domingo, 31 de diciembre de 2006

Sub specie aeternitatis


En una clase de Geografía, con doce o trece años, calculé que en el 2000 tendría cuarenta. De eso hace ya más de treinta años; hoy tengo cumplidos cuarenta y seis. De la primera infancia a la adolescencia, el tiempo transcurre lento, y un año vale una época. De la edad del pavo a los veinte, el tránsito es más rápido y llegas a los veinticinco casi sin enterarte, pero llegas. De los treinta a los cuarenta, se corre en alta velocidad y las estaciones apenas se ven pasar. Desde los cuarenta, los años vuelan; sin exageración.
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Dice el salmista: "...Mil años en tu presencia son un ayer que pasó, una vigilia nocturna..." (Sal 89,4). Y entiendo lo que dice: Si el tiempo al mortal le pasa ráudo, al Inmortal se le disuelve en eternidad.
Boecio definió el concepto de eternidad con la sabiduría aquilatada del último clásico: "Símul ac perfecta possesio" ; la posesión perfecta y simultánea. Cada vez que digo o escribo esta cita, más me admiro de su profunda precisión al definir algo tan impreciso como lo eterno.
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Los maestros de la espiritualidad cristiana, recomendaban que todo se examinase, se decidiese, se resolviera "sub specie aeternitatis", desde el concepto de lo eterno/teniendo en cuenta la eternidad. Y también le encuentro cada vez más sentido a la recomendación, con cuarenta y seis cumplidos y otro año pasajero a la puerta.
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Recuerdo a un cura viejo con el que me confesaba en una de las Capillas más bellas y menos frecuentadas de Sevilla. Bajo un cuadro muy grande del Nacimiento (una excelente copia del original de Ribera), el mosén aragonés me decía al oído: "Hijjjo, hijjjo: Para el mundo, el tiempo es oro, pero para nosotros el tiempo essss Ccciieeloo, el tiempo esss Ccciiieeeloooo !!!" Y el aliento del asmático canónigo trasminaba a eucalipto y mentol y alcanfor, como si se estuviera embalsamando para la eternidad, que casi se respiraba en el estrecho confesonario.
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Parece un sueño, pero ya es un ayer que pasó, con toda la grave realidad de lo que ha sido y el venturoso vaticinio de lo que será.
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Así que giren los relojes, cáigan las hojas de los calendarios y cámbien los dígitos del tiempo que se mide: Yo vivo un tiempo que no se pesa en oro porque se pasa, sino que vale lo que espera: Cielo.
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sábado, 30 de diciembre de 2006

Post bombam



Me revienta tener que hablar de bombas porque ponen bombas y te obligan a hablar de bombas.

Pero este malgobierno comenzó con bombas y le han vuelto las bombas. Si tuvieran dignidad y vergüenza y se fueran con estas bombas...Pero qué caras están saliéndonos las bombas y qué caro el malgobierno de los que contemporizan con los de las bombas.

El ideólogo estará satisfecho porque están realizando su alianza de civilaciones a bombazos intermitentes: Las ponen islamistas, las reponen etarras y revientan en alianza mortal a civilizados españoles, europeos, hispanoaméricanos, asiáticos, africanos...

Y el ideólogo quiere seguir entendiéndose con los de las bombas.

¿Un bailecito...y seguimos hablando? Venga!

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Imagen de libertad



El año pasado, o hace dos años, en la Bienal de arte contemporáneo de Sevilla, uno de los pseudo-artistas de la muestra, escandalizó a Sevilla entera colgando el maniquí de un niño ahorcado en la puerta principal de la antigua Cartuja de las Cuevas. Era la moda, que llega tarde y con resaca a estas provincias nuestras, tan provincianas en gustos, modas y gobierno.

La Junta caciquera de Chaves pagó caro a los pseudos, la consejera de cultura lució el palmito por esa sombra de Cartuja (ay!, por donde las hembras no deberían aparecer ni a la legua) y la prensa sevillana comentó y recomentó durante una semanita lo del chiquillo ahorcado.

Falsa la ex-cartuja, falso el artista y falso hasta el escándalo. Todo fué falso, pero bien pagado y, en el fondo, bien visto porque dió que hablar.

