Un amigo (un cómplice) me ha avisado que otro cómplice (otro amigo) ha publicado un divertido y oportuno diálogo de una serie inglesa que hizo furor allá por los ochentypico. Pego tal cual la cosa, léanla, please:
En 1987 la BBC produjo una serie de TV titulada: "Sí, ministro", y poco después su secuela "Sí, Primer Ministro" (aquí la referencia en español). Los papeles principales se asignaron a los magníficos actores Nigel Hawthorne, Paul Eddington y Derek Fowlds. Sirviendo a las similitudes que arriba cito les selecciono un fragmento del episodio “El gambito del Obispo”.
El Primer Ministro está en su despacho y conversa con sus consejeros. Le preocupa la elección que la Iglesia Anglicana le pide entre dos candidatos a obispo.
PRIMER MINISTRO.- Humphrey, ¿qué es un modernista en la Iglesia?
SIR HUMPHREY.- ¡Ah...! La palabra modernista significa: “No creyente”.
PRIMER MINISTRO.- Es decir ¿ateo
SIR HUMPHREY.- No, Primer Ministro, un clérigo ateo no continuaría cobrando sus estipendios. Así que cuando dejan de creer en Dios se llaman modernistas.
PRIMER MINISTRO.- ¿Cómo puede la Iglesia sugerirme un ateo como candidato a obispo?
SIR HUMPHREY.- Pues, muy sencillo. La Iglesia Anglicana es primordialmente una organización social, no religiosa.
PRIMER MINISTRO.- (Con ojos de asombro) ¿Sí...?
SIR HUMPHREY.- Sí. Es parte del engranaje social de esta nación. Los obispos han de ser hombres con facilidad de expresión y que sepan qué cubierto utilizar. Gente que invite al respeto.
PRIMER MINISTRO.- Así que ahora para la Iglesia el candidato ideal es un cruce entre sociable y socialista...
Entra el secretario Bernard Woolley con unos papeles, el Currículum Vitae del Candidato Stanford, que lee de inmediato.
BERNARD.- (Carraspeo) Perdón… Tras estudiar teología fue capellán del Obispo de Sheffield y, después, Consejero Diocesano de Comunidades Étnicas y Responsabilidad Social. Dio conferencias sobre nexos entre religiones, vínculos entre cristianos y marxistas y relaciones entre cristianos y las mujeres de la... ¡Hum!. Después fue ascendido a Capellán de la Universidad de Essex y Vice-Rector de la Universidad de Teología. Ahora es, como sabe, Secretario del Comité Pro-Desarme, de la Iglesia Anglicana.
PRIMER MINISTRO.- ¿Nunca ha sido vicario de una parroquia?
BERNARD.- ¡Cielo santo, no, Primer Ministro! Quienes aspiran a obispo evitan la labor pastoral.
PRIMER MINISTRO.- Por lo que dice, el canónigo Stanford es algo así como un agitador político.
SIR HUMPHREY.- No exactamente. Pero sí sería una espina en temas como huelgas, presupuestos de Seguridad Social, Urbanismo, desempleo, Defensa... Es interesante, no crea, que hoy en día los políticos hablen de ética y los obispos de política [...]
BERNARD.- (Terminando su lectura) Es también un experto en islamismo; asegura que la Biblia es una copia del Corán. [...] Diseñó una iglesia en el sur de Londres y en los planos había salas para planificación familiar y organización de manifestaciones, pero ningún lugar para la Comunión.
PRIMER MINISTRO.- ¿Habla en serio?
BERNARD.- Bueno, había un fórum multifuncional para los servicios...
PRIMER MINISTRO.- ¡Y la Iglesia lo aprobó...?
SIR HUMPHREY.- ¡Por supuesto! La Iglesia está regida por los teólogos.
PRIMER MINISTRO.- ¿A qué se refiere?
SIR HUMPHREY.- La teología es un instrumento para que los agnósticos se mantengan en la Iglesia.
PRIMER MINISTRO.- (Resuelto) No deseo que Stanford entre. (Mira suplicante a los dos) ¿Qué puedo hacer?
SIR HUMPHREY.- Podría usted rechazar a ambos candidatos, pero sería excepcional y no aconsejable.
PRIMER MINISTRO.- ¿Aunque un candidato quiere echar a Dios de la Iglesia y el otro echaría a la Reina?
SIR HUMPHREY.- La Reina es inseparable de la Iglesia Anglicana.
PRIMER MINISTRO.- ¡Ah! ¿Sí? ¿Y qué hay de Dios?
