miércoles, 14 de abril de 2010

Cardenal: No se puede ser amigo de todos; de los enemigos, nunca


El Cardenal Fray Carlos Amigo, Arzobispo emérito de Sevilla, ha sido elogiado más de una vez como hombre conciliador, de los oportunamente necesarios a la hora de "negociar" por saber llevarse bien con todos. En su currículum se cuentan momentos estelares, como cuando casó a la Infanta Elena (hoy descasada, desgraciadamente (aunque sigue siendo Infanta, tristemente )). Y como esta muchas otras ocasiones en las que el Sr. Cardenal Don Carlos Amigo ha alternado con lo más conspicuo del candelero social. Estas altas relaciones le han servido para significarse como hombre "de talante", de diálogo. Un personaje inter-disciplinar, se podría decir, que tiende la mano al político, y se la estrecha, y presenta el anillo episcopal al católico, para que se lo bese.

También se ha dicho de él, se ha comentado, que no todo han sido cordiales relaciones universales, sino que ha preferido unas a otras, ciertos sectores a otros, unos grupos sí y otros no. Algo muy comprensible, porque todos somos víctimas de simpatías y antipatías dificilmente controlables si son más o menos espontáneas, no estudiadas ni previstas. La caridad es una obligación cristiana, un mandamiento; la simpatía no, ni la amistad.

Eso de conectar y mediar en las altas esferas parece ser algo quasi anejo a los prelados sevillanos, porque del Cardenal Bueno Monreal se decía que era el que mejores contactos, relaciones y simpatías tuvo en El Pardo, a donde acudió más de una vez para desfacer entuertos, algunos delicadísimos. Recuerdo la primera vez que me contaron que el Cardenal Bueno Monreal, desde que fue Obispo de Vitoria, le cayó estupendamente bien a Dª Carmen Polo, y mantuvo esa simpatía tan oportuna, que supo usar muy bien cuando hizo falta, especial falta.

Para rematar con actualidad, no me resisto a comentar las también versátiles empatías del Arzobispo actual, Monseñor Asenjo, que dejó pasmada a Sevilla entera el otro día, el Martes Santo, me parece, en los palcos de la Plaza de San Francisco, delante del "Almanaque Gotha" de la Sevilla más castiza y cofradiera, sus invitados, y comparsas políticos de turno. Fue que el Sr. Arzobispo llegó a ocupar la presidencia del palco municipal, junto con el Sr. Alcalde, y al ver en el palco de al lado a la ex-alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar (antes comunista del IU y hoy socialista por libre, Consejera de Obras Públicas y Vivienda en el gobierno de la Junta de Andalucía), fue y le zampó dos besos, que la Srª Consejera correspondió igualmente afectuosa y cordial (no sé, no lo ví, si también le besó el anillo al Sr. Arzobispo, no me consta).

Dicho esto, paso al asunto, que es otro: Una cosa es tener expedita y bien cuidada la comunicación con los que ocupan el poder, por lo que pase y lo que pueda pasar, y otra complacerse con los que se muestran tan desafectos, contrarios e hirientes contra la Iglesia y el Papa; me refiero a esto:

Mano a mano de Amigo y Bono sobre la "Caritas in Veritate". Estaban con el Cardenal, en la misma mesa, Bono y Garrigues, y otros más. Y Vidal, el organizador del acto.

Garrigues (léase aquí lo que opina Garrigues sobre temas de actualidad ) sabrán en su casa, en su bufete, en su club, o en su logia, lo que piensa. Yo pienso (sin ser de ninguno de los círculos que frecuenta) que es un repugnante acomodado capaz de contemporizar con Eaco, Minos y Radamanto. Una pieza de valor, un catalizador de lo peor, un "moderado" que transmuta el brillante de la verdad en estiércol de componenda, siendo al final la operación rentable, muy rentable, para el polimórfico intermediario, hombre de mundo, fantasmón honoris causa ya en Comillas ya en Navarra, un honor tanto para los hijos de San Ignacio como para los de San Josemaría, sin solución de contradicción (ellos, unos y otros, verán y sabrán por qué).

De Bono, Pepe Bono, ¿qué diré que ustedes no sepan, o se imaginen, o no sepan y no quieran ni imaginar? Pues eso, digo Pepe Bono y ya está. Y estaba, también. Y lanzó por su hocico manchego perlas como esta: "Es la hora de las alianzas entre creyentes y no creyentes. No es la hora de la ortodoxia por encima de la pastoral." Profundo, profético, todo un animal, una bestia teológico-pastoral. Pasará a la historia: Pepe Bono tendrá capítulo en el Migne, seguro.

El tercero, el organizador, es el responsable de una sañuda campaña contra el Papa en su página, ReligionDigital, dedicada a la información religiosa. J.M. Vidal y su subalterno Jesús Bastante llevan tres o cuatro meses desinformando de la manera más escandalosa y negativa sobre el repugnante pederastazo, siempre agudizando el tema, descarnándolo, desfavoreciendo al Papa y acusándole de ser responsable último e imputable. Los últimos artículos publicados estos últimos días resultan indignantes: Uno y otro y otro y otro .Y así.

