martes, 29 de agosto de 2017

La crisis es de fe, no de sexo


La crisis del sacerdocio católico no termina, muta y se prolonga desde el concilio Vat2º y sigue siendo hoy una herida que sangra y debilita a la Iglesia. No sólo es una crisis de vocaciones, sino que es también una gravísima crisis de defecciones: No llegan vocaciones a los seminarios, los sacerdotes abandonan el ministerio y los obispos no se van también porque temen perder status, no porque no estén ellos mismos afectados. Casos como el del ex-obispo de Mallorca, el patético Mons. Salinas, y esas otras dimisiones y/o destituciones (más o menos discretas) passim, por todo el orbe católico, son un triste y lamentable muestrario de la degradación jerárquica que sufrimos.

En Roma, donde deberían saber más y mejor, se queda uno con la impresión de que se han anclado en los '70 y no salen de esa escollera, pues insisten en que el problema es el sexo:

"En los seminarios no se habla lo suficiente de un aspecto central de la vida de la persona: la sexualidad."

Resulta patético el 'experto', un tal padre Amedeo Cencini, según RomeReports, muy conocido en eventos del género como este organizado por el Regina Apostolorum (¡¡oh!!), dedicado a rectores de seminario.

Muy pronto parece que se han sacudido la sombra de Maciel, todo un clásico afectado sobre el tema en cuestión. Aunque pudiera ser que les hayan incluido en la penitencia impuesta el organizar simposios como este. Cosas veredes.

Dejando bien subrayado que la infección del sexo inmoral es una pandemia y envenena todo, como una peste negra del siglo XXI, constatar que el clero se vea afectado es, más que una obviedad, un lugar común, un tópico. También en la Vetusta de 'La Regenta' pasaba aquello, y en 'Tormento', en el Madrid de Galdós, y en la 'Pepita Jimenez' de Valera. Eso ha pasado siempre, con picardías medievales del Arcipreste de Hita o con vena mafiosa del best seller 'Monsignore'. El demonio no ha dejado de tentar al clero, aún cuando se escudaba bajo la égida de la sotana y la tonsura, y el sexto ha sido un mandamiento de mucha batalla para los ministros sagrados, más por simple razón de la naturaleza que por perversión impía del orden sacro, nunc et semper.

Por eso, que se insista en eso, es rayar la superficie y no profundizar en la veta, si de verdad se indagara la etiología del mal.

Porque la raíz del trastorno y la mengua del clero católico es de fe, se trata de un problema de fe, de pérdida de fe, de falta de fe.

Desde hace ya un par de años, las alarmas católicas alertan sobre la supresión del celibato obligatorio y la ordenación de clero casado (o la re-admisión al ministerio de los renegados), que, no sé con qué lógica argumental, dicen que van a meter entre los temas a tratar en el próximo Sínodo de la Juventud, con aprobación de PP Franciscus. Por todo esto que se rumorea y temiéndonos ya que se pudiera concluir con otro caso-documento post-sinodal mucho peor y más dañino que el AL, todo lo que pueda afectar a la documentación que pongan a disposición de los participantes en el Sínodo merecerá toda la atención posible, porque será lo que se expondrá y se debatirá en el aula. Si la problemática de la crisis vocacional-clerical se presenta reducida al conflicto sexual, las soluciones que se propondrán (y quizá ya estén preparadas para sacarlas en su momento) irán contra el celibato sacerdotal, insistiendo en que asumir una sexualidad activa y reconocida será el remedio para la renovación/actualización del sacerdocio católico y el incremento de las vocaciones.

Los autores de todo esto, saben que es mentira, que las tesis son falsas. Pero insistirán e incluso denunciarán al clero reticente o a los fieles resistentes. Si se realizara, supondría el principio del fin del Catolicismo, o, por lo menos, su dramática aceleración.

Como telón de fondo, añadiendo un decorado patético, PP Franciscus, con toda la Iglesia, se dispone a celebrar con fastos solemnes el mayor y peor ataque al Sacerdocio Católico que jamás se ha visto en la historia, pues eso fue (entre otras más cosas) la funesta rebeldía heterodoxa del pérfido Martín Lutero y su 'reforma' protestante. No sé, no me explico, cómo una Jerarquía Sacerdotal puede celebrar su aniquilación.

