domingo, 24 de abril de 2011
Sicut cervus desiderat...
Así mi alma te busca a Tí, Dios mio.
Tiene sed de Dios, del Dios vivo...
De Tí, Cristo del sepulcro,
Fuente de Vida, Jesús,
con cinco llagas de gracia
abiertas en cinco veneros
de misericordia y luz:
Tu corazón, tus manos,
tus pies,
manantiales de dulce consuelo
y poder.
Con ansias te busca mi alma
sedienta, Señor, de Tí.
Porque vives, porque han visto
tus pasos en el jardín,
y estando sacrificado
tu Cuerpo resucitado
en comunión viene a mí.
Con ansias mi alma quiere
amarte tan sólo a Tí.
Con ansias de Pascua teme
mi alma quedar sin Tí.
Como un ciervo temeroso
mi corazón tembloroso
sediento va en pos de Tí.
+T.
viernes, 22 de abril de 2011
Popule Meus
Oremus et pro perfidis Judaeis ut Deus et Dominus noster auferat velamen de cordibus eorum; ut et ipsi agnoscant Jesum Christum, Dominum nostrum.
Omnipotens sempiterne Deus, qui etiam judaicam perfidiam a tua misericordia non repellis: exaudi preces nostras, quas pro illius populi obcaecatione deferimus; ut, agnita veritatis tuae luce, quae Christus est, a suis tenebris eruantur.
Et reliqua.
-
jueves, 21 de abril de 2011
Monumento
Mi oración ideal, la mejor imaginada, la más deseada, es una tarde, noche y una mañana ante el Monumento. Sonando en el aire templado del atardecer los gritos de los vencejos, y por la noche con los ecos de las cornetas y los tambores, y el canto de un gallo en mitad de la madrugada, y por la mañana los primeros trinos de las golondrinas.
Una oración con rezos de letanías y secuencias de Evangelios de la Pasión, con nombres conocidos de lugares santos evocados: Jerusalén, Cenáculo, Getsemaní, Torrente Cedrón, Sanedrín, Pretorio, Calvario, Gólgota, Sepulcro. Y mi alma yendo de un sitio a otro, medio dormida, medio dolorida, impresionada, prendida, despabilada, temerosa, recogida, balbuciente, orante.
La urna de plata que contiene su Presencia Real, el Sacramento, su Sacrificio, su Comunión, es un punto atrayente, centrante, iluminado con la cera de las velas que chorrean lágrimas derretidas y van dando una luz matizada cada hora, distinta en cada tramo de la noche de la Pasión.
Si abren la ventana, desde la Alcaidía llega el olor del azahar de los naranjos, que se mezcla con el del incienso y la cera, endulzando el aire ya perfumado con los alhelíes, los claveles y las calas. También hay rosas.
Las campanadas del reloj suenan especialmente solemnes, todas las horas con sus cuartos y la repetición. ¡Las cinco! ¿Dónde estabas a las cinco, qué sufrías, qué te hacían, qué rezabas, qué pedías?...
Y con un temblor de espíritu, la curiosidad del alma: -¿Pensaste en mí, en mis pecados?...Y la oración se vuelve tremor, y amaga alguna lágrima, y se siente latir el corazón porque Él te dice que sí, porque tú sabes que sí, que Él pensó en tí, que te tuvo en su mente, en su intención, en su voluntad, en su Pasión.
Y te convence el Sacramento del ansia pascual, del amor hasta el extremo, de su dolor y su gloria.
Señor de mis horas dormidas,
Dios de mis oraciones,
Cristo de mis pasiones,
Jesús de todos mis días.
La noche del Monumento
te rezo sin darte un beso
porque temo darte un beso de traición.
Temo entregarte, perderte,
tiemblo hasta imaginando
que un día vender pudiera
por treinta dineros viles
tu amor, tu amistad, tu entrega;
temo ser el que te exponga
a la pasión y el dolor.
Si quieres, óyeme
y nunca me dejes,
besarte en falso, Señor.
