jueves, 7 de febrero de 2008

Limosna


Una "florecilla" de limosna, en la pastoral para la Cuaresma del Cardenal Joseph Zen, Arzobispo de Hong-Kong:


«Fue cuando Shanghai había sido invadido --recuerda el cardenal--. Mi padre había tenido un derrame cerebral y estaba enfermo. Éramos siete de familia y cinco de nosotros en edad escolar, todos con necesidad de ser alimentados.

Un frío día de invierno estaba nevando, así que nos quedamos todos en la cama para estar calientes. Estábamos hambrientos y sólo podíamos pensar: "¿Tendremos arroz para comer hoy?"».

«Mi padre miró al reloj y me dijo que me levantara. Mi madre dijo: "Está nevando. Las suelas de tus zapatos de plástico están rotas. Si te mojas, cogerás un resfriado. Quédate en casa a rezar"».

«Pero mi padre dijo: "Tú vas a Misa cada día. No la pierdas hoy. Quiera Dios darnos nuestro pan de cada día".

Por supuesto, mi padre tuvo las de ganar. Apreté los dientes y corrí a la iglesia y ayudé en la Misa como acostumbraba. Cuando me disponía a volver corriendo a casa, un hombre anciano vino corriendo detrás de mí. Era Zhou Chi Yao a quien todos conocíamos».

Mi padre y Zhou iban a Misa todos los días: Aunque sólo se saludaban mutuamente con un breve gesto de cabeza, llegaron a ser buenos hermanos en el Señor.
El hombre anciano me dijo: «Amiguito, ¿no eres el hijo de Zen En Giou?». «Sí», respondí.
«Gracias a Dios que corrí detrás de ti --dijo Zhou--.¿Cómo está tu padre? Hace mucho tiempo que no viene a la iglesia».
Le hablé de la situación de mi familia. Me llevó a su casa y cogió un fajo de dinero, lo contó, lo envolvió y me lo dio. Dijo: ‘ Ten mucho cuidado y lleva esto a tu padre' .
Con ese dinero, mi familia tuvo dinero suficiente para comprar alimentos durante varios meses.
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La mano izquierda de Zhou no sabía lo que su derecha estaba haciendo».



Era sólo esto: La historia de la limosna del Cardenal.


+T.