martes, 2 de octubre de 2007

Angelorum


Hoy, por devoción y gratitud, toca hablar de los Ángeles; suelo escribir "Ángel" y "Ángeles" con mayúscula, porque me gusta y me parece más pertinente, dado el caso. Stº Tomás, que es perito, enseña que no existen dos Ángeles de la misma especie, que cada uno tiene la suya propia y distinta, conque se merecen mayúsculas, pienso, ya que ninguno es común, nada común, aunque esté él último en el último coro de la última jerarquía.

El Dogma, como siempre, afirma poco, pero consistente; esto tan sólo:

- Ángeli exsistunt et sunt spirituale

- non propagantur;

- ipse diábolus creatur est bonus;

- item el alii daemones.

(Que existen, que son espirituales, que no se "propagan" (es decir, que ni engendran ni se reproducen), que todos fueron creados buenos en origen, incluídos el mismísimo diablo y los demás demonios).

Y resulta curioso que el Dogma se extienda más respecto a los demonios que respecto a los Ángeles buenos; pero la aclaración de su bondad original es pertinentísima.

La Teología sí que se extiende sobre los Ángeles, tema que fascina desde que nace esta ciencia, porque ya en el Viejo Testamento fascinaba y en el Nuevo lo angélico también cuenta mucho. Los Ángeles del Antiguo Testamento se van perfilando poco a poco, al paso que se esclarece y explicita la Divina Revelación; desde el Querubín de espada flamígera del Edén a los Arcángeles de las naciones del Profeta Daniel, hay todo un proceso de "evolución" angelológica, con auténticos clímax de intensidad como los Serafines del Trisagio De Isaias, o el Azarías-Rafaél de la historia de Tobías.

Los del Nuevo Testamento empiezan tremendos, muy veterotestamentarios, todavía, con el Ángel que anuncia al Bautista y deja mudo a Zacarias; pero con Gabriel ya cambia el estilo, más "angelical", si cabe la redundancia. Después rompen en Gloria de Coro de Nochebuena de Belén, y ya en los Hechos son Ángeles familiares, custodios. Pero el Apocalipsis cierra con una partida de Ángeles temibles, terribles.

Eso decía en uno de sus poemas R.M.Rilke, que "...todo Ángel es terrible..."

" Todo ángel es terrible. Y sin embargo, ay, os invoco a
vosotros, casi mortíferos pájaros del alma, sé quiénes sois. Los días de
Tobías, ¿dónde quedaron?, cuando uno de los más radiantes apareció en el umbral
sencillo de la casa un poco disfrazado para el viaje, ya no tremendo (muchacho
para el muchacho, que se asomó, curioso). Si ahora avanzara el Arcángel, el
peligroso, desde atrás de las estrellas, un solo paso, que bajara y se acercara:
el propio corazón, batiendo alto, nos mataría...." ( 2ª Elegía)

Los Ángeles terribles del Apocalipsis son tan Ángeles como los Custodios, también terribles, pero no los notamos como tampoco notamos al Agios Ischirós, tierno en Belén y Cordero en el Calvario. Su Testamento nuevo y eterno ha dulcificado a los Ángeles para nosotros, que los imaginamos como ligeros putti de los grutescos paganos, criaturas de nube y celaje con alitas graciosas, amables habitantes y comparsas del Paraíso.

Nos enseñan a rezar con el "Ángel de mi Guarda dulce compañía...", y ya le perdemos el miedo y tiene venir un Rilke que nos recuerde que son terribles, o un San Tommasso para explicarnos su profunda doctrina.

La banalidad confusa del new age - tan cocacolero made in USA - ha pretendido suplir con angelerío de serie lo que le falta de seriedad religiosa, y ha inventado en pocos años toda una ridícula pseudo-angelología tan empalagosa como peligrosa, porque por esa puerta-door se cuelan otros ángeles que no son de mayúscula, sino de los peligrosos renuentes a la Voluntad del Creador y Señor de todo y de todos.

Porque lo sustancial de un Ángel es entender y cumplir cantando un "Serviam!.." de alabanza. Y para eso nos los ponen, ut serviamus Eum, como mentores para aparejar nuestras voluntades con la Voluntad. Me costó rezar la primera, y la segunda, y la tercera vez ese "...rege et guberna. Amén" que sigue al "...illumina, custodi...", que sí me salían con gusto; pero el "rege et guberna", vaya si me costó. Ahora ya lo rezo sin problema, pero con mucho respeto, con mucho.

Rilke es el poeta de los Ángeles porque escribió poesía muy seria sobre ellos (las de Alberti son algodón de azúcar comparada con las del Rainer María, y eso que por llamarse Rafael se le supondría más entendido en Ángeles, pero no); Stº Tomás de Aquino es el Doctor Angélico por su admirable tratado de angelología en la Suma Teológica (I.50-64). A Rilke no, pero a Stº Tomás hasta le ponen alas por eso, por escribir bien sobre los Ángeles...Y yo, quizá inconscientemente (?) esté buscádome alas cuando me he puesto a escribir esto.

No estoy loco; Él dice "...serán como Ángeles del Cielo..." (Mc 12, 25), y yo creo y espero todo lo que dice Él (las alas son un detalle prescindible...pero yo ya me he hecho la ilusión).


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