Déjame mejor llorar
lágrimas de arrepentido.
Déja que el gallo me cante
y del corazón me arranque
la amargura de quien llora
por el dolor de no amarte
tanto como tú mereces
tanto como tú me amaste
y me amas, mi Señor.
Y así venga clareando
el alba del Viernes Santo
y el sol me encuentre rezando
junto a tu altar de Pasión.
¡Quién pudiera tantas horas
como estrellas tiene el Cielo
rezar y ganar consuelo!
+T.
miércoles, 20 de abril de 2011
Membra Iesu nostri
Membra Iesu nostri, de Dietrich Buxtehude:
1.- Ecce super montes
¡Qué hermosos son sus pies sobre el monte!
Clavados sobre el leño, ¡qué bellos!
gotean sangre como empapan vino
los pies de un lagarero.
Al subir fue marcando sus pasos por la calle,
tintas en sangre sus huellas
quedándose en las piedras imborrables
brillando dolorosas, tan bellas.
Cuando quitaron los clavos del madero
sus pies en sangre se abrieron,
dos granadas con rubíes de pena
que la tierra besaba y los Ángeles cantaban:
¡Qué santos, qué puros, qué bellos,
los pies del Señor sobre este Monte,
los pies del Pastor hecho Cordero!
p.s. Un amable anónimo me ha puesto el enlace youtube a la pieza del Mesias de Haendel correspondiente a esta parte de la cantata de Buxtehude: How beautiful are the feet:
+T.
1.- Ecce super montes
¡Qué hermosos son sus pies sobre el monte!
Clavados sobre el leño, ¡qué bellos!
gotean sangre como empapan vino
los pies de un lagarero.
Al subir fue marcando sus pasos por la calle,
tintas en sangre sus huellas
quedándose en las piedras imborrables
brillando dolorosas, tan bellas.
Cuando quitaron los clavos del madero
sus pies en sangre se abrieron,
dos granadas con rubíes de pena
que la tierra besaba y los Ángeles cantaban:
¡Qué santos, qué puros, qué bellos,
los pies del Señor sobre este Monte,
los pies del Pastor hecho Cordero!
p.s. Un amable anónimo me ha puesto el enlace youtube a la pieza del Mesias de Haendel correspondiente a esta parte de la cantata de Buxtehude: How beautiful are the feet:
+T.
martes, 19 de abril de 2011
Iraburradas, 7ª puntata
Ya están las siete pedradas, a mano, sin honda. Y como una piedra se parece a otra piedra, un articulete al otro, como una tamborrada con variaciones. Yo mismo me veo obligado a quasi lo mismo, practicando el género de la variación sobre un mismo tema.
Sin embargo, ahora que ha cumplido la amenaza, el oráculo iraburrita debería haber considerado dos actualidades que le quitan consistencia a la ferocidad de su discurso. A saber:
Esto y esto que ha pasado en China
y esto, que ha pasado aquí
De esto que ha pasado aquí me dicen que ha tratado muy fogosamente el sub-Iraburu, la voz delegada de Infocatódica. Me parece muy bien. Como no tengo el mal gusto de leerle, no puedo citarle, pero me imagino el discursete conociendo el verso y el vate.
¿Y qué dicen, qué opinan de ello? Porque si la pedrada más pesada e hiriente es la del cisma-cisma-cisma con repetición, me digan qué son estos dos casos sino cisma-cisma-cisma. Pero de verdad.
Con los chinos parece que se sufre la resaca de la ostpolitik de los '60-'70, un virus que todavía infecta y emborracha a la diplomacia vaticana. Lo de las ordenaciones en China, además de su ilicitud, es un secuestro. Pero con dispensa: Una nota, dos comunicados, unas palabritas etc. Pero excomuniones, ni una. Excomuniones que en estos casos penan ipso facto, latae sententiae, código automático. Pero con los chinos no. Por eso que no se sabe bien explicar y que no se explica.
