lunes, 30 de abril de 2012

Defender la fe / Dignificar el culto


Hace tres años, publiqué aquí, en ExOrbe, este articulete: Pio V: La fe y el culto Comentaba y reflexionaba a propósito de San Pio V y del admirable cuadro de Michele Parrasio, una preciosa obra digna de estar expuesta al culto y no en un museo (además no suele estar a la vista, pues se encuentra entre las pinturas del fondo-depósito del Museo del Prado --> --> aquí puede verse el cuadro en formato mayor).

Entre otras cosas, decía que celebro dos veces al Santo Papa del Misal Tridentino, el 30 de Abril (novus ordo) y el 5 de Mayo, como se celebró siempre hasta la remoción postconciliar. Y le tengo afecto a las dos oraciones, la que trae el Misal del 69 y la del Misal Tradicional.

Así reza la de hoy, 30 de Abril:

Deus, qui in Ecclésia tua beátum Pium papam ad fidem tuéndam ac te dígnius coléndum próvidus excitásti, da nobis, ipso intercedénte, vívida fide ac fructuósa caritáte mysteriórum tuórum esse partícipes. Per Dóminum...etc. Amen.

En el Misal español:

Señor, tú que has suscitado providencialmente en la Iglesia al papa San Pío para proteger la fe y dignificar el culto, concédenos, por su intercesión, participar con fe viva y con amor fecundo en tus santos misterios. Por nuestro Señor Jesucristo...Amen.

Los conceptos que en la oración propia identifican la obra de Pio V, los que le definen como un hombre santo y providencial para la Iglesia, son dos: la protección de la fe y la dignidad del culto, dos acciones promovidas con especial dedicación y excelentes frutos por el Papa Ghislieri. Por su anterior oficio de inquisidor, sabía bien dónde radicaba el mal de la iglesia de su tiempo, dónde, pues, había que aplicar el remedio: En la doctrina y en la liturgia. Pio V, que es, entre todos los de su época, el Papa de Trento, fue no sólo consciente sino también agente; comprendió y actuó, examinó y corrigió, diagnosticó y curó. No todos saben conjugar las dos acciones. Y son muy pocos los que lo hacen bien, integrando una acción en la otra, y viceversa.

Cuando el Papa Benedicto XVI, en varios documentos, insiste en la sentencia antigua 'lex orandi, lex credendi', está sintentizando en cuatro palabras aquello que hizo tan admirablemente bien San Pio V. Todos los católicos conscientes queremos que reviva, con toda su fuerza y solidez, esa convicción, con todas sus consecuencias.

Al postconcilio se le achaca, entre otros males derivados, la descomposicion de la unidad integrante de doctrina y culto. Podríamos discutir sine die qué mal sobrevino primero, si por la deformación de la liturgia devino la degeneración de la doctrina, o si por la perversión de la teología se llegó a la banalización del culto. ¿O fue, acaso un fenómeno simultáneo, derivado, sincopado, recíproco, sin solución de continuidad entre uno y otro, por crisis de todo el centro axial de la Iglesia? Porque lo que se cree y lo que se adora, la confesión de la fe y su expresión formal, es algo sustancial, fundamental, básico.


Esto que entendió Pio V en su época, no se ha entendido (no se ha querido entender?) en el postconcilio. A veces, recopilando hechos, datos, memorias, parece como si se hubiera trabajado en sentido contrario: Deconstruir, demoler, desestructurar, debilitar, desencajar, son verbos, conceptos que se agolpan si se examina y juzga la teología y la liturgia del último tercio del siglo XX. No digo que todo haya sido así, pero sí mantengo que el ánimo imperante, general, ha jugado con esos anómalos 'ideales', cuyas consecuencias padecemos.

Compartir lo que digo, es estar persuadido de que sólo una labor actualizada como la de San Pio V, dignificando el culto y protegiendo la fe, podrá librar a la Iglesia de la ruína que la amenaza.

Distíngase que las dos acciones necesarias, sine qua non, son ambas ad intra, se tienen que realizar dentro de la Iglesia, no son actividades ad extra, son operaciones internas.

