domingo, 16 de noviembre de 2014

Los talentos


Me inquietan las Parábolas que obligan a examinarse, son incómodas, nunca sé si me las aplico bien, si me juzgo con dureza o si peco por auto-indulgente. Tampoco entiendo algunos de sus pormenores.

Sobre la de los talentos me pregunto por qué no sale un cuarto personaje que hubiera perdido el talento entregado, una posibilidad que sucede continuamente en el mundo real, con hombres que lo perdieron todo y arruinaron su vida. ¿Es que esos talentos de la Parábola no se pueden perder, no los pierde ni el más incompetente, ni el más irresponsable, ni el más indolente?

¿Qué son los talentos? ¿Bienes, cualidades, oportunidades, medios, circunstancias...?

¿Cuál es el bien que no se pierde y que merece multiplicarse, crecer, para ser al fin devuelto incrementado, sin excusas?

Creo que ese talento sólo puede ser el amor de Dios: Se nos da y hay que devolverlo con creces, no es admisible que se devuelva lo mismo que se recibió.

También, en semejante sentido, la gracia y todos los dones que proceden de Dios: Sacramentos, virtudes, auxilios, perdón, vocación. No son cosas que se pierden como se malogran los bienes del mundo, aunque pueden quedar sin uso, sin aprovechamiento por nuestra parte.

Por eso es indigno excusarse por temor y acusar de implacable a Quien nos entrega su amor, el talento de su amor.

Que nadie olvide que el Amor merece amor y sólo se paga con amor.


+T.

9 comentarios:

Joaquín R. dijo...

No puedo estar más de acuerdo. Con frecuencia oigo interpretar esta parábola como si hablara de cualidades o capacidades naturales (a veces hasta profesionales), pero no me encaja con su sentido profundo. Como dice usted, es el Amor lo que se multiplica y lo más grande que hemos recibido de Dios. Por eso, Dios nos juzgará por el amor que Él nos dio, sea directa o indirectamente.

En este sentido, me pregunto cuánto no exigirá a los que crecieron en un hogar con fe y amor. Es el mejor pilar para desarrollar una vida hacia Dios, y sin embargo se puede desaprovechar una buena educación familiar volviéndose el individuo sobre sí mismo y sus intereses.

Y a la inversa, también me pregunto qué benevolente será Dios con aquellos que crecieron en una familia rota, o que no tuvieron fe y amor en sus hogares.

Jordi Morrós Ribera dijo...

Muy agradecido por las reflexiones.

En el terreno del autoexamen que nos habla el padre Terzio a mí siempre me impresiona de esta parábola el siguiente detalle.

El último de la lista de recibir dones es el único del que se afirma. "'Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!', y ahora no recuerdo si en los otros sinópticos está resaltado también este mismo detalle.

El que tiene medio es precisamente el que mejor conoce la forma de actuar y la exigencia del Amor, y esta relación entre "miedo y búsqueda de las seguridades" y "conocimiento religioso o divino" siempre me ha interpelado mucho quizás porque me dedico bastante a la actividad intelectual.

Anónimo dijo...

¿que significará ponerlo en el banco?? para mi hasta ahora es un misterio.

Joaquín dijo...

Bueno, esta parábola no creo que se refiera a cosas (materiales o espirituales), sino a actitudes. La "diligencia debida" de un buen administrador.

Anónimo dijo...

Profunda reflexión:
pero lo que más le tuvo que doler a ese Señor, fueron precisamente esas frase en relación al Amor: "aquí tienes lo tuyo"..cuando en realidad Dios quería y quiere que compartamos ese Amor...de ahí la profunda tristeza que debe tener el Señor, pero siempre con la esperanza que nos fijemos en los dos primeros y le podamos devolver el doble de lo que Él nos ha confiado.
ATTE
San Gregorio Taumaturgo

Anónimo dijo...

Perdon don Terzio, pero hay algo que no me cuadra en la interpretación. Si el talento es el amor de Dios ¿Dios no ama a todos por igual? ¿A algunos Dios ama por 5 y a otros solo por uno?
¿No será el talento tal vez la capacidad de amar?

Blas

Terzio dijo...

¿Dios ama a todos por igual? ¿Ama a su Madre igual que a Herodes? ¿Ama a Juan como a Judas? ¿Ama al justo igual que al pecador, al mártir igual que al verdugo? No. El amor de Dios es distinto en cada caso y para cada persona.

Ítem más: La parábola tal y como aparece en San Lucas (Lc 19, 11-28) suscita aun más inquietudes. Léela y medítala hasta su tremendo final.

'

Anónimo dijo...

En la "Hojita del Domingo" de Argentina aplican la parábola contra los conservadores.

Los "temerosos" que se ocupan solo de "guardar y conservar" en vez de arriesgar, multiplicar, etc...

Juancho.

Junípero dijo...

Muy bueno don Terzio.
En la tradición, los "talentos" siempre han sido interpretados como la Gracia en todas sus formas.
Cordialmente I. D.
J.