Lo del vasco-etarritarri es lo que es, sin más. Pero se trata de un cisma-cisma. También con dispensa de pena, sin censura. Se le deja estar porque levantar esa tapadera es abrir la sentina del barco. Del otro barco, en realidad, porque a estas alturas a ver quien es el docto que me convence de que este Azurmendi y el otro Pagola navegan en la Barca de Pedro y no en la Txalupa de Patxi. O como se diga en jerga vasca. Lo que quiero decir es que estos dos y los de su peña ni creen lo que yo, ni predican lo que yo predico, ni celebran lo que yo celebro. Pero este cisma, el de esta tribu, ni se reconoce, ni se declara, ni se purga.
Aquí el sabio Iraburu y que explique cómo y porqué el caso de los chinos y el de estos dos españoles. A ver. Sobre el caso de estos dos de aqui, yo le pediría un excursus sobre su fe actual en la 'iglesia actual' de la actualidad, porque más bien (más mal) parece que son creyentes en una iglesia-ficción del futuro que ellos se imaginan y/o se inventan. Una iglesia sin credo, sin dogma ni teología, que cree vagamente en un tal Jesús de Nazareth, un 'judio marginal' semi-neblinoso, que no es Verbo ni Hijo, sino insuficiente protagonista accidental de una historia mal contada por eso que llaman 4 evangelios (bueno, 3 de hecho porque el 4º no es de recibo para estos tipos).
Pero tranquilos, que no habrá siete pedradas contra este tandem, ni contra los chinos tampocos. No. Las pedradas a los católicos-católicos, a los integérrimos, a los inflexibles, a los sólidos. A esos. Los cañones contra ellos que son el enemigo, a las armas contra ellos que son los cismáticos, los que han roto y cuarteado la túnica inconsútil (¡¡¡???).
Este septenario irabureño ha valido, de todas formas, para algo: Ha dejado al sujeto en su sitio, en sus coordenadas. La mar de tieso, como un Don Tancredo en el ruedo. Desde los burladeros, la cuadrilla aplaude y piden dos orejas y rabo, agitando pañuelos de emoción.
Pero los toros no se han lidiado. Como en una de esas corridas de charlotada se ha falseado una lidia que no es tal porque ni había toro, ni toreros, ni plaza siquiera. Sólo un Don Tancredo en el ruedo. Y sus monosabios.
Lo más patético son los desengaños, las frustraciones, las llagas que supuran, los callos y las mataduras que salpican el discurso de Iraburu. Y así y todo se repite el disco rayado de que somos los sanos y que los tísicos son los otros, los que tienen su organismo capaz, higienizado, vacunado, con dieta sana y en forma. Los que no se han movido de su sitio mientras todos los demás bailaban el tango del aggiornamento.
+T.
domingo, 17 de abril de 2011
La Faz del Rey
Ahí viene, sereno, con faz soberana, celestialmente bello en la hermosura de su forma, el más bello de los hombres, sus labios derramando gracia, divino y humano, con la potencia del Hijo del Eterno contenida en la humildad del Hijo del Hombre, manso y amable, regio y admirable, ungido por la gracia de lo alto Mesias prometido.
El pueblo le alaba, le aclama, le mecen los ramos de olivo y las palmas doradas, le tienden los mantos, le gritan ¡Hosannna!, bendicen la hora de esta venida que cantan profetas y salmos, la suya, que llega trayendo consigo el reino y la gloria de tiempos antiguos que vuelven.
Atrae las miradas, rinde corazones, fascina los ojos de todos aquellos que miran su paso, tan regio, tan santo, tan lleno de gloria que no es de este mundo, que nadie le iguala ni nunca se ha visto uno como Él, que obra prodigios en mentes y almas que quedan prendidas y nunca le olvidan, su voz, su mirada, su paso, su sombra, también su silencio, todo lo suyo que va derramando consuelo y salud, perdón y clemencia, bondad y pureza por donde pisa, por donde pasa, por donde viene.