Cuando la mil veces re-interpretada liberación del Irak se cierra (si se cerrara) con una horca y un ahorcado, la escena y su lectura es tan falsa como el niño de la Cartuja. Si ese es el "icono" que la libertad, la democracia y el Occidente dejan en el martirizado Irak, están tatuándose con un signo indeleble y maldito Occidente, su democracia y su libertad.

Tiene que estar muy pervertido un sistema y sus representantes cuando esa es la huella que dejan: Un ahorcado en una horca.

Si, encima, pretenden que el jeroglífico signifique libertad-justicia-paz, la falsedad y su perversión alcanzan cotas de, esta vez sí, genuíno escándalo.



+T. penúltimos de Diciembre del 2006

viernes, 29 de diciembre de 2006

El Drama Becket.


No sé bien desde cuándo y hasta qué edad se van fijando esas pequeñas piezas de "arquitectura interior" que conforman nuestro relativo pequeño mundo. Algunas, se marcan fuertes, pero se diluyen con el tiempo; otras, se confirman y enriquecen y perduran.

Recuerdo con detalle la noche que vi por primera vez la película de Peter Grenville Becket. La pusieron en la tele, en blanco y negro; mi padre se quedó conmigo hasta que acabó, ya de madrugada; yo tendría once o doce años.

Desde entonces, Becket ha sido uno de mis pequeños "mitos ingleses". Colecciono imágenes, libros, literatura, historia sobre Thomas Becket, y siempre a satisfacción. La época, el personaje y sus circustancias son fascinantes: La Europa de la Escolástica, las Cruzadas, las primeras universidades, las controversias y luchas del Imperio y el Papado, la Reconquista triunfante en España. Son las vísperas del cénit de la Edad Media, marcadas por el caso Becket.

La particular versión inglesa de la lucha entre el poder regio y el eclesiástico, se encarna en la historia del arzobispo Thomas Becket y el rey Enrique II Plantagenet. La mejor literatura ha sentido una particular atracción por la historia y sus dos formidables protagonistas. Tan distintos un T.S. Eliot (Asesinato en la Catedral, 1935) de un Jean Anouilh (Becket ou l'Honneur de Dieu, 1959), ambos desenvuelven sus dos versiones de los acontecimientos en medio de una solemne dramatización, con el Primado y el Rey como absolutos y fascinantes tipos antagónicos, casi en solemne justa, campeón cada cual de un poder opuesto a otro: El reino de los hombres versus el Reino de Dios.

Claro que la historia, no literaria sino documental, del Sínodo de Clarendon y sus consecuencias, es otra y con otras derivaciones; pero la literatura acierta al transportar a cierto plano trascente la lucha eclesíastico-estatal que representó el episodio Becket. Europa entera se afectó por el martirio del Santo Primado de Canterbury, la sangre sacerdotal derramada en su Catedral y por representantes de un poder real cristiano y consagrado.

Nuestra Europa, que se debate en este comienzo de Milenio entre el olvido de sus fundamentos cristianos y la emergencia de extrañas formas culturales, se ha enfrentado desde hace siglos a la Iglesia en cuanto poder, sin dejar de reconocer, más o menos, la fe en Cristo como la definitiva revelación de Dios y su Salvación. Una cosa era el mando de los hombres, y otra los Mandamientos de Dios; ni todo lo de la Iglesia era conforme a Dios, ni todo lo humano se le debía hurtar a la Ley Divina. En esta tensión de poderes (dos ciudades, diría San Agustín) se ha ido definiendo la estructura política del Occidente hasta la actualidad.

Hoy, los herederos de aquella lucha aparecen en franca desigualdad: En Europa el poder estatal ha barrido casi absolutamente la influencia en la vida pública de la Iglesia, que se resigna a ser debilitada contendiente, tenaz en sus reivindicaciones, pero impotente y sin recursos para alcanzarlas. Incluso, se niega o se obvia lo que, hasta hace poco, se había relativamente aceptado: El valor de la Revelación Cristiana en sí misma.

Y sin embargo, no existe en Occidente otro poder más definido que la Iglesia a la hora de presentar batalla al estado, sus ideologías y sus representantes políticos. El Imperio, las monarquías, el estamento feudal y los antiguos sistemas estatales han sido remplazados por repúblicas, parlamentos, partidos, estructuras financieras, medios...pero la Iglesia sigue siendo la Iglesia, perennemente la misma en su confrontación con el mundo y sus poderes.

