domingo, 4 de enero de 2009

El demonio (también) en Navidad

Mientras tuvimos casa grande, poníamos un Nacimiento grande, precioso. Y como era precioso, era un peligro dejarlo expuesto a cinco niños en plena edad de jugar y tocar con lo que no se juega y no se toca. Costó la cabeza de un San José, otra del Rey Melchor y un par de pastores desmembrados cruelmente, y una docena de ovejas sin patas, cochinos sin rabo y cabras sin cuernos. Tan terrible escabechina convenció a mis padres de que urgía otro Nacimiento. Y durante cinco o seis años se montaban 2: El precioso-solemne (para mayores y visitas) y el de los niños (para nosotros).

El de los niños nos lo ponian (risum teneatis) en un cuarto de baño. Ah, pero un cuarto de baño del de los de mis abuelas y tias, que se parecen en nada a un cuarto de baño moderno. Era una "sala alta" (es decir, con tres escalones anchos en la entrada); con un baño de cinc enorme (los cinco niños cabíamos juntos y sobraba baño) y un lavabo redondo de porcelana (dos niños de capacidad), sin grifo. El grifo estaba en la pared de enfrente, con una pileta debajo y una repisa doble, larga y con rinconera, con seis o siete jarras esmaltadas, para recoger el agua del grifo. En las paredes, dos espejos grandes y dos toalleros más grandes. Y dos cómodas de caoba, de seis cajones y secreter. Y un ropero con puerta doble. Y en aquel cuarto de baño alto nos ponían el Nacimiento 2º, que se podía tocar, y jugar con él.



Jugar hasta ciertos límites. Por ejemplo, el Misterio no se tocaba (S.José, la Virgen y el Niño); los Reyes sí, cada dia un poquito más cerca del portal; los pastores y las ovejas y demás piaras también se podían cambiar y mover. Un momento emocionante era cuando llegaban los indios: Dos filas largas de indios a caballo corriendo cuesta arriba al portal; y los romanos lo mismo, pero a pié. Herodes en su castillo era uno de mis favoritos, pese a todo. Y por todo el Nacimiento pululaba una fauna riquísima, entre lentiscos, romeros y pitas: Leones, tigres, pingüinos, cebras, jirafas, elefantes, ciervos, jabalíes, conejos, cabras montesas, mamuts, dinosaurios. Y encima de cada palmerita de plástico, un mono...Oh! era un encanto, casi un escena de la creación tal cual, pero espontánea e inventada por mí, mayormente, que no dejaba que mis otros 4 hermanos-as competidores intervinieran demasiado. Un detalle más, característico: En uno de los extremos del Nacimiento, en una cueva de corcho con bombilla forrada de palpel celofán rojo, el demonio!

Un personaje tremendo, pero muy serio. También se ponía en el Nacimiento solemne, a la derecha del espectador, en su cueva de corcho con la bombillita colorada. Tuvimos uno que era de plástico y goma, con un tubito que le salía del rabo (tenía rabo, yes, of course) y terminada en una perilla, que se apretaba y le daba aire a las patas y los brazos, y el demonio estiraba las patas y los brazos, con un tridente que llevaba, y una capa grana de fieltro. Era una de las atracciones principales del Nacimento, of course.

No era un invento original de casa, aunque no sé desde cuándo se ponía. Me consta que en la generación anterior, cuando mi madre y mis tias, ya se colocaba el demonio en el Nacimiento. En el Convento de Stª Paula, las jerónimas tienen uno del mediados del XVIII, popular, de terracota, con mil angelitos y pastorcitos y ovejitas...y también tiene su cueva con su demonio. Y habrá más por ahí, seguramente.


¿Y por qué? ¿Qué pinta el demonio en el Nacimento? Los graves y doctos teólogos podrían responder con profundas reflexiones y consideraciones. Mis abuelas y mis tias eran más brves y explícitas: - "¡Tentando a las almas, para que pequen y se condenen al infierno!", nos explicaban. Mi madre, decía lo mismo pero según otra versión: - "Para que los pastorcitos se asusten y se pierdan y no lleguen al Portal". Yo componía también mi personal historia y me imaginaba al demonio asutando a los pajes y los camellos de los Reyes Magos, y poniendo nubarrones delante de la Estrella, y metiéndole malas ideas a Herodes en la cabeza.

Oh! Oh! Oh! Los cuentos que me inventaba y me imaginaba (y a veces los contaba) con el Nacimiento. Que eran cuentos, pero tan aproximados a la realidad de entonces. Y de ahora.

Mi cura - que sabe lo del demonio en el Nacimiento - ha sacado el tema a relucir en una de las predicaciones, una de las Misas de esta mañana. El pobre dice que a estas alturas de Navidad con 4 misas cada Fiesta (más los Domingos que ya van dos), termina predicando de todo lo que hay en un Belén, hasta de los camellos y las ovejas. Y hoy se ha acordado del demonio.

Ha dicho, más o menos lo mismo: Que por ahí anda, corriendo suelto, tentando a las almas, asustando a los que van al Portal, confundiéndoles el camino, poniendoles trampas, tapando la Estrella. Para que no lleguen a Belén, para que no vean a la Virgen y al Niño, para que no se encuentren con Jesús, para que no tengan fe en el Señor, para que no crean que ha nacido el Emmanuel.
Y es verdad, porque eso pasa.

Por eso en mi casa poníamos ángeles: Unos ángeles cabezones con sus culetes redondos y sus alas doradas que daba alegría ver. Otros eran sólo cabezas con alas; y otros eran cromos troquelados con escarchita brillante en las alas, y otros de papel recortable, y otros de cartulina y algodón. Muchos, muchos ángeles, colgados de hilos de un alambre que se sujetaba en la pared y el techo. Y más, más ángelitos pegados en el papel azulón que figuraba el cielo, y otros recogiendo las cortinillas a un lado y otro del nacimiento. Y todos los que podíamos, muchos angelitos y angelotes y angelillos - (aunque he de reconocer que el demonio seguía atrayendo más...y todavía no sé por qué será ¿¿¿¿....????) -.


Carissimi amici miei: Necesitamos ángeles para llegar al Portal, porque el demonio que anda suelto no deja de enredar, incordiar y estorbar (el muy puñetero; (esto lo decía mi tio Enriquito, que entendía mucho)).
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Yo recomiendo los ángeles: Poner ángeles, aunque sean de oropel, cartón o algodoncitos, que ayudan mucho (lo digo yo, que entiendo bastante).
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p.s. Por cierto, quisiera añadir algo que se me acaba de ocurrir: Un blog católico es un angelito (valga la comparación, sirva la metáfora) del interrete virtual, y también co-opera con los angeletes y da caña y espanta al demonio. Veramente!.
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p.p.s. ¡¡¡ Y Viva Jesús, Viva María, viva José !!!
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