Sus ojos no miran, se han vuelto brillantes, parece que llora, que ha llorado al ver la Ciudad Dorada, Sión esplendente que abre radiante sus puertas al Rey, su Rey que entra humilde para ser Cordero, hostia inmolada, holocausto perfecto de olor eterno y venia infinita.
Vedle bendiciendo con manos de ofrenda, vueltas las palmas al cielo que perfila rayos de luces de fino arcoiris de paz, de alianza, de signos celestes que avisan la Pascua del Hijo que llega obediente, convocado para el sacrificio nuevo y eterno, su cuerpo, su sangre, su alma, el Dios hecho hombre entregado a Dios por los hombres.
¡Canta, oh lengua, este Misterio! ¡Cantad, Ángeles potentes! ¡Canta, mundo, esta victoria! ¡Cantad, hombres, vuestro precio! ¡Cantad, almas, esta hora de amor, de dolor, que vale el Cielo!
+T.
El pueblo le alaba, le aclama, le mecen los ramos de olivo y las palmas doradas, le tienden los mantos, le gritan ¡Hosannna!, bendicen la hora de esta venida que cantan profetas y salmos, la suya, que llega trayendo consigo el reino y la gloria de tiempos antiguos que vuelven.
Atrae las miradas, rinde corazones, fascina los ojos de todos aquellos que miran su paso, tan regio, tan santo, tan lleno de gloria que no es de este mundo, que nadie le iguala ni nunca se ha visto uno como Él, que obra prodigios en mentes y almas que quedan prendidas y nunca le olvidan, su voz, su mirada, su paso, su sombra, también su silencio, todo lo suyo que va derramando consuelo y salud, perdón y clemencia, bondad y pureza por donde pisa, por donde pasa, por donde viene.
Sus ojos no miran, se han vuelto brillantes, parece que llora, que ha llorado al ver la Ciudad Dorada, Sión esplendente que abre radiante sus puertas al Rey, su Rey que entra humilde para ser Cordero, hostia inmolada, holocausto perfecto de olor eterno y venia infinita.
Vedle bendiciendo con manos de ofrenda, vueltas las palmas al cielo que perfila rayos de luces de fino arcoiris de paz, de alianza, de signos celestes que avisan la Pascua del Hijo que llega obediente, convocado para el sacrificio nuevo y eterno, su cuerpo, su sangre, su alma, el Dios hecho hombre entregado a Dios por los hombres.
¡Canta, oh lengua, este Misterio! ¡Cantad, Ángeles potentes! ¡Canta, mundo, esta victoria! ¡Cantad, hombres, vuestro precio! ¡Cantad, almas, esta hora de amor, de dolor, que vale el Cielo!
+T.
sábado, 16 de abril de 2011
Patético final de los ornamentos de Pablo VI
Hace un par de días me quedé tristemente sorprendido por la noticia, tan chocante. Pero son las cosas del mundo y sus vueltas, tan cargadas de ironía que uno se resiste a atribuirlas a la vana casualidad y tiende mejor a atribuirlas a una muy determinada y aleccionadora acción de la Providencia:
Pectoral y anillo de Pablo VI salen a subasta (inglés)
Los ornamentos de Pablo VI subastados en Ebay
Muy triste, ¿verdad?
Si pudiera, si tuviera dinero, los rescataría. Desde niño he sufrido cuando he visto imágenes, ornamentos y cosas sagradas expuestas en lugares inadecuados, profanos, lejos del uso santo que una vez tuvieron y para el que fueron concebidos. Sin disfrutar personalmente nada más que de un corto peculio, a veces no soy capaz de resistirme y compro algunas cosas con la conciencia de que estoy rescatando algo de un probable uso (¡abuso!) sórdido. Por eso me ha entristecido la noticia de esa subasta, tán sórdida: Unos ornamentos de significado y valor eclesial y pontificio, un pectoral y un anillo, salen a subasta por un elevado precio y se exponen a terminar en manos de algún adinerado coleccionista, que los usará según su capricho.