Tengo grabada vivamente la escena de la película de Grenville, con Richard Burton en el papel de Becket, cayendo ante el altar atravesado por las espadas de los barones normandos; y también la otra, con Enrique II, interpretado por Peter Otoole, haciendo penitencia pública ante la tumba del Arzobispo mártir, su amigo y su oponente.

No sé quién será el Becket mártir del 2000, ni quién el penitente Enrique Plantagenet, pero estoy convencido que el conflicto se revive y re-protagoniza, como en un escenario de teatro o una pantalla de cine; cambian los actores, pero permanece el drama.


Stat Crux dum volvitur Orbis!


+ 29 de Diciembre, en la Octava de Navidad fiesta de Stº Tomás Becket, mártir.

martes, 26 de diciembre de 2006

Palimpsesto Borges

Anda por España María Kodama, paseando por foros literarios su tan andrógina figura. Cada vez que veo una foto de María Kodama, se me vienen a la cabeza dos imágenes: Las brujas de Macbeth y el tipo de una comparsa de los Carnavales de Cádiz.

Habla, claro está, de Borges, su difunto. Y explica cosas suyas, como que era simpatizante de Pinochet y otros así porque lo imponían las circustancias y tal; pero que luego en sus diarios les daba caña a los dictadores sudamaricanos con los que se entendía muy bien públicamente.

El Domingo, en el ABC de Sevilla salía una entrevista http://www.abc.es/20061224/prensa-sevilla-sevilla/borges-anarquista-maria-kodama_200612240311.html

El titular decía que Borges era anarquista. Decirse anarquista es algo así como reconocerse agnóstico: Una pose para congraciarse con el más amplio espectro ideológico, en el que cabe desde la Falange hasta más rabiosa barricada cenetista.

También dice la viuda en la entrevista cosas como esta:

Borges tenía predilección por Andalucía, por la intercomunicación entre los pueblos, las religiones y las razas. Consideraba que de ese modo todos se enriquecían.



Esas y otras cosas me hacen sospechar si la viuda no vendrá buscando alguna pensión del gran ideólogo de la alianza de las civilizaciones o de los de su partido. Peores dineros se gastan, y mantener a las viudas es obra meritoria, y me parece bien si alcanza gracia.

Además, la Kodama está escribiendo sobre su difunto un perpetuo palimpsesto, tan enriquecido cada vez que habla de Borges, que en una misma entrevista es capaz de reescribir sobre lo dicho, resultando una sinopsis de lo más borgiana sobre Borges.

Reconozco que más que su producción, me llama la atención el escritor-personaje, que estaría (estará?) feliz con el palimpsesto en el que se ha convertido.




lunes, 25 de diciembre de 2006

Alias Kirai

Ayer venía la noticia en una de esas páginas de relleno del ABC:

http://http://sevilla.abc.es/20061224/tecnologia-tecnologia/blogs-pais-naciente_200612240246.html

Hoy he visitado el blog de Kirai. Tiene fotos así de claras y agradables como la de esa geisha(?) bajo su sombrilla, y por el estilo. Gusta verlas. Lo demás, una relación de cosas y casos sobre el Japón, con alguna escapada a Hong Kong y a la inquietante y actualísima China.

Desde luego, la historia se está volviendo al Oriente más extremo, más oriental. Que esta emergencia incontenible se resuelva en conflicto o en un nuevo re-plantemiento global del planeta, está por ver. Por lo pronto, ya es noticia que un blog de un filo-nipón hispano está super-visitado.

A mí, el fenómeno me excede. El blog es tan clarito como las fotos, contando cosas, pero apenas más. Papel y bambú, como las casas de por allí; pero como un sucedáneo de uno criado en España que ahora vive y trabaja allí.

Si yo estuviera en el Japón, escribiría de otras cosas; por ejemplo, me interesaría por el Espejo de Amaterasu, el Templo de Ise y sus tejados de paja de arroz, la misión del gran impaciente Javier, los Mártires de Nagasaki. En fin, esas cosas que son el Japón que circunscribo en mi universo interior.

El chico del blog, sin embargo, "apunta maneras", como esto que escribe:


"...Cuando tenía 16 años leí todos los libros de Carl Sagan y se podría decir que configuraron en gran medida mi forma de pensar ateo-escéptico-científica actual. Mi libro favorito de Carl Sagan es Cosmos, una lectura recomendable para todo el público, leyéndolo adquieres una gran cultura general sobre el origen y estado actual del universo y el planeta Tierra. Otro gran libro es Contact, una novela que ha inspirado a mucha gente que hoy en día intentan detectar extraterrestres usando radiotelescopios y ordenadores por todo el mundo..."



