miércoles, 25 de febrero de 2009

Rotos del alma

El sermón de mi cura ha sido de Cuaresma total, mi cura es muy castizo. Ha empezado con una glosa del "...perdona a tu pueblo" Jl 2, 12-18, tremenda; y ha seguido con 2 Cor 5,20-6,2 "...no echar en saco roto la gracia de Dios". Y el alma.

Dice que se nos rompe el alma como los bolsillos cuando nos metemos sin cuidado las llaves y otros trastos. Un bolsillo roto es un peligro porque se te va por la pierna abajo lo que sea, sin darte cuenta, centimitos o medios euros o 1€ entero y hasta 2. Y si el bosillo es de chaqueta o abrigo, lo mismo. Mi cura decía en el sermón que con el alma pasa por el estilo: Nos metemos cosas, dejamos que entren cosas, que agujerean el alma o le descosen el fondo. Y la gracia que Dios nos manda se nos escapa.

La Gracia es fina, muy sutil. En la Biblia se la compara al rocío, al orvallo, una humedad suave casi imperceptible, pero que empapa la tierra y la ablanda. También la limpia. Y hay gracia para cada cosa y cada momento. Y si el alma tiene rotos, si está con descosidos...

Y así el sermón. Muy positivo porque decía también que los rotos se remiendan y los descosidos se zurcen. Se cosen con hilo y aguja de Cuaresma: Oración, limosna y ayuno. Y ya pueden venir gracias que no se perderán, que de eso no hay que dudar: Dios manda gracia y la Cuaresma es tiempo de gracias muy especiales y más abundantes. No porque Dios esté sujeto al tiempo y las fechas, sino porque la Iglesia sí que tiene sus tiempos, y Dios atiende los "tiempos de clamor".

Lo que me pasa - lo confieso - es que a mí la Cuaresma se me queda corta, y las cinco-seis semanas se me van volando. Y más en Sevilla, con el azahar a punto, y las cornetas y tambores ensayando para Semana Santa, que aquí es fiesta mayor, de tronío. Este año el nuevo Arzobispo (coadjutor) ha llamado la atención sobre el ayuno, porque el Sr. Cardenal lo dispensaba los dias que obliga, Miércoles de Ceniza, que es hoy, y Viernes Santo; una (mala) costumbre de tiempos del Cardenal Bueno Monreal, él sabría por qué, que yo no atino a explicármelo.

Por lo que pueda ser, un servidor ha procurado hacer el ayuno, tan católico. Prefiero no almorzar y cenar, que me da más resistencia, un poco como los moros en ramadán (que el Señor nos libre), pero more católico.

Así que me retiro a cenar de cuaresma, de vigilia, de abstinencia...y de ayuno. Aunque ahora, precisamente ahora, me acuerdo de un dicho, de un refrancillo que dice que "Hambre que espera hartura, no es hambre ninguna". Y es que los refranes se te vienen a la cabeza en el momento más indiscreto. En fin.

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Caballeros en Rodas

El interesantísimo blog de Diego Mallén ha publicado un trabajo precioso sobre un incunable que cuenta el sitio de Rodas: Obsidionis Rhodie . Merece la pena ir y leerlo. Delicioso.
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El libro cuenta el sitio de la isla de Rodas por los turcos, en 1.480, narrado por un testigo-participante-combatiente, el caballero Guillermo de Cauorsin, vicecanciller de la orden. En un comentario al estupendo artículo de Mallén he escrito que el repliegue de los Hospitalarios desde Tierra Santa a Chipre-Rodas-Malta por ese legendario Oltremar de los cruzados casi me parece una alegoría-profecía de la Cristiandad, entendida como concepto político-cultural, fuera del misterio de la Iglesia.

Sin duda que la hazaña de las Cruzadas fue posible gracias a la pujanza de un Occidente Cristiano revitalizado con francos-normandos-germanos cristianizados y con conciencia cristiana. La misma conciencia que existía (y con más razón de ser y mejores consecuencias) en la España de la Reconquista. Precisamente, el "realismo" hispano hizo posible lo que la improvisación (?) entusiasta de los francos, normandos y germanos no logró en Palestina. El ardor sin constancia, tenacidad, medios y permanencia resulta nulo. Obvio el problema de un Mediterráneo y un mundo islámico a las espaldas, difíciles coordenadas para mantener fronteras estables. Pero también fueron barreras formidables los Pirineos, y el Estrecho un peligroso puente siempre franqueable para nuevos invasores. A pesar de todo, la Reconquista en España se pudo y se hizo.

No hace mucho insistía con un amigo en la tesis bizantinista de Runcyman en su Historia de las Cruzadas: El Reino de Jerusalén era inviable sin Bizancio apoyándolo, y Bizancio resultó afectada fatalmente por las Cruzadas, que hubieran debido emplearse en sostener a Bizancio. Pero la necesaria madurez política y una perspectiva geo-estratégica correspondiente eran impensables para aquellos cerrados caballeros, señores feudales que emprenden la Cruzada empeñados en trasplantar instituciones y modos del siglo XII europeo en el Oriente.

El sitio de Rodas en 1480 es un capítulo anejo a la caída de Constantinopla en 1453. Luego vendría el asedio definitivo de 1522, el abandono de Rodas y la re-ubicación de la Orden Hospitalaria en Malta. Una gracia concedida por nuestro Carlos V que, con muy inteligentes perspectivas, asegura el Mediterráneo contra el avance otomano atacando Túnez y Argelia, afianzando Céuta y Melilla como guardia del Estrecho, y apostando a los todavía formidables Hospitalarios en Malta y sus pequeñas islas. Poco más tarde, Lepanto culminaba y cerraba un capítulo peligroso que aseguró a Occidente una de sus fronteras frente al terror musulmán.

Como decía en el comentario, el declive de la cristiandad parece reflejarse en los avatares de la orden de Hospitalarios de Jerusalén-Rodas-Malta. En 1798, Napoleón toma la isla y expulsa a los caballeros, que se refugian donde pueden. Cuando Inglaterra se asienta en la isla, los caballeros ya no consiguieron retornar. Al final, se quedan con toda su heróica e impresionante historia y dos posesiones que son su territorio "oficial". Dos palacios en Roma, uno en la céntrica y aristocrática Via Condotti, y el de la Villa en la cumbre del Aventino, la colina de los antiguos patricios romanos.

Una sorpresa que los guías de Roma se reservan para los visitantes, es mostrarles la insospechada panorámica que se ve por el ojo de la cerradura del porton de la Villa di Malta: Pones el ojo n'el buco della serratura e si vede, spléndida, la cúpola bianca di San Pietro.


Permítaseme esta fácil y efectista acomodación, pero mírese por los agujeros de las puertas de nuestras instituciones de Occidente, y lo que se verá será lo mismo: Una perspectiva con el Cristianismo, la Iglesia y su Misterio al fondo.

Que no se quiera ver, es otra cosa.

Y estamos ahí. Y somos - aunque no lo acepten (?) - la esperanza mejor.

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