sábado, 4 de octubre de 2008

Fratello Sole, sorella Luna

Era 1974, y me irritó que mis hermanos hubieran visto la peli antes que yo, en una excursión que hicieron con el coelgio. Yo tuve que esperar al verano para poder verla. Sabía que iba a gustarme, pero el impacto superó toda espectativa. Me "afectó" esta peli de Franco Zeffirelli.

Me quedé con la música suave y amable de Donovan, y después aprendí la letra en italiano:

Dolce sentire come nel mio cuore / ora umilmente sta nascendo amore./ Dolce capire che non son piú solo / ma che sono parte di una immensa vita / che generosa risplende in torno a me, / dono di Lui, del Suo inmenso amore. / Ci ha dato il cielo e le chiare stelle / fratello Sole e sorella Luna, / la madre Terra con frutti, prati e fiori / il fuoco, il vento, l'aria e l'acqua pura / fonte di vita per le sue creature. / Dono di Lui, del Suo inmenso amore...

La primera parte esboza la pre-historia de Francesco. Termina con las escenas de Francisco convaleciente de sus heridas de guerra, y la estupenda con Francesco siguiendo a un gorrión por el tejado. La película se rodó en San Gimigniano y alreddedores, y salen las torres de la ciudad.




La vocación se narra con imágenes apacibles, prados y cielo y la canción de Donovan. Hasta el encuentro con el Cristo de la iglesita derruída de San Damiano. La mirada de Francesco se enfrenta a la del Crucificado, que le sonríe y le habla: - " Francisco vé y repara mi iglesia, que está en ruinas"



Junto con la escena ante el obispo Guido de Asís, la más "zeffirelliana" es la que se filmó en la Capella Palatina de Palermo, para figurar la corte de Inocencio IIIº y la audiencia a Francesco en el Palazzo Laterano. El inglés Alec Guinnes está admirable en el papel del Papa; la galería de clérigos y prelados que le rodean está dispuesta como el coro de una ópera sobre el escenario; las vestimentas son muy "fellinianas", pero con el característico buen gusto de Zeffirelli





continua la escena anterior; cuando la cámara sigue la mano alzada del Papa y aparece por detrás del trono el bello Pantocrátor del mosáico del ábside, se consigue unos de los planos más bellos y significativos de toda la película





Estas últimas escenas son una inteligente y alegórica semblanza de la historia de Francisco y de la misma Iglesia. Incluso los diálogos son muy apropiados, ilustrativos; también los planos recalcados por la cámara, y sus movimientos.

Ya he dicho que me gusta especialmente la película. Sintoniza mucho con el espíritu de las Florecillas, tan amable. Y capta bien y expone bellamente el espíritu de aquella primavera que fue Francisco para la Iglesia.

+T.