Se le nota esa lectura de ese Sagan. Y parece que ha leído poco más. Sin embargo a él se le lee mucho. Y no me atrevo a aventurar consecuencias, la verdad.

Yo, antes de los dieciseis, leía, por ejemplo, "Las tribulaciones de un chino en China", de Julio Verne, y así me luce el pelo y el blog.

Yo no soy un "kirai".

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sábado, 23 de diciembre de 2006

Escéptico Habermas.



Una entrevista: Habla Habermas.

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Y habla como un viejo que envejece y se da cuenta de tantas cosas, tantas ideas, tantas hipotéticas razones que han fallado. Pero el viejo no cede.
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Matiza, templa, condiciona...pero no renuncia. Ni cree, ni crea. Una especie de último clásico; porque es una recreación, una larga variación sobre sus precedentes; magistral, pero casi sin novedad.
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De Kant a Habermas hay un largo decurso, cumplido hito a hito. El profesor Habermas tiene la ciencia de sus predecesores, se le reconoce calidad de pensamiento, estructura, análisis. Pero está limitado por las fronteras de un pensamiento del que no se atreve a salir.
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Es capaz de entender el hecho religioso en cuanto reconocible y activo en la historia, el pensamiento, la cultura en general; hasta valora aportaciones pasadas y aún le concede cierto valor para articular el presente (tan amenazado?), pero no pasará de ahí. Nunca confesará el Misterio, su presencia y su vigencia.
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Está hablando un viejo. Sabio, con ciencia para hablar del ayer y hasta hacer un juicio sobre el hoy, pero exhausto de ideas para el futuro, al que timidamente se asoma desde una temblorosa contemporización.
No hay más. Y es lamentable, porque podría haber.
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p.s. Y el del artículo, pondera en exceso al anciano profesor, tan caduco como los sistemas que han sido su nutriente.
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viernes, 22 de diciembre de 2006

El Infante.



Ayer no tenía la foto y me parecía necesaria la ilustración. Hoy ya la tengo, pequeña, pero vale para el repelús y la compasión, porque la imagen es patética y triste como pocas.


El Infante Don Sancho, hijo del Rey Don Pedro. En Sevilla, se sabe y no se olvida que Don Pedro el Cruel es, también, el Justiciero. Terrible, pero formidable y, por igual, inolvidable. Raro es el rincón de Sevilla que no tiene algún recuerdo del Rey Don Pedro, tan galán. Hasta su cabeza - la del Rey Don Pedro - le da nombre a una calle sevillana con leyenda verdadera, como todas las terribles leyendas de Don Pedro.



Incluso su hijo, ese Infante, resulta cruel. Aparecer como niño-momia en vísperas de Navidad parece una ocurrencia digna de Tim Burton (lo que darían en los USA por tener Infantes, Reyes Crueles y, encima, saliendo como momias en Diciembre). Patético el Infante. Lo único bueno de la novedad, es que aseguran los forenses que el chiquillo de siete años no fué envenenado por los Trastamaras bastardos, sino que murió de calenturas o algo así. Con eso la crueldad de la casta se atempera, porque a sus primos principitos de Inglaterra sí que se los cargó en la London's Tower el, of course, cruel Ricardo III. (¡Y qué pena que Shakespeare no naciera en Sevilla, con el material que hubiera tenido a sus disposición!).


A mí me da no sé qué ver al niño del Rey Don Pedro por los periódicos alternando en estos mismos dias con la foto de su prima Doña Leonor, también Infanta. Infanta tierna en tarjeta de Pascuas versus Infante momia en crónica histórico-macabra. De repelús.

Además, un niño seco en la prensa, y miles y cienmiles y millones de embriones vivos, fetos vivos, niños vivos, manipulados y destrozados y asesinados en laboratorios, quirófanos y clínicas que nunca serán noticia ni por infantes, ni por niños, ni por vivos, ni por momias. Nada serán porque no se les da derecho a nada, ni a ser, siquiera, una foto o una momia.


