viernes, 1 de mayo de 2015

De celebranda


Hace tiempo que tenía pensado publicar aquí, en Ex Orbe, algo parecido a este articulete de NLM. Como le comentaba a un afín, pienso que la reforme litúrgica vaticanosecundista es un hecho, y durará mientras se celebre, y se celebrará mientras el clero sea educado en el defectuosísimo ars celebrandi post-concilar, que los católicos conscientes lamentamos quotidie.

(He dicho 'ars celebrandi' con cierta reticencia porque el concepto me parece troppo material, rubricista, con esa carga de amaneramiento repugnante que suele ser inseparable del siempre antipático liturgista profesional.)

Desde que surge como consecuencia de la reforma post-conciliar, el problema de la celebración es esencialmente sacerdotal, siendo primeramente un problema de fe, después un problema espiritual, y finalmente un problema litúrgico, formal y material. No se aprende una 'técnica' del ars celebrandi, sino que el sacerdote celebrante trasluce lo que cree personalmente y ministerialmente, en cuanto fiel cristiano y como sacerdote oferente / celebrante / orante. Por supuesto, es necesario 'formar' teológicamente, espiritual y litúrgicamente al futuro sacerdote para que cuando celebre sepa qué hace y lo haga con el espíritu y la reverencia que la acción sagrada (actio Christi, actio Ecclesiae) exige y merece.

Un seminarista deformado litúrgicamente por asistir a celebraciones deformadas de la Santa Misa, se deforma también en la piedad y en la fe. Tristemente, eso es lo habitual en seminarios y noviciados. Cuando se ordenan, repiten por donde van lo mal aprendido, deformando a su vez a los fieles. La ignorancia y deficientísima instrucción de los católicos completan la escena de la quasi universal degeneración litúrgica. Con subrayados muy notables, como por ejemplo la mediocrísima competencia litúrgica de nuestra Jerarquía, siendo raro entre nuestros obispos el que sea capaz de celebrar con recogimiento, devoción y piadosa dignidad.

Y no sólo los obispos, sino el mismo Papa. Las formas de PP Franciscus en el altar, son manifiestamente mejorables. No sólo por el minimalismo de movimientos, pronunciación, gestos, sino por la improvisación de cosas, como, por ejemplo, la manera en que realiza la elevación menor en la doxología del fin de la plegaria eucarística en su cotidiana Misa concelebrada en Santa Marta. O la extraña incensación de los diáconos en la Misa del Domingo pasado, cuando al comienzo de la liturgia, en el momento de la incensación del altar, descendió al plano donde estaban los ordenandos y los fue incensando uno a uno con un (torpe) golpe de turíbulo (véase en el yutube).



Siendo el Papa el que tal hace, influye de manera importantísima, induciendo a que otros repitan su gesto no-litúrgico, deformando el rito. Un rito ya de por sí multi-deformado en todas sus partes por las continuas violaciones y corruptelas ad libitum, que se han vuelto comunes, casi un 'derecho' tácitamente reconocido al celebrante, que siempre podrá recurrir a la laxitud de las mismas rúbricas del Misal, a la OGMR del mismo o, finalmente, a la matriz permisiva de la Sacrosanctum Concilium, fuente primera del desorden litúrgico postconciliar. Todo esto se mal-aprende, ordinariamente, mediante dos formas: 1- por aprendizaje visual, asistiendo, presenciando repetidamente una defectuosa liturgia, o 2- académicamente, en los cursos de de-formación litúrgica impartidos en los seminarios y demás centros académicos de la Iglesia.

En la Misa de ordenaciones que he citado, PP Franciscus advirtió a los nuevos sacerdotes que cuidaran el contenido y la forma de sus homilías:

"...Que vuestras homilías no sean aburridas, que vuestras homilías lleguen al corazón de la gente porque salen de vuestro corazón. Porque lo que vosotros decís a ellos es lo que tenéis en el corazón. Así se da la Palabra de Dios. Y así vuestra doctrina será alegría y apoyo a los fieles de Cristo. El perfume de vuestra vida será el testimonio porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas, no llegan nunca al corazón. Incluso hacen mal, no hacen bien (...)"

Para ajustar el sentido de estas palabras de PP Franciscus, habría que recordar que la predicación no es lo principal en la Misa. Tampoco es algo cuyo valor estribe en la grata facundia o la simpatía del orador, ni de su amenidad, cualidades todas estas que no dependen de la diligencia del sacerdote predicador y que, aun poseyéndolas, tampoco aseguran la correspondencia devocional o espiritual efectiva de los fieles, siempre variable por razones imponderables para el celebrante. Además es preocupante este énfasis sobre la homilía con consideraciones que más bien corresponderían al formato del efectismo usado por los pastores evangelistas, preocupados por impactar en su auditorio hasta provocar el entusiasmo típico de esa clase de asambleas. Pero la predicación en la Misa es otra cosa, esencialmente distinta.