SIR HUMPHREY.- (Encogiendo los hombros) Es lo que se llama un extra opcional.
Por la tarde, en su casa, el Primer Ministro conversa con su esposa Annie. Mientras ella plancha un vestido él hojea el periódico sentado en un sofá.
PRIMER MINISTRO.- (Cerrando el periódico) He de elegir un obispo...
ANNIE.- ¡Es ridículo!
PRIMER MINISTRO.- ¿Por qué?
ANNIE.- No eres lo que se dice muy religioso.
PRIMER MINISTRO.- Soy el Primer Ministro. La religión no tiene nada que ver.
ANNIE.- ¿Ni con los obispos…?
PRIMER MINISTRO.- Nada que ver. Son como empresarios, pero disfrazados. [...]
ANNIE.- Como creyente y practicante yo prefiero que elijas a un hombre de Dios.
PRIMER MINISTRO.- Me ofrecieron uno, pero quería hacer de la Iglesia un movimiento religioso. Quieren obligarme a elegir a un modernista.
ANNIE.- ¿Marxista o ateo?
PRIMER MINISTRO.- Ambas cosas. No es que me importe que sea ateo, pero lo de marxista podría causarme graves problemas con sus discursos en la Cámara de los Lores.
ANNIE.- ¿Y no puedes rechazarlo?
PRIMER MINISTRO.- Parecería un acto político.
ANNIE.- ¿Pero no acabas de explicarme que ahora los clérigos son esencialmente políticos?
PRIMER MINISTRO.- Sí, pero no deben parecerlo.
ANNIE.- Ya... (Tras un corto silencio) Bueno, ¿por qué no lo rechazas por motivos religiosos?
PRIMER MINISTRO.- No te entiendo.
ANNIE.- ¿Cree en el cielo y en el infierno?
PRIMER MINISTRO.- Desde luego que no.
ANNIE.- ¿En la Virgen?
PRIMER MINISTRO.- (Enfático) No.
ANNIE.- ¿En la Resurrección?
PRIMER MINISTRO.- No, no... ¡En absoluto!
ANNIE.- ¿Y no es suficiente para rechazarlo?
PRIMER MINISTRO.- (Levantándose) ¡Annie...! ¡Estupendo! Rechazaré a ambos candidatos y habrán de presentarme otros. Lo que en realidad quiero es uno que guste a todo el mundo.
ANNIE.- (Asintiendo) Alguien que no tenga ideas propias sobre nada.
PRIMER MINISTRO.- Sssi, sí... Y si, además, sintiera afición hacia la Cristiandad no nos haría ningún daño.
ANNIE.-En este caso, quieres decir un pastor como los de antes.
PRIMER MINISTRO.- Eso es. Gracias cariño.
THE END ~ FIN (de esta selección del episodio) ~ CONTINUARÁ.
¿Qué tal? El autor del articulete, Pedro Rizo, teoriza sobre una de mis tesis más repetidas, passim, por este blog: Que en la Iglesia Católica actual hemos llegado a ese estadio anglicano de la subdivisión interna High Church/Low Church, con todas las consecuencias. Y nos gobiernan los hombres de media-iglesia, los moderados, los conciliadores (o los conciliaristas, según se mire). Los pasteleros, digamos, en suma.
El episodio sobre los obispos, mutatis mutandis, tiene su correlato en España y demás paises católicos (o con presencia de diócesis católicas). Nuestros episodios no tienen como escenario el despacho de un prime minister, sino que ocurren en los correspondientes salones eclesiásticos, de diverso nivel y en circunstacias variadas, pero concomitantes y/o paralelas con la del sketch cómico-dramático de esa serie inglesa.
En sustancia, muchas de las cosas que se dicen en ese diálogo, ese 'cuadro-perfil' de los seleccionables para obispos, son tal cual. O casi, sin variaciones notables: Un perfil católico mediano tirando a bajo, preferiblemente un implicado en temas sociales que un católico dogmático, mejor un gestor eficiente y políticamente descreído que un apasionado creyente, mejor un mediano que otro de estatura sobresaliente, mejor un no-problem que un problemático, mejor un hombre de diálogo que un reverendo de púlpito, mejor un discreto clergyman gris que una sotana con faja y bonete. En sustancia, decía.
Para reir y/o para llorar, según tengan Uds. el ánimo.
+T.
4 comentarios:
Para llorar.
De este tema hace mucho tiempo que me vengo dando cuenta.