Pero, según el artículo, esos ornamentos pontificales ya han rodado de mano en mano desde el mismo desgraciado día en que el Papa Montini tuvo aquella peregrina idea (me resisto a llamarla siquiera 'ingénua').
Lo bello que se dedica a Dios (o a la Iglesia) queda dotado de una sacralidad relativa que no pierde ya más, a no ser que fuera destruído como tal objeto. Incluso en caso de ser víctima de horrenda profanación sacrílega, lo sería propiamente por la referencia sagrada que posee, más allá incluso de la bendición/dedicación que perdería en el acto de ser destinado a un uso/abuso profano.
Sobre la subasta de estas dos piezas, antiguos ornamentos sagrados papales, me hago preguntas que podría hacerse cualquiera con una cierta sensibilidad católica: ¿Tanto despreciaba Pablo VI esos ornamentos? En la noticia se dice sucintamente que pertenecieron antes a Pio XII. Yo me pregunto si tanto odiaba Montini la memoria de "su" Papa Pacelli, porque, como es sabido, monseñor G.B. Montini crece y hace su curriculum a la sombra del Papa Pacelli.
Pio XII tuvo una alta conciencia soberana de su potestad papal, la máxima que existe en el orbe. Es justo y necesario que el que ostenta y desempeña un ministerio de esa naturaleza (¡sobrenaturaleza!) lo asuma con toda la carga de dignidad que el ministerio lleva anejo, cargas históricas de profundo significado, muy elocuentes para transmitir conceptos teológicos, eclesiológicos y espirituales válidos. Que el Papa se vea y entienda como 'principal' en el mundo es bueno, porque es su carácter, porque es todo eso que representa y no existe en este mundo otra potestad equiparable ni pareja a la suya. Por eso su exteriorización es y debe ser extraordinaria. Y debe asumirla, respetarla y transmitirla, él mismo es el primer obligado a ello.
Imagino al joven (y al adulto) monsignore Montini atormentado por la 'gloria' de Pio XII, sufriendo silente las magníficas entradas de Pio XII en San Pietro, revestido con el manto pontificio, coronado con la tiara, sentado y bendiciendo sobre la sedia gestatoria, entre los altos flabelli ceremoniales, asistido por la Curia Romana con todo el despliegue de las solemnidades vaticanas, las trompetas de plata sonando desde la loggia interior y los fieles vitoreando al Pontífice.
Con Pablo VI desaparecieron la tiara, el manto, los flabelli, el cortejo, las trompetas de plata. La sedia no, la sedia gestatoria se conservó. Probablemente porque le gustaba, si no la hubiera quitado también. Pablo VI, en desacuerdo con ese dubitante carácter teologal-pastoral-moral que se le achaca, tocante a gustos estéticos tuvo una firmísima y muy segura definición. Todo lo que cambió en diseño-decoración en la ornamentación de los Palacios Apostólicos en el Vaticano lo hizo con una clara y voluntariosa determinación. Y sus ornamentos personales, lo mismo: La férula-báculo con el cristo modernista, las mitras, las casullas, el palium. Todo lo que usaba se volvió característico, marcando un estilo que pronto se copiaría y difundiría por todos sitios, por toda la Iglesia.
¿Era por austeridad, por 'espíritu de pobreza'? Era (estimo yo) por gusto, por gusto personal. Buen gusto, sin duda, muy alabado en su momento: Despreciar el damasco rojo del tapizado de los apartamentos y salones pontificios, y preferir los tonos grises y marfiles para las nuevas tapicerías que sustituyeron a las viejas, algunas (muchas, casi todas) heredadas de Papa a Papa, que estaban en uso desde tiempos de Pio Nono. Y así todo lo demás, todos los elementos del mobiliario y la decoración. La austeridad costó cara mientras los 'suntuosos brocados' estaban super-amortizados por un siglo (o más) de discreto uso.
