miércoles, 23 de febrero de 2011

El desconcierto nuestro de cada día (hablando de obispos)


No me gusta coincidir con nadie, ni en opinion ni en articuletes. Me refiero a los blogs. Hoy me he encontrado con un comentario sobre una noticia que leí ayer y que pensaba comentar aquí. Vanitas vanitatum, que decía aquel Qohelet. La noticia que leí era esta:

Dos obispos del Brasil

Se comenta sóla. El texto dice que están recien nombrados (el jueves de la semana pasada) obispos auxiliares, el de la izquierda vestido de clergyman para el Vicariato Castrense, y el de la derecha vestido de rockero tropical para la Diócesis de Belém. El redactor del pie de foto se pregunta: -¿Dos iglesias?

Desde luego el desnivel de vestuario suscita la duda de si serán de dos ritos diferentes, o incluso si pertenecen a dos confesiones religiosas distintas. Brasil, el gran país catolico, tan extenso que es media América casi, tiene y soporta esas diferencias. Que no son cuestión de mero look, sino que el exterior de los nuevos obispos son el trasunto de las diferencias de 'conceptos'.

Pero tratándose de lo que se trata ¿caben esas diferencias? Por poco que uno esté puesto en temas de actualidad eclesial puede entender lo que hay detrás de cada figura, qué representan y cual será, previsiblemente, su trayectoria pastoral y su ministerio episcopal. Y es para echarse a temblar.

Un ejemplo de temblores:



Es una "misa" celebrada en Brasil, por un cura travestido que baila samba en la iglesia. El pueblo fiel sigue al cura y todos se dejan llevar por el embriagante ritmo pastoral. Tocante a cosas de iglesia, el cura es el que entiende y si él lo hace así será que se puede hacer. Conque adelante, pastor y grey, a bailar samba que ya viene el Carnaval.

Esto se hace y se deja hacer. Unos no lo hacen, pero lo permiten. Otros lo hacen y hasta lo promueven. Todos hermanos, que lo importante es no romper ni perder 'la unidad'. Como si pudiera haber "unidad" donde los fragmentos del estropicio son tantos y están tan disperso que forman un puzzle dificilmente descifrable.

¿Y en Europa? En Europa podemos enseñar otro muestrario, distinto, pero a la postre con el mismo efecto de fragmentación y unidad sub mínimis. Vean dos ejemplos:

El facebook de uno de los obispos auxiliares de Bruselas

El de la fotito es el mismo en carne mortal de facebook, para los amigos.

Y para cerrar el reportaje un indígena español (bueno, catalán, que seguro que estará afectado por el hecho diferencial y matizará lo de español con Ñ, ya se sabe). Vean qué magnífico ejemplar portador de esperanza católica:



Cuarenta y un añitos tiene el bisbe. Con lo que se le augura - si no le ocurre un imprevisto - por lo menos 34 años de ejercicio pastoral. El youtube con la mini entrevista me resulta especialmente estremecedor: Es un "papa-boy", es decir, un juanpablista berrendo que dice enormidades horripilantes como que tuvo "una conversión al papa Juan Pablo II", fenómeno este que es la primera vez que oigo pero que no me extraña oir en boca de este bisbe-papa-boys.

¿En qué o cómo o dónde rematará este bisbe junior? Pues yo diría que alto, bastante alto según se desprende de lo que dice. Será cosa de verle marchar por las sendas de la post-modernidad católica y de seguirle el currículum. Irá pasando, probablemente, de JMJ en JMJ hasta que se consuma nonagenario y joven, muy joven, siempre joven.

Las cosas del juanpablismo episcopal. Que como se puede ver duran y duran y están durando y parece que van a seguir.

Malo está lo del obispo brasileño con look pop-rock con tendencia de rematar rastafari a lo Bob Marley; malo lo del cura drag-queen de la misa-samba-carnaval. Pero lo de los jerarcas juanpablistas resulta tan inquietante (por otros motivos).

Y con este desconcierto, passim, así pasan los días, como el bolero, en un melífluo quizás, quizás, quizás. Y yo desesperando...




p.s. La ilustración de arriba es un San Dionisio, que ya he contado que los obispos que de verdad me gustan, mis preferidos, son los mártires ya martirizados; a poder ser decapitados y con la santa testa en la mano, como Saint Denis (¡viva!).

+T.