En Sevilla tenemos otra momia del "círculo" de Don Pedro el Cruel: Doña María Coronel. Porque se negó a tener infantes con el Rey, probó su real crueldad y acabó con la cara frita en aceite. Luego se metió monja (bueno, fundó un convento en su casa y ella fué la Priora, claro) y vivió con fama de santa. Su cuerpo incorrupto se expone cada 2 de Diciembre en el Convento de Santa Inés; algunos dicen que hasta se le notan todavía las quemaduras del aceite en la cara. Impresiona Doña María Coronel.


Don Pedro no está momia. Lo cuidaron mal allende Sevilla y, cuando volvió hace siglo y pico, los restos estaban como correspondían estar los huesos de un Rey Cruel del siglo XIV. Pero Sevilla, tan enamorada del galán real y cruel, colocó los reales despojos en la mejor cripta de todas las criptas reales que en el mundo son: Don Pedro descansa a los piés de la Vírgen de los Reyes (por Ella reinan los reyes), debajo de la urna de rica plata de su mismísmo bisabuelo, el incorrupto San Fernando. Y con Don Pedro, su esposa-amante Doña María de Padilla y unos infantes hijos suyos.


A mí me da pena que el Infante Momia don Sancho no esté en Sevilla. Porque en Sevilla ese niño hubiera estado mejor, junto a su padre; y tendría momia casi de la familia en Santa Inés, y no estaría tan mal vestido, tan mal puesto, tan mal peinado.


En Sevilla, ese niño hubiera estado mejor.






miércoles, 20 de diciembre de 2006

El alma encerebrada



Soy, desde hace años, un regular seguidor del programa "Redes", de Eduardo Punset. Entre otras cosas, porque es de lo poco interesante, digno y culto que se puede ver en TV.


Me pregunto qué interés anima al ex-ministro para convertirse en divulgador televisivo de la vanguardia científica en un medio tan degradado como la televisión. Le admiro, en este sentido, su tesón y dedicación para mantener, con un nivel de calidad poco corriente, un programa así en una televisión así.


Me he preguntado muchas veces a qué logia pertenecería el singular Punset; pero tantas otras me he respondido que sería ridículo que anduviera jugando a los mandiles un hombre con la seriedad y rectitud de criterio que le reconozco a Don Eduard.


Como todo agnóstico que se precie, no pregona su agnosticismo; pero, claro está, la inquieta cuestión/duda aflora de vez en cuando, más o menos sutil, en los interesantes coloquios y entrevistas de "Redes". La galería de científicos que nos presenta desde la pantalla el inquisitivo y muy inteligente ex-ministro, es una selecta lista de las mentes más lúcidas y creativas del mundo científico contemporáneo. Tiene la sabia delicadeza de alternar profesores, científicos, investigadores españoles con los otros del extranjero (ingleses y americanos en notable proporción). Nunca me defráuda su programa; siempre me deja inteligentemente inquieto, con mil cuestiones anotadas, y con ganas de más.


Más de una vez ha salido el tema de la percepción, la inteligencia, la articulación de mundo exterior-sentidos-pensamiento etc. Punset y sus invitados se revelan como los herederos al día del viejo empirismo racionalista inglés, tan equilibrado, ponderado, bien supuesto y argumentado. Y eso es una tranquilidad: Reconocer la continuidad del pensamiento y su discurso racional, rastreando en la ciencia del siglo XXI la huella de los Eleáticos, la sabiduría de Arístóteles o el sabor todavía fresco de Bacon, Newton o Hume, reconforta. (Esa, entre otras, es una asignatura muy dificil que tiene por encajar la ilusa "alianza de civilizaciones", que obvia la distancia real entre una sura y un teorema).


Ahora, también en televisión, anuncian un libro de Punset: "El alma está en el cerebro", se titula. Confieso cierta decepción por el libro, el título y el anuncio. Comprendo que hay que comer, y que el sueldo de un ex-ministro necesitará sus complementos, y que don Eduard pagará con el libro sus pequeños vicios o los regalos de Pascuas para su parentela. Comprendo...pero desencantado.


Por lo demás, el tema es de lo más clásico e ilustrado con los más altos argumentos de autoridades precedentes. Si Monsieur René Descartes hipo-teorizaba en el Grand Siécle que la conexión entre cuerpo y alma residía en la minúscula y escondidísima glándula pineal, que Don Eduardo meta el alma en el cerebro, es comprensible y hasta muy tradicional y no descabellada hipótesis.