Cuando en esa misma homilía a los ordenandos PP Franciscus se refiere a la celebración sacramental de la Misa, repite admirablemente la doctrina de la Iglesia:

"...Vosotros continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro ministerio el sacrificio espiritual de los fieles se hace perfecto, porque junto al Sacrificio de Cristo, que por vuestras manos en nombre de toda la Iglesia viene ofrecido de forma incruenta en el altar en la celebración de los santos misterios..."
Pero no ha sido este último párrafo el citado por la prensa al publicar la predicación del Papa. Todos los medios eligieron un titular referido a lo dicho sobre las homilías; ¿por qué? Porque en la mente de todos, más que el Sacramento, el valor de la Misa se ha transferido a la palabra, quedando relegado el Sacrificio. Un efecto de la reforma litúrgica del post-concilio. No nos cabe duda.

Volviendo al artículo de NLM, eso que dice el autor lo practicamos algunos sacerdotes, entendiendo que no se trata de una 'hibridación' de ritos, sino, simplemente, aplicar el reciente magisterio de Benedicto XVI sobre la mutua influencia benéfica de la forma ordinaria y extraordinaria del Rito Romano, aquellas instrucciones que aparecieron en la Carta a los Obispos aneja al motu proprio Summorum Pontíficum:

En la celebración de la Misa según el Misal de Pablo VI se podrá manifestar, en un modo más intenso de cuanto se ha hecho a menudo hasta ahora, aquella sacralidad que atrae a muchos hacia el uso antiguo. La garantía más segura para que el Misal de Pablo VI pueda unir a las comunidades parroquiales y sea amado por ellas consiste en celebrar con gran reverencia de acuerdo con las prescripciones; esto hace visible la riqueza espiritual y la profundidad teológica de este Misal. (...)

Los sacerdotes católico-romanos que hoy celebran habitualmente según las dos formas reconocidas, imperceptiblemente o con implícita intención, van practicando un modus celebrandi que incorpora al rito ordinario detalles del extraordinario, ya sean signaciones, posturas, oraciones summissa voce (por ejemplo, las propias del ofertorio de la Misa tradicional añadidas como devoción del propio sacerdote, summissa voce, una vez pronunciadas en tono normal las propias del N.O.), etc.

En otro párrafo de esa carta (lamentablemente muy olvidada por todos), Benedicto aquietaba los ánimos de quienes se alarmarían por el contenido del motu proprio, y con perspicacia crudamente realista decía esto:

"...El uso del Misal antiguo presupone un cierto nivel de formación litúrgica y un acceso a la lengua latina; tanto uno como otro no se encuentran tan a menudo. Ya con estos presupuestos concretos se ve claramente que el nuevo Misal permanecerá, ciertamente, la Forma ordinaria del Rito Romano, no sólo por la normativa jurídica sino por la situación real en que se encuentran las comunidades de fieles. (...) "

La situación real de los fieles es lamentable, sometidos a la vulgaridad de las liturgias degeneradas comunes, bajo la presión de las desordenadas y desconcertantes propuestas de una liturgia semper transformanda y su imparable lluvia de ideas y novedades.

Una tal lex orandi es la traducción, en correspondientes parámetros, de una alterada lex credendi.

Se celebra mal lo que se cree defectuosamente.

Recapitulando, insisto en lo dicho: Tal situación durará mientras no se forme en la piedad, la espiritualidad y la ortodoxia teológica y litúrgica a los sacerdotes, quienes son, por gracia y por ministerio, agentes del culto y doctores de los fieles.


Oremus, ergo.


+T.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

https://vimeo.com/sentinelle

Anónimo dijo...

Que haya mayor "rubricismo" y más "trapitos" no quiere decir que haya más fidelidad en la Iglesia. Hay una vertiente anglicana, "bells and smells", que hoy también puede encontrarse dentro de la Iglesia...y algunos de sus defensores católicos tienen una vida moral laxa. Es algo de esteticismo. Y, ojo, no soy en absoluto ningún progre ni neocón ni tradie al constatar este hecho. También hay clérigos a los que les encantan el "trapito" y parece que lo hacen para ostentarlo.

Terzio dijo...

