miércoles, 16 de junio de 2010

Una mini-peli digna de verse y entenderse

No me gusta recibir este tipo de correo, alguna vez he comentado cuánto me fastidian los powerpoints y demás chucherías. Pero esta peli, un corto premiado hace unos años en el Festival de Berlín, me parece que merece esta excepción:





Me lo ha mandado un amigo, ingeniero, un tipo estupendo. Le despidieron del trabajo hace año y medio, y hasta hace unos meses que le contrataron en otra empresa ha pasado una mala racha, personal y familiar, de esas que todos tememos. Sin duda, la peli tiene para él un significado/mensaje muy especial, por las circunstancias. La vida con sus golpes nos hace más sensibles al dolor ajeno, más comprensibles. Y, si tenemos fe, más creyentes.

El corto está rodado en Filipinas. Es real, con escenas, lugares y personas reales, pero parece un apólogo antiguo. O una parábola.

Perfectamente planteado en la clásica secuencia narrativa de presentación-nudo-desenlace, alcanza su clímax entre los minutos 4,14'-5,21', durante la escena hogareña. Y luego la moraleja, vale. Pero la escena de casa, el padre con su mujer y sus niños, en torno a la mesa, le da un vuelco a todo el mini-film. Bastan esos minutos para trascender todo lo demás.

Hay miserias que son grandezas, por lo que suben. Como hay sublimidades que son cloacas por cuánto bajan.

De todas formas, la peli me deja chico, muy chico. Espero que a ustedes, los que la vean y la sientan, también.

Dios sea bendito.


+T.