Además, muy sutilmente acude en su auxilio la versatilidad de nuestra lengua, y titula "está" y no dice "es". Porque hay una diferencia entre decir - si lo dijera - que "el alma es el cerebro" a titular - que es lo que anuncian - que "el alma está en el cerebro".

A mí, si me salva la entidad espiritual no material ni corporal/orgánica del alma, me parece muy bien que la meta en mi calavera y dentro de mi esponjoso, delicado y complicado cerebro. No problem. Pero me temo algo más (?), alguna intención (?) que pase de querer divulgar la vanguardia de la ciencia, a querer instruir sobre cosas que le exceden. Me inquieta suponer que suponga Don Eduard que, a estas alturas, la "ciencia" pueda dilucidar temas del espíritu...y sentar cátedra sobre eso.


El siglo XXI no es el XVII de Descartes o el XVIII de Hume; por supuesto que tampoco se recordará como el siglo de Punset. Sin embargo sí que puede ser el siglo en el que se pierda tanta alma de tantas almas. Me choca que el peri-filósofo-científico Punset colabore con la pérdida...si esto fuera una "colaboración".



El libro, claro, ni lo compraré, ni lo regalaré por Reyes, ni lo leeré. (Nadie se atreverá a regalármelo por temor a sufrir un escape de alma por brecha o contusión craneal, que es un accidente previsible, dado el caso).


Si alguien me lee y lo lee, podríamos discutir. Yo, con los capítulos de "Redes" que llevo vistos, hasta me atrevería a aventurar una sinopsis del libro sin leerlo; y atinaría bastante. Pero no quiero ser eco, faltaría más, de Punset y sus divulgaciones.

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lunes, 18 de diciembre de 2006

Hannuká

Desde niño he sentido una atracción reverente por los símbolos religiosos del judaísmo: La estrella de David, los rollos de la Toráh, los mantos de oración, el candelabro...Hasta mucho después no supe que la Menorá de siete brazos era distinta a la hannuká y sus nueve lámparas. Recuerdo con toda nitidez la primera fotografía que vi de una mujer judía encendiendo la hannuká durante la celebración de la "Fiesta de las luces".

Se rememora y celebra un milagro ocurrido cuando la purificación del Templo y la restauración del culto en tiempo de los Macabeos. Faltaba aceite para encender las siete lámparas de la Menorá, y apenas se encontró aceite válido en una pequeña ánfora, que duró nueve días, los necesarios para traer desde Galilea el aceite cúltico. Por eso las nueve luces de la hannuká, que se encienden una a una durante los días que dura esta fiesta anual.

La Hannuká ha derivado actualmente en una especie de sucedáneo hebreo de las fiestas navideñas. Su proximidad en el calendario y el ambiente familiar e infantil de la celebración, han facilitado cierta asimilación de ambas festividades. Un dato, por lo demás, que confirma la real y evidente aproximación socio-cultural del Occidente Cristiano al Judaísmo, y viceversa.

Sin embargo, me estremece constatar que esa aproximación ha supuesto también la adopción por parte de Israel de algunas de las señas de identidad más indeseables del Occidente del XX-XXI y su "posmodernidad". Y no me refiero sólo a esa patente desacralización del estado de Israel que consiente (y promueve?) carnavaladas profanas como una manifestación de grupúsculos provocadores de gays y lesbianas por medio de la Ciudad Santa, dando con fantochadas asquerosas como esas un motivo más para radicalizar a los fanáticos del Islam, que, en este caso, se escandalizan con todo motivo. Me refiero a la letal y canallesca "política" de defensa con la que el todavía mal asentado y apenas nacido estado de Israel pretende asegurarse en un Oriente Medio histórica, cultural y geográficamente musulmán.

Los símbolos religiosos del judaísmo son "exportados" por Israel como símbolos de paz no se corresponden con los hechos del moderno estado de Israel. No se han buscado, o no se han querido, o no se han logrado apenas vias de comunión, pero se ha insistido y se insiste obcecadamente en el recurso a la violencia.

Así no vendrá la paz sobre la Ciudad de la Paz, a la que dudo que tantos que podrían quieran verla, de verdad, en paz.