Ni rubricismo ni trapitos aparecen en las consideraciones del artículo. Esas 'acusaciones' son un estereotipo negativo que se aplica a la liturgia tradicional de forma muy parcial y tendenciosa. Lo mismo, en igual sentido pero en línea opuesta, podría decirse de los clérigos que ostentan la 'moda eclesiástica' con diseños de reconocidas firmas de ornamentos de corte y estilo vanguardistas, con bastante buen mercado y aceptación entre la clerecía moderna. Pregunto ¿eso no es llevar 'trapitos' y gustar de vestir 'fashion'? Y lo mismo sobre el rubricismo: ¿No existe una tendencia a fijar novedades según el dictado modernista de tal o cual editorial de guiones de misas o subsidia para domingos y tiempos del año litúrgico? Conozco a curas esclavos de Slabbinck o acérrimos profesos de los guiones de CPL ¿No es lo mismo que 'encajes' y 'rubricitis'?

Es muy chocante, concluyo, que para criticar algo muy serio se tomen como referencias los defectos de unos pocos (en proporción) y se conviertan las anécdotas en la razón principal de un juicio desaprobatorio general.

Si no gusta, si no se acepta, vale. Pero STOP a las etiquetas fáciles del prejuicio, please.

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Tormento de ideas dijo...

Como no le hace a usted gracia la expresión ars celebrandi, me he puesto a pensar alguna denominación alternativa que sugerirle, empezando por lex orandi y espíritu de la liturgia, que para mí tienen amables resonancias benedictinas... Pero se me iban ocurriendo tantas y con tantas variantes posibles que al final le ofrezco una lista en dos columnas, para que escoja usted un nombre de la primera columna y un complemento cualquiera de la segunda y los combine. Se los pongo en latín para que le gusten más. Pero si ninguna combinación le convence, seguiré discurriendo.

lex, ritus, caeremonia . . . . . . . . . . orandi, adorandi, deprecandi
virtus, studium, zelus, cura . . . . . . offerendi, vovendi
excellentia, pulchritudo . . . . . . . . . propitiationis, placationis
decus, honos, dignitas . . . . . . . . . immolandi, adolendi, sacrificandi
cor, mens, spiritus, animus . . . . . . mysteriorum, liturgiae
unctio, devotio, sanctimonia . . . . . cultus, religionis, adorationis
munus, opus, opera, officium . . . . sacrorum, sanctorum
tremor, reverentia, formido . . . . . . caelestium, divinorum

Anónimo dijo...

Muy bien respondido don Terzio, puso las cosas en su lugar; esa forma de razonar del anónimo tiene tufillo de odio a Trento.

Riba dijo...

Lo resume muy bien, padre: "Tal situación durará mientras no se forme en la piedad, la espiritualidad y la ortodoxia teológica y litúrgica a los sacerdotes".

Terzio dijo...

Excelente nomenclátor, Tormento. Difícilmente las lenguas modernas podrán ser un repositorio tan competente para el vocabulario sacro como el latín.

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Anónimo dijo...

Grazie, padre, per le belle argomentazioni, sì, è vero, se il capo celebra male, con la faccia da funerale e con sciatteria e dicendo un mare di banalità o peggio, si può immaginare cosa riescono a fare i sottoposti, sinceramente, non mi riesce né di ascoltare il vdr, né tanto meno di assistere alle sue personali celebrazioni, non appartengo a nessun movimento liturgico particolare, ma sono uno che, colpito dal modo di celebrare Messa di papa Benedetto, era riuscito faticosamente e tornare in CC, ora lei capirà bene come mi trovo in queste galassie periferiche e decentrate, temo che al vdr importi poco o niente di recuperare il poco di Europa che si dovrebbe almeno tentare di riportare all'ovile, quanto ai seminari,almeno qua sono vere e proprie fabbriche di ignoranti, figuriamoci se si insegna loro il latino, Rahner, a dosi letali e poco altro, padri della chiesa e Tomismo? No grazie, sono preti da ospedale da campo, non si può pretendere che abbiano cura e cultura dell'ars celebrandi, era una mania del vecchio bavaro, tutto pizzi, merletti e scarpe rosse......mai abbastanza rimpianto, affidiamoci al Signore, Lui sa sempre cosa fare.

Anónimo dijo...

Una curiosidad en relación a esta resacralización del rito. ¿Celebra Vd. la liturgia ad orientem? De ser así ¿Cuál ha sido o es la acogida de los fieles no acostumbrados a esta "novedad"?

Pedro

Terzio dijo...

