sábado, 14 de marzo de 2009

Benedicto, como el padre de la parábola


Hoy es Sábado de la IIª Semana de Cuaresma, y se lee en la Misa (la misa matutina) el Evangelio del "Hijo Pródigo". Estatio en SS. Marcelino y Pedro, en la esquina de la Via Merulana. Recuerdo haber estado en la statio, una de mis Cuaresmas romanas. Y recuerdo al párroco, un clásico monsignore romano-romano, quiero decir que no "curial" sino del clero romano, tan romano de verdad. Y recuerdo cómo pronunciaba en italiano recio "il vitello grasso", arrastrando y remarcando la doppia s. Parece que lo estoy oyendo.

Se me ha venido a la memoria esta mañana, en Misa, durante la lectura del Evangelio. Un evangelio muy del gusto de cierta exégesis moderna que ha ensalzado esta parábola sobre todas las demás. Es muy especial, porque está muy "elaborada", más que ninguna, quizá, con elementos narrativos-descriptivos singulares. No se por qué, pero así aparece en el Evangelio según San Lucas.
La clave de la parábola se expone al comenzar: "Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo entonces esta parábola..." Lc 15

Siguen a continuanción 3 parábolas, dos más breves, La Oveja Descarriada y La Dracma Perdida, y la más larga de El Hijo Pródigo, que en algunas versiones de los Santos Evangelios ya aparece con un título más adecuado: "El Padre Misericordioso". Como decía, es la parábola más desarrollada, una verdadera pieza del género de "narración breve". Se entiende desde el mismo ministerio de Cristo, que excita y recibe el arrepentimiento de los pecadores, les da el perdón y les admite entre sus discípulos. Se entiende como una censura de la dureza de criterios morales y religiosos de los fariseos; a la vez, se expone la dinámica misericordiosa de la gracia divina, desde el amor del padre de la parábola, imagen alegórica de la Paternidad Divina, implícita y explicitada en la misma revelación de Jesucristo, Hijo de Dios encarnado, Redentor de los hombres, que viene a salvar y reconciliar a la humanidad pecadora. Esta es la parábola de Lc 15.

Hace unos años tuvo fue best-seller del género "religioso" un libro titulado así, "El regreso del Hijo Pródigo", obra de un sacerdote católico, Henri Nouwen. El autor comenta la parábola apoyándose en un conocido cuadro de Rembrandt. Entiendo que, más que nada, refleja la interioridad afectiva del escritor y su nivel de comprensión espiritual, muy en sintonía con la sensibilidad contemporánea de la sociedad americana (de los USA). El libro se lee facilmente. No es una gran obra (ni tampoco el cuadro de Rembrandt). Pienso que se sobrevaloran, una y otro. Pero fue un hit, por lo menos aquella temporada en que se lanzó al público. Se vendió mucho. A mí me regalaron cuatro o cinco, entre Reyes y mi Santo.

Me sorprende siempre que el mismo perfil de los "sensibles a la parábola" sea tan reactivo según quién y cómo se repartan los papeles en la re-presentación de la narración evangélica y su acomodación a diversos tipos, personas y circunstanacias.

Por ejemplo, esta mañana, durante la lectura de la parábola, entendí que se debía interpretar en relación a la reciente Carta Apostólica de Benedicto XVI. Cuando se leía esta parte: "...'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero y engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos...Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'..."
Lc 15, 27-32

¿Han leído Uds. la Carta del Papa Benedicto? Va a pasar a la historia, por lo que dice y cómo lo dice. Y también por los aludidos, unos hijos pródigos que vuelven (4 obispos excomulgados y reconciliados) y que se han encontrado con unos hermanos displicentes, discrepantes, críticos y envidiosos (los obispos que no han "encajado" cordiáliter la decisión del Papa Benedicto). No será necesario decir que el padre de la parábola es el Papa Benedicto...¿o le cabe a alguno alguna duda? Un Benedicto magnánimo, misericordioso, reconciliador, que se ha tenido que quejar con el corazón abierto, sensible, herido, descubriendo su interioridad de "padre" ante la dureza de corazón de sus "hijos", los que más deberían estar y haber estado con él..

Es tan evidente que sólo un corazón duro como el pedernal no entenderá qué es lo que el Papa Benedicto tiene en la mente y en el corazón, corazón de padre.

Merecería que los mismos que se entregaron entusiasmados a leer el opúsculo aquel, el best seller, se aplicaran a meditar y entender esta nueva edición/escenificación/representación de la célebre parábola, con Benedicto XVI y sus obispos protagonizando los 3 personajes del drama.

Y el que tenga oídos para oir (corazón para sentir) que oíga (o que sienta).


+T.