En las platerías de la Vía del Portico de Ottavia, en pleno Barrio Judío de Roma, y en las tiendas de la Ben Yehúda st., en pleno centro de la moderna Jerusalén, los escaparates están llenos de candelabros de la hannuká. Así como la Menorá de siete brazos es más un símbolo y un elemento reservado apara el culto del desaparecido Templo, el candelabro de las nueve lámparas no falta en ninguna casa judía. En estos días, todos los hogares hebreos de todo el mundo encienden sus luces rememorando aquel milagro del aceite. No sé si en la casa del Patriarca José su esposa laVírgen, o incluso a Jesús el Señor, encenderían también las luces de la hannuká. Si lo hicieron, luces como aquellas nunca se encendieron jamás como entonces, mientras existió aquella Familia en la Tierra.

El Papa Benedicto ha dicho hoy que

«El rico patrimonio de fe» de judíos y católicos permite a nuestras comunidades no sólo entablar el diálogo, sino también trabajar juntos por el bien de la familia humana. Nuestro mundo agitado necesita el testimonio de gente de buena voluntad, inspirada por la verdad, revelada en la primera página de las Escrituras, según la cual, todos los hombres y mujeres han sido creados a imagen de Dios, y por este motivo poseen una dignidad y un valor inalienable».

«Judíos y cristianos están llamados a trabajar juntos para curar las heridas del mundo promoviendo los valores espirituales y morales fundados en nuestras convicciones de fe».

«Si damos un claro ejemplo de cooperación fecunda, nuestra respuesta a las necesidades de la familia humana será más convincente»

Yo rezo cada día para que la paz venga sobre Jerusalén y el Israel de Dios, y el Pueblo del Viejo Testamento alcance la bienaventuranza del Nuevo, y no se empeñe en ser el mascarón del militarismo más perverso del Occidente en el corazón del Oriente más Santo.

A mí me gusta encender velas y lamparitas. A lo mejor me compro una hannuká, y encenderé cada día de la fiesta una lámpara por la paz. Y al prender la llama, rezaré a la Virgen Nazarena un Ave por cada lamparita: Nueve Avemarías para que venga la paz con la luz.

Sí: Algún día me compraré y encenderé una hannuká "more catolico".

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domingo, 17 de diciembre de 2006

Otra de guerra.


Me acabo de enterar de que Clint Eastwood ha producido/dirigido otra peli: "La bandera de nuestros padres", se titula. Una re-creación de la célebre batalla de Iwo Jima, cuando la 2ª Guerra Mundial. De aquel episodio, el mundo entero conoce la escena de los marines izando dificultosamente la bandera de los EEUU sobre un peñón de aquel islote del Pacífico. Una de esas imágenes que han "hecho historia". Que eso es tambíén lo que pretende, supongo, la peli del ex-actor de nuestros westerns almerienses: Hacer historia; otra historia con aquella historia.
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Al parecer, divide la acción en dos escenarios y protagonismos: Un marine americano, y un soldado japonés; japoneses con su tráuma de guerra y americanos con el suyo correspondiente. A la "américa profunda" no le ha gustado el Iwo Jima según Clint Eastwood, que va flojita en taquilla. Recrear la historia que se ha hecho mito siempre deja descontentos a los mitómanos.
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Los americanos son expertos en re-hacer su historia: Acabaron con los indios, pero hacen pelis en las que el cow-boy bueno es pro-indio (que también es bueno...o no). Los EEUU fueron uno de las mayores estados esclavistas/racistas de la historia, pero tienen mil pelis con blancos buenos que defienden a buenos negros; arrasaron Vietnam y a los vietnamitas, y cada temporada sale una peli re-contando con guión idealista o revisionista aquella barbaridad.
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Lo próximo será que vayan saliendo películas con la historia re-contada de las canalladas y atrocidades de los USA en el Oriente Medio actual. Ya llegará, es inminente, el Irak secundum Hollywood...y sus "apócrifos"
Ahora toca Iwo Jima revisited, con esa "bandera de nuestros padres".
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Y tanto toca, que yo, como un váina, abro este Blog escribiendo sobre los EEUU que hacen y rehacen su historia. Tiran bombas atómicas en directo, y lo vuelven, y vuelven, y vuelven a contar, corregido y aumentado, made in Hollywood.
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La escena se cierra cuando se auto-galardonan con el idolillo al que llaman "un oscar", y aquellos con pena y estos con gloria.
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