La sacristía papal se resintió igualmente. De allí, del ropero de algún predecesor, saldria ese bello conjunto de brillantes y esmeraldas, la cruz pectoral y el anillo. Pablo VI los entregó como ofrenda testimonial, para ser vendidos para la asistencia de los pobres, cuando su célebre visita a la ONU, el 4-5 de Octubre de 1965. En el articulo en inglés que refiere la noticia de las subasta se cuenta sumariamente la lista de compradores del pectoral y el anillo. En vez de estar expuestos en una vitrina de la Sacristía de San Pedro, han estado en el salón o en la caja fuerte de un magnate, para su disfrute y el de sus selectos amigos (y amigas).
¿Se asistieron a muchos pobres con el dinero de la primera venta, se rescataron muchos indigentes? No sé. Pero sospecho que el dinero de la primera subasta, de las sucesivas compras y de la venta actual, esos cientos de miles de dólares, ahora quizá un millón o más a causa de la publicidad de la subasta, todo ese dinero ya no servirá para asistir a los pobres. Me pregunto incluso cuántos pobres pudiera ser que estuvieran detrás del dinero que ahora se pagará por el anillo y el pectoral.
Este 'gesto' del Papa Montini fue el segundo de ese estilo, porque el más sonado fue el de la entrega para lo mismo (subasta para los pobres) de la tiara pontificia, su tiara, la que le regalaron los milaneses para la ceremonia del día de su coronación. Una tiara de diseño, mitad arqueologista mitad art-nouveau, poco estética y nada favorecedora; pero tiara al fin, la última tiara, que afortunadamente no luce en la vitrina de un potentado o un famoso adinerado.
Pablo VI escogió un momento especial para renunciar a la tiara: El 13 de Noviembre de 1964, en medio de las celebraciones de la tercera sesión del Concilio Vaticano II, depuso solemnemente su tiara a los pies de la Imagen de San Pedro. La pudieron rescatar los católicos de USA gracias al famoso Cardenal Francis Spellman, que organizó la recaudación que alcanzó más de un millón de dólares; hoy se expone en la cripta de la Basílica-Santuario de la Inmaculada Concepción en Washington D.F.
De aquel histórico y simbólico momento, una ceremonia con quasi signos de abdicación o auto-deposición, quedan algunos testimonios gráficos. Esta foto, por ejemplo, con el venerable Cardenal Ottaviani sosteniendo el manto papal con gesto compungido, a punto de romper en llanto; y el no menos venerable Monseñor Enrico Dante, ceremoniero pontificio desde tiempos de Pio XII, con sus enjutos rasgos aguzados en un contenido y enervado rictus. Pablo VI tiene un gesto estudiadamente humilde; sabe lo que está haciendo y lo quiere. Un gesto que dice tanto y que desprecia tanto también.
Por eso resulta más chocante lo de la frívola subasta en Ebay del pectoral y el anillo. Se trata, yo diría, de una lección de cómo valora el mundo los 'despojos' de la Iglesia. Igual que el anillo y el pectoral terminarían todos los bienes de la Iglesia si se sacaran un dia a subasta. Y los pobres se quedarían igual de pobres y sin ellos; quiero decir los pobres de verdad, los humildes creyentes que gozan viéndo la cruz gloriosa, el anillo pastoral y la tiara de tres coronas en el pecho, la mano y la cabeza del Pontifice, que es Cabeza visible de la Iglesia y Vicario de Cristo.
Me queda por citar la oportuna sentencia del Evangelio: Que no se deben echar las cosas santas a los perros ni arrojar las perlas a los cerdos.
Lástima que fuera un Papa el que no entendiera justamente el alcance de estas palabras del Señor en las que también (eso creo yo) se incluyen el pectoral y el anillo que ahora se subastarán.
Y el gesto también. Y todo lo demás que desde el Papa Montini al presente se ha arrojado, tan pródigamente, a los perros y los cerdos del mundo.
+T.
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