sábado, 29 de septiembre de 2012

En Asís Dios es un desconocido

El bello y apacible Asís se está volviendo un antro del desconcierto, pian piano, un desatino que no cesa, como una bola de nieve que se echa a rodar ladera abajo, cada vez más abultada, pesada, sin freno. En los dibujos animados, la bola de nieve atrapa y envuelve a todo el que pilla por delante, hasta que se estrella con estrépito y todo se rompe y sale disparado. Pero eso pasa en los dibujos animados y el cómic. En Asís, la bola del desconcierto no se sabe cómo acabará.

Que el confundente e inquietante Cardenal Ravasi convoque otra sesión del patio de los paganos, le confiere una continuidad a Asís 1, 2 y 3 a la manera que los sínodos romanos son la coda epigonal del Vat 2º. Me causa malestar esa obcecada voluntad - contumacia, se decía antes - en la 'comunión' con lo no católico y lo no cristiano, y ahora incluso con lo ateo. He dicho comunión porque a ellos, los convocantes, la palabra les tiene que revolotear en la mente, aunque prefieran decir, por ahora, solamente 'diálogo'.

Un diálogo extraño, impropio, porque se plantea desde el desconocimiento de Dios; por lo menos ese es el título inspirado por el Emmº Ravasi para estas jornadas de Asís: Dios este desconocido, el tema de la nueva edición del 'Atrio de los Gentiles'

En boca de un Cardenal, la cosa me suena blasfema, lo confieso. Que un obispo, que un purpurado, en vez de de confirmar en la fe a los hermanos (los creyentes) se ponga a dialogar con los no-hermanos (y no creyentes) desde el supuesto de que no se conoce a Dios, de que Dios es un desconocido, me parece un trampantojo, una falsificación, una impostura. ¿O no suena a parodia de San Pablo en el Areópago esa evocación de un 'Dios desconocido', mentado en la mesa donde confraternizarán en tertulia los conspicuos desconocedores de Dios?

También intuyo signos de decadencia extrema, como los banquetes aquellos en que los que los patricios romanos, estragado el gusto por los excesos y el vicio, se dedicaban a comer excentricidades servidas en triclinios fastuosos, bajo toldos de seda que cernían pétalos de rosa sobre la crápula, tapando sus vómitos. ¿O no es decadencia que un Cardenal Romano actue de anfitrión en un estrado de exquisitos ateos, la cúpula de las élites culturales del momento, compartiendo amigable y serenamente las delicuescencias de una cordialidad dialogante, tolerante, matizando tesis, proponiendo reformulaciones etéreas, extrayendo delicadas conclusiones que serán preámbulos para nuevos tratos en otros patios paganos?

Me acuerdo, a propósito del evento promíscuo de Asís, del sufrimiento de los cristianos perseguidos a causa de la fe, los que derraman sangre por conocer y confesar que conocen al Dios que el Cardenal Ravasi pregona y dialoga como desconocido porque, quizá, Ravasi se auto-entiende como hombre de Iglesia en otro nivel, más allá de la confesión de fe comprometida, por encima de particulares reales, en un espacio donde la doctrina sólida se bate con cultura hasta hacerla ligera espuma, al punto de nieve, para servir en copa de postre con aderezo de pastelería de nouvelle cuisine eclesiastique.

También me he acordado del trágala conciliar que quieren imponer como conditio sine qua non a los católicos conscientes y resistentes de la Tradición, que traguen el Vat 2º en bloque y el bloque del magisterio post-conciliar. Que pasen por el aro.

Y comprendo que se resistan cuando el pan nuestro de cada día se amasa en Asís, entre gentiles, y la doctrina está en manos de prestidigitadores y malabaristas como Ravasi, que hacen desaparecer a Dios y con un Dios desconocido montan juegos circenses en el patio de los paganos.


+T.