Celebro ad orientem' si celebro la Misa antigua; en las celebraciones N.O. cara al altar sólo en contadas ocasiones en que celebro en altares fijos incorporados al retablo. Los fieles no suelen reaccionar, pues suponen que son detalles a cargo del sacerdote. Sí mantengo siempre las oraciones, rezos, devociones etc. anejas a la Misa en postura ad orientem: El rezo del Angelus en las Misas dominicales, la Salve de la sabatina, las preces del mes de Maria, las preces del mes del Corazón de Jesús, el Mes de Ánimas, las Jornaditas, letanías, etc.

De todas formas, sí detecto que, en general, los fieles prefieren la postura del sacerdote vuelto al pueblo. Salvo los devotos del rito antiguo, entre los demás fieles la aceptación del nuevo Misal fue quasi general, incluso entre la gente más formada en la piedad tradicional. En mi familia, mis abuelas y mis tías ancianas estaban encantadas cuando la Misa se empezó a celebrar coram pópulo y en español, nunca tuvieron nostalgia del rito antiguo.

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un católico cualquiera dijo...

Algunos estamos descubriendo ahora que la Misa que desapareció en nuestra infancia es más bella, superior y más Santa que la que la sustituyó. Tenemos mucho que agradecer al Benedicto XVI por el Summorum Pontificum.

Anónimo dijo...

Tengo entendido que la celebración coram populo no es algo menor. Dicen algunos liturgistas que ella es ajena a la tradición de la Iglesia. Recuerdo algún texto de Benedicto (antes de ser Papa) que deplora este modo de celebración: la samblea se cierra sobre sí misma y termina mirándose a sí misma en vez de mirar a Cristo que es el Sol que nace del Oriente. Los fieles la prefieren, es cierto. Son muchos años ya y aún los más viejos se han acostumbrado. Por eso Benedicto sugería no cambiar el altar ni darlo vuelta de nuevo sino instruir a ls fieles para que en el momento de la consagración todos se vuelvan hacia un punto que represente el oriente. Lo importante es recuperar el sentido de la liturgia. La inmensa mayoría de fieles y aún de clero padecen de una terrible ignorancia. Por eso estas notas como las suyas, D Terzio, cumplen una preciosa labor catequética.
Mario Caponnetto

Pío dijo...

Sería interesante que realizase una seríe de artículos que sirviese de pautas o isntrucción a los seminaristas y sacerdotes para oficiar con mayor provecho el Novus Ordo, tanto para sí, como para toda la Iglesia.

Per quam reges regnant dijo...

Off topic. Leo en la agencia Faro que el ayuntamiento pepero de Sevilla, con Zoido a la cabeza y entre otras medidas de dampnatio memoriæ, ha acordado retirar la inscripción en azulejo «Sevilla agradecida a su Madre, Reina y abogada. Sábado 18 de julio de 1936», que se lee en el luneto del frontis de la imagen de Nuestra Señora de los Reyes que preside la plaza de igual nombre, en la fachada del convento de la Encarnación y frente a la Catedral.

Cæremoniarius dijo...

Pater:
Traduje en mi blog el articulete que usted señala.
Siento que es un buen punto de partida, para poder recuperar la espiritualidad perdida.
Sin embargo, tengo una duda punzante: ¿Qué puede hacer un pobre cura, puesto por su Obispo en una parroquia alejada y casi "rural", para poder influir en la formación de los nuevos sacerdotes, que hoy en día parecen tener más vocación de cantantes de programas de televisión de alto presupuesto y bajo contenido, que en los menesteres propios del orden Sacerdotal?
En mi caso, estando en plena consideración de mi vocación, creo que es un tema muy complejo para abordar sin apoyo (más aún para un [proyecto-de-] seminarista).

Saludos, Pater.

FACUNDO dijo...

Saludos don Tercio.

Querría comentar que una de las cosas que se echan en falta es la estética (en su sentido filosófico) y el arte (entiéndaseme bien) como respuesta del alma a lo excelso. Si el alma está corrompida el arte sale corrompido, y por ende, es una burda representación de lo excelso, y como tal, pasa a ser olvidada en beneficio de otras realidades del espíritu, como la predicación.
Además, también es un deterioro de la fe, ya que en pos de la sencillez ninguneamos la adoración "porque así lo habría querido Jesús", olvidándonos de que es Dios, y que como tal debe ser adorado, pero no con cualquier cosa, sino con lo mejor.

Pues eso, que hace falta cambiar a las personas de raiz para que pueda manifestarse en el exterior.

Saludos