Claro que si se emperran en que la crisis es por cosas de sexo, pudiera tener cierta lógica que aplaudan a Lutero que, además de con la sola scriptura, apañó su crisis sacerdotal fornicando con Catalina Bora, su seductora querida.


+T.



domingo, 6 de agosto de 2017

La femi-perversión que la Iglesia no condena


No sé si alguno recordará al doctísimo y venerable padre Antonio Orbe S.I. cuando en alguna de sus clases magistrales en la Gregoriana comentaba, al paso de algunas cuestiones, que en el futuro más próximo el peor peligro para la Iglesia, en doctrina y en moral, llegaría desde el mundo de la mujer. Se refería - sin saberlo concretamente entonces - a cosas como esta (atención los timoratos, que el artículo es aberrante y contiene fotos impías):

Poner fin a las mentalidades machistas que distorsionan la fe:
"Si Jesús se encarnó en un varón, ¿la salvación que nos trae es igual de efectiva para las mujeres?"


La página de Renegación Digital infecta a diario con textos (entrevistas, documentos, citas, recensiones, noticias, comentarios, bulos y otras escorias) como ese, cuya autora es una hembra reivindicante, sedicente 'teóloga' y tan degenerada en ello que malpare monstruosidades tales en el supuesto de que está liberando a las mujeres de una fantástica opresión que ella misma delira con tergiversaciones y manipulaciones atentando impúdicamente contra lo más sagrado. Es obvio que ella y la gente como ella ya no tienen fe, la han perdido y sólo mantienen un esqueleto verbal con el que van construyendo la monstruo-teología de su aberrante degeneración, con más o menos consciencia de su depravación, pero absolutamente sabedoras de su ofensivo y agresivo desafío. No tienen fe pero si mantienen y difunden un intenso e implacable odio a la fe.

A esta teologuesa del artículo le falta decir que odia al Cristo-Varón de los Santos Evangelios. Por supuesto, el odio profesado y no confesado incluye todas sus concomitancias: Odia también a la Virgen y la Virginidad, odia a la Madre y la Maternidad, odia con diabólico odio a la Esclava del Señor y odia satánicamente que el Evangelio diga -'Aquí está la Esclava del Señor'. Odia el Magníficat que canta -'Dios ha mirado la humillación de su Esclava'. Odia a Isabel porque es madre gestante y orante. Odia a la suegra de San Pedro porque se levantó del catre a servir a Jesús y sus Apóstoles. Odia a la hemorroísa que tocó con temor y temblor el manto de Cristo. Odia a la pecadora que lloró y embalsamó, besó y cubrió con su cabellera las plantas del Señor. Odia que María de Betania se echara a los pies de Jesús y se los perfumara con nardo. Odia a las Miróforas que fueron al alba al Sepulcro. Odia que la Magdalena hubiera tenido siete demonios. Odia el -'Noli me tángere'. Odia que no haya más escenas con Magdalena. Odia a San Pablo. Odia el Apocalipsis. Odia que la Babilonia meretriz sea hembra y odia que la tentada fuera Eva y no Adán. Odia-odia-odia que Eva fuera hecha con la costilla de Adán. Y odia hasta reventar en bilis de odio el -'parirás con dolor, estarás bajo tu marido y él te dominará'.

En reacción, clamará y voceará ¡machismo! y ¡machista! cada vez que se vea obligada a afrontar uno de esos textos. Hará un expurgo de textos machistas suprimiendo passim personajes y escenas, profecías y profetas, libros enteros de la Biblia. Propondrá una Biblia revolucionaria y transexual con una María de Nazareth militante de la liberación de la mujer, una Marta de Betania líder sindicalista del sector servicios y una Magdalena híper-sexualizada y marimacho todo a la vez, castigadora del los Apóstoles y fundadora de una iglesia alternativa ltgb (¿se escribe así?) vanguardista avant la lettre.

¿Y la Iglesia qué dice; qué respuesta tiene la Iglesia para adefesios pseudo-teologicos de esta clase? Pues, según la táctica - ya se sabe - asumida premeditadamente por el Vaticano2º, concilio pastoral-no-dogmático, la Iglesia, no condena nada ni a nadie. '¡¡Quién es la Iglesia para condenar!!', argumentan según el célebre dixit francisquista.

+T.