Si quieren saber más, en la misma página aparecen enlaces a otros artículos con más referencias sobre el simposio, con más noticias sobre los que intervinieron y sus discursos. La paradoja es que el tema era "congresuar" la encíclica "Cáritas in Veritate" de SS. el Papa Benedicto XVI, tan preterido, tan malquerido, tan criticado, tan acosado, tan desacreditado, tan perseguido por Garrigues, Bono y Vidal.

Qué verdad caritativa o qué caridad verdadera se podía hacer con semejante tresillo, lo ignoro. Tampoco sé si el Cardenal Amigo intentó siquiera hacer ese encaje de bolillos, tan complejo dado el material humano para encajar y mover los palillos de la labor. Don Carlos Amigo siempre expone con amenidad, positivo, lanzando obviedades optimistas y tocando resortes animosos. Rara vez deja mal gusto en el auditorio, todo lo contrario: La gente que le oye sale encantada, captada muy favorablemente por la prosa bien armonizada del discurso del Cardenal vallisoletano.

Sospecho que no tuvo mucho auditorio, según las fotos, que no dan detalle de los asistentes, detalle elocuente. Pero, entiendo yo, el problema son los contertulios : No se puede ser amigo de los enemigos de la Iglesia, del Papa, de la moral católica y de la doctrina ortodoxa; un Cardenal no puede ser amigo de tales enemigos. Ellos dirán que no son hostiles, hombres de mundo que se saben componer y guardarse las espaldas, palabreros con toda la versatilidad profesional del político, el abogado o el periodista para desdecirse en cuatro palabras de lo que dijeron en cien artículos. Son expertos en esas artes.

Por eso mismo, el equívoco de estas relaciones, de estos alternes, de estas tertulias y simposios, resulta tan peligroso. Dejan mucho en evidencia.

Del Kempis, tan poco de moda, es esa cita que reza: - "Cuantas veces estuve entre los hombres volví menos hombre"***. Yo pienso que hay gente, sitios, tan poco católicos, que estar en ellos, entre ellos, es perder grados de catolicismo, "des-catolizarse".

No se puede estar en todos lados. No se puede aparecer alternando, en la misma mesa de conferencias, con algunos personajes. No se debe. Un Cardenal, menos. Porque un Cardenal es/debiera ser - permítaseme el exabrupto - un apéndice del Papa.

La Iglesia vive momentos muy conflctivos; el ambiente se ha hipersensibilizado por mor de la campaña contra-papal armada por grupos muy turbios, definidos en contra de la Iglesia y sus representantes. La Iglesia, por su propio bien, por su salud, debe desmarcarse netamente de gente poco o mal definida, sospechosamente proclive a los enemigos que acosan. Por eso un hombre de iglesia no se debe prestar nunca a difuminar distancias, límites. So pena de dar la impresión de que nada importa tanto, de que todo se puede decir, escuchar, escribir sin que pase nada. Mientras se dicen cosas políticamente correctas en un micrófono se están publicando otras cosas intolerables en un periódico, o en una web, en una entrevista o en una gacetilla. Y con el Papa como objetivo y la Iglesia Católica como diana.

¿Un Cardenal puede estar, mostrarse "amigo", en esas y/o parecidas circunstancias, con esos y/o semejantes circunstantes? Yo pienso que no. Y pienso que es grave, muy grave, propiciar estos malentendidos de forma que confunden tanto en el fondo.



Hay un mundo que hostiga y ha levantado cerco a la Iglesia, poniendo sus miras adversas, muy malévolas, en el Papa. A cualquiera que se aproxime a esa banda, se le debe combatir. Con ninguno de esos que se suman al acoso se debe compartir mesa, mantel, cuchara y/o micrófono. A no ser que sea para cantarle las cuarenta, señalarles con el dedo, y dejar bien claro que no se está con ellos.

Si saliese algún justificador justificante que dijera algo así como que - "...el Señor entraba en las casas de los publicanos y comía con los pecadores", yo le contestaría que en esas ocasiones el Señor buscaba a las ovejas descarriadas, a los pecadores, y los convertía, y dejaba patente - muy patente - que estaba allí para eso, para perdonar a los pecadores que se le arrepentían, o para curar a los leprosos que se lo pedían. Nada que ver con lo que pasa en estos momentos de "vida social" (o "cultural") en los que "coinciden" un prelado de la Santa Madre Iglesia con cuatro enemigos activos contra ella, la Iglesia, y el Papa.

Si uno es "pastor" y se topa uno con los malos, hay que echarles un sermón, un sermonazo tremendo que les haga temblar. Cuando nos encontramos con los que nos hacen la guerra, hay que hablarles con la contundencia de un profeta, con voz de trueno. Y exigirles que cambien su mala manera de proceder, echándosela en cara, con todo el rigor de la fe.

Todo lo que no sea eso, es humo en los ojos y aguachirle que estropea el estómago.


*** Quoties inter homines fuit, minor homo redii... IC I,XX-2.

p.s. Para desdramatizar un poco: Un amigo muy guasón, siempre que nos predicaban esta cita, decía por lo bajo: "Of course!". No comment plus (of course).


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