lunes, 20 de abril de 2009

Benedicto: Cuatro años para la Historia

Aunque parezca que fue ayer, son ya 4 años de Pontificado. Y un gran Pontificado. Con carácter y consciente definición desde el principio. Algunos que imaginaban que el poderoso carisma de Juan Pablo II iba a perpetuarse en una serie de "juanpablos" más o menos por el estilo (y en "declive"), quedaron en estado de shock cuando se anunció en el Habemus Papam! que el elegido había querido llamarse Benedictus, el XVIº de ese nombre entre los Papas. Lo ha tenido claro, muy claro desde el principio.

Que se le entienda, que se le comprenda, esa es otra cuestión. Benedicto no es hombre de inconsistencias, sino que sabe bien qué cree y qué quiere y qué puede. Muy bien. Concédansele todas las dudas que en un mortal caben y son posibles, pero reconózcasele que no es un personaje fruto de circunstancias, nunca lo ha sido. Su trayectoria desde la Universidad al Papado ha sido casi rectilínea. Cuando Pablo VI lo elige Obispo de Münich, no es casualidad. De entre todos los teólogos de cierto relieve en el pre y el post Vaticano II, Joseph Ratzinger ha sido el más "eclesiástico", porque ha sido el que más ha servido y el que más ha renunciado para poder servir.

En Roma, desde su llegada a Doctrina de la Fe, fue de esos hombres de trabajo y altar. Era corriente verle entrar y salir del Palazzo Sant'Uffizio. Los estudiantes y sacerdotes de paso por la Urbe nos sorprendíamos cuando nos saludaba, atento, con una sonrisa, tocándose el sombrero (lo usaba) o levantando la mano. Tantos años en un cargo y un sitio "referencial" de la Curia Romana, le han servido para conocer en profundidad cosas y personas, Urbis et Orbis, de la Iglesia y de todo el mundo.

Fue la personalidad más notable y descollante del Cónclave de Abril del 2005. Y el Cónclave eligió al mejor, con diferencia (compárense los electores con el elegido, sin pasiones ni parcialidades). El Papa Ratzinger no encaja en el perfil del papable que se auto-postula o que entra en el Cónclave con un grupo de electores afín y activo; más bien es el caso del candidato óptimo que los Cardenales descubren y reconocen en el decurso de aquellos días romanos de Sede Vacante y pre-cónclave. Y se confirma en el Cónclave.

Las reacciones ante su elección fueron entusiastas por parte de los que sabían quien era, o le apreciaban por su trayectoria, o esperaban de él lo mejor conociendo algo de su obra. Sus adversarios (no digo "enemigos") se contuvieron, disimulando (y temiendo) por las mismas razones que otros se felicitaban por su elección. El disimulo no tardó en revelarse patente contestación, muy cruda desde el episodio de Ratisbona. Y desde entonces no ha cesado: La Sapienza, el Motu Proprio, el levantamiento de las excomuniones lefebvristas, el viaje apostólico a África. Quizá se prepare otra arremetida para Mayo, a propósito de la peregrinación a Tierra Santa. O por cualquier otra cosa que diga o que haga (o le digan o le hagan).

La personalidad de Benedicto no es frágil, ni pusilánime. Al contrario: Es firme y está bien fundamentado. Los perspicaces (de uno y otro signo) saben que ha marcado una inflexión, que ha dicho y hecho cosas que ya están dichas y hechas. Su magisterio sobre el magisterio del Vaticano II está volviendo a sus coordenadas "originales" una desviada interpretación/comprensión del Concilio del siglo XX como "ruptura". Cuando Benedicto XVI enseña la "hermenéutica de la continuidad", está ilustrando una verdad enrarecida y desviada, motivo de gran confusión dentro de la Iglesia. Esta "continuidad" del magisterio es una esencia del Magisterio, en el que no existe (no puede existir) "ruptura". El concepto de developpment que exponía J.H. Newman en el s. XIX es el que late en esta hermenéutica "ratzingeriana" (que no es novedad: Se puede rastrear perfectamente a través de la obra del teólogo prof. Joseph Ratzinger).

¿Y los "colaboradores"? ¿Son un cierto "lastre" de Benedicto? Yo diría que los colaboradores son lo que son. Y se escogen de entre los que hay para escoger. Pero Benedicto sabe y conoce, también. No le imagino haciéndose "ilusiones" sobre personas y personajes, él precisamente, un hombre en contacto con alumnos e intelectuales, sacerdotes y prelados, obispos y cardenales, curiales y diplomáticos, desde hace tantos años. No, Benedicto no se engaña. Que los escogidos y nombrados no estén a la altura de las circunstancias, también es relativo.


El mundo en el que vive la Iglesia de la que Benedicto XVI es "Cabeza Visible" se ha complicado. De los años 50 preconciliares al 2000 de Juan Pablo II, el mundo se ha acelerado, con mucha (excesiva?) comunicación y una cada vez más ausente (y cada día más necesaria) auto-comprensión y profundización. Pienso - y no creo que me engañe - que Benedicto es muy consciente de que está trabajando para el futuro. Un futuro más o menos próximo que re-descubrirá a Benedicto XVI en tanto se serene y profundice.

Los Papas "históricos" de los Concilios que han marcado la Historia de la Iglesia no han sido los Papas convocantes de aquellos Concilios, sino los que vinieron después. Quizá, más que ninguno de sus predecesores, Benedicto XVI es el Papa del Vaticano IIº (sin sucedáneos añadidos de "espíritus del concilio" o vacios entusiasmos de "aggiornamento").
.

+T.