Mientras, con un cuerpo medularmente enfermo, con un organismo necesitado de urgente intervención médico-quirúrgica, el impaciente paciente prefiere irse de jmj's, años de fe, nuevangelizaciones y demás saraos. Si me explico. Si me entienden. Si se quieren enterar.

Termino con la oración antigua, que habla de un elemento obviado en la del nuevo Misal: El enemigo, que acecha (en todo) y del que tenemos que librarnos para que el mal se remedie. Récenla también:



Orémus
Deus, qui ad conterendos Ecclesiae tuae hostes, et ad divinum cultum reparandum, beatum Pium Pontificem Maximum eligere dignatus es: fac nos ipsius defendi praesidiis, et ita tuis inhaerere obsequiis; ut omnium hostium superatis insidiis, perpetua pace laetemur.
Per Dóminum nostrum...Amen


Oh Dios, que te dignaste elegir por pontífice máximo al bienaventurado Pío V para destruir a los enemigos de tu Iglesia, y para reparar el culto divino, defiéndenos con tu protección para que libres de las asechanzas de nuestros enemigos gocemos en tu servicio de una paz perpetua y estable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.

Ex Voto

+T.

3 comentarios:

Miles Dei dijo...

Terrible drama el del que atisba que hay un tremendo error en algún lado y que no sabe la causa para sajar y sanar.

La fe y el culto, han sido deconstruidos piedra a piedra desde la aceptación de la filosofía moderna. Y esta aceptación hizo acta con el texto conciliar. Esa es la causa última de todo el error, que obviamente repercute en la doctrina (giro antropológico) y en el culto (socialización de la liturgia)

La Iglesia de San Pio V era una comunidad donde principalmente se daba culto a Dios que había creado y redimido al hombre.

La Iglesia de Benedicto XVI (y de todos los papas posconciliares) es una comunidad donde principalmente se da culto al hombre que piensa a Dios como creador y redentor.

Esa es la diferencia fundamental y por eso en lo externo la Iglesia anda volcada con el hombre pensante en Dios en forma de juanpablismos variados mientras lo interno apenas se percibe y se nota. Si hay reforma litúrgica parece ser para gusto de hombres (contentar a los tradicionales) y no para acabar con la socialización de la liturgia. Si hay doctrina es para mostrar como debe pensar correctamente el hombre de Iglesia y no para transmitir lo que se ha entregado y defenderlo.

Todo, absolutamente todo está afectado de un giro copernicano que ya se vio en el plano teologal en el renacimiento que vivió San Pio V en forma de exaltación de pasiones sensibles y que a la larga acabó por arrastrar a la Iglesia y mundanizarla.

Miles Dei dijo...

Un ejemplo de como tampoco antes del preconcilio se estaba muy libre de esta tendencia moderna es la fiesta que celebramos hoy.

¿Se dignificó la doctrina y el culto con ella o se introdujo a las mismas en las luchas ideológicas del siglo fruto de la injusticia social y la filosofía idealista hegeliana?

¿No habría sido mejor predicar sobre la dignidad del trabajo y del trabajador y hacer hincapié en determinados puntos de la doctrina social de la Iglesia?

Como resultado de la fiesta de San José Obrero se pasó sin mucha dificultad a la teología de la liberación, que es lo mismo pero con todas las consecuencias. Pero no es tan fácil de ver como la gran cáscara de la Iglesia de Pio XII, tan digna en doctrina y culto, resultó destruida antes de una generación.

Anónimo dijo...

Yo lo tengo muy claro: la degeneración del culto causó la degeneración de la doctrina.
Y baste consultar cualquier abuelo ya metido en años y de pueblo que no ha sufrido la deconstrucción posconciliar en extremo para darse cuenta de que había de temas que casi sabía más que el cura (es decir, sabía que en el sermón el cura no estaba siendo lo ortodoxo que debiera y enseñar lo que dice la Iglesia). Creo que en alguna entrada costumbrista con sus tías hay anécdotas similares...

Por tanto, hasta que no se dignifique el culto y se limpie y barra la Casa de Dios no es esperable que se recupere la doctrina.