Son tres palabras, conceptos, realidades. Quizá en cierto sentido resumibles o reducibles una a otra. Definirá bastante al que tenga que elegir el concepto-palabra que escoja de las tres para incluirlas en una: ¿Alma? ¿Vida? ¿Corazón?.
.Mejor, pienso, mantenerlas así, separadas palabras y conceptos, porque son identificables y definibles cada una en sí. Sin reducirlas quedan más suficientes y expresivas. Al fin se refieren a algo único pero complejo, que es la persona, cada persona.
Una persona consciente de su alma, vida y corazón tiene mucho ganado y aprendido. La vida, que tantas veces se impone, y que esconde corazón y alma. El corazón, tan central y latiente que cuando domina hace pulso y sentimiento con la vida y sus cosas. Y el alma - que en la oración que cito es la primera - tan profunda y omnipresente, pero tan misteriosa e inasible, que está en todo, callada y sin ruido, que si no está no late el corazón ni queda vida, pero si está y está consciente da alas al corazón y abre la eternidad para la vida.
Está bien el orden: Alma, vida y corazón. Alma que da vida al corazón. O corazón que vive porque hay alma. O vida con corazón desde el alma.
Pero del alma, ¿qué se dice? ¿qué se sabe? ¿qué se enseña?. Nos hemos hecho complicados oradores de la vida, poetas del corazón y analfabetos del alma. Y en el fatal recurso de una falsa cultura, enemigos de la vida, desconfiados del corazón y necios del alma: Contra la vida, sin corazón y con el alma ignorada.
Todo se puede perder, y se pierde: La vida, el corazón y también el alma. Nuestro tiempo es tiempo de pérdida de estas tres, de todas las tres. Como perlas engarzadas en el mismo hilo, se rompe el hilo y con una perla suelta que se cae se pierden juntas las otras.
El que sepa la oración (si la sabe porque la reza, mejor) sabrá que son un verso del "Bendita sea tu pureza", una de las plegarias más castizamente españolas de las que conozco. Debe ser del XVII, seguramente. No sé. Es una belleza del eucologio popular mariano, una preciosa décima del Siglo de Oro con su alma, vida y corazón (que también cada siglo y cada época los tienen y los expresan).
Me ha salido este excursus porque en el Evangelio de este Domingo se habla del alma: "...Y ¿qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? ¿O qué podrá dar el hombre a cambio de su alma?..." (Mt 16,26). Se entiende que es lo más preciado que tenemos. Y desalienta saber que nuestro mundo la tiene tan olvidada que tantos no saben siquiera que tienen alma. Y otros ignoran que se puede perder.
Con la lógica de la secuencia de la décima, si se perdiera el alma, con ella se perderían vida y corazón. Y se olvida el alma, se quedan olvidados el corazón y la vida. Y el que no sabe del alma, ni entiende la vida ni sabe del corazón. Son riesgos del alma.
Quizá por eso se ofrecen los tres a Ella, para que nos los guarde (o limpie, o repare, o lo que sea que necesiten). Es un rezo en verso de un niño a su Madre, para que custodie bien lo que vale tanto y se nos puede perder: El alma con la vida y el corazón
+T.
5 comentarios:
Vengo de leer a tu compadre el Reverendo, y con gusto sigo la discusión aquí.
Cuando el evangelista escribe la palabra griega psyche, está transponiendo quizá todo lo que un grecoparlante de su tiempo podía entender en ese término.
Si recorremos el tratado aristotélico De Anima, comprobaremos que allí sólo se habla de realidades naturales y biológicas (concediendo que nuestra interioridad, es natural aunque no material).
Lo que nos importa es salvar la vida, como le prometió Jesús a la samaritana. Pero qué será de la vida, cómo viveremos entonces, creo que nadie lo sabe.
El uso del término semítico nefes tiene mucho que ver con el inglés self, que puede traducirse por "mismidad" (oneself, uno mismo).
