domingo, 25 de julio de 2010

Cajasur ya no es del Sur


Es como una letra de cante jondo, del estilo de aquella soleá que canta "Tu calle ya no es tu calle / que es una calle cualquiera / camino de cualquier parte". Pues lo mismo, pero con letrilla alusiva a Cajasur que no es del Sur.

Y la verdad que es una desgracia digna de cantarse con una soleá tener que irse de Sierra Morena a las Vascongadas, a aquellos lares ikurriñeros, tan maleados, tan poco receptivos, con tan mala sombra y tan mal fario. Las cosas. Y las desgracias, que nunca vienen solas.

Porque todo esto es fleco de desgracia de la desgracia mayor de la crisis, que en cinco años ha barrido como una secuencia de Lo que el viento se llevó el gran escenario de Castillejo, el canónigo-cacique de Cajasur. Y digo "cacique" sin ofender, que todavía hay caciques de mucho rumbo y tronío, como los del tiempo de Cánovas y Sagasta, regentando su cachito de poder dentro del poder, que valen muy bien para hacer grande a una capital y su provincia. De ese estilo de cacique hablo, no del caribeño.

Lo que pasa es que el caciquerío mayor y más extenso e intenso es el del partido, el del psoe del Chaves (no el caribeño, el de aquí, el que Zp hizo ministro de no sé qué para sacarlo de su finca, que tenía las cuadras como las de Augias). Y con eso no ha podido la hacienda de Castillejo.

La Iglesia cria cochinos que luego le roban. Es una especie de perpetuación en un bucle político-temporal de la Desamortización de Mendizábal, mutatis mutandis. Se cria el guarro, se le ceba bien cebado, y cuando está gordo y hermoso, viene el ladrón y se lo lleva, listo para la matanza.

Del cerdo ibérico de Cajasur sacarán buenas mantecas, buenos chorizos, su buen lomo, chuletas, costillitas, manitas, careta, pectorejos, tocino, magro, morcillas, dos paletillas y dos buenos jamones. Lo mejor se quedará en casa, en casa del dueño; pero a la familia y los compromisos se les manda algo, alguna labor de matanza, para que prueben y disfruten. Estas faenas caseras crean mucha liga, hacen familia y rubrican compadrazgos. Así ha sido siempre, de toda la vida.

Lo que pasa es que la gente corriente, los que no estén en el ajo, nunca se enterarán de quienes se comen la matanza. Eso no se sabe porque no conviene. Se supone, pero nada más.

Quien recalque que todo ha sido por mala gestión de los canónigos y los curas, o no sabe lo que dice, o está tapando, por él sabrá qué causa, la espuerta del matarife.

Entre Despeñaperros y Tarifa, hace 30 años que todo se mueve y se remueve por la misma mano, mejor dicho, puño. Y cuando se da la casualidad de que los puñeteros mandan en la Bética y en la Moncloa, lo que pasa pasa y ha pasado es porque se ha querido que pase. Y chitón, que viene el guarda. Y vamos a otra que esta no ha valío. Y ya está dicho tó.

Y así.

¿Que somos tontos, que los curas con montesdepiedad y cajasdeahorro no saben no contestan? Pues sí y no. No porque los curas no son tontos; y sí porque no sabemos lidiar con esos hijos de las tinieblas que son más sagaces que los hijos de la luz, dice el Señor.

Al Señor, por otra parte, no le debe gustar mucho que su gente, su clero, se meta a ejercer oficio de quasi-publicano, porque el camino es a la inversa: De Leví el Publicano a Mateo Apóstol-Evangelista, no al revés, las cosas como son.



Hace poco más de un año escribí un articulete comentando la mala impresión que me daban y lo poco que me gustaban los hombres de clergyman en Cajasur, conque, por ese particular, me alegro: Ya no hay calonges en el consejo de administración, ya pasó. Pero maldita la gracia que me hace que el pan de los cordobeses se lo lleven a las tres provincias renegadas de las Vascongadas. ¡Castigo de Dios! Como María de la O, ¡mardito parné!

Pero que no digan las malas lenguas que es por curpita de los curas, que las culpas todas, de Despeñaperros a Tarifa, hace 30 años que son de los mismos. Y sólo de ellos y de náide más.

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