me aplaco y corrijo el entusiasmo, porque los Santos penitentes y austeros y mortificados comían así por virtuosa ascética, pero yo por mi torpeza con los peroles.

Decía la Santa (Teresa, of course) aquello de que "...también entre los pucheros anda el Señor...", pero por los mios, no.

...O será que se esconde muy bien.


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Ciencia micción



En su programa Redes, la semana pasada, Punset se despachó a gusto. Entrevistaba a una tal Lola nosequé, española, no cantaora, sino profesora en la universidad de Hertsford.

El tema iba sobre robótica y últimos avances en "inteligencias artificiales". Como la peli A.I. del Spilberg, pero en serio. Y la cosa es que la peli se aproxima, como aquellos fantaseos de Verne que ya existen o, incluso, se han superado.

Durante la conversación, se decían conceptos como "comportamiento emocional de los sistemas integrados" o "inteligencias científicas" o "comportamiento inteligente" (de los robots).

Apasionante deriva y tentadoras perspectivas de vanguardias para nuestra comodidad y disfrute.

Incluso inquietantes proximidades a la ficción (hasta ahora) de muñecos electrónicos sentimentales estilo I Robot, o "replicantes" estilo Blade Runner y cía.

Lo inconcebible es que, a la vez y en el mismo mundo de Lola de Hertsford y Eduardo Punset, África agonice de hambre y sida; que la nación puntera mate todos los dias en Somalia, en Irak, en Afganistán y en dónde no sabemos; que se vendan esclavos en Arabia; que trafiquen con órganos de niños en Asia...

...o que se maten y echen a la basura millones de hijos de hombres en un mundo que avanza en la fabricación y el perfeccionamiento de "inteligencias artificiales con capacidad de emoción".

Para llorar de pena, penita pena y que cante la copla de los robots que lloran por los hombres la científica Lola de Hertsford (con Punset a la guitarra).

Un cuadro flamenco futurista.

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Altruismo encefálico



Noticiazo científico, ayer en la prensa:


"Identifícan la zona del cerebro responsable del altruísmo. Prueban con resonancia magnética que la activación del córtex temporal superior produce un comportamiento desinteresado."


Es decir, conductismo, perro de Pavlov y demás de los demases.

Es decir, como si me dijeran que para estar alegres, basta que te hagan cosquillas en la planta del pié, que está demostrado que provoca risa (para felicidad plena, estimúlese el gran simpático que pasa por la barriga).

Total, que no saben cómo decir que alma con sus potencias es cuento de curas, y que las virtudes teologales (Fe, Esperanza y Caridad) y las morales (Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza con sus anejas y derivadas), son cosa de neuronas mejor o peor conectadas.

Y no digo yo que algo no haya; pero digo lo de más arriba: Que una cosa es la risa porque te hacen cosquillas, y otra la felicidad, que es otra cosa; una ser pródigo, filántropo y manirroto porque te dan corrientes en el córtex temporal superior, y otra tener caridad y dar limosna, que es virtud...y es otra cosa.

Digo yo.
Salva la ciencia del encéfalo, claro; pero la gracia y las virtudes también. Que no son menos, ni mucho menos.


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