Cuando yo vivía en el virreinato de la Nueva España me tocó en varias ocasiones misa con un sacerdote que según me decía mi esposa le hacían la vida imposible sus compañeros y jefes, mandándolo una y otra vez a algo así como a "cursos de reeducación". Su delito era precisamente que no era tibio, que era piedra de escándalo, que iba contra el mundo, que incomodaba a los feligreses con las mismas verdades de Cristo, que predicaba con verdadero fervor, en una palabra, que era un verdadero discípulo y soldado de Cristo.
A mi esta iglesia conciliar y modernista la verdad es que me da mucha vergüenza, con todos sus mitrados tibios y cobardes cuando no directamente traidores y apóstatas.
Ya digo, para llorar.
Una vez me confesé con uno de esos clérigos retratados en la serie "Yes, Prime Minister".
No me confesé con él por mala fe. Es que no había más sacerdotes con quienes poder confesarse en varios KM a la redonda. Y yo aún era más modernista de lo que, por desgracia, todavía sigo siendo, a pesar del grandísimo empeño que pongo cada día en quitarme de encima tan hedionda forma de soberbia moral y religiosa.
A lo que iba. El caso es que cuando me confesé con aquel sacercote, me puso como penitencia ¡no volver a cometer jamás la falta que confesaba!
La penitencia no era tener la intención de dejar de cometer la falta. ¡Era dejar de cometerla! Ciertamente, se trataba de una penitencia muy práctica, si no fuera porque, dada la naturaleza del ser humano, era del todo irrealizable.
El pobre hombre, arcipreste de zona con cargos diocesanos y hermano de otro sacerdote profesor de Historia de la Iglesia en un Seminario Conciliar, había perdido toda traza de distinción entre lo natural y lo sobrenatural, y toda traza de perspectiva espiritual.
Eso sí, era, y supongo que debe seguir siendo, un gestor parroquial eficacísimo. Lástima que, sea por el motivo que sea, cada vez le vayan quedando menos fieles en una parroquia que fue otrora muy populosa.
Así pues, a pesar de ser el modernista que yo era entonces, le dije:
- "Si fuera tan sencillo dejar de pecar, el mundo y yo seríamos mucho mejores. Yo no sé si el mundo es, en realidad, buenísimo, lo que sí sé es que yo soy un pobre pecador que, tarde o temprano, volverá a cometer esa misma falta o alguna otra, quizá aún más gorda, relacionada con ella.
Por lo tanto, en ese caso, esta confesión terminaría sin una absolución verdadera, obligándome a buscar otro confesor que no estoy en disposición de encontrar ni hoy ni en los próximos días.
Por favor, padre, le ruego que me imponga otra penitencia. De lo contrario, para evitar la profanación del sacramento de la Penitencia, me veré obligado a levantarme del confesionario sin esperar su apariencia de absolución."
Antes de darme la verdadera absolución, el padre dijo estas tres palabras:
- "Reza un Padrenuestro".
Aunque seguimos viéndonos varios años más, no volvimos a cruzar jamás una sola palabra, cosa que le agradezco humildemente tanto a aquel sacerdote como, muy especialmente, a Dios.
Semper Fidelis dixit:
Muchas sacerdotes han muerto dicen que de infarto, pero yo pienso que de tristeza ante tal cataclismo. Se prepararon por años con esmero y sacrificios, para convertirse en... trabajadores sociales!!
Por éso el rebaño anda extraviado y hambriento, en busca de pan espiritual. Y muchos caen en las sectas protestantes, a falta de algo mejor. Y los mismos lobos se han disfrazado de pastores, para poder depredar mejor a la grey.
También yo tengo mi historia de horror de confesión. Me extrañaba que nadie se confesara con ese padre, hasta que yo me fuí a confesar por primera y última vez. Según él , mis pecados no eran pecados . Y a alguno de mis pecados me replicó, "éso no es tan malo, yo también lo he hecho". Wow! Pús por éso estamos como estamos!!
Si el sacerdote se dedicara a la labor para la cuál fué educado, no le quedaría tiempo para andar de "grillo" político. El sacerdote NO es trabajador social, su vocación es otra, pero lo han deformado. Y ahí lo tenemos. Un saludo, dom W+.
Eso explica porqué en México los obispos que tenemos son tan malos y vendidos a posturas políticas, no me cabe duda que incluso los partidos de nuestra "Democracia" han tenido que ver con la selección de desastrosos prelados como Juan Sandoval, aquí en Guadalajara, vinculado al Partido Acción Nacional, u Onésimo Zepeda, obispo de Ecatepec, amigo de políticos de todos los partidos, o Luis Felipe Arizmendi, Obispo de Chiapas, lo mismo que el de Saltillo, ambos vinculados a la Izquierda...
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