Lo que queremos es que "nuestra mismidad" se salve, la llamemos como la llamemos.
Te diré lo que te podría decir mi confrater:
- Lo que San Mateo tuviera en mente, San Mateo lo sabe bien y el Afflante que se lo inspiró. Lo que yo sospecho es lo que tiene en mente el traductor-escriturista, más "predecible" que Mt.
Por otra parte, la fidelidad se le debe al Evangelio según San Mateo y nunca al traductor ni siquiera al exegeta; pero sí a la Iglesia si definiera el sentido concretísimo del texto y sus pormenores, cosa que se ha hecho raramente. Y en todo caso, atenerse a la Tradición. En este caso, la tradición ha entendido ese psijé del v.26 como alma.
Y lo importante, diría yo, no es que nosotros queramos nuestra salvación, sino que Dios quiere que nos salvemos y que ha venido a salvarnos.
Por eso importa reconocer ciertos elementos implicados en ese Misterio de la Salvación. Por ejemplo, el alma. Y llamarla y reconecerla "alma" sin sustitutivos y sin ambages y/o circunloquios (que por ahí iba el comentario de mi confrater).
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Comienzo con una anécdota. Esta mañana, en la misa televisada, se leyó "vida".
Y ahora reproduzco un párrafo notorio de la Constitución Dogmática Dei Verbum (12):
"Habiendo, pues, hablando dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que El quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos (...) Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios usados en su época. Pues para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las formas nativas usadas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos del hagiógrafo, como a las que en aquella época solían usarse en el trato mutuo de los hombres."
Este pronunciamiento no se separa nada, a mi parecer, de lo que ya decía Pío XII del hagiógrafo: "Es órgano o instrumento del Espíritu Santo, con la circunstancia de ser vivo y dotado de razón".
Con estos apoyos, estimo que nada impide investigar el sentido usual de un término (como es el de "psyche") en el tiempo que se redactó el Evangelio, y confrontarlo con el término que se aproxime mejor al sentido del texto para su comprensión actual.
En cuanto a la fidelidad del traductor con el texto traducido, si éste es la Sagrada Escritura, creo que una cosa lleva a la otra: de la fidelidad del texto a la fidelidad a la Palabra.
De eso se lamentaba,precisamente, mi confrater: En nuestos leccionarios litúrgicos han escogido esa versión (dependiente de J.Mateos) que dice "vida" por "alma". Y no es lo mismo.
En ese sentido, estoy convencido que ese traductor-versor es de los que "superan" los dos textos que citas (y su sentido e intención). Al final, la traducción susodicha resta con un cierto valor/interés testimonial del tipo de "exégesis" (ideologizada?) que se hacía en aquellos años y en esos círculos.
Siempre recuerdo que uno de mis profesores de Sgda. Escritura llamaba al N.T. de J.Mateos "el targúm". Nos hacía mucha gracia, pero tenía bastante razón.
Una exegética que olvida o desprecia o prescinde de la Tradición y se lanza a "re-descubrir" o "aggiornare" los Sgdos. Textos siempre correrá el riesgo de afectarse por una parcialidad subjetiva, que en este caso me parece patente.
Por otra parte, no se trata de acercar el Texto a nuestras circunstancias, sino que llevemos esas circunstancias al Texto, que aportará luz y comprensión desde la Revelación que contiene: No amoldar el texto a nuestra mente, sino que nuestra mente se "conforme" con el Texto y se deje iluminar por él. Por eso importa tanto el respeto por la integridad del Texto.
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Entré a este blog por accidente buscando una frase de ópera, y me hallé un mundo de reflexión, enseñanza profunda, culto,y lleno de valores,ahora que hay mucho de comercial,chabacanoy malicioso.
Fue un regalo de la Odiguitria para esta persona,yo, en este lejano caribe mexicano, nuevo en tantas cosas y avanzado en unas no muy buenas.
Doy las gracias.
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