sábado, 20 de diciembre de 2008

La pre-Navidad

Todo el Adviento es expectación de la venida del Señor, pero con "matices". La primera parte parece tender a la Parusía gloriosa del fin de los tiempos; después los Evangelios con la predicación del Bautista refieren más a la aparición en el mundo del Misterio de Cristo, llamando a la conversión, a "preparar el camino" al Redentor. Sólo en la semana que antecede a la Nochebuena se vuelve la liturgia plenamente pre-navideña, con textos y preces que aluden más expresamente al Misterio del Nacimiento de Jesucristo, durante las "ferias mayores del Adviento" del 17 al 24 de Diciembre.

El Misterio, la "nueva alianza", concentra todas las promesas del Viejo Testamento en el seno de una mujer. Nuestra liturgia incluye en los textos eucológicos palabras y conceptos como "vientre", "seno", "parto", "pecho", "virginidad intacta", "post-parto"...Como una "glosa femenina" de todo lo que significa el "Verbum caro factum est" del Evangelio de San Juan, y también su "habitavit in nobis", con las "naturales" consecuencias.
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La iconografía es riquísima, incluyendo las representaciones de los Profetas y los Ángeles, pero con especial fijación en torno a la escena de la Anunciación-Encarnación. El esquema iconográfico es muy simple, resumiéndose en la representación de la Virgen y el Ángel, frente a frente, desde las formas de medio perfil más arcáicas a otras más modernas con perspectivas más evolucionadas. El escenario y sus accesorios ambientales son tan secundarios como interesantes según cada obra y su tiempo, aportando características y detalles muchas veces valiosísimos desde el punto de vista estético o histórico. Pero la intensidad intencional del arte pretende figurar el Misterio.
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La inefabilidad de lo transcendente-sobrenatural es imposible de traducir en imagen, pero, precisamente, el Misterio que se rememora y se celebra es la explicitación histórica de lo Divino en lo humano, de lo celestial en lo terrenal. Lo "inimaginable" queda simbolizado en el espacio entre el Ángel y la Virgen, apenas esbozado en unos rayos dorados que van en diagonal desde un ángulo alto de la escena a su opuesto, más bajo, en el cuerpo de María.

Todo lo demás ya es, con más o menos concreción, "realización" del Misterio que se hace presente, desde la misma salutación del Ángel y su diálogo, hasta los atributos de la Virgen. Belleza y actitud extática pretenden representar virtudes, o aludirlas: Virginidad, inocencia, integridad, espiritualidad, expectación santa, ofrenda, humildad, abnegación, sencillez, confianza, pureza, gozo interior.

A veces las palabras del Evangelio se escriben en oro, saliendo por la boca de Gabriel el "Ave gratia plena" y de los labios de María el "Ecce Ancilla" o el "Fiat mihi". Otras, basta con gestos que significan la voz, traducidos en posturas; o en color, ya sean tonos suaves, o celestes, o dorados, o también el rico simbolismo cromático de la antigua tradición iconográfica oriental.

Dos particulares aparecen también en algunas pinturas: El Espíritu Santo como paloma que se cierne sobre María, y una diminuta figura que representa el Alma de Cristo que se dirige al seno de la Madre, o también una pequeña imagen del Niño sobrepintada en el vientre de la Virgen.

En Sevilla, el tema tuvo una antigua y tradicional representación: A la imagen de la Virgen se le ponía prendida en la cintura una O que circunscribe la figurilla de un Niño. La O es por la exclamación admirativa-deprecativa con la que comienzan las antífonas del Magníficat de las ferias mayores del Adviento, y que es una de las advocaciones populares de la Stmª Virgen de la Esperanza, la Expectación del Parto o, simplemente la "Virgen de la O", que con ese nombre es titular de algunas antiguas Parroquias , en Triana y otras partes de Sevilla y Andalucía.

+T.